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martes, 9 de agosto de 2022

De gorilas a setentistas / por Aldo Duzdevich *


Cómo militantes activos en el golpe de ‘55, la llamada Revolución Libertadora, se convirtieron en revolucionarios apenas quince años después.

Para quienes entienden la historia en modo binario: blanco o negro, buenos o malos, estas notas pueden ser perturbadoras. Hoy voy a describir el derrotero de algunas personalidades, que en los años 50 adhirieron al anti peronismo y en los 70 fueron militantes revolucionarios, dentro del peronismo o en posiciones de izquierda.

Intento no formular juicios definitivos. Me interesa aportar a la reflexión sobre dos temas. Primero, acerca de la posibilidad que tienen las personas de modificar sus opiniones y actitudes, según cambian las circunstancias en las que les toca actuar. Y segundo, observar qué errores cometió el primer peronismo para generar la oposición de ciertos sectores, que tal vez pudo haberse evitado.

La oposición. En primer lugar, debemos mencionar el núcleo más duro de la oposición al peronismo, que fueron las familias patricias de la oligarquía ganadera, beneficiarias del modelo de país agroexportador; quienes se opusieron a la sanción del Estatuto del Peón Rural, la ley de arrendamiento agrario y otras tantas medidas que cercenaban sus históricos privilegios. Con familiares en la Iglesia, el Ejército y la Armada, invirtieron recursos en favor del golpe y sus jóvenes se enrolaron en los Comandos Civiles. Aquí encontramos apellidos como Lanusse, Menéndez Behety, Menéndez, Pueyrredón, Bullrich y Benegas Lynch, entre otros.

En segundo lugar, estaban los sectores de la naciente burguesía industrial, a quienes, aunque habían sido los grandes beneficiados por las políticas industriales del peronismo, les molestaban los mayores derechos de los trabajadores y el poder de los sindicatos.

Entre los sectores sociales, a la cola de la oligarquía ganadera y la burguesía industrial venia la clase media que, aunque no tuviese vacas ni fábricas, culturalmente estaba identificada con las clases altas.

Luego tenemos los partidos: el radicalismo “anti personalista”, los conservadores, los demócratas progresistas, el socialismo democrático, el Partido Comunista y otras corrientes de izquierda.

El gran eje opositor fue el activismo universitario nucleado en la Federación Universitaria Argentina (FUA). El peronismo decretó la gratuidad de la educación superior, que permitió pasar de 51 mil estudiantes universitarios en 1949 a 153 mil en 1955. Sin embargo, los estudiantes de los grandes centros urbanos, Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, fueron desde el inicio sus mayores opositores. La clase media universitaria, intelectuales y artistas: la elite cultural, desde Jorge Luis Borges hasta Julio Cortázar, todos estaban decididamente en contra de lo que llamaban “el régimen peronista”.

En la Iglesia Católica, principal galvanizadora de la oposición, vamos a encontrar tres grandes sectores: los católicos liberales, vinculados al sector oligárquico; los nacionalistas, que primero acompañan y después enfrentan a Perón, y el activismo juvenil, que será determinante para sumar militantes a los Comandos Civiles (CC), especialmente en Córdoba, Santa Fe y Capital Federal.

Voy a dejar para la próxima nota el análisis de los sectores más progresistas de la Iglesia, que en 1955 estuvieron vinculados al antiperonismo y en los 70 acompañaron la creación de Montoneros y otros grupos guerrilleros.

El nacionalismo católico antiperonista. Mencionaré algunas personalidades que en 1955 militaron en el nacionalismo católico antiperonista y que en los 70 fueron militantes revolucionarios, algunos dentro del peronismo y otros en posiciones de izquierda:

Luis B Cerruti Costa. Fue ministro de Trabajo de la Libertadora. En 1973 será director del diario El Mundo, el órgano periodístico del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).

Augusto Conte Mac Donell. Fue secretario general del Ministerio de Educación de Aramburu; su hijo Augusto María, detenido desaparecido, fue militante montonero.

Emilo Mignone. Vinculado a los Comandos Civiles en 1955, en 1972 fue viceministro de Educación en la dictadura de Lanusse. En mayo de 1976 fue secuestrada su hija Mónica, militante de la JP. Mignone y Augusto Conte Mac Donell fueron líderes de la lucha por los derechos humanos y fueron fundadores del CELS.

Conrado Eggers Lan. Profesor universitario en los años 50, en los 70 adhirió al peronismo combativo y a la CGT de los Argentinos.

Marcelo Sánchez Sorondo. Primero opositor al peronismo, se alejó de la Libertadora y en 1956 creó el periódico Azul y Blanco, donde Rodolfo Walsh publicó como fascículos su libro Operación Masacre. Entre sus discípulos estaba Juan Manuel Abal Medina, hermano de Fernando, uno de los fundadores de Montoneros. En 1973 fue candidato a senador por el Frejuli en Capital. Su hijo es el obispo del mismo nombre, que está en el Vaticano desde hace cincuenta años.

José Luis De Imaz. También muy cercano a los Comandos Civiles, se convirtió en un sociólogo muy relevante en los 70. Al igual que el filósofo José Miguens, quien se había distanciado del peronismo en 1954 por el conflicto con la Iglesia.

La Alianza Libertadora Nacionalista. La Alianza Libertadora Nacionalista fue un grupo católico, antiliberal y anti-semita inspirado en el falangismo español que de 1946 a 1955 apoyó al peronismo. Pero hubo un sector aliancista que rompió, se alejó del peronismo y en 1955 apoyó el golpe. En ese sector aparecen nombres que va a tener gran protagonismo en los 70: Rodolfo Walsh; Ricardo Masetti (el Comandante Segundo del EGP); Francisco y Oscar Santucho, hermanos de Roby Santucho fundador del ERP.

La rama de secundarios de la Alianza, el UNES (Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios) es el antecedente directo de Tacuara, una organización nacionalista de la cual va a salir un gran número de guerrilleros setentistas. Pero el UNES en 1955 estuvo a favor del golpe y algunos de sus cuadros fueron Comandos Civiles. En el UNES participaron, entre otros: Luis Demharter, que fue CC; Oscar Denovi; Joe Baxter; Alberto Ezcurra Uriburu y Eduardo Rosa.

El personaje más famoso fue sin duda Joe Baxter, nacionalista, antisemita, admirador de Primo de Rivera. En 1955 apoyó la Libertadora. En 1963 encabeza una fractura de Tacuara, el MNRT, que sale a la luz con el asalto al Policlínico Bancario. En julio de 1970 va a estar entre los fundadores del ERP. Pero en 1973 rompe y crea la Fracción Roja. Ese mismo año muere en un accidente de aviación, luego de haber pasado de la ultraderecha falangista a la ultraizquierda del ERP.

Los universitarios, la FUA y la izquierda. Entre los jóvenes universitarios que estuvieron en la oposición a Perón y que luego van a tener activa participación en los 70 encontramos a:

Rodolfo Ortega Peña y Ernesto Laclau, intelectuales de izquierda.

Eduardo Luis Duhalde, cercano a la Democracia Cristiana.

Esteban “Bebe” Righi y Mario Hernández, en la ARD (Agrupación Reformista de Derecho). *Moisés Ikonicoff, militante socialista.

Norma Kennedy y Carlos Corach, de la FJC (Federación Juvenil Comunista).

