Mostrando las entradas con la etiqueta villas y asentamientos. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta villas y asentamientos. Mostrar todas las entradas

martes, 13 de agosto de 2019

En 15 años se triplicó el número de villas en el conurbano bonaerense

Eran 385, según el censo de 2001; el gobierno de Vidal reveló que hay 1134 en la misma área.
Es una triste realidad: el número de villas y barrios de emergencia en el conurbano bonaerense aumentó casi tres veces en los últimos 15 años.
Los datos oficiales indican que en el censo de 2001, el año en que la Argentina sufrió una de sus peores crisis socioeconómicas, se contabilizaron 385 asentamientos en el conurbano bonaerense; en 2016, el gobierno de María Eugenia Vidal dio a conocer un nuevo relevamiento, que arrojó una cifra preocupante: hoy son 1134 las villas del conurbano, a las que se suman otras 451 en el interior bonaerense
Este crecimiento de villas y asentamientos se explica por varios factores, ligados a las carencias económicas y al fenómeno de las migraciones internas y desde países limítrofes. Son en buena medida personas que deciden radicarse en centros urbanos con la expectativa de mejorar su situación y tener un mejor acceso a las ciudades.
La Plata, con 129 barrios precarios; La Matanza, con 115; Almirante Brown, con 78; Lomas de Zamora, con 64, y Florencio Varela, con 66, son los distritos que más villas tienen. by 
Juntos, estos municipios, tienen casi la misma cantidad de asentamientos (452) que la totalidad de villas y barrios de emergencia que hay en el interior de la provincia.Los nuevos datos fueron difundidos por la Subsecretaría Social de Tierras, Urbanismo y Viviendas del gobierno provincial, a partir de los informes del Registro Público de Villas y Asentamientos.
"Es verdad que ha aumentado el número de villas significativamente desde 2001, y eso se debe a que durante mucho tiempo el Estado estuvo ausente. La gente no tuvo el acompañamiento de políticas habitacionales. Y se sabe que donde el Estado no planifica, es la realidad misma la que planifica y la informalidad avanza y te pasa por arriba", dijo a LA NACION el subsecretario de Tierras bonaerense, Francisco Echarren.
El funcionario es uno de los intendentes kirchneristas que Vidal sumó a sus filas. Desde hace 20 días está al frente del área de tierras y urbanismo de la provincia. Según explicó, "la idea es mostrar la foto en la que hoy se encuentra la provincia en materia de villas, asentamientos y barrios informales, para poder comenzar a planificar una solución".
El informe revela, además, que en la provincia hoy viven 419.401 familias en villas, asentamientos y barrios de emergencia. El dato no está desagregado por cantidad de personas en el conurbano, pero el censo de 2001 registró que en las villas del área vivían 638.657 personas.
Si bien algunos especialistas sostienen que la comparación de los datos del censo de 2001 con los nuevos registros provinciales podría ser arbitraria por la metodología utilizada y el universo medido, lo cierto es que las dos cifras son uno de los pocos parámetros oficiales para mostrar la evolución en números de la problemática habitacional que aqueja al Gran Buenos Aires.
Ante la falta de estadísticas oficiales, en los últimos quince años la evolución y el crecimiento de las villas bonaerenses fueron analizados por distintas instituciones, como la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) o la ONG Techo.
En 2006, la UNGS registró 819 villas y asentamientos en el conurbano y la Capital. Y reveló que allí vivían 1.144.500 personas, casi el doble de los 638.657 que registró el Censo de 2001. El trabajo fue compilado por la antropóloga María Cristina Cravino y publicado en 2008. Se menciona allí a San Martín (148), La Matanza (91) y Quilmes (48) como los distritos con más villas y asentamientos precarios del conurbano.
Los tres municipios también son mencionados en el nuevo estudio, difundido por la Subscretaría Social de Tierras, Urbanismo y Viviendas bonaerense. Pero ocupan ahora distintos puestos entre los 10 distritos con más villas. A los cinco distritos mencionados les siguen Quilmes, con 65 asentamientos; San Martín, con 55; Avellaneda, con 44; Esteban Echeverría, con 38, y Lanús, con 31.
La organización Techo también realizó dos estudios sobre villas, en 2013 y en 2015/2016. Pero fue un estudio que analizó la situación de la provincia de Buenos Aires en forma global y no hizo foco en las problemáticas de las villas del conurbano. "Entre un relevamiento y otro hemos constatado un crecimiento de 15% en la población de las villas. Creemos que una de las causas de este aumento es la falta de acceso al suelo que tienen las familias más vulnerables", dijo a LA NACION Florencia Yuccarino, directora de relevamiento de asentamientos de Techo.
Echarren coincidió con esta mirada y aseguró que, sumado a la falta de acceso al suelo, el aumento del trabajo durante estos 15 años generó migraciones internas a los núcleos más urbanos del conurbano. Y añadió que también se ve un crecimiento de villas en el interior de la provincia. "Algunas familias se han radicado en el interior, cosa que hace unos años no pasaba. Ahora se pueden ver asentamiento de emergencia muy cerca de pueblos dedicados a la producción agropecuaria, algo que antes era impensado", dijo.
Ante esta problemática habitacional, la Legislatura bonaerense aprobó a fin de año una ley que suspende por un año los desalojos en terrenos usurpados. La senadora Mónica Macha (FPV) explicó a LA NACION que la ley sólo alcanza a aquellos terrenos en los que hoy se levantan asentamientos. "Era necesario reforzar la protección a los sectores más vulnerables de nuestra provincia. Hicimos este proyecto, para poder modificar el artículo 70 de la ley, planteando que el Poder Judicial no actúe solo sino que, frente a una orden de desalojo, tenga que darle intervención al Poder Ejecutivo y, a la vez, que éste tenga una responsabilidad concreta a la hora de ponerse a trabajar con la situación de las familias", dijo la senadora kirchnerista.
Macha aseguró que el crecimiento de villas se dio en el marco puntual de malas adminitraciones y destacó los planes del kirchnerismo en materia habitacional. "En los 15 años desde la crisis de 2001 los únicos gobiernos que generaron planes para enfrentar el problema fueron el de Néstor y el de Cristina", sentenció.
En la Subsecretaría de Vivienda y Desarrollo Urbano de la Nación, a cargo de Ivan Kerr, indicaron que en provincia el último gobierno de Cristina dejó 29.000 viviendas sin terminar del Plan Federal. "Muchas estaban a medio construir y en otras casos figuraban como terminadas y apenas estaba los cimientos; nosotros las vamos a terminar", dijo la fuente.
Por: Jesús Cornejo / La Nacion 
      


