Mostrando las entradas con la etiqueta Julio Piumato. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Julio Piumato. Mostrar todas las entradas

domingo, 27 de septiembre de 2020

A 90 años de la creación de la Confederación General del Trabajo ***

 


Un recorrido por la historia de esta emblemática organización que es también la historia de la conquista de derechos laborales y sociales. Una fecha para recordar que el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional nos señala el camino

El 27 de septiembre de 1930, a sólo tres semanas del golpe militar que derrocó al gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen, intuyendo lo que esa dictadura traía bajo el brazo para los trabajadores y en el marco de la Gran Depresión Mundial, las distintas corrientes de trabajadores, que respondían a las ideologías e internacionales vigentes en el mundo -anarquistas, socialistas, comunistas-, decidieron su unificación, dando origen a la CGT.

Corriendo el año 1943, la CGT sufriría una división en CGT 1 y CGT 2. Pero algo mucho más trascendente estaba en ciernes. El proceso de industrialización que se dio en la Argentina como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, ante la necesidad de sustituir los productos que dejaron de importarse por efecto de la conflagración internacional, produjo un crecimiento abrumador del número de trabajadores industriales con el consiguiente auge de la afiliación y crecimiento de las organizaciones sindicales.

Ese cambio social fue percibido por Juan Domingo Perón, que por entonces ocupaba estratégicamente la Secretaría de Trabajo y Previsión. Desde ese lugar impulsó el otorgamiento de derechos harto reclamados por los trabajadores durante décadas. La comunicación con las dirigencias obreras era permanente, algo inédito hasta entonces en la vida institucional. Ese crecimiento social preocupó a poderosos intereses, por lo que desde sectores del propio gobierno se presionó para desplazar a Perón. No sólo lo sacaron, sino que lo detuvieron, el 9 de Octubre de 1945.

La reacción popular no se hizo esperar y el 17 de octubre significó una bisagra fundamental en la historia argentina. Los trabajadores organizados en sindicatos, federaciones y en la CGT dejaron de ser meros espectadores de la realidad nacional y se convirtieron en protagonistas políticos de la Argentina. Hay quienes afirman, criterio que comparto, que los trabajadores ese 17 de octubre dieron nacimiento al Peronismo y eligieron a Perón como conductor de ese Proyecto de Nación que él les venía inculcando.

A partir de entonces, la CGT como central única y el sindicato único por rama constituirían la base del modelo sindical argentino y, por ende, el fundamento y garante de la instauración y vigencia de los derechos laborales y sociales de los trabajadores argentinos. La CGT tuvo activa participación en la elaboración de los planes quinquenales y el avance en la dignificación de los trabajadores se extendió a la infancia, a la familia y a los ancianos. El país se desarrollaba armónicamente a la par que aumentaba el bienestar de todos los argentinos.

En 1947 se dictan los derechos del trabajador y Perón transforma a la CGT en custodia futura de los mismos, responsabilidad que ha cumplido en mayor o menor medida de acuerdo a las distintas coyunturas y condicionamientos.

En 1951 la CGT impulsó sin éxito a Evita como vicepresidente de la Nación; con ella los trabajadores mantenían una relación privilegiada. Entre los inconmensurables gestos de Eva Perón hacia los trabajadores, está la donación a la CGT del edificio de la calle Azopardo -su sede desde entonces- que era propiedad de la Fundación. Y tal vez el hecho más importante: que ella eligiera compartir la Eternidad junto a los trabajadores, razón por la que en CGT fue depositado el féretro con sus restos, donde descansaron hasta que fueron secuestrados por la Fusiladora en 1955.

La emergencia de la sequía bianual que soportó el país, encontró a la CGT participando activamente junto a la CGE del Congreso de la Productividad, que, en 1953 reordenó equitativamente la economía y la salida de la crisis.

Pero también serán los trabajadores los que pagarán con sangre su compromiso con el Gobierno que los había dignificado y hecho protagonistas de la vida nacional. Los atentados terroristas de abril de 1953: las bombas en el subte de Plaza de Mayo que dejaron numerosos muertos -si hubieran explotado todas las plantadas, el saldo hubiera sido inmensamente mayor- y el bombardeo a la Plaza de Mayo y a la CGT, el 16 de junio de 1955 que dejó centenares de muertos, marcaron la llegada de la violencia política al país. A eso se suma, en septiembre de 1955 el bombardeo de la flota naval a la ciudad de Mar del Plata y la amenaza de extenderlo a La Plata y Buenos Aires, con la participación de potencias extranjeras que aprovisionaron a la flota golpista en alta Mar, lo que determinó la decisión de Perón de abandonar el país, para evitar una guerra civil.

