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lunes, 7 de diciembre de 2020

La ideología de PERÓN es contradictoria con nuestra ideología porque nosotros somos socialistas / Mario FIRMENICH ***

 


El día que FIRMENICH propuso reemplazar a PERÓN: “Su ideología es contradictoria con la nuestra” titulo original de la nota ***

La definición causó desconcierto en las filas montoneras y llevaría poco después a la fractura de la corriente

“La conducción estratégica para Perón (…) es unipersonal, es el conductor y los cuadros auxiliares. Eso es contradictorio con un proyecto de vanguardia, en donde la conducción la ejerce una organización, no un hombre, no hay conductor. A partir de allí, del desarrollo de nuestro proyecto, y de nuestra intención tal vez ‘desmedida’, de ser conducción estratégica, surgen confrontaciones o competencias de conducción.”

“La contradicción con Perón es insalvable. Su solución ideal sería que Perón optara por admitir que la historia va más allá de su proyecto ideológico y que nosotros somos los hijos objetivos del Movimiento Justicialista; y que entonces resignara su proyecto ideológico adecuándose a esa realidad. PERÓN SABE QUE NUESTRA POSICIÓN IDEOLÓGICA NO ES LA MISMA QUE LA DE ÉL, y de ahí que tiene una contradicción que vaya a saber como la resolverá.”

Así hablaba Mario Eduardo Firmenich ante una expectante audiencia de cuadros medios de Montoneros a mediados de noviembre de 1973. Había convocado a los “responsables” de los frentes, UES, JUP, JP y JTP (a saber: Unión de Estudiantes Secundarios, Juventud Universitaria Peronista, Juventud Peronista y Juventud Trabajadora Peronista), “encuadrados” en la organización para explicar el nuevo documento de línea política, posterior a la fusión FAR-Montoneros, que los militantes bautizaron como “el Mamotreto” por lo denso de su texto.

Peron decía que el sectarismo y la soberbia son la tumba de la conducción. Sin embargo, la soberbia fue y sigue siendo una característica personal de Firmenich y de muchos de los cuadros que lo acompañaban. Y había algunas razones para sentirse soberbio. A los 25 años dirigía una organización que en ese momento, ya tenía algunos centenares de jóvenes armados. Que un mes antes había masacrado a balazos jefe de la CGT José Ignacio Rucci cuando salía de su casa rodeado de trece guardaespaldas que no pudieron hacer nada. Una organización que movilizaba miles de jóvenes en todo el país. Que disponía cargos de gobierno en siete provincias y manejaba las principales universidades. Muchas razones, a los 25 años, para sentirse todopoderoso y tener la “intención tal vez desmedida” de disputarle a Perón la conducción del peronismo.

El texto completo de la exposición de Firmenich, que lleva por título “Charla a los Frentes”, puede leerse en “Documentos 73-76”, una recopilación de Roberto Baschetti, publicado por la editorial Campana de Palo.

En ese momento, Montoneros manejaba un doble discurso. Públicamente la tapa de su revista “El Descamisado” el 13/11/72 proclamaba en letras catástrofe “Aquí manda Perón”. Para adentro de la organización se “bajaba” una línea que justamente era lo contrario.

Dice por ejemplo Firmenich citando a un inesperado periodista. “Hace poco, Mariano Grondona en un artículo dijo que los jóvenes peronistas recién se estaban haciendo peronistas ahora, porque recién estaban conociendo a Perón…cosa que es objetivamente cierta” “…con Perón teníamos una serie de coincidencias en la época de la Resistencia”…”Hoy Perón está aquí, Perón es Perón y no lo que nosotros queremos”. Y en un arrebato de sinceridad reconoce “hay que profundizar su pensamiento, cosa que en rigor generalmente no conocemos (…) está escrito en una cantidad de libros, discursos, cartas (…) incluso un libro que la mayoría de nosotros no ha leído: La Comunidad Organizada, que fija el pensamiento filosófico de Perón, es la ideología de Perón”.

La tercera posición ideológica está equidistante entre el demo liberalismo capitalista y el socialismo internacional marxista; eso es la tercera posición. Eso se expresa a través de un estado que sea económicamente libre y políticamente soberano, (…) donde impere la justicia social garantizada por un Estado fuerte; un Estado poderoso que estatiza una serie de resortes de la economía, que la planifica de tal modo de recortarle la expansión al capital; es decir humanizar el capital (…) y constituir un Estado en el que participen organizadamente los distintos sectores sociales (…) eso es el Justicialismo. (…) En rigor lo que Peron define como socialismo nacional es el Justicialismo.” Aún hoy en el 2020 esta definición del Justicialismo resulta acertada y revolucionaria; pero no era ideología adoptada por Montoneros.

Para los dudosos, Firmenich aclara: “Hay que tener claro qué es la ideología. Es un proyecto socio-económico-político que representa en forma cabal los intereses de una clase determinada. Resulta de ello que nuestra ideología es el socialismo, porque el socialismo es el estado que mejor representa los intereses de la clase obrera”.

La ideología de Perón es contradictoria con nuestra ideología porque nosotros somos socialistas (…) para nosotros la Comunidad Organizada, la alianza de clases es un proceso de transición al socialismo”. (...)”Estas contradicciones nosotros las hemos descubierto hace muy poco y creemos que Perón también las ha descubierto hace muy poco”.

Sumado a la idea de vanguardia revolucionaria que lidera la lucha de clases para llegar al socialismo, Firmenich explicita su concepción militarista. “La única acumulación de poder válida es el poder militar del pueblo, el Ejercito del Pueblo (…) Hay que hacer un calculo estratégico; un guerrillero equivale a 10 soldados regulares, el país tiene alrededor de 200 mil soldados regulares. Nosotros para equilibrar necesitamos 20 mil hombres armados. Estamos lejos. Lograrlo en seis meses es imposible. En un año y medio es mas o menos posible. Lograrlo en dos años es posible (…) de todos modos llegado el momento de fractura tal vez debamos replegarnos a la defensiva estratégica”. Montoneros apostaba al “momento de fractura” que efectivamente llegó dos años después.

Luego de una hora de charla, vinieron las preguntas. Aunque la invitación había sido para los más permeables, excluyendo deliberadamente a los de “desviación peronista-movimientista”, varios manifestaron inquietud por lo escuchado.

