Alain Delambre
es un hombre de mediana edad, casado, dos hijas y está por ser abuelo. Alain
fue jefe de personal de una compañía pequeña por 20 años hasta que lo
despidieron. Hoy con más de 50 años, el protagonista de la serie de Netflix Recursos inhumanos (del libro homónimo
de Pierre Lemaître) está desempleado hace seis años, desesperado, con trabajos
donde lo humillan y en una situación económica cada vez más ajustada.
Alain desea trabajar. Desea vestirse bien todos los días, ir a la oficina,
sentirse parte de algo, sentarse en una silla, en su escritorio. Cuando ve una
oportunidad laboral en una empresa de primer nivel, duda, se siente menos, se
siente fuera del sistema. Pero hay algo atractivo en la propuesta: el proceso
de reclutamiento es bestial. Se trata de un simulacro de toma de rehenes donde
él tomará el rol de selector. El objetivo de Alain es elegir al ejecutivo más
resiliente que se hará cargo de despedir a 1200 personas de una de las empresas
del holding. Lindo premio para quien pase la primera fase de la tortura que el
juego de roles propone. Alain hará lo necesario para lograr un lugar en esa
oficina, cueste lo que cueste.
Recursos Inhumanos es un canto a la desesperación por
pertenecer al sistema,
sistema que había expulsado al protagonista de esta serie seis años antes. La
deshumanización de la oficina, ese lugar que para muchas personas significó
tener un sentido de pertenencia, se está modificando rápidamente.
La pandemia marca un antes y
un después en la vida laboral y en la oficina en particular. La revista inglesa
The Economist describe este cambio como un AC y un DC, es decir, un antes y después del coronavirus.
Nuevo formato
Aunque las oficinas no van a
desaparecer, es difícil que vuelvan al formato AC que el personaje principal de
Recursos Inhumanos tanto valoraba para sentirse parte de un proyecto en
común: espacios abiertos para socializar; sistemas biométricos para que el gran
hermano de recursos humanos sepa que llegaste a la oficina; ocho horas de
trabajo y volver a tu casa; y, con mucha suerte, dejar el trabajo atrás, en la
oficina. Alain Delambre añoraba eso. Tal vez como todos nosotros que,
encerrados por el coronavirus, no nos resistiríamos con volver a la oficina al menos
un rato.
Pero la oficina que Alain
Delambre soñó va a ser diferente para él y para todos nosotros. Y para la
profesión de recursos humanos en la que Alain tenía experiencia la vida no será
la misma. Una encuesta reciente de Mercer
para Latinoamérica, un líder mundial de consultoría, muestra que los Alain del
área de recursos humanos tendrían que ser no solamente expertos en las
prácticas del área, también tendrán que convertirse en arquitectos, psicólogos,
expertos en tecnología y líderes en remotización.
Veamos algunos números. En la
encuesta de Mercer surge que 55% de los profesionales de recursos humanos
pondrán foco en rediseñar el espacio físico para garantizar la seguridad de los
empleados y 50% considera que hay que rediseñar los procesos (onboarding,
selección, entrevistas, etc.) para hacerlos virtuales. Las áreas de recursos
humanos estarán detrás de la reducción de los empleados que van a trabajar a la
oficina (75% de los que responden la encuesta de Mercer piensan hacer eso) y de proveer
un ambiente más flexible de trabajo para adaptarse a la nueva forma de trabajo (82%).
Las oficinas también se verán
impactadas por las limitaciones que existirán en la vida corporativa: se
limitarán las cantidades de personas por reunión; los lugares comunes como
cafeterías, espacios compartidos (79% en la encuesta de Mercer); y, los
visitantes a las oficinas (71%). Por otra parte, 25% de las empresas
participantes de la encuesta están pensando en expandir los controles de salud
mental. Definitivamente Alain Delambre va a encontrar su función y su espacio
de trabajo totalmente modificado: ya no existirá el ruido de mucha gente
pululando por las oficinas. La nueva oficina que Alain verá será lo más parecido a
una sala de terapia intensiva que a un encuentro social de amigos que van a
trabajar.
La venganza de los nerds
Justamente el aspecto más
difícil en la era del teletrabajo no es encontrarse con un jefe que grita, por
el contrario, es no encontrarse con nadie. Y para trabajos que requieren más
colaboración, Zoom no provee la misma motivación. Para aquellos muy
introvertidos, esta situación puede ser paradisíaca: el trabajo que nos espera
implica no más pérdida de tiempo viajando, no más charlas de pasillo (salvo que
estemos a dos metros de distancia y con un megáfono), no más pérdida de tiempo
con chusmeríos de oficina. Los que sufrirán son los más extrovertidos, que ven
en la oficina su espacio de interacción social, un lugar de network y de
escalar profesionalmente. Ahora estos arribistas deberán cambiar el esfuerzo de
la network por el del trabajo puro y duro. La venganza de los nerds está en la puerta
de la oficina.
Alain verá también
transformado su rol y el de sus jefes. Para los jefes que inspiraban
fundamentalmente a partir de su carisma, moverse a Zoom puede haber sido
desafiante. ¿Puede un líder carismático ser carismático virtualmente? No
sabemos la respuesta aún. Pero seguramente en la nueva oficina habrá mucha
gente muy nerviosa al respecto.
En esta nueva era DC la
barrera entre la casa y la vida laboral va a ser difusa y difícil de sostener. La vida laboral luego de la pandemia será
una mezcla difusa entre trabajo, hogar, pijamas y Zoom. Pobre Alain
Delambre. Él quería ir a la oficina, ahora va a tener que trabajar más desde su
casa. Pero va a ganar tiempo evitando la congestión del tráfico. Sin embargo,
para personas de la edad de Alain acostumbradas a separar un poco la vida
laboral de la profesional, va a ser difícil. Ya no va a trabajar de 9 a 18. El día laboral va a ser
todo el tiempo con los cortes que Alain decida hacer.
La pospandemia trae menos
almuerzos, viajes, happy hours, conferencias donde los charlatanes y trepadores
pueden dejar su marca. Aquellos que triunfarán serán los que generen resultados
sin tanta interacción con sus colegas. La nueva normalidad a la que los Alain
de las oficinas deberán acostumbrarse.
Hasta el siglo XIX la gente
trabajaba en sus casas o cerca de sus casas. Tal vez el año 2020 nos permita mirar los procesos históricos para
entender los cambios profundos que se vienen. Y sobre nuestro amigo #AlainDelambre,
si hubiera anticipado las consecuencias de la pandemia, probablemente
preferiría seguir desempleado antes de armar la revolución que generó en su
potencial empleador para conseguir un lugar en esa oficina.
**Por: Andrés Hatum / La
Nación