Guido Di Tella, de la FUA.

Eric Calcagno, Ricardo Mosquera y Ricardo Rojo, abogados de la FUA.

Abel A. Latendorf, David Tieffenberg, Pablo Giussani, y Elisa Rando, de la Juventud Socialista. *Guillermo O’Donnell, estudiante de Sociología.

Rodolfo Pandolfi, Ismael y David Viñas, León Rozitchner, Juan José Sebreli, Oscar Masotta y Noé Jitrik, intelectuales de la revista Contorno.

Ernesto Bonasso, periodista y padre de Miguel Bonasso, que fue detenido en abril de 1953, sospechado de participar en el atentado terrorista con bombas en un acto en Plaza de Mayo que dejó seis muertos y noventa heridos.

Eduardo Thölke, capitán del Ejército, fue quien proveyó los explosivos para el atentado de 1953. Su hijo, Eduardo Luis, en 2001, fue subsecretario de Seguridad porteño durante la gestión de Aníbal Ibarra.

Carlos González Gartland fue uno de los principales dirigentes de la FUA en la lucha contra Perón; en los 70 se destacó como abogado de presos políticos y en 2003 asumió en la Secretaría de Derechos Humanos. Otros dirigentes de la FUA, Elías Semán y Rubén Kriskaustzky, fueron detenidos desaparecidos por su militancia en Vanguardia Comunista. El ingeniero químico Héctor Abrales, como militante de la FUA, estuvo detenido en Devoto en 1954. En los 70 ingresó a Montoneros y en 1979 fue detenido desaparecido.

Diego Muñiz Barreto fue un caso paradigmático. Perteneciente a una familia de enorme fortuna, fue un destacado Comando Civil. En 1953, junto a Mariano Castex, se involucró en un intento de asesinar a Perón. En julio de 1955 puso una bomba que voló la Escuela Superior Peronista. En 1966, con su amigo Boby Roth, participó de la dictadura de Onganía. En 1970 conoció y se convirtió en mecenas de Rodolfo Galimberti, quien lo invitó a conocer a Perón. A través de Diego, Galimberti conoció a la familia Bullrich Luro Pueyrredón, y fue quien introdujo en Montoneros a Julieta y Patricia Bullrich. En 1973 asumió como diputado por la JP Montoneros. Renunció a la banca en enero del 74 y se vinculó al ERP. Fue detenido por el comisario Luis Patti en febrero de 1977 y asesinado (ver también en El Observador la nota “Del ‘Muerte a Perón’ al ‘Perón o muerte’” http://bit.ly/perón-o-muerte).

Rodolfo Walsh. Tuvo un breve paso por la Alianza Libertadora Nacionalista. Ha dejado escrito: “Soy lento, he tardado 15 años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda”.

En los años 50 no era un militante político y su vocación y profesión era de escritor y periodista. Pero estaba muy vinculado al antiperonismo. Su hermano Carlos era un aviador naval que combatió en septiembre contra las tropas leales a Perón. Y su primo, el hermano Septimio Walsh, era uno de los jefes de los Comandos Civiles.

En el libro Rodolfo Walsh. Ese hombre y otros papeles personales, puede leerse una carta de Walsh, fechada el 5 de junio de 1957, al escritor norteamericano Donald Yates, que estaba por escribir un ensayo en el que hablaba de Perón. Reproduzco algunos párrafos porque es un fresco de época que transmite lo que probablemente era el pensamiento común entre la intelectualidad que apoyó el golpe cívico militar contra Perón:

“En primer término, me parece que en el título de tu ensayo la palabra ‘regime’ sería más adecuada que ‘dictatorship’. En un sentido general, periodístico, los diez años de peronismo pueden calificarse de dictadura. Pero en el fondo no fue estrictamente una dictadura, es decir un gobierno apoyado en el ejército y en la policía, como los de Hitler, Stalin y el mismo Mussolini. Fue, sí, una demagogia (…) que como sabes significa ‘tiranía de la plebe’”.

“La imagen que el europeo y el norteamericano medio tienen de Perón es la del típico militar sudamericano. (…) Aramburu sí es un típico militar sudamericano. Cuando le hacen una revolución (junio 56), corta diez cabezas, veinte, ochenta, cien. (...) Perón no, a los sublevados de junio de 1955 no los fusila (…) en todo su gobierno solo hay dos asesinatos políticos, el del obrero Aguirre en Tucumán y el del médico Ingalinella en Rosario, cometidos ambos por las policías provinciales”.

Perón es un político. Mejor: un demagogo. Habilísimo. Conquista el poder porque interpreta las tres o cuatro aspiraciones básicas de las masas –mejor nivel de vida, un estatus social más respetable, cierta intervención en el manejo de la cosa política–. Porque interpreta también los resentimientos de las masas –xenofobia, odio a los ricos u ‘oligarcas’– y sobre todo porque astutamente les habla de igual a igual, los trata de ‘compañeros’ y ‘amigos’, los halaga y hasta los divierte. (…) Perón se mantiene en el poder con el apoyo de las masas, no de los militares (…) que al fin se cansan y lo echan. (…) Y si hoy hubiera elecciones y Perón pudiera presentarse, ganaría por dos millones de votos. Puede ser una desgracia, pero es una verdad”.

Sigue Walsh: “¿Cómo gobierna Perón? En algunos aspectos, admirablemente. En otros, como un increíble idiota. En el aspecto económico lleva adelante una política de industrialización que es en realidad de liberación. Guste o no guste, la faz del país cambia. Se industrializa. En 1943 no se fabricaba aquí nada. Hasta el tabaco y las telas se importaban. En 1955 hay una floreciente industria liviana. Se fabrican automóviles, tractores, equipos eléctricos. Esto tiene un contrapeso. Tanto Perón como sus jerarcas carecen en general de escrúpulos. Se enriquecen con grandes negociados. Pero el saldo es positivo y la política posterior de Aramburu debe considerarse un retroceso”.

“En el aspecto político, Perón oprime a los partidos opositores, los molesta, los persigue sin necesidad, ahoga progresivamente la libertad de prensa. Su policía no llega al asesinato, pero hay tortura y encarcelamientos arbitrarios. Los dirigentes peronistas son en general mediocres, ambiciosos y obsecuentes. La maquinaria de propaganda estatal se hace asfixiante e invade hasta las escuelas primarias. La Justicia está corrompida. El saldo es desastroso”. “Durante el peronismo gozaron de libertad y democracia los sectores obreros; en cambio se sintieron oprimidos la clase media, los intelectuales, los artistas, los periodistas y la clase alta. Ahora sucede exactamente al revés”.

Finalmente, Walsh le crítica a Perón lo mismo que le criticaron Aramburu y Lanusse, y hoy le sigue criticando parte de la izquierda argentina: su presunta cobardía por no embarcarse en una guerra civil en 1955. Dice Walsh: “De militar solo tiene el uniforme y cierta fanfarronería. La única oportunidad de combatir militarmente, en septiembre de 1955, no la acepta. Escapa. Da a veces la impresión de un feroz dictador, pero no le gusta la sangre. No le gusta derramar la ajena, porque teme por la propia. No le gusta jugarse el pellejo”.