Uno de los presentes, preocupado por “cómo se lo explicamos a la gente”, dijo: “El problema que yo veo es cómo se les baja esto a los compañeros, porque si les bajamos lo del problema ideológico se pueden generar muchas confusiones” . Otro expresó: “La dificultad frente a todo esto se presenta ante las explicitaciones públicas de esta política. Y los compañeros cuando se pongan ante un micrófono y les pregunten qué piensan de Perón, se van a ver en figurillas (…) Esta es la contradicción entre lo que se asume para adentro y lo que se asume para afuera”.

Firmenich responde: “A uno le podrás tal vez explicar todo, a otro le tendrás que explicar de a poco. Le tenés que explicar por qué vos estás en desacuerdo con Perón en algunas cosas y sin embargo seguís siendo peronista (…) Tenés que distinguir los distintos niveles de conciencia de los compañeros (…) A los que comiencen con desviaciones ‘alternativistas’ les va a ser mas fácil de comprender…. Y al que manifieste tendencias al movimientismo, seguramente les va a resultar más difícil... (…) Por ahora, el punto primero de la explicación es esto: ¿quién es el conductor de este proceso? Perón.(…) entonces uno puede fundamentar su desacuerdo parcial y hacer la venia igual. El día que Perón diga ‘estos tipos, fulano y mengano, son unos infiltrados, quiero que se vayan del Movimiento’, ahí veremos qué hacemos. Por ahora no se presenta esa situación.” Allí alguien acota: “O sea, en síntesis, aquí manda Peron”. “Exacto” Responde Firmenich.

Dos meses después, gran parte de los militantes “con desviaciones movimientistas” rompían con Firmenich y formaban la JP Lealtad y Montoneros Soldados de Perón, llevándose aproximadamente un 40% de los viejos cuadros militantes.

El 1º de Mayo, la cúpula montonera decide que era el momento de ir a confrontar públicamente con Peron y su gobierno.

Hasta el día de su muerte Perón se siguió reuniendo en público y en privado con la dirigencia de Montoneros para tratar de persuadirlos de que guardaran las armas y lo dejasen gobernar. Los “muchachos”, como él los llamaba, debían esperar un poco más, que llegara su tiempo; su plan era el trasvasamiento generacional, para eso les había dado tanto espacio en el gobierno, para que se fuesen fogueando en la tarea de gobernar.

Pero definitivamente Montoneros estaba en otro proyecto, que bien explicó Firmenich en su charla, ser la vanguardia del proletariado en su lucha hacia el socialismo y construir un ejército para derrotar a las fuerzas armadas, cuando llegase el “punto de fractura”. El 24 de marzo, no hubo 20 mil irregulares en armas, ni las masas volcadas a la guerra civil . Para ese momento, por su enfrentamiento con Perón y el peronismo, Montoneros había perdido todo apoyo popular. La cúpula se “replegó” al exterior para desde allí dirigir una guerra imaginaria. Mientras aquí las fuerzas armadas ejecutaban su siniestro plan que no era de guerra sino de cacería.

Las miles de víctimas, lejos de llamar a la reflexión, hoy sirven para reforzar la soberbia de algunos que pretenden reafirmar su razón con la frase “la mayor cantidad de muertos los pusimos nosotros”. A veces la soberbia no es una enfermedad que se cura con los años.

***Por Aldo Duzdevich

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viernes, 22 de mayo de 2020

Mario Firmenich: Cómo salir de la pandemia de modo sostenible ...(Consejos Escatològicos)


