miércoles, 1 de octubre de 2014

Los TELÉFONOS inalámbricos de la ANTIGÜEDAD CLÁSICA


Las comunicaciones a lo largo de la historia han sido pieza clave en la evolución de las sociedades y su desarrollo ha ido parejo a los avances científicos. Si mi abuelo pudiese ver ahora a los pastores que van con su teléfono móvil… Y precisamente de la comunicación sin hilos y a distancia va esta historia, pero remontándonos a la Antigüedad clásica.
Se conoce el uso de sistemas de comunicación a distancia entre los griegos, romanos o cartagineses, y siempre vinculados a luchas, batallas y conquistas. En la obra Agamenón que forma parte de la Orestíada, la trilogía de Esquilo, se narra cómo un centinela está esperando la señal de fuego que indica la caída de Troya y el retorno de Agamenón. También los cartagineses se comunicaban con antorchas cuando atravesaron los Alpes con Aníbal para llegar a Roma. Aparte de las hogueras o antorchas, también se utilizaba humo o señales acústicas (tambores, cuernos…). Eran tremendamente sencillos pero muy limitados en lo referente al mensaje en cuestión. Así que los ingenieros griegos Kleoxenos y Demokleitos se pusieron manos a la obra para mejorar y ampliar los sistemas de comunicación y los contenidos de los mensajes. Para ello, idearon un sistema llamado Fryctoria. Este sistema de comunicación estaba compuesto por una extensa red de torres (Fryktories) situadas en lugares fácilmente visibles a una distancia de varios kilómetros. Lo que hacía este sistema diferente de los anteriores era que en cada torre se situaban dos grupos de cinco antorchas cada uno, de tal forma que el número de ellas encendidas en cada grupo determinaba una letra. Este era el sistema de codificación:
Por ejemplo, la letra beta (β) se encendían dos antorchas en la derecha y una en la izquierda. Las cinco antorchas encendidas en la izquierda y en la derecha significaba comienzo de un mensaje y fin de palabra. Por tanto, era muy preciso pero un poco farragoso.
Otro sistema anterior a la Fryctoria era el llamado telégrafo hidráulico inventado por Eneas el Táctico. Hay constancia de que se utilizó en la Primera Guerra Púnica (264-241 a.C.). Este procedimiento consistía en situar en puntos elevados y estratégicos unos recipientes cilíndricos llenos de agua en los que se introducía una varilla en su interior. Esta varilla llevaba grabados los mensajes, cada uno de ellos a una determinada altura. Para iniciar la comunicación, el emisor encendía una antorcha y cuando el receptor hacía lo mismo con la suya —¿dígame?—, ambos abrían a la vez una válvula situada en parte inferior del recipiente y dejaban salir el agua hasta que llegase al nivel del mensaje deseado. En ese momento, el emisor apaga la antorcha -mensaje terminado- y se cierran las válvulas. Al nivel al que se había quedado el agua en la varilla indicaba el mensaje transmitido. Se supone que entre marca y marca de la varilla —entre hemos vencido o nos han derrotado— habría un espacio suficiente para dar margen de error por abrir o cerrar.

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