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jueves, 15 de agosto de 2019

Roberto Lavagna convocó a suspender la campaña y pidió la emergencia alimentaria




Roberto Lavagna convocó a suspender la campaña y pidió la emergencia alimentaria

Reclamó a los candidatos abocarse a la "grave" situación económica y social. Y consideró necesario constituir una mesa de diálogo como la de 2002

El candidato a presidente de Consenso Federal, Roberto Lavagna, pidió al resto de los candidatos que suspendan todo tipo de actividad de campaña hasta que Argentina consiga “serenidad”, tras la devaluación del peso y el derrumbe de algunos indicadores importantes. En un mensaje grabado, el candidato dijo que él suspenderá la campaña y le pidió lo mismo a Mauricio Macri y a Alberto Fernández: “El campañismo les impide ver la gravedad de la crisis”, sostuvo.  Lavagna quedó tercero en las PASO del 11 de agosto, pero con un porcentaje bastante inferior al de los principales candidatos. 

El candidato de Consenso Federal, acompañado por Juan Manuel Urtubey (su compañero de fórmula) y el resto de los candidatos del espacio, consideró que el Gobierno debe declarar la emergencia alimenticia y que debe garantizar que a nadie le falten remedios.
Lavagna reclamó a Macri, además, que se siente a renegociar “de inmediato” ante el FMI el crédito stand by vigente, “vencimientos son imposibles de cumplir sin imponerle a los argentinos muchos años más de ajustes y sufrimientos

Para el líder de Consenso Federal hay que generar una mesa de diálogo político, como la que convocó Eduardo Duhalde en 2002, mientras era presidente de una transición, en medio de una crisis profunda.  El candidato sostuvo en el mensaje que “los niveles artificiales de los activos financieros empezaron a presentar altísima volatilidad e inestabilidad en los mercados”.   “Esto está generando restricciones en el abastecimiento y un traslado a precios que recaerá fuerte en la canasta básica de alimentos y otros artículos y servicios de primera necesidad como medicamentos e insumos hospitalarios”, consideró.

Fuente Diario Perfil

jueves, 11 de abril de 2019

Roberto Lavagna y el fin de la polarización en Argentina ***



Desde hace una década, la escena política argentina permanece trágicamente congelada: dos fuerzas minoritarias pero intensas, el kirchnerismo y el macrismo, se disputan un centro que oscila entre una y otra y termina eligiendo por descarte. Cuando todo indicaba que este cuadro se repetiría una vez más en las elecciones presidenciales del 27 de octubre, la irrupción de la candidatura de Roberto Lavagna amenaza con cambiar las cosas: por primera vez, alguien puede cerrar la grieta, como se define el escenario de polarización que se configuró en 2008.