Una carta que explica su actitud. En septiembre de 1955, el gobierno tenía fuerzas militares suficientes para ahogar la rebelión en sangre. Pero Perón había estado en España al terminar la guerra civil. Allí había palpado las huellas de dolor y odio entre el pueblo común que deja una guerra civil. Imaginemos hoy mismo en este país de la grieta cuántos amigos, vecinos, parientes tenemos del otro lado de la grieta. Esa era la grieta en 1955. Por ejemplo, en Córdoba había centenares de estudiantes secundarios y universitarios armados en Comandos Civiles. Perón debía dar la orden de masacrarlos. Allí iban a caer los Walsh, los Ortega Peña, los Mignone, los Mac Donell, los Mugica, todos los que figuran en los listados que puse más arriba. ¿Era necesario? ¿Era lícito? ¿Era ético? Perón eligió no sumir al país en un baño de sangre. Entre el tiempo y la sangre eligió el tiempo. Y el tiempo le dio la razón.

*Autor de Salvados por Francisco y La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón.


domingo, 20 de junio de 2021

La vuelta de Perón: los 12 muertos de Ezeiza y el anticipo de los años más oscuros y sangrientos de la Argentina **

 


Mañana, 20 de junio, se cumple otro año del regreso definitivo de Juan Domingo Perón a la Argentina. Aquella jornada de 1973 fue premonitoria: hubo un enfrentamiento entre la izquierda y la derecha peronista por un lugar en el palco, que reconoce cuatro víctimas por bando, otras más sin identificar el sector y 240 heridos

En septiembre de 1955, un golpe cívico-militar autodenominado “Revolución Libertadora” había expulsado al Presidente constitucional Juan Domingo Perón; disuelto el Congreso; intervenido el Poder Judicial; la CGT y las organizaciones sindicales; detenido sin juicio previo a los dirigentes políticos y gremiales peronistas; proscripto al partido Justicialista; prohibido mencionar los nombres de Perón y Eva Perón, sus símbolos, sus músicas, etc etc…paradojalmente todo en nombre de la palabra “libertad”.

Esta proscripción de la mitad de la sociedad argentina se mantuvo hasta marzo de 1973, cuando el peronismo pudo volver a presentarse a elecciones y obviamente ganar.

Perón pudo retornar por primera vez el 17 de noviembre de 1972, todavía durante la dictadura de Lanusse. Lo hizo para convocar a la unidad de todas las fuerzas políticas (incluidos sus viejos adversarios como Ricardo Balbin) y dejar organizado el frente electoral para la elección del 11 de marzo.

En este primer retorno, la dictadura acordonó Ezeiza con miles de soldados para evitar que el pueblo fuese al encuentro de Perón.

Luego de la elección del 11 de marzo y la asunción de Héctor J Cámpora el 25 de mayo de 1973, ahora sí, el pueblo se preparaba para darle a su líder una grandiosa fiesta popular de recepción. Se calcula que una multitud superior a los dos millones de personas se nucleó esa fresca mañana en el puente El Trébol, de Avenida Ricchieri y ruta 205.

El 9 de junio, los líderes de FAR y Montoneros Roberto Quieto y Mario Firmenich, dan una conferencia de prensa donde advierten que: “Estos sectores, como el vandorismo, el participacionismo político y sindical, que utilizan matones a sueldo tratando de intimidar al pueblo peronista, y el desarrollismo, pueden ser considerados como enemigos internos y actuaremos con ellos de la misma forma que lo haremos contra todos los enemigos del pueblo”(…) . “A ellos se los combatirá por todos los medios y en todos los terrenos necesarios, por la acción de masas y por la acción armada, tanto de masas como de comando.”

Perón desde Madrid dispuso una Comisión de Organización integrada por José Ignacio Rucci, Lorenzo Miguel, Juan Manuel Abal Medina, Norma Kennedy y Jorge Manuel Osinde. Salvo Abal Medina, el resto de los integrantes eran personas claramente hostiles a la “Tendencia Revolucionaria”.

El 24 de mayo las Fuerzas Armadas Peronistas FAP (Comando Nacional) habían ejecutado al Secretario General de SMATA Dick Klosterman; y en un acto del día 10 de junio en Jose León Suarez, en un enfrentamiento con miembros de JP cayó muerto el militante sindical Aldo Rubén Romano.

En el gobierno de Cámpora existía una real preocupación sobre la posibilidad de que las fricciones entre los distintos sectores del peronismo emergieran en el encuentro. Por este motivo, el presidente Cámpora convocó a referentes de las organizaciones armadas. Néstor Verdinelli, de las FAP 17 de Octubre recuerda: “Por las FAP 17 estábamos Cacho, Amanda, Carlitos Caride y yo y había representantes de Montoneros y de lo que entonces todavía eran las FAR. Cámpora nos saludó afectuosamente y nos dio su mensaje. Nos pidió que hiciéramos llegar a todos los sectores el pedido de que, por favor, no causasen disturbios ni confrontaciones”.

En las estrategias se anunciaba el enfrentamiento

Luego de la reunión, se comenzaron a planificar estrategias para resolver el movimiento y ubicación de las propias fuerzas en el acto. Se trataban, en verdad, de estrategias políticas destinadas a disputar el espacio en relación a Perón. “En Montoneros, cuenta Jorge Gaggero, llegaron a barajarse opciones delirantes para intentar lograr objetivos simbólicos. Una que recuerdo bien -y eso sé que se discutió en “alto nivel”-era montar una grúa de brazo altísimo que depositara en el palco en pleno acto a los sobrevivientes de Trelew. La primera reflexión compartida con otros compañeros, fue: “Esto una locura total, ¿cómo alguien sensato puede estar pensando en esto?”. La segunda reflexión de entonces fue: “Si esto lo sé yo, también lo sabe Osinde”. Esta circunstancia creo que ya estaba definiendo, una escalada en el enfrentamiento, que puede explicar una parte de la tragedia. En fin, el delirio del enfrentamiento de aparatos. Un aparato de izquierda, con respaldo de masas, contra otro de derecha privado del calor de las multitudes, ambos librados a su propio y simétrico delirio”.

“En esos tres días tratamos de discutir, y también averiguar de qué se trataba, avanza en el relato Verdinelli. “Por parte de Montos/FAR la cuestión era sacarles el monopolio de Perón a la derecha enquistada en el palco. Barajaron diferentes hipótesis, algunas casi psicodélicas, como la de tomar el control de Perón en Ezeiza, cuando bajara el avión. Finalmente fueron descartadas diversas opciones hasta que quedó la final: la columna Sur (Sur del gran Buenos Aires) entraría no por la ruta a Ezeiza, sino que entrarían por el costado, marchando hacia el palco”.

El militante de las FAP David Ramos, recuerda una reunión previa con dirigentes montoneros: “Habíamos tenido una reunión en zona sur con José Luis Nell, Dardo Cabo, Caride y yo. Tres días antes de ir a Ezeiza la visión nuestra era “no usemos al pueblo de bosque”. En esos momentos, los que ya éramos grandes recordamos que la consigna (tanto de Montoneros como de la derecha) era “rodear a Perón para salvar a Perón”. Nosotros no podíamos hacer efectiva esa consigna que podría haber generado un caos mucho peor de lo que fue. Y Cacho dijo “no usemos al pueblo de bosque”. Y nos respondieron “nosotros vamos a ir a rodear el palco, poner nuestro cartel”; fue eso lo que sucedió. Pero esto es muy difícil de elaborar”.

