Nacional: la historia de cuando comenzamos a
llamarnos "argentinos"
La ciudad de
Potosí está ubicada al sur de Bolivia, en la provincia de Tomás Frías, y se
extiende sobre las faldas del legendario Cerro Rico, en el cual desde mediados
del siglo XVI se situó la mina de plata más grande del mundo, habiéndose
constituido por entonces, y durante mucho tiempo, en el soporte y sustento de
los dominios españoles en América.
La
explotación del cerro comenzó en 1545, durante la colonia española, y desde
entonces no se detuvo nunca. En la actualidad unos diez mil mineros ingresan
diariamente al subsuelo para abrir socavones con dinamita y extraer al menos,
cada día, dos mil toneladas de tierra con minerales. Dicen que en esa zona no
hay más que golpear dos rocas para oír el increíble sonido metálico que se
genera. La cúspide es el lugar más rico del gigantesco yacimiento, pero la
explotación en ese sector está prohibida para evitar que el cerro quede
descabezado y pierda la forma cónica que aún puede divisarse a la distancia,
desde la capital potosina.
¿Pero qué tiene que ver este relato con el nombre de nuestro país?
Resulta que
el Cerro Rico de Potosí se caracteriza, precisamente, por su abundancia en
plata. Plata en latín se dice argentum,
y todo lo derivado de argentum es argentinum.
La palabra argentinum fue castellanizada como
"Argentina" por primera vez, cuando en el año 1602, Martín del Barco
Centenera (miembro de la expedición de Juan Ortiz
de Zarate) publicó
un poema referido a la historia del Río de la Plata , con el título "Argentina: la
conquista del Río de la Plata ".
Allí comenzó a utilizarse la palabra Argentina para referirse a
todo el territorio bañado por el enorme Río de la Plata
Si bien no
existe un momento histórico determinado y definido a partir del cual pueda
afirmarse que nuestro país se denomina "Argentina", lo que sí puede
corroborarse es la utilización, en el actual territorio nacional, del
término "argentinos" para referirse a sus
habitantes. Fue en el primer periódico porteño llamado "Telégrafo
Mercantil, Rural, Político y Económico del Río de la Plata ",
creado en 1801 por el español Francisco Cabello, apoyado desde el
Consulado por Belgrano y Castelli, y clausurado en 1802 por el
virrey Joaquín
del Pino cuando apenas llevaba ciento diez ediciones.
Algunos años
más tarde, poco tiempo después de la
Revolución de Mayo, la palabra "argentino" también
fue utilizada en el mismo sentido por Alejandro Vicente López y Planes al
elaborar la letra del himno nacional, en el que si bien utilizó
la expresión Provincias Unidas del Sud para referirse a la unidad política
sucesora del Virreinato del Río de la
Plata ("… ya su trono dignísimo abrieron las Provincias
Unidas del Sud"), también hizo referencia "al gran pueblo
argentino" cuando se refiere al saludo brindado a
éste por los pueblos libres del mundo ("… y los libres del mundo
responden, al gran pueblo argentino salud").
Como se
advierte la palabra utilizada en esas dos ocasiones fue "argentinos",
para identificar a los habitantes de la unidad política integrada por los
actuales Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia; pero para referirse a esa
unidad política específicamente, se usaban las expresiones Provincias Unidas
del Río de la Plata
o Provincias Unidas del Sud.
En 1816, el
acta de declaración de la independencia utilizó la expresión Provincias Unidas en
Sud-América, y desde entonces ese fue el nombre que se observa
en los documentos, reglamentos y estatutos oficiales, e inclusive en el texto
de la fallida Constitución centralista y aristocratizante del año 1819.
En el año
1820 se produjo la caída de las autoridades nacionales (director supremo y
Congreso Nacional), y el país quedó convertido en una suerte de Confederación
de hecho, es decir, en una unión no oficializada de Estados independientes que
por entonces eran las provincias, y que se mantuvieron vinculadas por medio de
tratados tales como el del Pilar, el del Cuadrilátero, el de Benegas y el Pacto
Federal de 1831, a
través de los cuales se comprometían a alcanzar la organización nacional.
"Confederación" fue,
entonces, la figura jurídico-institucional que caracterizó a nuestro país entre
1820 y 1853, habiendo sido ese nombre el que se utilizó para individualizarlo
en aquellos años, e inclusive hasta algunos después de la organización
nacional, ya que nuestra Ley Suprema, no obstante haber organizado al país bajo
la forma de un gobierno federal, continuaba
utilizando la expresión "Confederación" para referirse a él.
Significa entonces que entre 1810 y 1820 nuestro país ha recibido
los nombres de Provincias Unidas del Río de la Plata o Provincias Unidas del Sud o Provincias
Unidas en Sud-América.
La primera
de estas denominaciones fue también utilizada en la llamada "Ley de
Presidencia" (6 de febrero de 1826) en la que se estipuló que para ser
presidente, "la persona electa será condecorada con el título de
presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata ", y en virtud de
la cual fue elegido para ocupar dicho cargo, Bernardino de la Trinidad González
Rodríguez Rivadavia.
Luego, desde
1820 hasta 1853, se utilizó el nombre Confederación Argentina, ya
que, aunque de un modo informal, el de la Confederación era el
régimen imperante en aquellos años; y ese nombre siguió siendo utilizado por el
constituyente hasta la reforma constitucional del año 1860.