Instaurada la dictadura, como en todas las que siguieron, la CGT fue intervenida y también la mayoría de los sindicatos, al tiempo que sus dirigentes eran encarcelados. En los 18 años que siguieron de proscripción del Peronismo, la CGT y los trabajadores lucharon junto con todo el Peronismo por el regreso del General Perón, que no era ni más ni menos que la voluntad mayoritaria de los argentinos. La CGT en ese período impulsó sus Programas Históricos, que representaban el modelo de país que reivindicaban los trabajadores: La Falda (1957) y Huerta Grande (1962), antecedentes de los 26 Puntos de la CGT de 1986 y de los 21 Puntos de la CGT de octubre de 2012.

Durante esos años se intercalaron gobiernos débiles, surgidos de las proscripciones al peronismo, impuestas por el poder militar y las dictaduras. La Argentina detuvo su desarrollo económico y social y se deterioró el nivel de vida de los ciudadanos por aplicación de políticas liberales. En ese período la CGT supo de divisiones surgidas por la posición frente a los gobiernos de turno que debilitaron y, hasta se podría decir que retrasaron el regreso de Perón a la Patria. Fue a partir de la asunción de José Ignacio Rucci como secretario General que se fortaleció la lucha por el retorno del General.

Con el regreso de Perón en 1972, la CGT volvió a estar unida y fue protagonista del Gobierno surgido de elecciones libres. La participación en el Plan Trienal y la firma del Pacto Social con el sector empresario fueron clara expresión del diálogo tripartito en la más alta esfera de decisión de los destinos de la Nación.

No es casual que con una CGT unida y un Gobierno que recuperó el control del ahorro nacional (a través de la nacionalización de los depósitos y las reformas a la Carta Orgánica del Banco Central), y avanzó hacia un mayor control del comercio exterior (garantizando precio sostén a los productores y sacando provecho de las exportaciones para que ese beneficio motorizara el desarrollo nacional), en poco más de un año, la participación de los asalariados en la renta nacional, pasara del 31 al 47% y el salario real a fines de 1974 alcanzara el nivel más alto en la historia Argentina (hoy estamos a años luz de acercarnos a él). Tampoco que se sancionara la ley 20.744 de Contrato de Trabajo, ejemplo mundial, entonces, en la protección de los derechos del traajador.

El magnicidio del Secretario General de la CGT José Ignacio Rucci a sólo 2 días del triunfo de la fórmula Perón-Perón fue, además de un acto de terrorismo, un golpe a Perón y, con ello, a las esperanzas del Pueblo argentino de afianzar el camino hacia la concreción del Proyecto Nacional.

El enfrentamiento entre facciones extremas del movimiento tiñó el panorama político y ocultó el verdadero boicot, que fue el llevado adelante por los sectores más concentrados y transnacionales que, con la complicidad de potencias extranjeras, aislaron a la Argentina en Sudamérica y buscaron neutralizar todas las medidas económicas tomadas por el Gobierno de Perón (hechos que él mismo denunciara en el discurso de la mañana del 12 de junio de 1974) y luego de su muerte, por el de Isabel Perón.

En esas horas aciagas, la CGT fue sostén del orden constitucional y de Isabel Perón, aunque a partir de la muerte del General en 1974, la suerte del Gobierno estaba echada. Al fracasar el intento de hacer renunciar a Isabel a la Presidencia (la licencia forzada en 1975), los militares precipitaron la decisión del Golpe que dieron el 24 de marzo de 1976.

No fue un golpe más. Esa dictadura genocida pretendió destruir la Argentina con que San Martín soñó y que había realizado Perón. Por eso el Plan Martínez de Hoz incentivó el saqueo del país, el endeudamiento externo y, para ese fin ejecutó la sangrienta persecución al movimiento obrero organizado. Prohibida la CGT, intervenidos los sindicatos, los trabajadores organizados llevaron adelante una heroica resistencia y ofrendaron en la lucha por la recuperación de la democracia, la mayor parte de las víctimas de esa brutal represión: muertos, desaparecidos, encarcelados, torturados, cesanteados, ya sean dirigentes, delegados o militantes. Toda esa barbarie no detuvo la resistencia que se expresó en miles de medidas de fuerza a lo largo de todo el oscuro período. Al tiempo del resonante Paro General del 27 de abril de 1979, ya se habían contabilizado más de 260 actos de resistencia sindical (paro de gremios, de empresas, de regionales de CGT, etc).

Desde entonces se incrementó la lucha, fracasando los intentos de la dictadura de “inventar” una dirigencia sindical amiga. La CGT recuperada, bajo la conducción de Saúl Ubaldini fue el estandarte de la última etapa de esa Resistencia y puente para el regreso a la democracia.