Carlos Flaskamp, entonces “oficial” montonero de la conducción de las FAR de La Plata en 1973, habla de una puja con el propio Perón: “Estaba claro que para Ezeiza el convocante era Perón. La gente se movilizaba para ir a ver a su líder. Lo que nosotros aportábamos eran la organización y el esfuerzo militante para hacer llegar la gente hasta el lugar del encuentro.(…) Sin embargo en los carteles que portaban nuestros activistas se hablaba poco de Perón y mucho de FAR y Montoneros”.

Cortas o largas, todas las armas matan

Cuando se recorren los testimonios de las personas que estuvieron en Ezeiza, una de las frases que se repite entre los asistentes es “nosotros solo llevábamos armas cortas”. La expresión, se dice con la naturalidad de quien podría decir “yo solo llevaba una banderita en la mano”. Cortas o largas todas las armas disparan y matan.

El responsable de las directivas montoneras, Mario Firmenich asegura que: “Fuimos con armas cortas. No hubo ninguna directiva de ir armado... es que normalmente la gente iba armada. El activismo iba armado, el nuestro, el del Comando de Organización, cualquiera. En este sentido, en Ezeiza debió haber muchísima gente armada, pero en proporción poquísima: para dos millones de personas habrá habido 5 mil armados. Nadie fue preparado para esa guerra, los únicos que tenían un arsenal eran los que estaban en el palco”

Oscar Balestieri: “Nosotros recibimos información de que había grupos armados en el palco desde el día antes. Yo propongo en una reunión de Unidad ‘Si hay grupos armados, no podemos ir con la gente. Nos juntamos los combatientes, vamos, nos cagamos a tiros esta noche y se acabó el tema. Están ellos o estamos nosotros, pero con la gente no podemos’. En los hechos, la indicación fue ir a Ezeiza con armamento liviano. En el grupo que voy, seis u ocho compañeros llevábamos pistolas 22. Sin embargo, Quique Padilla iba en un ómnibus con una ametralladora Madsen pesada; estaba montada en la parte de atrás de un ómnibus y solo paseó”

Nestor Verdinelli aporta: “Se suele decir que los Montos llevaban nada más que armas cortas. Lo que no es cierto: en la en la columna Sur iban compañeros montoneros armados con metralletas y fusiles FAL.”

Según el propio Mario Firmenich, “habría unas cinco mil personas armadas”. Cinco mil militantes de la JP armados “con cortas” tropezando con 1000 pesados del CNU y el CdO equipados con armas largas era un cóctel explosivo que cualquier chispa podía hacer volar por los aires. La cifra oficial de 12 muertos, es un resultado “milagroso” en un espacio donde había dos millones de personas.

La columna sur por detrás del palco

En los anuncios previos se previó que la zona posterior del palco, estaba vedada al público. Lógicamente, se pretendía mantener libre la vía de acceso al palco del general Perón y su comitiva que llegaría desde el aeropuerto.

Pero el intento de parte de la columna sur de FAR Y Montoneros de pasar al otro lado por atrás, dio origen a la confusión de suponer que se quería rodear y copar el palco. Así lo cuenta el ex oficial montonero Carlos Flaskamp: “Se nos informó que el Comando de Organizacion (CdO) había organizado cordones para impedir el ingreso por el camino de acceso a la ruta 205. Sería necesario romper esos cordones por lo que, delante de los de Berisso, se ubicó toda la seguridad provista de armas cortas, que formó en varias líneas. Y, delante de la seguridad iban los “cadeneros” que eran los que tenían la tarea de hacer posible la entrada. En esta formación fue como llegamos al lugar en el que estaba concentrada la multitud. Los cadeneros habrán cumplido su función pero tampoco tuvieron otra alternativa, porque desde atrás comenzó ejercerse una presión incontenible sobre la cabecera de la columna de tal manera que nos vimos empujados hacia adelante y fuimos ganando posiciones, independientemente de nuestra voluntad. A los del CdO, si estaban allí, no lo llegamos a ver, cuando la presión de la retaguardia se detuvo habíamos llegado muy cerca del estrado que se había instalado delante del palco.”

“El resto de la columna no habiendo podido acercarse al palco, optó por separarse y emprender camino por detrás del palco para situarse del otro lado. Pero, este movimiento parece haber sido mal interpretado por la custodia que supuso que la columna sobre se aproximaba al palco con la intención de tomarlo por asalto y abrió fuego. Para nosotros que estábamos ubicados adelante y a la derecha del palco (…) los de la custodia aparecían haciendo fuego en dirección contraria. Por lo tanto(…) optamos por permanecer en nuestra posición convencidos que nuestra columna era ajena a los enfrentamientos.”

Lo real y concreto es que los tiroteos que se produjeron el primero a las 14,30 y el ultimo a las 16hs fueron detrás del palco. Y por las fotos y videos que se conocen, los custodios no disparaban de arriba del palco, sino desde el suelo. Se pueden identificar en las fotos a miembros del CNU de La Plata cuerpo a tierra disparando con armas largas.

El frente del palco y el “fuego amigo

Todos los testimonios de quienes estaban sobre la autopista Richieri en frente del palco, coinciden que escuchaban el silbar y picar de las balas que venían del lado del palco. No hay relatos, de disparos directos desde el palco, contra quienes se hallaban adelante, ni estampidas tumultuosas de gente corriendo, más allá del lógico temor y confusión reinante que llevaba a tirarse al suelo para protegerse.

El testimonio de Oscar Balestieri reafirma esta apreciación: “Nosotros decidimos, seguir avanzando. Cuando llegamos más o menos cerca del palco eran tiros por todos lados, todo el mundo al suelo. Estábamos todos tirados ahí en el suelo. Las balas picaban por todos lados. De repente uno de los nuestros se para y veo que se agarra el cuello, cuando saca la mano sale un chorro de sangre. Se cae al suelo, nos acercamos, lo agarramos entre cuatro y lo sacamos. Por suerte se salvo, había recibido una bala calibre 32. Creo que esa bala era nuestra, calibre 32, de plomo. La tiraron del otro lado hacia el palco, pasó de largo y le pegó. Como llegó con caída libre, la herida no fue grave. Si tiras así pasa por arriba del palco y a los 1000 metros la bala cae sin fuerza. Las balas que nos picaban a nosotros evidentemente eran de gente de la columna Sur que tiraban contra el palco y pasaban de largo”.

La visión de los militantes del Comando de Organización

Lamentablemente casi no existen testimonios de quienes estaban del otro lado en la pelea. Hoy muchos de ellos siguen militando y acompañando a los gobiernos peronistas. Para esta nota pude hablar con algunos de ellos. Javier Rodríguez quien entonces tenía 16 años cuenta que: “Nosotros pasamos la noche en el Hogar Escuela, que esta a metros del puente. Recuerdo que hicimos un cordón sobre el acceso de la ruta 205. Cuando empezó el tiroteo yo me protegí debajo un auto, pero al rato se incendió el auto de al lado. Fue todo una gran confusión. La verdad yo era chico y tenía mucho miedo”. Roberto Surra cuenta “nosotros estábamos haciendo un cordón, cuando vemos venir la columna montonera por la 205, era impresionante...yo pensé, acá nos matan a todos”. Eduardo Menam quien tenía mas jerarquía dentro del CdO, recuerda: “Nosotros concentramos toda nuestra gente en los alrededores del palco y del Hogar Escuela. Las armas nuestras eran solo armas cortas y cadenas. Cuando llega la columna de la 205 dos jefes nuestros Omar Venturino y Juan Quiros acompañados por el capitán Chavarri se adelantan a parlamentar. La respuesta fue “nosotros pasamos igual”. Cuando regresan cae Chavarri herido en la cara.”