El economista y ex líder de Montoneros, Mario Firmenich, reflexionó sobre el día después de la pandemia del coronavirus
Este documento es parte de un análisis y propuestas sobre la situación nacional y social de la Argentina. El objetivo es aportar a una discusión política, ajena a cualquier disputa electoral, entre dirigentes de sectores diversos que hoy no comparten un ámbito común de acción política.
Esta primera parte será seguida por otras, a modo de capítulos, de forma tal que el conjunto sea un documento que, por su extensión y multiplicidad de temas, entiendo que no sería útil para iniciar el debate y encauzar el consenso en las actuales circunstancias.
1. El contexto mundial
1.1. La pandemia y la desglobalización en el contexto de la III Guerra Mundial
La esencia sistémica de la globalización ha sido la sociedad económica entre Estados Unidos y China cuyos aspectos básicos son:
a) China es admitida como economía de mercado en la Organización Mundial del Comercio
b) Las multinacionales occidentales se instalan en China para incrementar sus tasas de beneficio explotando mano de obra barata; se rompe la lógica del modelo fordista, centrada en el mercado interno, para la cual los obreros deben ser capaces de consumir los bienes que producen
c) Las multinacionales instaladas en China venden su producción en los países occidentales a consumidores de alto nivel de ingresos, cuyas sociedades se dualizan por el empobrecimiento de los antiguos obreros industriales, ahora desocupados por la migración de las industrias a China
d) China avanza rápidamente en su industrialización, urbanizando centenares de millones de campesinos y acumulando un inmenso superávit de balanza comercial en dólares
e) La Reserva Federal lidera la inyección mundial multiBillonaria de dinero para financiar la expansión del mercado globalizado (sin preocuparse por las burbujas financieras)
f) La mayor parte del superávit comercial chino debe retornar a los Estados Unidos financiando el déficit fiscal norteamericano a través de la compra masiva de Bonos del Tesoro.
g) Las multinacionales multiplican sus beneficios con el aumento del precio de sus acciones gracias al gigantesco aumento de la liquidez monetaria mundial (generando burbujas financieras).
La sociedad económica Chino-Norteamericana de la globalización generó dos "daños colaterales". Por un lado los sectores sociales de Estados Unidos y otros países centrales que resultaron perdedores en la globalización, generaron electorados "nacionalistas anacrónicos" que reclamaron volver a la situación anterior. Por otro lado, la política industrial china no se limitó a la tecnología importada; desarrolló su propia tecnología y superó con el 5G a la tecnología occidental.
Estos fenómenos explican la irrupción de Donald Trump (y el BREXIT) y su estrategia de desglobalización, desplazando el frente principal de la guerra mundial desde la hegemonía geopolítica en el Mediterráneo y Medio Oriente (mediante la guerra militar con Rusia) hacia la hegemonía tecnológico-comercial (mediante la guerra comercial con China).
En este contexto irrumpió la pandemia del coronavirus. Poco importa ahora saber cuál fue su génesis. Lo cierto es que esta pandemia ha sido una catapulta formidable para la estrategia de desglobalización de Trump y a la vez Trump es el presidente más perjudicado por los efectos nacionales del coronavirus. En definitiva, debemos tener claro que el coronavirus, cualquiera sea su origen, es un arma poderosa para las estrategias de la III Guerra Mundial.
1.1. Degradación de Estados periféricos hacia Estados fallidos. El riesgo para Argentina
La III Guerra Mundial tiene dos ejes de desarrollo: el clásico enfrentamiento entre potencias por sus áreas de dominio e influencia (que se viene desarrollando a través de guerra económica entre potencias y guerras civiles en las áreas en disputa) y la guerra civil genocida del establishment mundial para reducir la población del planeta en 3.000 o 3.500 millones de personas.
Ambos ejes se unifican en el drama ecológico generado por la explotación de la civilización industrial en los últimos 200 años; el paradigma industrialista antiecológico no es patrimonio exclusivo del capitalismo, sino que también ha sido desarrollado por los Estados comunistas.
La eliminación de lo que es "población sobrante" para el establishment global busca reducir tanto el consumo de recursos escasos como la generación de polución mundial no reciclable por parte de una fuerza laboral no necesaria para ellos, a la vez que implica suprimir a los pueblos del sur como sujetos políticos soberanos de los territorios con recursos naturales que se agotan.
Las guerras civiles que convierten en "Estados fallidos" a los países periféricos buscan la apropiación de recursos naturales estratégicos por las multinacionales. Cuando un Estado soberano es convertido en Estado fallido es fácil fracturar la nación y apropiarse de las áreas estratégicas con el auxilio de personeros cipayos que supuestamente reivindican una soberanía subregional.
La historia argentina tiene largos antecedentes de violencia política en guerras civiles que, con intermitencias, han estado presentes desde el origen mismo la nuestra Patria.
La "grieta" entre kirchneristas y antikirchneristas ha sido un "revival" degradado de la guerra entre peronistas y antiperonistas. Convertir esa grieta en herida sangrante es la forma más fácil de empujar a la Argentina hacia la situación de Estado fallido.
Desestabilizar una Argentina en grave crisis socioeconómica hasta convertirla en un Estado fallido es la forma más fácil de fabricar la irrupción de una "república del litio", una "república del acuífero guaraní", una "república de la pampa húmeda" y una "república de vaca muerta y adyacencias patagónicas". Esta es una de las formas posibles de nuestra desintegración nacional.
Quienes crean que esto es una exageración ridícula, que no es posible fracturar un Estado en la actualidad como ocurría en el Siglo XIX, no tienen más que conversar con cualquier ciudadano soviético, yugoslavo, ucraniano, georgiano, sirio, jordano, libio, etc.
1.2. Algunas consecuencias económicas inmediatas de la pandemia
Dado que la difusión mundial de coronavirus se produjo por el tráfico aéreo, la medida sanitaria de emergencia más efectiva en todos los países ha sido cerrar los aeropuertos.
El resultado ha sido una hecatombe para las compañías aéreas y para el conjunto del sector turístico y la mayor caída en la historia del comercio mundial, con la lógica caída de las finanzas.
En los inicios de la pandemia, Arabia Saudita desató la guerra de precios en el mercado del petróleo, golpeando a Rusia e Irán y a la industria estadounidense del petróleo de fracking.
Una caída brusca de la demanda de petróleo (por aviones y autmotores fuera de circulación) junto con guerra de precios, en el contexto de brusca caída de todo el comercio mundial, preanuncia una caída profunda y persistente del precio de todas las materias primas.
Esto marca una diferencia entre esta Guerra Mundial y lo sucedido en las guerras del S.XX.
Aquellas dos grandes guerras se producen entre potencias con economías independientes y competitivas entre sí. Además, la tecnología bélica era metalmecánica, con las industrias subsidarias para vestir, alimentar y transportar grandes contingentes de soldados. El desarrollo de la guerra generaba pleno empleo de la población y un funcionamiento a full de las industrias logísticas. Más aun, las potencias en guerra tenían grandes necesidades de importar todo tipo de materias primas.
En la confrontación actual entre potencias, la demanda vinculada a la logística tradicional es muchísimo menor ya que sólo es consumida en las guerras civiles periféricas.
Además ahora las potencias enfrentadas son un tándem complementario. La guerra comercial y tecnológica entre Estados Unidos y China y las acusaciones mutuas por el coronavirus rompen el sistema económico globalizado con consecuencias recesivas para todos.
Por lo que respecta a los intereses argentinos, si caen los precios de las materias primas y si los saldos de comercio exterior chinos se reducen,habrá una caída en volúmenes y en precios de nuestras exportaciones, es decir, cabe prever una fuerte caída en los ingresos genuinos de divisas, que se sumará a la restricción financiera por el endeudamiento externo irresponsable e impagable.
2. El Estado de situación actual
2.1. Persistencia de la situación económica heredada
La situación argentina previa a la pandemia se resume en unos pocos indicadores conocidos y que describen una realidad muy grave. Esta situación heredada sigue vigente y se ha profundizado
durante la cuarentena por la pandemia. En breve resumen tenemos:
a)     Una deuda externa cercana al 100% del PIB impagable.
b) Una pobreza estructural que abarcaba aproximadamente al 40% de la población.
c) Una exclusión social del sistema que castiga a un 10% de la población.
d) Una inflación anual del orden del 50%
e) Una estanflación prolongada con recesión industrial en un contexto de grave retraso tecnológico productivo de Argentina con respecto a los países más avanzados.
f) Una especulación generalizada con el dólar por la expectativa de inflación creciente, generando un círculo vicioso entre inflación, depreciación del peso por la demanda especulativa antiinflacionaria de dólares y realimentación de la inflación por la dolarización de los precios.
g) La situación amenazaba al nuevo gobierno con dos fantasmas: default y explosión social.