En el
devenir de estos acontecimientos, más allá de la palabra "argentinos"
que ya se venía utilizando para identificar a los habitantes de las Provincias
Unidas del Sud, y luego de la
Confederación , fue apareciendo sigilosa y tímidamente la expresión
"Argentina", y se institucionalizó oficialmente al sancionarse la Constitución del año 1826 (24
de diciembre de 1826), de esta manera:
"La Nación Argentina
es para siempre libre e independiente de toda dominación extranjera".
"El
Poder Ejecutivo de la Nación
se confía y encarga a una sola persona bajo el título de presidente de la República Argentina ".
La expresión "República
Argentina" se consolidó durante la reforma constitucional del año 1860,
efectuada en ocasión de incorporarse la provincia de Buenos Aires al resto del
país como consecuencia de lo acordado en el Pacto de San José de Flores, a
través del cual la provincia bonaerense pidió revisar el texto constitucional
sancionado siete años antes, para considerar la posibilidad de efectuarle
algunas reformas.
Una de esas
reformas consistió en el agregado del actual Artículo 35, que refiere a los
nombres que tiene nuestro país, y cuyo texto es el siguiente:
"Las denominaciones adoptadas sucesivamente desde 1810 hasta el presente, a saber: Provincias Unidas del Río dela Plata ,
República Argentina o Confederación Argentina, serán en
adelante nombres oficiales indistintamente para la designación del Gobierno y
territorio de las provincias".
"Las denominaciones adoptadas sucesivamente desde 1810 hasta el presente, a saber: Provincias Unidas del Río de
Pues más
allá de la evolución que he contado en esta nota, respecto de cómo en nuestro
país se fue afianzando el nombre que nos identifica en el mundo (Argentina), es
para destacar la connotación poética que gira en derredor del mismo: en efecto,
como lo señalé antes, fue un poeta, sacerdote y tripulante de la expedición de Juan
Ortiz de Zárate (Martín del Barco Centenera), el que lo acuño a principios del
siglo XVII.
Luego, en
los albores de nuestra vida emancipada, el político, escritor y
compositor Alejandro Vicente López y Planes recogió la
expresión "argentinos", incorporándolo en el legendario texto del
himno nacional de nuestro país; y ya sobre el final del siglo XX, el popular
cantante de folklore, poeta y autor, Roberto Rimoldi Fraga, fue
quien popularizó el contenido pasional del nombre "Argentina" en su
legendario tema "Argentino hasta la muerte", en cuya letra
recitaba acalorada y sentimentalmente:
"Un poeta la bautizó,
con el nombre de Argentina,
un sol de trigo ilumina,
las glorias de su bandera,
cuna del Chacho Varela,
San Martin, Güemes, Moreno
Bustos, Ramírez, Dorrego,
paladines de una raza,
aquellos que a chuza y lanza
su libertad defendieron.
con el nombre de Argentina,
un sol de trigo ilumina,
las glorias de su bandera,
cuna del Chacho Varela,
San Martin, Güemes, Moreno
Bustos, Ramírez, Dorrego,
paladines de una raza,
aquellos que a chuza y lanza
su libertad defendieron.
En el marco
de una pronunciada arenga nacionalista, el popular cantante cerraba siempre
este tema recitando:
"Yo quiero clavar la lanza,
de este homenaje a mi pueblo,
en el pecho de las guerras,
y gritarle al mundo entero
que aquel que tuvo la suerte
de haber nacido en mi tierra,
liberada por centauros,
ya puede gritar bien fuerte
aquellos versos ardientes
de Carlos Guido y Spano:
¡Argentino…, Argentino
hasta la muerteeeee!
de este homenaje a mi pueblo,
en el pecho de las guerras,
y gritarle al mundo entero
que aquel que tuvo la suerte
de haber nacido en mi tierra,
liberada por centauros,
ya puede gritar bien fuerte
aquellos versos ardientes
de Carlos Guido y Spano:
¡Argentino…, Argentino
hasta la muerteeeee!
No podía
faltar esa aureola de pasión y romanticismo en derredor del nombre de nuestro
país, cuyos habitantes pareciéramos no ser capaces de lograr una sociedad con
reglas ordenadas de juego y sana convivencia, pero que ha sido cuna de
descollantes individualidades destacadas en el mundo.
Próceres
como José Francisco de San Martín y Manuel José Joaquín del Sagrado Corazón de
Jesús Belgrano; escritores como Esteban Echeverría, Ricardo Guiraldes, José
Hernández, Leopoldo Lugones, Roberto Arlt, Adolfo Bioy Casares, Jorge Luis
Borges, Ernesto Sábato y Julio Cortázar; científicos como Javier Muñiz,
Guillermo Rawson, Juan Antonio Fernández, Ramón Carrillo, Ricardo Finochietto,
Juan Pedro Garraham, Luis Federico Leloir, Esteban Laureano Maradona, Angel
Roffo, Luis Agote, René Favaloro, Bernardo Houssay; deportistas como Juan
Manuel Fangio, Carlos Monzón, Guillermo Vilas, Alberto Demidi, Manu Ginóbili y
Lionel Messi; actores y artistas reconocidos en el mundo, y hasta un
Papa, son
el "argentinum" o derivados del metal precioso que esta tierra, de
casi tres millones de kilómetros cuadrados ubicada al final del mundo, ha
sabido dar al mundo.
## por Félix V. Lonigro /infobae