La vuelta a la democracia en 1983 devolvió a los argentinos los derechos civiles y políticos. Pero a los trabajadores no se les devolvió ninguno de los derechos conculcados por la dictadura. Es más, el gobierno constitucional de Alfonsín, tal vez condicionado por las debilidades de la reinstauración democrática y las imposiciones de poderes transnacionales (las mismas que lo llevaron a convalidar una deuda externa fraudulenta a poco de intentar un club de deudores para impugnarla), pretendió atacar al modelo sindical argentino, como si los trabajadores organizados fueran los causantes de los problemas del país. Ese fracaso legislativo, posible porque el movimiento sindical tenía un importante representación parlamentaria, tuvo consecuencias importantes: enfrentó al Gobierno con el movimiento sindical (con la CGT) innecesariamente, cuando ambos deberían haber estado asociados en la reconstrucción del país. También definió el nuevo esquema parlamentario argentino futuro: la representación sindical iría disminuyendo hasta ser hoy meramente testimonial, incluso, en la expresión electoral del movimiento peronista. Sin que esa disminución haya mejorado la realidad del país sino todo lo contrario.

La fractura de la CGT generada al asumir el gobierno de Carlos Menem aceleró el debilitamiento del movimiento sindical, y el vaivén entre sus reunificaciones y sus fracturas definen a las claras la situación actual. La Argentina no ha podido recuperar los niveles de justicia social, los trabajadores activos y pasivos han ido perdiendo paso a paso derechos y, el número de excluidos por la sociedad del “descarte” crece angustiosamente. Las divisiones en el sindicalismo evidencian por un lado el accionar de los poderes constituidos y sus gerentes locales que buscan atentar contra el modelo sindical y debilitar la protección de los trabajadores. Pero también desnuda un fenómeno que se percibe en todo el espectro dirigencial argentino, pero que duele más que se dé en lo sindical: las apetencias personales. En el pasado, nadie osaba, por más diferencias que tuviera con sus conducciones, crear y dividir a sus gremios (un ejemplo fue el dirigente clasista de Luz y Fuerza Córdoba, Agustín Tosco, crítico de la conducción de su Federación pero que jamás intentó dividir a la misma).

A partir de los 90 el “divide y reinarás” de los romanos, caló hondo en muchos dirigentes que pensando (o no) que lo hacían en defensa de sus trabajadores terminaban siendo funcionales a los poderes políticos y económicos que buscaban medrar con los derechos de los mismos. Con la CGT pasa algo parecido. Todos hablan de unidad y pocos trabajan para lograrla. Muchos repiten el apotegma primero la Patria, pero primero piensan en sí mismos.

Hoy es difícil encontrar algún trabajador que no reclame esa unidad, imbuidos no sólo de una experiencia histórica sino de la sabiduría criolla de “si entre hermanos se pelean, los devoran los de afuera”.

Este es un momento crucial para la Patria. Perón nos enseñó en 1946 que las crisis mundiales eran oportunidades si entendíamos al mundo que teníamos enfrente y veíamos qué papel podía jugar en él nuestro país. El Papa Francisco nos acaba de recordar en su mensaje a la ONU que “de las crisis se sale mejor o, se sale peor”. Hace falta patriotismo en los dirigentes y conductas ejemplares.

Perón el 17 de Octubre de 1945 señalaba el camino cuando nos decía “Únanse trabajadores porque detrás de la unidad del movimiento obrero, construiremos la unidad de todo el Pueblo Argentino”. Hoy con más de 40% de pobres, con tantos desocupados y precarizados, en una Patria saqueada donde los que más ganan son los que especulan , no queda sino reclamar actitudes patrióticas a los dirigentes.

El camino debe ser uno: la UNIDAD para defender a los trabajadores, para crear trabajo, para recuperar el bienestar de las familias, para unir a los argentinos, para no resignarnos, para saber que la sangre que ofrendaron Rucci y tantos mártires no fue en vano y recordar que el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional nos señala el camino.

Compañeras y compañeros: ¡ 90 años cumple la CGT! hagamos honor a su historia. ¡Los trabajadores y la Patria nos lo demandan!

*** Por Julio Piumato: Secretario General de la Unión de Empleados de la Justicia de la Nación y Secretario de DDHH de la CGT


miércoles, 8 de agosto de 2012

Comunicado de la CGT - Hoy comienza Juicio por asesinato de Mariano Ferreyra


  Hoy comienza Juicio por asesinato de Mariano Ferreyra 

     PEDIMOS JUSTICIA PARA LOS ASESINOS   Y JUSTICIA PARA LOS TRABAJADORES TERCERIZADOS


Hoy comienza el Juicio por el crimen de Mariano Ferreyra, quien fue asesinado en el año 2010 mientras se solidarizaba con la lucha de los tercerizados del ferrocarril Roca, explotados como la mayoría de los centenares de miles de trabajadores tercerizados tanto en el Estado (Nacional, Provincial y Municipal) como en la actividad privada.