2.2. La realidad política del gobierno del Frente de Todos
El Frente de Todos es una alianza electoral de casi todos los sectores del peronismo y sectores de otras fuerzas políticas. El único acuerdo político en esa alianza heterogénea fue derrotar a Macri en las elecciones presidenciales, con el discurso de "cambiar la política de Macri", pero sin que exista un acuerdo programático sobre un proyecto socioeconómico de largo plazo que diera estabilidad de futuro al gobierno presidido por Alberto Fernández.
2.3. Profundización de la crisis por el coronavirus y el riesgo de default
La prioridad del nuevo gobierno fue la deuda externa, como algo previo a un programa socioeconómico de corto plazo que se debatiría en un Consejo Económico y Social a crear.
La idea de "solución" del endeudamiento externo era un acuerdo de postergación de pagos con el FMI y una quita de capital e intereses a los acreedores privados menor a la aplicada en 2003; la capacidad de pago futuro era la explotación, mediante el "fracking", del petróleo de Vaca Muerta. La conveniencia de tal idea es muy discutible pero la realidad sobrevenida hace ociosa esa discusión. Pareciera que no se tuvo en cuenta que vivimos en una guerra mundial que incluye tanto el uso del coronavirus como arma como la guerra de precios en el mercado petrolero, con la extracción de petróleo por "fracking" como principal sector perjudicado.
El resultado ha sido la inviabilidad de la garantía petrolera de Vaca Muerta sumada a la debacle del aparato productivo nacional por la cuarentena, en medio del derrumbe del comercio mundial; así, la crisis de la balanza de pagos ha devenido en el virtual estado de default del país.
Más allá del resultado final de las negociaciones con los acreedores externos, (que podría ser un "default negociado", un "default selectivo" o un "default total a secas"), la economía argentina vivirá los próximos años sin financiación exterior. Tampoco debe esperarse Inversión Extranjera Directa en nuevas industrias, como pretendió el discurso neodesarrollista de Macri.
Por otra parte, la paralización de la economía por la cuarentena ha significado la quiebra de decenas de miles de pequeñas y microempresas y la ruina de trabajadores autónomos, lo que ha hundido en la pobreza nuevas capas sociales de sectores medios y de trabajadores que vivían al día, incrementándose dramáticamente los porcentajes de población necesitados de mendigar un pobre plato de comida en ollas populares financiadas por el Estado para poder subsistir.
Todo ello sin que se haya enviado al congreso la ley sobre el Consejo Económico y Social.
2.4. La cuarentena como nueva y efímera coyuntura política
La irrupción de la pandemia de un virus desconocido, acompañada por discursos televisivos de verdadero terrorismo sicológico, modificó abruptamente la agenda política en todo el mundo. Argentina no fue una excepción.
La preocupación por la crisis socioeconómica, que amenazaba con la explosión social y el default, quedó sepultada por el temor social al contagio con el virus. La inmensa mayoría de la población se manifestó dispuesta a padecer necesidades a cambio de evitar el contagio. La multiplicación de anuncios gubernamentales de reparto gratuito de dinero para financiar niveles de mínima subsistencia ha resultado una compensación económica suficiente ante el terror al contagio.
Se ha generado una nueva coyuntura política artificial en la que todo va bien … mientras dure la situación de emergencia.
2.5. La superación coyuntural de "la grieta" en el gobierno de Alberto Fernández
El conjunto de la clase política argentina asumió que el peligro del coronavirus no era una nimiedad. La lógica elemental de que la propagación de una epidemia viral no distingue ideologías ni credos ni etnias ni sexos hizo que toda la pluralidad interna del Frente de Todos y toda la pluralidad de la oposición se juntaran a enfrentar unitariamente el problema.
La "grieta" se desvanecía y el presidente actuaba junto con gobernadores oficialistas y opositores, a la vez que similar espíritu de entendimiento comenzó a percibirse en el parlamento.
¿El coronavirus tiene el poder mágico de lograr la unidad nacional?
El espíritu de unidad nacional se extendió de la defensa ante la pandemia hasta el respaldo a la propuesta gubernamental para renegociar la deuda externa.
¿Seguirá igualmente sólida la unidad política entre oficialismo y oposición ante algún severo traspiés en el control de la pandemia o en la renegociación de la deuda externa?
Suponiendo que la respuesta a estos interrogantes fuera positiva, la actual superación de la "grieta" es por ahora algo coyuntural. No hay hasta ahora ningún proyecto de desarrollo a largo plazo consensuado como políticas de estado que permitan asegurar que han desaparecido los riesgos inherentes a la "grieta".
3. ¿Y después qué?
3.1. La cuarentena exitosa … ¿hasta cuándo?
Nadie discute que la decisión de la cuarentena total adoptada antes de que el coronavirus se propagara fue una decisión correcta. Pero todos sabemos que sería suicida mantener la cuarentena durante un tiempo indeterminado, paralizando todas las actividades sociales y económicas.
Si bien es cierta la afirmación de que una caída económica se recupera pero una vida perdida no, la afirmación deja de ser cierta cuando no se refiere a la macroeconomía sino a la pequeña actividad de trabajadores autónomos, comercios familiares y microempresas que permiten la subsistencia día a día de millones de personas, porque en estos casos es la ruina familiar y personal, incluyendo la muerte por múltiples motivos de muchos miembros de estas familias desamparadas.
Es ingenuo creer que con un subsidio temporal de 10.000 pesos se evitan esos dramas.
Una Nación de 3 millones de Km cuadrados y un pueblo de 45 millones de personas en medio de una crisis nacional y global no puede ser conducido como una sala de terapia intensiva.
La continua postergación del "pico de la curva" es un alerta de que algo no está bien previsto. Se ha comentado que la predicción "científica" es que en Argentina se contagiarán con el coronavirus 250.000 personas. Pero, si después de casi dos meses de cuarentena no se han contagiado ni 8.500, ¿tendremos semiparalizado al país durante 56 meses más esperando el contagio de otros 241.500 argentinos? Hay algo absurdo en estas predicciones "científicas".
Existe un riesgo evidente: la prolongación indefinida de una cuarentena ruinosa para millones de personas para "mantener achatada la curva" puede terminar en una rebelión social contra la cuarentena por el estado de necesidad. El resultado sería un contagio masivo con millares de muertes, perdiéndose el logro de minimizar los fallecidos y con una debacle socioeconómica.