Como la versión mas repetida y escuchada es la del sector de Montoneros, alguien podrá criticar diciendo “los del CdO no eran nenes de pecho”. Diré con conocimiento de causa, porque conocí a muchos ex-montoneros, que los que iban por la 205 tampoco eran “nenes de pecho”.

Ambos bandos tuvieron muertos y heridos

Según los diarios de la época, basados en los datos oficiales brindados por el área de salud, las víctimas fatales fueron doce y se estimó en unos doscientos cuarenta los heridos de distinta consideración.

La JP y Montoneros, a través su revista El Descamisado, reconocen dos muertos de su sector, Horacio “Beto” Simona, combatiente montonero y Antonio Quispe, combatiente de las FAR . A los que hay que sumar a Hugo Oscar Lanvers militante de la UES y Raul Obregozo militante de la JP La Plata.

De la custodia del palco las víctimas también fueron cuatro: el capitán RE Máximo Chavarri, y los militantes del Comando de Organización (C.d.O): Rogelio Cuesta, Carlos Dominguez y Manuel Segundo Calabrese.

Salud Pública dio a conocer un listado en el que figuran 4 fallecidos más, de quienes se desconoce a qué sector pertenecían: Antonio Aquino, Pedro Lorenzo López González, Hugo Sergio Larramendia y Daniel Santana.

La hipótesis de masacre premeditada también se cae cuando vemos que los muertos son cuatro de cada bando. Esta fría cifra da cuentas que hubo enfrentamientos que cobraron vidas de ambos lados y por supuesto también victimas de esa enorme mayoría de peronistas que había concurrido a recibir a su líder.

La opinión de un catedrático

Voy a citar la opinión de Samuel Amaral, Doctor en Historia por la UNLP y miembro de la Academia Nacional de Historia, quien publicó en la revista Todo es Historia Nº518 una extensa nota sobre el tema. Dice Amaral: “La supuesta masacre de Ezeiza, es un paradigma creado por el aparato propagandístico de FAR y Montoneros a través de una solicitada que publicaron en los diarios pocos días después”.

“En síntesis, el 20 de junio de 1973, hubo en Ezeiza enfrentamientos armados e incidentes de extrema violencia, pero no hubo una masacre; ya que los hechos estuvieron localizados en un pequeño sector y afectaron a una porción decididamente menor de los concurrentes. Mucho menos puede decirse que haya habido una masacre premeditada, ya que los incidentes se produjeron por la entrada tardía, por un lugar no autorizado, de una columna cuyos desplazamientos fueron amenazantes para la custodia del palco y en consecuencia para la presencia de Perón en él.

A modo de conclusión

Para Mario Firmenich, el balance fue positivo: “Nosotros sí fuimos con un plan político bien deliberado, que cumplimos, que era copar políticamente el acto.(…) Lo copamos. El acto más grande de la historia argentina, fue un acto no digo montonero. Fue un acto peronista dominado políticamente por la expresión de los Montoneros”

Algunos de los defensores del palco, todavía perciben su acción, como “el día que derrotamos a los montoneros”.

Para quien escribe, que ese día participó como uno de los cinco mil jóvenes armados de Firmenich, la conclusión es: Ezeiza es el caso más extremo de lo que es capaz la idiotez y la miopía de los grupos sectarios (de ambos lados) por disputar espacios simbólicos, cagándose en el sentimiento de todo un pueblo que ese día había concurrido con la enorme alegría de recuperar a su líder después de 18 años de exilio.

** Aldo Duzdevich es autor de “Salvados por Francisco” y “La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Peron”

viernes, 16 de abril de 2021

Las provocaciones de Montoneros y las dudas sobre Cámpora: cómo decidió Perón volver a ser presidente y alejar a ambos del poder #*#

Frente a las declaraciones de Galimberti y Abal Medina en representación de la Tendencia y la posición tibia de Cámpora con ellos, Perón comenzó en Madrid a definir la orientación de su partido y preparar su asunción presidencial. Los mensajes que envió con instrucciones y la orden al entonces mandatario para que "coloque las cosas en su sitio"

El 12 de abril de 1973, según cuenta el periodista Osvaldo Tcherkaski en la tapa de La Opinión, Juan Domingo Perón cenó en París con Magdalena Díaz Bialet y su esposo Mario Cámpora. El sobrino del Presidente electo, a quien Isabelita trataba entre sus íntimos como El Monje Negro, era un reconocido diplomático que había ocupado (y ocuparía años más tarde) destinos de primera línea. Ceremonioso, afable en su trato, detallista en cada una de sus tareas, Mario había cambiado la reposada –aunque no menos intensa vida internacional del Palacio San Martín por las vivencias de la política interna. En ese encuentro entre el matrimonio Perón y los Cámpora, Mario intentó convencer a Perón que viajara a Buenos Aires el día que su Tío asumiera como Presidente de la Nación. La cena se hizo larga y mientras Perón hablaba, Magdalena tuvo un mal presentimiento. Especialmente cuando escuchó opinar a José López Rega sobre el Presidente electo: "El doctor Cámpora cree que el poder es de él, pero el poder no es de él". Al finalizar la cena, en el momento de acompañar al matrimonio Perón hacia la salida, el general lo miró a Mario y le dijo: "No voy a ir, para no robarle el show al doctor Cámpora… yo iré después y entonces el balcón será para mí."

A su vuelta a Buenos Aires, Mario Cámpora le dijo al Presidente electo: "Héctor, el General me ha dicho que no va a estar acá el 25 de mayo… y por la metáfora que ha usado y por todo lo que ha dicho yo tengo la impresión de que quiere ser presidente".

La decisión de Juan Perón de desplazar a Cámpora de la Presidencia de la Nación, si se hacían las elecciones nacionales, y el Delegado se imponía, curiosamente, se tomó en el hotel Guaraní de Asunción del Paraguay, en el mismo momento y lugar donde el General lo designó candidato presidencial. No hay prueba escrita, la confirmación me la hizo Héctor Villalón. De lo que sí existe prueba material es sobre la incerteza de Juan Domingo Perón por Cámpora en esos días. En febrero de 1973, antes de las elecciones del domingo 11 de marzo, un grupo de periodistas hacían guardia en la puerta de la casa de Perón en Puerta de Hierro. De pronto se asomó el empleado José Miguel Vanni, y dirigiéndose al grupo, preguntó de viva voz: "¿Esta Conti?" Se trataba de Jorge Conti, el enviado especial de Canal 11 a Madrid. Al identificarse, Vanni le dijo:

--"Conti, el General quiere verlo. Sólo vos pibe, sin cámara ni fotógrafo."

