Así lo
confirma la encuesta “Teletrabajo en la Argentina en contexto de aislamiento
social”, realizada por la Red Internacional de Educación para el Trabajo (RIET)
La encuesta Teletrabajo en
contextos de aislamiento social en Argentina, desarrollada por la Red
Internacional de Educación para el Trabajo (RIET) recopiló información sobre
los factores que inciden en la productividad en trabajadores de todo el país.
Este estudio se enfocó especialmente en aquellos aspectos que inciden en la
motivación, el planeamiento, el liderazgo, las habilidades blandas y descubrió
que el 63% desea seguir con la modalidad de home office cuando culmine la
cuarentena y que el 80% de las personas afirma estar teletrabajando, pero sólo
un 11% lo hacía antes de que comenzara el período de aislamiento.
“Desde el 20 de marzo, cuando
se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, el teletrabajo dejó
de ser una opción y se convirtió en una necesidad. Ante este escenario, las
organizaciones de diferentes sectores e industrias se vieron obligadas a actuar
rápidamente para encontrar alternativas que les permitieran continuar con sus
actividades sin perder productividad”, afirmó Santiago Fraga, investigador de
la RIET.
Perfil de encuestados
El 78% de las personas que
respondieron la encuesta residen en el Área Metropolitana de Buenos Aires
(AMBA), 32% en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y 46% en provincia de Buenos
Aires. El mayor porcentaje corresponde a personas de entre 24 y 39 años (62%),
seguido por los de 40 a
55 años (24%). En cuanto al sector en el que se desempeñan, el 67% trabaja en
el sector privado y el 33% restante en el sector público.
El perfil más representado en
la encuesta corresponde al sector profesional o no profesional de apoyo (46%),
seguidos por aquellos que ocupan cargos de jefes, supervisores o responsables
de proyectos (25%), trabajadores independientes y/o cooperativos (14%), alta
gerencia (4%), y directores o gerentes (11%).
Según los datos de la
encuesta, el 80% de las personas afirma estar teletrabajando, pero sólo un 11%
lo hacía antes de que comenzara el período de aislamiento. Entre los
principales motivos por los cuáles no están teletrabajando se debe a que no es
posible realizar sus tareas a distancia.
Habilidades para teletrabajar
Un aspecto crucial en este
cambio de hábitos laborales es la planificación de tareas y actividades de los
colaboradores. Los encuestados afirmaron que sus tareas se establecen
diariamente (47%) o semanalmente (27%). La planificación mensual o trimestral
se evidencia en menor medida, aunque este dato puede estar sujeto a que los
cambios son recientes.
En este sentido, es
importante cómo entran en juego diferentes habilidades blandas que permiten
abordar las tareas y los ajustes constantes que provoca la adecuación a esta
modalidad. La mayoría de las personas se auto perciben con capacidad para
coordinar el trabajo con otros (18%) y de demostrar flexibilidad ante cambios
inesperados (17%). Por el contrario, casi no se reconocen en el ejercicio de la
inteligencia emocional (5%) y de las habilidades de negociación (2%).
Otro de los factores que
inciden en la productividad es cómo los jefes despliegan estrategias para que
sus equipos puedan teletrabajar de manera eficiente. Entre las habilidades más
valoradas en este contexto, la principal ha sido que los jefes confían en las
personas y el equipo (18%), seguido por que su capacidad de ser flexible (14%)
y cercano a sus colaboradores (12%).
¿El teletrabajo llegó para quedarse?
De las personas que están
teletrabajando a causa del contexto de aislamiento social, el 63% desea seguir
con esta modalidad al finalizar el mismo. Entre los principales argumentos, se
afirma que el teletrabajo les permite aumentar su productividad (35%) y ahorrar
tiempo de viaje (29%). No obstante, el 50% afirmó que le gustaría teletrabajar
sólo 2 veces por semana, seguido de quienes preferirían hacerlo 3 y 4 veces por
semana 33%.
En contraposición, el 37% que
no desea seguir trabajando en esta modalidad, en donde un 25% de la muestra
señaló que no les gusta que su actividad personal y laboral se desarrollen en
un mismo espacio físico y que se les dificulta la integración y colaboración
con el equipo de trabajo (19%). Además, el 10% afirma que es menos productivo.
“En un país caracterizado por
la falta de experiencia previa y la ausencia de infraestructuras sólidas, uno
de los principales desafíos de las organizaciones que apuestan al teletrabajo
es mantener y garantizar la productividad. Los resultados de esta encuesta nos
muestran que la planificación, acompañada de cierta flexibilidad, es un factor
crucial para generar un clima de colaboración y confianza que incide
directamente en la motivación de los trabajadores”, concluyó Fraga.
RIET es una entidad
comprometida en consolidar el vínculo entre la educación y el trabajo a escala
global. Conformada por centros de formación, universidades y organizaciones de
la sociedad civil de todo el mundo, promueve acciones orientadas a fortalecer
experiencias educativas que se aplican en el ámbito laboral.