Es imperioso modificar la estrategia para aprender a convivir con el coronavirus manteniendo una baja tasa de contagios. Parece de sentido común que si el virus penetra por los ojos, la nariz y la boca, el problema se soluciona cubriéndose los ojos, la nariz y la boca. Para decirlo con cierta ironía, si se fuera obligatorio para todos andar en la vía pública con un casco de moto, podríamos estar todos trabajando normalmente con un casco de moto en la cabeza.
Aun cuando se impusiera ya mismo una salida de la cuarentena con todos los medios apropiados de control sanitario, el gobierno debería enfrentar una situación socioeconómica que ya es ruinosa. Se impone como urgente necesidad un programa económico de reconstrucción y reactivación económica que no puede limitarse a imprimir cantidades ilimitadas de billetes.
3.2. La reactivación económica
Si la gestión de la pandemia finaliza exitosamente, la realidad postpandemia será una desolación económica y social, con más del 50% de la población en estado de pobreza, incluyendo probablemente un incremento de la población excluida del sistema, con inexistencia de los puestos de trabajo tanto formales como informales que permitían a millones de argentinos sostener su nivel de vida, con inexistencia de capital privado para la creación de nuevos emprendimientos, sin financiación internacional para suplir la falta de capital privado nacional, con un déficit fiscal mayúsculo y una inflación real muy superior a la previa a la pandemia.
Vale la pena acotar que es erróneo y engañoso calcular el índice general de precios al consumo promediando precios de productos cuyas ventas estuvieron prohibidas. Si la producción automotriz del mes de abril fue ¡CERO!, carece de sentido promediar un "aumento cero" del precio de los automotores. La inflación real durante la cuarentena es la del alza de los precios de los productos esenciales, siendo lo relevante el alza de precios de alimentos y productos básicos.
Es una obviedad decir que el gobierno deberá desarrollar múltiples políticas públicas destinadas a reconstruir (más que reactivar) un tejido económico-social que ha sido destruido.
En este sentido, debería ser obvio también que no se saldrá de la depresión económica regalándole un pobre plato de comida a la mitad de los argentinos. Lo necesario es invertir para generar emprendimientos económicos que regeneren los millares de empleos que han desaparecido.
Sólo así se podrá recomponer también las finanzas públicas y controlar la inflación.
4. Plan de Reactivación
4.1. ¿Reactivando las deformaciones estructurales preexistentes?
Todos sabemos que la crisis social, laboral y económica de Argentina no nació con el coronavirus. El aparato productivo que se ha destruido durante la cuarentena no era precisamente un ejemplo virtuoso de productividad y sostenibilidad, ni de justicia social, ni de vanguardia tecnológica, ni de eficiencia.
A la hora de "reactivar la economía", ¿se reactivará el sistema ineficiente, injusto, insostenible, dependiente, excluyente y atrasado que existía antes? No debería ser así.
Un plan de emergencia nacional debería ser pactado en el Consejo Económico y Social.
Como suele decirse, las crisis presentan oportunidades de transformación para mejorar la realidad preexistente. No deberíamos desperdiciar esta oportunidad.
Los planes de emergencia socioeconómica para el corto plazo deben ser concebidos como los primeros pasos de un proyecto largo plazo. Para ello, es necesario primero definir los rasgos estructurales del Proyecto Nacional y a partir del mismo adoptar un conjunto de medidas aptas para salir de la emergencia pero que estarían comprendidas en la maqueta del proyecto de largo plazo.
4.2. La necesidad de superar la actual impotencia del movimiento popular para impulsar un nuevo Pacto Constituyente para el desarrollo de un Proyecto Nacional
Hace algunas décadas hablar de movimiento popular en Argentina era sinónimo de hablar del Movimiento Peronista.
Sin embargo lo que existe hoy como "peronismo" no es un movimiento políticamente organizado. Basta con mencionar algunas evidencias básicas que definían al peronismo: "El Peronismo es un movimiento de masas y el Partido Justicialista es sólo una herramienta electoral"
"La Doctrina Justicialista es humanista y cristiana"
"La columna vertebral del peronismo es el movimiento obrero organizado"
"El Movimiento Peronista es la organización nacional de masas que se estructura en cuatro ramas: política, sindical, femenina y de la juventud"
"Primero la Patria, después el Movimiento y por último los hombres"
"En la Nueva Argentina justicialista hay una sola clase de hombres, que son los que trabajan".
No creo necesario alargar este texto demostrando que la realidad social, económica y política actual de nuestra Patria y de nuestro Movimiento, consecuencia no sólo de la depredación de la dictadura sino también de 37 años de democracia, lo que incluye 22 años de gobiernos democráticos peronistas, es incompatible con estas realidades representativas de lo que fue el Movimiento Peronista.
Hoy, en cambio, el movimiento popular incluye a millones de compatriotas excluidos del sistema, desocupados crónicos en un país desindustrializado, cuyas organizaciones sociales de carácter gremial carecen de pertenencia política a un Movimiento Nacional como era el peronismo y cuyos referentes militantes son de una muy variada pertenencia político-organizativa.
Por otra parte, la organización de los militantes políticos del peronismo tiene una lógica básicamente electoralista que, además, suelen operar fuera del Partido Justicialista.
La clase trabajadora sindicalmente organizada en la CGT se ha reducido cuantitativa y cualitativamente, se ha dividido en varias centrales sindicales, sus obras sociales están en crisis y las 62 Organizaciones no tiene ninguna presencia política.
En suma, el movimiento popular hoy en día no es sinónimo del movimiento de las masas peronistas políticamente organizadas. No existe un movimiento popular políticamente organizado capaz de ser un motor político generador de propuestas estratégicas e impulsor de las transformaciones estructurales necesarias.
Esto plantea la necesidad y la obligación moral y política de construir una unidad programática transversal del movimiento popular entre dirigentes de diversos sectores, abarcando los espacios sociales y políticos que representan, por ejemplo, el Movimiento Evita, la Cámpora, los sindicatos, los intendentes del Gran Buenos Aires, los gobernadores, las organizaciones sociales o los pequeños empresarios.