Vanni lo acompañó hasta el escritorio de la casa y mientras caminaban le comentó: "El General quiere hacerle un comentario". Al llegar, Perón lo estaba esperando. Lo saludó y entró inmediatamente en tema: exhibiendo una carta manuscrita de Marcelo Sánchez Sorondo, el candidato a senador del FREJULI por la Capital Federal, puesto por Juan Manuel Abal Medina, le relató parte del texto donde Sánchez Sorondo sostenía que la designación de Cámpora como candidato presidencial era un gran acierto, porque resulta una revelación de buen político. Seguidamente, mientras le brotaba una leve sonrisa, el General afirmó: "Este hombre Marcelo Sánchez Sorondo en primer lugar no es peronista y en segundo lugar no tiene idea de los hombres y mujeres con que cuenta el peronismo". Conti aprovechó un instante de silencio para preguntarle: "¿General, me autoriza a difundir lo conversado?" y Perón asintió. Sin cámara y sin fotógrafo, Conti tenía su primicia exclusiva para Canal 11. Se paró frente a la pared que circundaba la quinta 17 de Octubre y empezó a grabar, al mismo tiempo que sus colegas escuchaban lo que había sido su diálogo con el dueño de casa.

Luego de las elecciones nacionales del 11 de marzo de 1973, el 9 de abril, a través de la cadena nacional, Cámpora expresó que "aquellos sectores que asumen reivindicaciones alegando representar intereses del pueblo y de la Nación, deben comprender que, habiéndose pronunciado el pueblo argentino, son inadmisibles las actitudes que pretenden subrogar su voluntad (…) Me propongo gobernar para todos sin excepción." La respuesta del PRT-ERP no tardaría mucho en llegar: "El gobierno que el Dr. Cámpora presidirá representa la voluntad popular. Respetuosos de esa voluntad, nuestra organización no atacará al nuevo gobierno, mientras éste no ataque al pueblo ni a la guerrilla. Nuestra organización seguirá combatiendo militarmente a las empresas y a las fuerzas armadas contrarrevolucionarias, pero no dirigirá sus ataques contra las instituciones gubernamentales, ni contra ningún miembro del gobierno del Presidente Cámpora".

El domingo 15 de abril se realizó la "segunda vuelta" (ballotage) en quince distritos electorales donde el peronismo no había alcanzado un resultado convalidante. En la Capital Federal, Fernando de la Rúa se impuso a Marcelo Sánchez Sorondo; Carlos Juárez (considerado un "neoperonista") y Felipe Sapag ganaron las gobernaciones de Santiago del Estero y Neuquén. Así las cosas, el Frejuli se quedó con 20 de las 22 gobernaciones que tenía la Argentina. Y en el Parlamento su mayoría era abrumadora: en el Senado alcanzó 45 bancas y en Diputados 145 escaños. El partido que lo seguía era el radicalismo. No alcanzó ninguna gobernación pero tenía 12 senadores y 51 diputados. Francisco Manrique, con su Alianza Popular Federalista, tenía 5 senadores y 20 diputados.

Ese día, según los cronistas de la época, Perón se lo pasó al lado del télex en su casa en Puerta de Hierro. Hacía pocas horas que había finalizado su visita a París y consideraba que "desde el 25 de mayo el centro político de las relaciones internacionales del justicialismo" sería la capital francesa, porque "los contactos logrados por Perón en esa ciudad posibilitan una amplia gama de relaciones con los gobiernos europeos, los países alineados con la Unión Soviética y los estados socialistas de Asia y África. Las especulaciones periodísticas giraban en torno a quién sería el hombre del peronismo en París. Se destacaba que no podría ser elegido un extrapartidario y los observadores más sagaces indicaban que habría de ser alguno de los dirigentes que han convivido con Perón en Madrid que mantienen su amistad y que por ende conocen su 'modus operandi' en estas cuestiones." Más que una noticia parecía una "operación de prensa" más: Perón aparecía como manejando las relaciones exteriores con países centrales mientras Cámpora y su gobierno eran alejados del centro de las decisiones.

El miércoles 18, por boca de Rodolfo Galimberti, se presentó al periodismo el documento titulado "Compromiso de la juventud peronista con el pueblo de la Patria". Estaba rodeado por los jefes de las siete regionales de la "Tendencia" y sus legisladores nacionales electos (un senador y ocho diputados). Bajo la consigna "por una patria justa, libre y soberana, la patria socialista", el documento de diez puntos comenzaba por "la libertad incondicional y sin discriminaciones de todos los compañeros presos políticos, gremiales y conexos". Luego exigía la "supresión de todos los tribunales especiales, derogación de toda la legislación represiva, revisión de todos los fallos dictados por la Cámara Federal en lo Penal (fuero antisubversivo), y la declaración 'en comisión' de todos los funcionarios y magistrados designados a espaldas del pueblo por los gobiernos antipopulares e ilegítimos que se sucedieron desde 1955". El documento trazaba una línea de confrontación con la ortodoxia peronista y con el pensamiento de Perón que comenzaba a trascender desde Madrid. El punto 6º consideraba: "Impulsar el cumplimiento y la profundización del programa del FREJULI, atendiendo especialmente las propuestas programáticas surgidas del seno de la clase trabajadora en La Falda, Huerta Grande, y el programa del 1º de mayo de 1968 de la CGT de los argentinos".

-Preguntado por los periodistas Galimberti dijo que el texto "lo hemos conversado toda la tarde con el doctor Cámpora".

-Entonces ¿el presidente electo lo avala?

-"Sí. El presidente electo más que avalarlo lo cumplirá…es un documento de la juventud peronista que todo el Movimiento Peronista hace suyo", agregó Abal Medina, secretario general del Movimiento Nacional Peronista. ¿Qué opinaría al respecto la Confederación General del Trabajo (José Rucci) y las 62 Organizaciones (Lorenzo Miguel) sobre la referencia a la CGT de los argentinos y otros programas de clara tendencia izquierdista? Haciendo malabares, Galimberti explicó: "Nosotros rescatamos la historia del movimiento obrero en su conjunto desde 1955 hasta la fecha. En esta oportunidad, tomamos esa 'porción'…no tomamos esos puntos programáticos para contraponerlos con otros".

Las declaraciones generaron un gran descontento dentro y fuera del peronismo. La ortodoxia, el sector mayoritario del partido, se consideraba destratada y, para peor, la Tendencia anunciaba que el documento iba a ser asumido por el aparato partidario. El sindicalismo, la "columna vertebral", ni siquiera había sido consultado y el radicalismo, por su parte, entendía que estas y otras declaraciones no tenían nada en común con lo que Perón había analizado y acordado con ellos. En un télex recibido en la "Quinta 17 de Octubre", el doctor Francisco L. Sánchez Jáuregui, le aconsejaba a Perón algún "gesto, una palabra, porque de lo contrario mucho me temo que la UCR reaccionará y demostrará públicamente a esos dirigentes y como lógica consecuencia el diálogo entre ambas fuerzas...radicalismo y peronismo—quedará interrumpido." La primera reacción de Perón fue reenviar el texto al propio Cámpora.

En esas horas, más exactamente el 16 de abril de 1973, Jorge Antonio le escribió a Perón una carta en clara coincidencia con Sánchez Jáuregui y opina que:

Tras esta inusitada presentación en sociedad, cuarenta y ocho horas más tarde, el 20 de abril durante un acto en el Sindicato del Calzado, Galimberti avanzó unos pasos más. Propuso la constitución de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y la creación de una "milicia de la juventud argentina para la reconstrucción nacional" y, seguidamente, anunció que la Juventud Peronista obrera (JTP), secundaria (UES) y universitaria (JUP) asumiría "una conducción con niveles propios y una conducción también propia". Y para darle mayor firmeza a lo que se estaba afirmando, Abal Medina –que lo acompañaba – adelantó que cuando en la campaña se sostenía que "la sangre derramada no será negociada, quiere decir que el 25 de mayo van a estar todos los compañeros presos en la calle, junto al pueblo".