            El reclamo de Justicia y castigo a sus asesinos va acompañado de la demanda de poner fin a la explotación que padecen los trabajadores en esa condición.

            Es oportuno recordar que esa situación de explotación nace en la dictadura militar cuando se modifica por la fuerza el art. 30 de la Ley de Contrato de Trabajo sancionada en septiembre de 1974 y cuya elaboración dirigió el Dr. Norberto Centeno, luego desaparecido en Mar del Plata durante la dictadura, bajo la directa tutela del General Juan Domingo Perón.

            Sin embargo, como pasó con tantos otros derechos cercenados a los trabajadores en esa funesta época, el retorno a la democracia no volvió las cosas a la normalidad.

            El Juzgamiento de los genocidas, que pone fin a la impunidad de los que desarrollaron el Terrorismo de Estado, no resulta suficiente mientras permanezcan vigentes las normas que los dictadores implementaron para debilitar a las organizaciones sindicales y permitir la explotación de los trabajadores. Este es el caso de las tercerizaciones y sub contrataciones, que a pesar de los 29 años de recuperación de la democracia siguen vigente y a su amparo se explota a los trabajadores tal como fue la intención de la dictadura cívico militar.

            Desde el año 2009 que el Congreso Nacional tiene proyectos para modificar la norma dictatorial y volver al sistema del art.30 de  la 20.744 original que amparaba los derechos de los trabajadores, impidiendo su explotación y merma de sus derechos.

            Fue precisamente la Confederación General del Trabajo, a través de un Proyecto de mi autoría acompañado de numerosos legisladores, que presentó Proyecto el 4 de Noviembre de 2009. La falta de interés de las sucesivas mayorías impidió que fuera sancionado antes que perdiera estado parlamentario el año pasado. Esto ni siquiera fue posible ni a partir del asesinato de Mariano Ferreyra que puso a las tercerizaciones y sus efectos violatorios a los DDHH  en el centro de la opinión pública.

            La CGT no se quedó quieta e insistió a través del Proyecto que impulsó el ahora diputado Facundo Moyano junto a otros compañeros legisladores.

            Quiera que la trascendencia de este juicio culmine con la sanción de sus asesinos al calor de un Juicio justo pero que también sirva para acabar con la norma que sirve para que los trabajadores tercerizados sean explotados tanto por el estado como por los empresarios inescrupulosos.

            Sólo así se habrá hecho Justicia

                                                                                                        
Buenos Aires, 6 de Agosto de 2012.                      



JULIO PIUMATO
SECRETARIO DE DERECHOS HUMANOS
C G T
                                 

martes, 14 de febrero de 2012

REPUDIO la CGT la REPRESION en BUENOS AIRES….


REPRESION EN BUENOS AIRES ALGO ESTA CAMBIANDO EN LA ARGENTINA?

Comunicado de Prensa

La CGT repudia la represión de que fueran víctima los veteranos de la Guerra de Malvinas que permanecieron movilizados en el Continente, quienes reclamaban por lo que consideran legítimos derechos que los asisten por la legislación internacional.

Sin entrar a considerar el fondo de la cuestión preocupa a la CGT este aparente cambio de política, antes patrimonio del Gobierno de CABA reprimiendo indigentes a través de la UCEP o a los manteros de Florida con la policía Metropolitana.

A las represiones a los trabajadores camioneros en Chubut, al pueblo catamarqueño que protestaba contra las minas a cielo abierto, ahora se suma este nuevo hecho reñido con el respeto a los Derechos Humanos y con las políticas implementadas por el Gobierno nacional desde el año 2003.

Por ello la CGT manifiesta su rechazo y su preocupación frente a una escalada que esperamos no sea un cambio en la política de persuasión y de respeto irrestricto a los Derechos Humanos que pretendemos siga siendo una política de estado.

Por ello, hacemos un llamado a las autoridades responsables para que retomen el ejercicio del diálogo social como fórmula de encauzar cualquier tipo de conflicto y despeje las dudas despertadas por estas acciones respecto a un cambio en la conducta del Estado en el tratamiento de los reclamos que formulen los trabajadores u otros sectores sociales en defensa de sus legítimos derechos

Buenos Aires febrero 14 de 2012



JULIO PIUMATO                                                                              HUGO MOYANO
SEC DERECHOS HUMANOS                                                  SECRETARIO GENERAL