En diálogo con Infobae, el
investigador de la RIET Santiago Fraga, describió el sondeo, dio su visión
respecto a por qué considera que el teletrabajo tiene tan buena aceptación
entre las personas y se refirió al futuro del empleo:
-¿Por qué se realizó el estudio? ¿Qué se buscó con
este sondeo?
-El estudio forma parte de
una serie de investigaciones sobre el futuro del trabajo en Argentina, que
comenzaron antes de la pandemia. En este sentido, el teletrabajo forma parte de
estos temas, del mismo modo que la inteligencia artificial, la automatización
de procesos, la robótica, la cultura laboral, entre otros.
La encuesta se hizo con el
propósito de indagar sobre la adopción y valoración del teletrabajo en
contextos de pandemia y otras cuestiones asociadas. Por ejemplo, la valoración
de capacidades propias frente al teletrabajo, el deseo de continuar después,
las habilidades que valoran sus jefes en estos momentos.
El muestreo es representativo
del nivel nacional, de diferentes sectores productivos y sociales. No incluye
personas que no estén trabajando.
-¿Por qué cree que las personas quieren seguir bajo la
modalidad teletrabajo luego de la pandemia?
-Los empleados expresan dos
principales razones para continuar teletrabajando. En primer lugar, sostienen
que ven un aumento de su propia productividad, lo que podría ser congruente con
el mejor aprovechamiento del tiempo y objetivos en las reuniones virtuales; y
la ausencia de interrupciones imprevistas. Algunos estudios previos aportan
cierta evidencia de relación entre estos aspectos y la productividad.
Si bien una amplia mayoría se
manifiesta a favor, es importante señalar que en el grupo pequeño de los
reticentes se destacan los más jóvenes (18/ 23 años).
La segunda razón para fundar
su deseo de continuidad, desde la mirada de los empleados, radica en el ahorro
en tiempo de viaje y/o el ahorro del dinero asociado a ese viaje. Aquí existe
una amplia división entre estos dos aspectos respecto de la jerarquía salarial.
Las personas de mejor salario focalizan en tiempo, las personas de menor
salario focalizan en dinero.
En todos los casos, cabe
señalar que el deseo de la amplia mayoría de reemplazar parcialmente la jornada
laboral por teletrabajo (83%), contrasta con la contundente minoría del
reemplazo completo de la jornada laboral (7%).
-¿Qué beneficios y riesgos podrían correr las empresas
con la implementación del teletrabajo?
-En un país caracterizado por
la falta de experiencia previa (sólo 7% teletrabajaba en 2017) y la ausencia de
infraestructuras sólidas (40% de hogares sin internet fija), uno de los
principales desafíos de las organizaciones que apuestan al teletrabajo es dar
lugar a una nueva cultura laboral que permita expandir la productividad. En
este sentido, los aspectos que adquieren mayor relevancia son la gestión y la
planificación del teletrabajo.
-Considerando estos
elementos, los mayores beneficios desde la perspectiva de las empresas están
asociados a la posibilidad de aumentar la productividad al enfocar en
resultados, adaptarse mejor a las expectativas de los empleados respecto del
uso del tiempo, reducir costos y gastos asociados al espacio, capitalizar
propiedades, reconvertir ese ahorro en mejoras salariales o programas de
incentivos, reducir los tiempos de las reuniones y las interrupciones
imprevistas, entre muchos otros.
-El teletrabajo abre un mundo
de posibilidades y los riesgos son mínimos respecto de los beneficios, siempre
con la preparación correcta. En efecto para aprovechar la oportunidad es
necesario asesorarse adecuadamente y tomar decisiones sobre datos y
experiencias. En particular, en cómo y qué es posible y deseable transformar en
teletrabajo.
-Junto con esto, el país ya
debería haber alentado un marco regulatorio acorde a esta realidad. Existe la
Ley 25.800 de “trabajo a domicilio” de 2003 que es una adhesión a un Convenio
de la OIT (Organización Mundial del Trabajo) pero resulta a todas luces
desactualizada e insuficiente para el contexto actual.
-¿Tiene directa relación con los empleos del futuro?
-El teletrabajo sólo está
empezando. Muchas actividades que hoy sólo se imaginan como presenciales, serán
transformadas. No es una suposición, esto ya está ocurriendo: cirujanos que
operan a la distancia, trabajos de riesgo que son realizados por robots
teledirigidos, reuniones de fortalecimiento de las relaciones de un grupo
laboral por aplicaciones de conferencias virtuales, el uso de drones para
siembra, riego y desinfección en campos, niñeras remotas. El futuro ya está aquí,
sólo que está distribuido de forma desigual.
-¿Se trata de una transformación cultural?
-El teletrabajo bien
aprovechado, puede impulsar una transformación cultural como así también formar
parte de ella. La agenda del futuro se ha anticipado como resultado de esta
crisis, necesitamos repensar la industria, la fuerza de trabajo y la cultura
laboral. En una crisis de esta magnitud, los argentinos no tenemos margen para
repetir errores respecto de profesionalismo, equidad y consenso.
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