Frente a la conducta ecléctica de Héctor Cámpora, Perón le envió un télex llamándole la atención sobre el malestar generado por las declaraciones de Galimberti y otros y convocándolo a "mantener el orden" y poner "las cosas en su sitio".

El domingo 22, Galimberti volvió a hablar desde San Juan. Al referirse a las "milicias populares", el lenguaraz señaló que éstas iban a participar en todo el proceso de liberación, "desde el trabajo voluntario hasta el control de la gestión de gobierno". Y en cuanto a si las milicias debían a estar armadas, respondió: "Por ahora francamente no sabemos cuáles van a ser las características del proceso. La mayor o menor violencia que oponga el régimen y la oligarquía a las medidas revolucionarias que va a proponer el gobierno del Frente determinará la mayor o menor violencia con que se verá precisado a responder el pueblo para continuar avanzando en el proceso revolucionario."

El 24 de abril, frente al escándalo desatado por Rodolfo Galimberti, el Presidente electo habló con el periodismo cuando salió del hotel Crillón, tras reunirse con los senadores nacionales electos, y sin rechazarlas dijo: "En la juventud peronista está radicado el dinamismo del Movimiento. Todo es aceptable en la búsqueda de la liberación para romper las cadenas de dependencia. En cuanto a Galimberti no tengo noticias que viaje conmigo a Madrid, pero si piensa hacerlo me sentiré muy cómodo."

Cámpora imaginaba viajar a Madrid el miércoles 25, pero recién lo hizo el jueves 26, porque pensó reencontrarse con el General revestido con todas las plenipotencias de gran parte de la dirigencia política argentina. El día anterior, en el hotel Crillón, Cámpora recibió a los dirigentes de La Hora del Pueblo. La crónica periodística no pudo evitar la pregunta al presidente electo de Manuel Johnson Rawson Paz sobre el exabrupto de Galimberti, y Cámpora intentó acotar las palabras del joven dirigente al decir que "estoy dispuesto a dar seguridades de que ciertos desvaríos y excesos juveniles van a ser sofocados" y aseguró que "la democracia imperará en todos los niveles". Nada de lo que dijo se cumplió. Después, intentó ser amable con el presidente de la Unión Cívica Radical y de su boca salió una frase poco feliz, cuando dijo que era "el vencedor espiritual de los comicios del 11 de marzo" y tras charlar "como viejos amigos" todos se retiraron. Mientras en el Crillón se intentaba dar un ejemplo de convivencia, a pocas cuadras de distancia, los generales con destino en la Capital Federal y Gran Buenos Aires consideraban si era oportuno que "no se entregue el gobierno", según lo comentaba en su tapa La Opinión del 27 de abril.

El paso siguiente de Perón fue dar a conocimiento un documento titulado "Instrucciones del Comando Superior" en el que advierte que nada debe cambiarse en el orden interno partidario hasta el 25 de Mayo y que "nadie" que no sea él "está autorizado para tomar medidas de cambio ya sea en la organización como en la designación de hombres que han de encargarse de la conducción y encuadramiento de las fuerzas peronistas." A continuación señala con especial énfasis que "las intervenciones de personas extrañas al peronismo son inadmisibles". ¿Lo decía por Marcelo Sánchez Sorondo o por los Montoneros, a quienes comenzaba a considerar "infiltrados"?

Hacia el final del documento Perón dice: "No es posible ni aceptable que personas incapacitadas o interesadas en la preeminencia de círculos, puedan malograr lo que tanto nos ha costado alcanzar: la pacificación política y la posibilidad de una cooperación indispensable para el futuro."

El 28 de abril, Abal Medina y Galimberti fueron sometidos en la quinta "17 de Octubre" al escarnio por una suerte de tribunal popular integrado por dirigentes del peronismo, mientras "el viejo de mierda" (agravio con el que lo trataba Montoneros en la intimidad) asentía en silencio. Entre los presentes estaba el sindicalista Alberto Campos, más tarde intendente de San Martín, asesinado por un comando montonero el 17 de diciembre de 1975. Durante la cita madrileña se habló de todo: el desatino de anunciar "milicias populares", la infiltración izquierdista del que era víctima el Movimiento, las designaciones de algunos candidatos perdidosos (caso Santiago del Estero) y la relación con el radicalismo. La sentencia fue inapelable. Rodolfo Galimberti fue expulsado como representante de la juventud y Abal Medina comenzaba a recorrer el camino de su declinación política dentro del peronismo. Leyendo los diarios de la época ya nadie se podía hacer el distraído. Todo lo que salía de la quinta de Puerta de Hierro era condenatorio para "la Tendencia". Perón dejó en claro quién mandaba y dijo que "el futuro era de la juventud pero no el presente (…) Y las 'circunstancias' que rodean el alejamiento de Rodolfo Galimberti son, indudablemente, significativas. Perón ha confirmado, al producirlo, la absoluta autoridad que ejerce sobre el partido. Cámpora será, como Pellegrini o José Evaristo Uriburu, un presidente 'sin' poder partidario y 'con` el apoyo partidario de ese nuevo Roca que es Perón. Al mismo tiempo, las Fuerzas Armadas revalidaron su existencia política en una abierta oposición al "galimbertismo" que precipitó, en buena medida, la decisión de Perón. Tendremos tres poderes: el Poder Ejecutivo de Cámpora, el poder partidario de Perón y el poder militar que renace de sus cenizas", observó Mariano Grondona en La Opinión. Al lúcido profesor sólo le hubiera faltado decir, para ser una obra brillante de anticipación, que los tres poderes se iban a unir en una sola persona en no más de 4 meses.

Perón no estaba de acuerdo con todo lo que salía de las bocas de los dirigentes juveniles de la "Tendencia" (ligada a #Montoneros) y se expresaba con frases cortas y, especialmente, por trascendidos en los diarios. En eso, los "enviados especiales" de los medios destacados en Madrid, oficiaron de traductores de su pensamiento. En la tapa de La Nación del lunes 30 de abril, #Perón y su gente de confianza se encargaron de opinar lo que pensaban sobre todo lo que estaba ocurriendo en Buenos Aires. A través de la agencia italiana ANSA, una fuente anónima adelantó que "la de Rodolfo Galimberti es la primera cabeza que cae en pos de la gran pacificación nacional argentina…otras cabezas van a caer o ya han caído aunque no oficialmente, en clara alusión –comenta el matutino—al joven secretario Juan Manuel Abal Medina, a quien se considera vinculado con el frustrado candidato a senador Marcelo Sánchez Sorondo (nacionalista católico)."

 En la página 10 del mismo diario se cuenta que Perón habría dicho que el anuncio de "milicias populares" era un "gratuito acto de provocación", que había "enturbiado" innecesariamente el clima político argentino, en circunstancias en que Perón propugna un gobierno de "unión nacional". El mismo día que se publicaban los resultados de la "cumbre" de Madrid, el terrorismo va a producir otro asesinato conmocionante. Se concretaba la "Operación Mercurio" y el #ERP-22 asesinaba al contralmirante Hermes Quijada, ex titular del Estado Mayor Conjunto de las FFAA.