Economista de ideas moderadas, Lavagna encarna una suerte de "carisma gris" que sintoniza con el cansancio que genera la polarización en un creciente sector de la sociedad. Lavagna es peronista pero viste, habla y parece un militante de la Unión Cívica Radical. De hecho, fue secretario de Industria y Comercio Exterior del gobierno de Raúl Alfonsín y luego candidato a presidente por ese partido. Su postulación cuenta con el apoyo del peronismo antikirchnerista, de sectores del radicalismo descontentos con el gobierno y de fuerzas progresistas como el Partido Socialista. Como ministro de Néstor Kirchner, Lavagna negoció un exitoso canje de la deuda que generó un ahorro en las cuentas públicas clave para inaugurar una etapa de equilibrio macroeconómico, mejoras sociales y crecimiento inédita en la historia argentina.
Las encuestas, que hasta dos meses atrás ni siquiera lo consideraban, han comenzado a registrar su ascenso, aunque su popularidad todavía está lejos de la de Mauricio Macri o Cristina Fernández de Kirchner. Si bien mantiene su programa de gobierno en una deliberada imprecisión, Lavagna ha dicho que evitará cualquier iniciativa que estrese a la sociedad, como la promesa de una nueva reforma previsional del macrismo o las insinuaciones de una posible reforma constitucional que deja caer el kirchnerismo. Lavagna, más prosaico, anunció que convocará un acuerdo de precios y salarios que permita moderar las expectativas inflacionarias mientras renegocia con el Fondo Monetario Internacional algún tipo de alivio en los pagos de la deuda. En suma, apostar todo a recuperar el crecimiento como condición para encarar transformaciones más profundas.
Además, decisivamente, Lavagna es viejo. Cumplió 77 años en marzo, lo que le permitiría liderar una gestión de un solo periodo que reordene la economía, empiece a suturar la herida social y habilite la emergencia de un nuevo liderazgo.
Esto implica superar la polarización entre el kirchnerismo y el macrismo. Ambas fuerzas son representativas de sus respectivos electorados. No son aberraciones sociales, sino la expresión de dos formas de entender la política y la economía que conviven en la Argentina. El kirchnerismo, heredero del peronismo de izquierda de la década de los setenta y versión local del ciclo populista latinoamericano, cuenta con el apoyo de los sectores más pobres de la sociedad, de los habitantes de los conurbanos y de los jóvenes. El macrismo, tensa mezcla de las tradiciones liberal y conservadora, se sostiene en la adhesión de las capas medias y medias-altas, de quienes viven en los barrios céntricos de las grandes ciudades y en la rica zona sojera y en la población más vieja.
El problema es que ambas fuerzas se neutralizan mutuamente. La estrategia de enfocarse en una minoría, alimentándola con un discurso de reafirmación de la propia identidad y rechazo cerrado al adversario, ha resultado efectiva para ganar elecciones e incluso para gobernar, pero resulta insuficiente para emprender reformas profundas y sostenibles. Las dificultades para concretar las últimas iniciativas de Fernández de Kirchner (la ley de Democratización de la Justicia, la implementación de la ley de medios, el memorándum con Irán) y las del macrismo (reforma laboral, tributaria y previsional) así lo demuestran.
Los indicadores socioeconómicos de la última década son elocuentes. La década de la grieta es la verdadera década perdida: la economía argentina ha crecido poco en ese periodo, no ha logrado crear empleo privado de calidad ni ha perforado el piso del 25 por ciento de pobreza. Como sostienen los ensayistas Martín Rodríguez y Pablo Touzon en su libro La grieta desnuda, la polarización es una apuesta a conservar el gobierno a cambio de paralizar la gestión: implica, en definitiva, retener el poder renunciando a la voluntad de cambio.
Ni el macrismo ni el kirchnerismo pueden desbloquear la situación. Más allá de la adhesión apasionada de un sector minoritario, ambos despiertan un potente rechazo del resto de la sociedad.
En este contexto, solo un actor extragrieta puede ofrecer una salida. ¿Podrá ser Lavagna? Por su perfil moderado, su vocación bipartidista y sus antecedentes económicos, el ex ministro parece el dirigente adecuado. Sin embargo, para hacerlo deberá construir una coalición amplia, que contenga tanto al peronismo como a los votantes independientes, y moverse con una generosidad que excluya la tentación del veto, ya sea por razones de pasado o de ideología: nunca será posible superar la polarización excluyendo al kirchnerismo, que sigue siendo la corriente más relevante del peronismo. También debe dejar de lado cualquier atisbo de arrogancia personal, priorizar la escucha antes que la prescripción, la compresión más que la imposición programática. Y debe hacerlo rápido, antes de que la expectativa que ha despertado su candidatura se diluya en el agobiante empate que desde hace una década paraliza a la Argentina.

*** José Natanson . Director de Le Monde Diplomatique, Edición Cono Sur.

© 2019 New York Times News Service


viernes, 22 de marzo de 2019

Roberto Lavagna se reunió con gremialistas….



Roberto Lavagna se reunió con gremialistas….