viernes, 22 de noviembre de 2013

Dos Millones y Medio de VIDAS en la VILLA


Fuera de todo contrato social (para cuya firma nunca fueron consultados), incluidos en los guettos que el Estado ha pergeñado para el residual, colgados en el rincón de la declaración de los derechos humanos que habla de la “vivienda adecuada” -y enumera una serie de eufemismos ilusorios-, dos millones y medio de personas respiran, viven, desviven y mueren en más de 1800 villas y asentamientos urbanos en el país.

Dos millones y medio no figuran en los mapas, no tienen calles con nombres sino números escritos con brea, no los registran los GPS ni los centros de documentación rápida, no tienen luz sino cables colgados, no tienen gas sino garrafas cuando se puede, no tienen colectivos ni cloacas ni aire que entre por las ventanas ni ventanas ni obra social ni dentista que no arranque las muelas ni mamógrafo ni red para no envenenarse con el aire que respiran y el agua que toman.

Son 532.800 familias, según las contó la ONG Techo, en 1834 villas y asentamientos en Buenos Aires ciudad, provincia y los grandes centros urbanos del resto del país. Sólo en el conurbano (donde se apiñan 10 millones y medio de personas) están asentadas 624 villas con 1.200.000 habitantes. Y otras 56 en la capital federal, con 350.000 personas anónimas y hacinadas.

Difícilmente pueda experimentarse una inseguridad más pavorosa que la de no tener vivienda digna o adecuada, según pontifican los derechos humanos de la ONU, postulados que el mundo suele utilizar para envolver las cajas de la ayuda humanitaria que se arrojan desde el aire a Haití o Filipinas. O bien para colgarlos con marco dorado en el IVC porteño, en el Instituto de la Vivienda bonaerense o en el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios de la Nación.

Tr
es millones y medio de viviendas nuevas serían necesarios para destrabar el hacinamiento en los centros urbanos del país. Y quién sabe cuántos centenares de miles más para reemplazar a las casas inhabitables habitadas, a las que se les vuela el techo con el primer viento, a las inyectadas de humedad, a las puestas en medio de fábricas envenenadoras o a la vera de riachuelos tóxicos.