#*# Por Juan Bautista Tata Yofre

viernes, 29 de mayo de 2020

A 50 AÑOS del ARAMBURAZO : El inicio de la REVOLUCIÓN inconclusa… [Documento de ex.Montoneros]




Al cumplirse 50 años del Aramburazo, y 51 del Cordobazo, un conjunto de militantes, sobrevivientes del terrorismo de estado, redactaron y difundieron una carta donde se reflexiona sobre estas dos gestas heróicas desde una mirada actual y hacia la continuación una lucha sin claudicaciones.
Para mayo de 1970 Argentina y el mundo experimentaban cambios inimaginables. Argentina venía, golpe tras golpe militar, en un proceso que se acelera fundamentalmente a partir de 1955. A pesar de ello, el alto grado de resistencia popular fue creciendo exponencialmente y a principios de los 60 se hizo imparable.
Los procesos de Liberación en el Tercer Mundo, la victoria de Vietnam sobre los invasores yanquis, la Revolución Cubana y la caída del Che contribuyeron también a encender las mejores luchas anticapitalistas y antiimperialistas en nuestras tierras. Entre 1969 y 1970 se produjeron dos enormes gestas en la Argentina que cambiarían por completo la calidad de la lucha de los 15 años previos. Una de ellas fue indudablemente el Cordobazo que significó una señal clara de las condiciones reales de conciencia de la Clase Obrera y el Pueblo.
Cuando hablamos del Cordobazo no sólo nos referimos a la Pueblada cordobesa sino además a todas las enormes luchas que lo precedieron y continuaron los años siguientes. Un pueblo entero de obreros, estudiantes, clases medias y pobres, codo a codo en las calles haciendo retroceder a enormes fuerzas de Seguridad.
El Córdobazo y otros levantamientos similares mostraron a los jóvenes revolucionarios de esos años que tantos esfuerzos, sacrificios y sangre vertida períodos anteriores habían hecho carne en la conciencia. Y también nos mostró que era necesario elevar el espontaneismo de las masas, que se debía dar un paso más y que debía, sí o sí, dar otra señal más contundente aún. El Cordobazo nos mostró que no se podría avanzar en un proceso revolucionario sin organización, sin dirección y sin dotar a las masas de la convicción de luchar por algo más que sus reivindicaciones. De lo que se trataba era de luchar por el Poder. Se trataba de dar por finalizada la gloriosa Resistencia y encarar de lleno un proceso revolucionario.
Naufragaban los sueños progresistas. Selladas todas las salidas "democráticas". Las contradicciones de la Guerra Fría no contenían a nuestro Pueblo. El descrédito de los dirigentes políticos y sindicales domesticados y burocratizados (incluyendo los del Peronismo) era una realidad imposible de revertir. La Dictadura anunciaba 20 años de permanencia. Y ya, entre los años 1959-1963 habían aparecido las primeras guerrillas rurales que, aún derrotadas, dejaron una indeleble huella en la historia.
La Historia nos estaba invitando a hacer historia y en Montoneros no dudamos en ir a su encuentro. Lo que faltaba se produjo exactamente un año después del Córdobazo. El Aramburazo fue un símbolo que contenía en sí todas las reivindicaciones anteriores, conscientes que a partir de ese hecho, ya no habría vuelta atrás en la lucha de clases y antiimperialistas. Ningún acuerdo podría sustituirla. A diferencia de otros procesos o de otros proyectos que se estudian y planifican estilo arquitectura, el Aramburazo fue producto de pocas cuestiones de principios y mucha convicción y sobre todo audacia. Mucha audacia. Audacia personal y política. Y eso es justamente lo que emparenta el Aramburazo con el Córdobazo, une ambas gestas en una sola, las amalgama a punto tal que no podría entenderse la primera sin haberse hecho antes realidad la segunda.
El hermanamiento entre el nacionalismo popular revolucionario, el marxismo y el innegable aporte de la Teología de la Liberación impregnaba doctrinariamente las dos gestas. Ambas eran parte de lo que se disputará de ahí en adelante: el Poder. El poder real, el poder de todo, el verdadero poder. Para 1970 era innegable el alto nivel de conciencia de las masas como lo demuestra el Córdobazo. El General Aramburu no era sólo la expresión de un fusilador, era además la representación en su época de la dominación y la explotación.
En ese momento histórico, los 500 años de dominación sufridos en Nuestra América y en Argentina, se veían reflejados en este militar gorila y vendepatria. Era la representación de un caudillo del Ejército cipayo argentino que se iría formando en las Escuelas norteamericanas. Ese Ejército que reprimió a mansalva en Córdoba debía ser golpeado, surgiera lo que surgiera de ese golpe. Sean contradicciones internas, sean que salten las caras más aberrantes. Ambas se produjeron. El Córdobazo y el Aramburazo lo hicieron posible. Montoneros no hizo otra cosa que aceptar el desafío al que nos convocaba el período histórico que vivíamos.
El proyecto nacional, popular y revolucionario que levantó MONTONEROS a partir de la ejecución del fusilador de patriotas suponía un enfrentamiento, a todo o nada, con las clases dominantes y esto está íntimamente asociado a la PATRIA SOCIALISTA. El socialismo nacional que impulsaba Montoneros suponía una nueva sociedad sin explotadores ni explotados. Necesidad que, para nuestra patria, sigue tan vigente -o más aún a la luz del desarrollo que tuvo el capitalismo y el imperialismo en este siglo- como lo fue en ese momento.
Hoy, a 51 años de la gesta histórica de masas del Córdobazo y a medio siglo de la no menos histórica de Montoneros, los militantes de esa Organización, que sobrevivimos a la peor represión del siglo XX en Argentina y quienes hoy transitan por similares caminos emancipatorios seguramente deberemos hacer una síntesis acerca de los motivos que condujeron a la derrota de aquellas luchas y que hasta la fecha han impedido alcanzar los objetivos por los que dieron la vida millares de militantes populares. Siempre considerando la plena vigencia de las causas por las que luchamos y por las que seguiremos luchando desde los distintos lugares de construcción donde estamos para alcanzar los objetivos de la Revolución inconclusa.

PRIMERAS FIRMAS: Roberto Cirilo Perdía, Eduardo "Negro" Soares, Jorge Falcone, Carlos Martinez, Carlos Aznárez, Gustavo Franquet, Norman Briski, Eduardo "Vasco" Murua, Luis Buonomo, David Lanuscou, Pancho Langieri, Hugo Cánepa, Hortensia "Tenchi" Espinola, Fernando Saez, Lizzie Murphy, Beto Ledesma, Hugo Descalzo, Fernando Trices, Johnny Murphy, José Luis De Francisco, Marie Pasqale Chevance Bertin, Federico Giuliani, Susana Rearte, Rolando Zanetta, María Ines Firmenich, Jorge Lewinger, Luis Buonomo, Juan C. “Pipon” Giuliani, Juan Jose Del Giudice, Juan Manuel "Cacho" Musri, Miriam Di Marzio, Juan Martín Griffo, Daniel Sampaoli, Alejandro Ignaszewski, Andrea Tomaino, Julio Pomacusi, Carlos Malamati, Cecilia Bianchi, Juan José Del Gudici, Ana Rosa Ambrogi, Guillermo Caviasca
Fuente : Agencia Paco Urondo