viernes, 10 de agosto de 2012

Una buena noticia para Firmenich


No juzgarán a los asesinos de Rucci

El juez federal Ariel Lijo resolvió que el homicidio del ex secretario general de la CGT, ocurrido el 25 de septiembre de 1973, no es delito de lesa humanidad. 

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El fallo del juez Ariel Lijo era previsible y sigue los lineamientos de la actual Corte Suprema de Justicia: como el asesinato de José Ignacio Rucci fue cometido por Montoneros, un grupo guerrillero, no se trata de un delito de lesa humanidad y por lo tanto ya prescribió debido al tiempo transcurrido, casi 38 años.
No puede ser investigado y por eso Lijo archiva esa causa. Es una decisión técnica difícil de entender para los parientes de la víctima. Recuerdo que la viuda de Rucci me dijo una vez: "Así que si a mi marido lo asesinó un grupo determinado no van a investigar, pero si lo asesinó otro grupo sí van a investigar. ¿Quién entiende eso?"
La decisión judicial es una buena noticia para Mario Firmenich, el ex jefe de Montoneros, que está radicado en Barcelona y puede volver tranquilo a la Argentina: según sus biógrafos Felipe Celesia y Pablo Waisberg, el año pasado, se instaló en Montevideo y no quiso cruzar el charco para visitar a sus padres enfermos porque temía que el juez lo citara a declarar por esta investigación.
Una buena noticia también para ex montoneros que participaron, de una manera u otra, en el atentado contra el ex secretario general de la CGT el 25 de septiembre de 1973 y que todavía viven. Por ejemplo, para el ex funcionario del gobierno bonaerense que tuvo que prestar el departamento que alquilaba y que funcionó como el cuartel general del grupo operativo que realizó el ataque.
A fines del año pasado, cuando era evidente que el juez había decidido cerrar la investigación, la hija de la víctima, la diputada Claudia Rucci, presentó un pedido para que cite como testigos a trece personas, la mayoría de las cuales aparece en mi libro "Operación Traviata, ¿quién mató a Rucci?".
Lijo decidió no llamarlos a declarar porque, como en su opinión ya no hay dudas de que Rucci fue asesinado por Montoneros, el caso prescribió. Es un dato interesante: el juez atribuyó sin dudar el hecho a la guerrilla peronista, que nunca lo había reconocido en forma pública. Según el kirchnerismo y la Corte, los únicos delitos de lesa humanidad han sido los cometidos por militares y policías desde el aparato del Estado y durante una dictadura. Por lo tanto, son los únicos que se pueden investigar ya que no han prescripto.
La diputada Rucci ya anunció que apelará el fallo aunque es probable que, si la situación política sigue como está, con el predominio hegemónico de la presidenta Cristina Kirchner, la sentencia sea ratificada. Le quedaría, sin embargo, la posibilidad de solicitar un "juicio por la verdad", es decir para que se sepa quienes fueron los autores pero sin que sean sancionados penalmente.
Copiamos de

sábado, 11 de diciembre de 2010

Héroes y antihéroes del realismo sucio (La inagotable tinta de los años 70)