No sólo es tener un techo y cuatro paredes. Dicen los derechos que escribieron las Naciones Unidas, hechas Estado a partir del mismo contrato social que firman los ricos y poderosos y dejan al arbitrio de su hegemonía a los desgraciados del mundo. Dicen que no sólo es tener un techo. Sino “una seguridad jurídica de la tenencia”. (En las villas y asentamientos hay tenencia de hecho, ocupación de lo que se puede, para arriba o para el costado, sin defensa ante el desalojo o el hostigamiento). “Habitabilidad” (en las villas y asentamientos no hay espacio para toda la familia, los pibes se mudan a la esquina, en el invierno se cuela el frío por todas las hendijas, en el verano el sol hierve, cuando llueve el agua entra hasta las rodillas, cualquier tormenta se lleva el techo). “Disponibilidad de servicios, materiales, facilidades e infraestructura” (en las villas y asentamientos el agua está contaminada, no entran los colectivos ni las ambulancias, los pozos ciegos rebasan, las garrafas escasean y la inseguridad es absoluta: viene del transa, el policía, el chorro o el gendarme).

“Lugar: Una vivienda adecuada (…) no debe construirse en lugares contaminados ni en la proximidad inmediata de fuentes de contaminación” (las villas 21 y 24 sobreviven al borde del Riachuelo y gran parte de sus habitantes están envenenados con zinc, cromo, mercurio y plomo; algunas familias relocalizadas irán a vivir en departamentos a 36 metros del Riachuelo; Villa Inflamable sufre diariamente la agresión del Polo Petroquímico y sus chicos tienen plomo en sangre y respiran 17 metales pesados y gases; La Carcova está rodeada por las toneladas de basura del Ceamse, donde se vive, se come y se muere. Etcétera).

Más allá de la refutación del papiro declarativo ante el que el mundo desarrollado y civilizado se hinca, el desesperante déficit de viviendas crea una zona especulativa marginal que cobra 1500 pesos una habitación ciega en la 21-24 o una pieza en un conventillo de La Boca. O termina incendiando intencionalmente el conventillo para devastar un terreno con buena cotización inmobiliaria.

La villa y el asentamiento es una masa humana anónima, emplazada fuera del mundo que se planifica. Rodeada de gendarmes para que nadie salga. El estudio de la Fundación Techo determina que una de las carencias más graves es “la escasa accesibilidad de los vecinos a los servicios básicos”. Un 56 % habló del tema. Un 35% cree que lo peor es la inseguridad. Un 33 % se queja de la falta de pavimentación y alumbrado público. El 64% de los asentamientos se inunda cuando llueve, la mayoría tienen cerca un río, en uno de cada tres barriadas hubo un incendio por lo menos en los últimos seis meses. En muchos casos los bomberos no entran a apagar el fuego.

Dos millones y medio de personas viven, desviven y mueren en lunares sociales, en isletas arrancadas del cuerpo del Estado. Mientras el problema de la vivienda se agravó en la última década, el gobierno porteño va disminuyendo nominal y gradualmente el presupuesto del IVC. Para 2014 se prevé un 19% menos. Si se cuentan las subejecuciones, a las viviendas sociales se les asignan migajas. La Nación, por su parte, suele generar planes estratégicamente colocados en años electorales, con cumplimientos atados a la pertenencia de los poderes territoriales y/o a lo que surja de las urnas.

Medio millón de familias de todo el país vive un presente en desasosiego y el futuro no va más allá del despertar de mañana. La degradación en las condiciones de vida deshumaniza y pone en riesgo el suelo que se pisa. La favelización, el crimen organizado que encuentra el anonimato donde enquistarse y el tránsito de la droga como una herramienta de exterminio torna inseguro el abordaje de cada día. Y los chicos (esa hierba entre el escombro, esa esperanza terca que no se resigna) quedan en medio de las guerras ajenas. A muchos los matan las balas perdidas, el hambre, el paco, el abandono. Pero hay otros que se aferran, pertinaces, al amanecer. Aunque apenas sea una luciérnaga.

Fuentes: Informe Fundación Techo. Defensoría del Pueblo porteña. Centro de Investigación y Gestión de la Economía Solidaria. Diario La Nación. Diario Página 12.

Por: Silvana Melo (APE)