El jueves por la noche, la sede de la Unión Ferroviaria en Buenos Aires, ubicada en avenida Independencia 2880, fue el punto de encuentro de un grupo de sindicalistas que forman parte de la Confederación General del Trabajo (CGT) y el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, quien estuvo acompañado por su principal socio en este tiempo, el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz.
En el camino hacia la concreción de su candidatura, Lavagna sumó un encuentro con el sector sindical. En las últimas 48 horas estuvo en Córdoba, junto al gobernador Juan Schiaretti, y se reunió con los radicales Ricardo Alfonsín, el presidente de la Convención de la UCR, Jorge Sappia y Juan Manuel Casella. El encuentro del jueves a la noche, asado de por medio, fue articulado por el secretario general de Luz y Fuerza, Guillermo Moser, y contó con la presencia de dirigentes sindicales que forman parte de una rama distinta de  los denominados "Gordos" –los gremios con mayor cantidad de afiliados–, donde se alinea uno de los impulsores de Lavagna, Luis Barrionuevo.
En la comida estuvieron presentes los secretarios generales Antonio Caló (UOM), Sergio Sasia (Unión Ferroviaria), Juan Carlos Schmid(Dragado y Balizamiento), Marcos Castro(Capitanes de Ultramar), Osvaldo Iadarola (FOETRA – Telecomunicaciones), Luis Pandolfi (Tintoreros), Raúl Quiñones (Tabacaleros), Juan Palacios (AATRAC – Comunicaciones), Juan Speroni (SAON – Obreros Navales) y José Laucheri (PECIFA -Personal civil de las Fuerzas Armadas).
Los sindicalistas escucharon el diagnóstico de Lavagna e intercambiaron opiniones sobre la situación del país. En un momento de la noche, Caló le planteó al ex ministro la importancia de lograr la unidad del peronismo y se refirió a la hipótesis de que Cristina Kirchner no se presente a las elecciones para facilitar la unidad de gran parte del peronismo. A esa idea se sumaron otros dirigentes presentes en la comida.
La respuesta del economista fue concreta: "El país está viviendo una crisis total. Si no entendemos que el gobierno que viene tiene que ser algo diferente al actual y también al pasado, no vamos a poder salir adelante. Se trata de un acuerdo de más importancia que la unidad del peronismo".
El economista hizo hincapié en la trascendencia que tiene para él la conformación de una coalición donde tengan una participación importante el radicalismo, el socialismo y el GEN. Es decir, la pata progresista del armado que tiene en su cabeza y al que le intenta dar forma día tras día.
Uno de los integrantes del pequeño equipo de trabajo de Lavagna tomó la palabra sobre el final de la cena y expresó el punto de vista que tienen con respecto a la unidad peronista. En ese sentido, remarcó que en las elecciones de 2015 la unidad de la mayoría no sirvió para ganar la Presidencia y que, en el comienzo de 2019, en los comicios neuquinos hubo una nueva muestra de que la unidad dirigencial no asegura resultados positivos. "Hay sumas que restan", resaltó.
Ante las constantes consultas de un acuerdo con el kirchnerismo, Lavagna dejó en claro cuál es su idea y qué identidad tiene el proyecto que pretende encabezar. "Una propuesta para superar la grieta no puede tener en su interior a sectores de la grieta", sostuvo.
Además, remarcó que el sector progresista no formará parte del armado si en el mismo lugar confluyen Cristina Kirchner y La Cámpora. Así marcó los límites de la construcción política a la que le está dando volumen con reuniones múltiples en las últimas semanas.
Lavagna les dijo a los sindicalistas que la palabra de la próxima gestión tiene que ser "trabajo". Según su visión, el gobierno que viene tiene que dedicarse a generar las condiciones necesarias para crear puestos de trabajo. El debate se tiene que dar en las decisiones económicas que son determinantes para la generación de empleo genuino.
Durante las horas que duró el encuentro, el ex ministro repitió: "Hay que buscar una salida a la crisis económica y a la situación que atraviesa el país". "Los gobiernos que conocimos hasta hoy no solucionaron el problema", insistió. Nuevamente marcó las diferencias que existen con Cambiemos y el kirchnerismo, y reafirmó la necesidad de crear una alternativa a los dos polos.
Los dirigentes sindicales querían conocer la visión sobre la realidad política y económica actual que tiene Lavagna. Lo consultaron, le expusieron dudas y le expresaron opiniones sobre el camino que para ellos se debe tomar en este tiempo electoral. Además, querían saber si realmente el ex ministro está dispuesto a ser candidato a presidente. Se fueron convencidos de que  tiene claras intenciones de jugar y que actúa en ese rol aunque no ponga en palabras concretas su decisión.
Por otra parte, el ex secretario general de la CGT Juan Carlos Schmid se mostró en sintonía con la idea expresada por Lavagna respecto a la necesidad de construir un gobierno de unidad nacional. También compartió el diagnóstico sobre la grave situación económica que atraviesa el país y la necesidad de lograr consensos para poder dejar atrás la crisis.
Desde que dejó la cúpula de la CGT, Schmid optó por bajar el perfil y alejarse de los actos políticos. No estuvo en ninguno de los encuentros peronistas donde se reclamó unidad y el candidato del kirchnerismo tuvo presencia de peso. Ayer el sindicalista reapareció y mostró afinidad con el discurso de Lavagna.