Este año, desde perspectivas muy diversas, una serie de libros retomó el relato sobre el accionar guerrillero y su conflictiva relación con el último Perón. Aquí, la diferencia con textos anteriores, una lista de títulos y las opiniones del historiador Luis Alberto Romero y de dos periodistas, autores de investigaciones recientes.
En tiempos menos comprometidos, Horacio González, hoy director de la Biblioteca Nacional, dedicó un libro ejemplar al análisis del fenómeno Página/12.
La realidad satírica se publicó en 1992, cuando el diario que dirigía Jorge Lanata estaba en pleno apogeo y generaba una adhesión casi masiva del progresismo argentino. Cada capítulo de los doce que componen el texto es una hipótesis y la séptima lleva por título El narrador omnisciente. Allí se analiza la posición en que se piensa el periodista al relatar la realidad y se dice, entre otras cosas, respecto de las aspiraciones del periodismo crítico, lo siguiente: "Expresa el más viejo reclamo democrático: saber qué se habla en las tinieblas donde se decide el destino de las personas comunes." Los ejemplos a los que recurre González y a los que postula como contrapuestos son los de Horacio Verbitsky (acababa de publicarse su exitosísimo Robo para la corona ) y Joaquín Morales Solá. El tiempo del fulgor de Página/12 coincide con el de mayor esplendor y repercusión del libro periodístico, un género que con caídas y ascensos se viene manteniendo desde comienzos del período democrático con la aparición de Malvinas, la trama secreta, escrito por Oscar Raúl Cardoso, Ricardo Kirschbaum y Eduardo Van der Kooy, y publicado por primera vez en septiembre de 1983. En ese caso, las tinieblas a develar serían –y el título elegido es más que revelador en este sentido– los oscuros años de la dictadura y los entretelones de la guerra.
Siempre hay algo por revelar en un libro periodístico, que es casi por definición una suma de oscuridades sobre las que echar luz. Esa es su promesa, la que reflejan las contratapas que garantizan: "El autor renueva su decisión de contar la verdad acerca de los hechos más dramáticos de nuestra historia" (Operación Primicia); "Valiosísimo aporte para la comprensión de una época conflictiva" (Firmenich).
Las utopías del mercado siempre tienen algo qué decir. Al fin y al cabo, son la expresión de un deseo legítimo, promover la reunión del producto con su demanda. Pero, en definitiva, más allá de las revelaciones que se ofrecen, el modelo que se repite es el de la investigación, los pasos que llevan de la oscuridad a la puesta bajo el foco de la opinión pública, lo que no se sabe que se transforma en dato compartido por todos. Si este es el objetivo, puede pensarse que el estilo de escritura elegido por cada uno de los autores para revelar las escenas ocultas, marca su forma de ver las cosas.
Horacio González habla de folletín y de grotesco en el caso de Verbitsky, algo que tiene que ver con el estilo del periodista que abunda en la concatenación de episodios y personajes, muchas veces hasta lo farragoso y una mirada entre burlona y descalificadora de la escena que se relata. Se podría decir que en este estilo descalifica a aquellos de quienes se ocupa a través del escarnio del sarcasmo y la demolición surgida de la suma incontrastable de pruebas, episodios y conexiones entre los hechos narrados. La mirada, de todos modos, es siempre exterior a los hechos.
En ese sentido, la comparación con el gran modelo de la investigación periodística que sigue siendo Operación Masacre de Rodolfo Walsh, puede aportar algunas pautas e incluso algunas preguntas. La diferencia, que tiene que ver con los tiempos, a la vez que con los estilos, es que Walsh se involucra directamente en la historia que cuenta, ya desde el inicio en primera persona. Es como el detective de la serie negra, corre riesgos, es parte de la narración, comparte el destino de las víctimas, es narrador, personaje y testigo. Ese lugar de la primera persona se ha reservado hoy a los prólogos; el mandato periodístico exige separar sujetos de objetos. Lo dicen claramente los autores de la biografía de Firmenich: "Este libro no toma la agenda de los enemigos de Firmenich ni tampoco la de sus admiradores." El uso de la primera persona en la narración pone en entredicho el género –"otras cosas que hago para ganarme la vida y que llamo periodismo, pero que no es periodismo", escribe Walsh en el prólogo de Operación Masacre. En Walsh, la ficción es la vía regia de acceso a los hechos prohibidos y lo que construye el relato. Hoy es un recurso cuando falta la documentación. La reconstrucción de la escena del crimen, una hipótesis.
Lo clásico
Durante 2010, ha aparecido una serie de libros que relata lo ocurrido en las vísperas del golpe y que hace especial hincapié en el accionar guerrillero y en su conflictiva y muchas veces sangrienta relación con el último Perón. Desde muy diferentes perspectivas, con mayor o menor distancia de lo narrado, proyectando casi siempre ese pasado a los conflictos del presente, la lista es amplia e incluye algunas reediciones, como la voluminosa biografía de Rodolfo Galimberti, de Roberto Caballero y Marcelo Larraquy, quienes escriben este texto que reproduce la contratapa: "Sin más intenciones que la de escribir nuestro primer libro, engendramos un clásico de la investigación periodística, quizás el primero del siglo XXI, que tomó por sorpresa a muchos, incluso a nosotros mismos". También es una sorpresa esa auto adjudicación de texto inaugural a la biografía de quien fue la cara más visible de la JP en los 70.
Es difícil adscribir a esta afirmación, en general los clásicos se sedimentan en tiempos más prolongados. Pero en el texto agregado que incorporan los autores a esta edición, publicada a diez años de la primera, aparecen algunos elementos que permiten ver la evolución de la mirada periodística sobre ese conglomerado de política y violencia que es el retrato consolidado hoy de lo que se llama los 70 y que en realidad de extiende desde 1968 hasta las vísperas del golpe de 1976. Allí se propone, y en ese mismo sentido van también los dos libros que dedicó Ceferino Reato a las dos mayores operaciones de Montoneros en democracia: el asesinato de Rucci y poco más de un año después el copamiento del Regimiento 29 ubicado en la provincia de Formosa, romper con dos visiones del período a las que se considera hegemónicas: el de los victimarios, el relato militar, por un lado y la defensa del accionar guerrillero, por el otro. Sostenida con más énfasis en Caballero y Larraquy, la hipótesis es que este nuevo modo de contar los setenta obedece a un recambio generacional dentro del oficio. Los nuevos relatores de la época no estarían contaminados por las diversas épicas que acarrean inevitablemente las historias que los antecedieron.
Pero el género, la forma escrituraria que eligen sigue siendo deudora de textos como los de Verbitsky. La escena rescatada de la oscuridad no es ya la del poder contemporáneo a la escritura sino la de la guerrilla, sus concepciones y operativos. La propia dinámica del gesto de la revelación marca el estilo de estos libros y a muchos otros, como la biografía de Firmenich, escrita a dos manos por Felipe Celesia y Pablo Waisberg. Algo que podríamos catalogar como realismo sucio, una forma de narrar que se corresponde con el seguimiento de los antihéroes de los 70. No hay concesiones, las miserias no se esconden sino que se exhiben, una fuerte apuesta a la narratividad y la consistente mezcla del dato menor con el relevante. La biografía del jefe montonero se abre con un diploma recibido en el club de Leones de Ramos Mejía por una composición titulada "La paz es posible". Se rompe incluso aquí lo que parecía una marca de estilo de las biografías periodísticas, la elección de un momento que se supone concentra y explica al personaje y que lanza líneas hacia el pasado y el futuro.
Operación Primicia, de Ceferino Reato, se atiene al orden cronológico, tal vez impulsado por la consigna que establece su autor en el prólogo: "Un libro periodístico debe concentrarse en los hechos, tal como fueron, y explicar sus causas y consecuencias." Para los héroes, se reserva otro estilo, la elegía. Es a esta forma a la que apelan Hugo Montero e Ignacio Portela en Rodolfo Walsh. Los años montoneros, editado por Sudestada. El tiempo verbal elegido para el relato es casi siempre el presente, un presente histórico. "Raimundo no se banca los rodeos, Rodolfo lo sabe. Con Raimundo, la cosa es blanco y negro, nada de largos argumentos para justificar indecisiones, nada de vueltas." Así se cuenta la reunión del escritor con el sindicalista Raimundo Ongaro. Como si la escena ocurriera una y otra vez. La dimensión del heroísmo tiene algo que ver con la posibilidad de reiterarse en lo simbólico. No es una elección casual, porque introduce un tono especial, entre épico y analítico, en el relato que tiene que ver con el lugar de héroe, en este caso adjudicado por partida doble a Walsh, como militante y como intelectual.
La manera de contar que elige Juan B. Yofre al abordar la relación de Perón con la guerrilla es la picaresca y la búsqueda de permanente complicidad con el lector. En las páginas de El escarmiento. La ofensiva de Perón contra Cámpora y los Montoneros. 1973-1974, abundan expresiones del estilo de "usted va a ser partícipe de algunos de los documentos que Perón leía y que le sirvieron para diseñar sus discursos. También sabrá de sus confesiones íntimas y sus padecimientos." A la hora de las apuestas, Yofre no repara en gastos. Ofrece a sus lectores un poderosísimo zoom que los acerca a las escenas más inaccesibles, a la cocina política nada menos que de Perón.
Y su intento ha sido recompensado, su libro es el más exitoso de esta camada 2010 de revisiones de los 70, vendiendo 70.000 ejemplares desde su edición en julio de este año, exactamente el doble del texto de Reato.
¿Será eso lo que se espera no sólo de un libro periodístico sino del ejercicio del periodismo en general? ¿La ilusión de la falta total de distancia entre las escenas públicas y las escenas privadas del poder? El suceso de El escarmiento habla de un estado del periodismo actual, o al menos de las expectativas que genera. Sus anteriores libros no habían tenido tanta repercusión de ventas.
Otros textos eligen el camino de la reparación y del homenaje. En la introducción a su La guerrilla invisible, dedicado a la historia de las FAL, Ariel Hendler escribe: "Hechos desconocidos u olvidados, que jamás alcanzaron el honor de ser incluidos en el relato de aquello que suele llamarse, con dudosa precisión, 'los años setenta' ". Sus trescientas cincuenta páginas demuestran, con la contundencia de los datos, que no fue todo Montoneros y ERP en la guerrilla argentina.
El tren de la victoria, escrito por Cristina Zuker trabaja en registros diferentes a la media. Tal vez no sea casual que haya sido editado por un sello de los pequeños, Del Nuevo Extremo, pese a llevar un prólogo de Horacio Verbitsky. Involucrada de manera personal en este desentrañamiento doloroso de la llamada Contraofensiva lanzada por los Montoneros en plena dictadura, siguiendo el hilo de las historias de su propia familia, la autora trata de entrar en un territorio que hoy todavía parece inexplorado: el de las motivaciones de quienes creyeron que era posible dar una lucha por el poder estando los militares sólidamente instalados en el gobierno.
Cuando todo es presente
Hermanados o levemente distanciados por el estilo, lo que puede decirse que son estos libros de historia, al menos si aceptamos que es la historia el saber que se ocupa de los hechos del pasado. Sin embargo, en su abrumadora mayoría están escritos por periodistas (con la única excepción en las ediciones de este año de 73/76. El gobierno peronista contra las "provincias montoneras" de Alicia Servetto, profesora en la Universidad Nacional de Córdoba, sobre el que se volverá más adelante). O sea, quienes se ocupan, por profesión, de los hechos del presente. ¿Forma parte del presente ese pasado contado por periodistas? Podría decirse que hay una voluntad por parte de estos textos de situarse en este horizonte. Claramente, Operación Primicia, de Ceferino Reato.
En su epílogo, titulado "Ángeles y Demonios", se dice respecto del estilo de los Montoneros –"arrogancia y militarismo"– que "esta imagen no es la que prefieren muchos ex militantes y ex guerrilleros ni la que enarbolan los Kirchner, a quienes les gusta mostrarse como los herederos de aquella 'juventud maravillosa'". A partir de allí empiezan a cuestionarse aspectos de la política de derechos humanos del gobierno. No se trata de discutir o no estos planteos sino de preguntarse por la pertinencia de su inclusión en un libro que relata un episodio ocurrido hace bastante más de tres décadas. No se trata de uno de esos libros que suele reseñarse, con lo cual se hace interesante atender a lo que escribió Miguel Russo en el periódico El Argentino bajo un título que no da lugar a dudas: "Operando se conoce gente" que adjudica a este libro y al de Yofre la única intención de desacreditar al gobierno nacional.
De alguna manera, el relato del pasado queda tramado en lo que parece ser el principal, sino el único debate cultural de la Argentina de estos tiempos: la relación entre los medios y la política. Por ahora, esa discusión se resuelve sólo en una especie de blanqueo cuya consigna parece ser que cada periodista debe explicitar una toma de posición y que el viejo anhelo de objetividad se ha revelado de una vez y para siempre como una impostura.
Por ahora, periodismo y academia están incomunicados. La amplia bibliografía del libro de Servetto no incluye ningún libro periodístico sobre el período, ni siquiera como fuente primaria. Como si hubiera que empezar de cero. La cuestión no es tan secundaria como parece. Aunque los hechos sean los mismos, la mirada e incluso la ética de periodista e historiador difieren. El estudioso del pasado está sometido a una tensión entre los valores del ayer y aquellos que rigen el hoy. Esa distancia insalvable lo pone ante ese lugar en el cual, como escribió el italiano Carlo Guinzburg, "nuestro conocimiento del pasado es inevitablemente incierto, discontinuo, lagunoso, basado sobre una masa de ruinas y fragmentos". La cita pertenece a El hilo y las huellas , un libro que no sólo debieran leer los historiadores. Si esto efectivamente es así, no sólo sirve para justificar esta ola continua de obras sobre los setenta dado que no hay más chances que sumar ruinas y fragmentos de un pasado que no termina de dibujarse, sino también para problematizar la manera en que debe contárselos.
El horizonte del periodismo, es, por el contrario, el del presente y sus valores. No hay una comprensión-aceptación de la insalvable diferencia entre aquello que se relata y el universo ético-cognoscitivo del narrador. De allí que los setenta siguen siendo un espacio habitado por héroes y antihéroes que no son juzgados como tales en función de su tiempo sino de los valores del presente. En esa ambivalencia, los muertos llevan las de ganar. Los antihéroes del realismo sucio –Firmenich, Galimberti, los sobrevivientes del ataque al cuartel de Formosa que, de acuerdo con Reato, cobran injustamente sus indemnizaciones como víctimas del Terrorismo de Estado– pagan con la condena moral el haber sobrevivido. La demonización de Firmenich, el jefe que no ha muerto, que aún deambula por un mundo que no lo acepta, es una prueba en este sentido. El indulto de Menem lo ha privado incluso del lugar de condenado. Los caídos ya tienen un panteón asegurado lo cual, sin ser tan insidioso, es también una forma de la injusticia. Algo de eso cuestiona el libro de Cristina Zuker.
Como una nota al margen de este sistema de valoraciones, se puede señalar el trato diferencial a dos figuras de idéntico peso intelectual y similar trayectoria política como son Rodolfo Walsh y Juan Gelman. El primero está entronizado como paradigma del intelectual comprometido; el autor de Gotán es alguien respetado, pero ante todo en su trabajo como poeta. Como si escindiera su costado militante –bastante intenso por cierto–, o se lo acotara a la lucha que ha emprendido por recuperar a su nieta secuestrada por militares uruguayos.
Estos libros, queriéndolo o no, terminan, como efecto de escritura o de lectura, instalados en esos tiempos que constituyen todavía el núcleo contaminante de la Argentina: la dictadura, que es lo que pareciera no permitir miradas menos atadas a las posiciones e intereses del presente, como las que podría ofrecer un estudio histórico. Es que fue el momento en que se robaron identidades, se esfumaron personas para que no dejaran rastros, se exhibieron infamias, se concretaron negocios que nunca hubieran sido posibles en otras circunstancias, se transfiguraron palabras dignas y se traficó con valores que hoy resultan sagrados. Aquella época que en una de sus conferencias, en el Sur, Jon Lee Anderson, calificó sin muchos eufemismos: "La política se definía por la forma de organización de la violencia".
Los libros periodísticos se limitan a documentar, a sumar papeles o en algunos casos a traspapelarlos, pero no se preguntan por la forma de transmitir la distancia y la cercanía de la violencia y del horror. Todavía pareciera que estamos en una etapa testimonial, como si los setenta fueran un pozo cuyo fondo aparece lejano. Las historias que nos vienen contando aún esperan ser escritas.
Por MARCOS MAYER