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sábado, 30 de abril de 2022

El Ministro de Trabajo que vivía en un barrio obrero, a metros de una villa, y reunía allí su gabinete ##

"No sé por qué estuve detenido. Algún día habrá justicia con mis carceleros", dijo RICARDO OTERO, cuando fue liberado por la dictadura que lo encarceló en marzo de 1976. Él sabía muy bien por qué, pero su comentario apuntaba a poner en evidencia la falsedad del argumento usado por el régimen para perseguir a todos los dirigentes peronistas: la supuesta corrupción, la misma por la cual enjuiciaron dos veces a Isabel Perón.

Un recorrido por la vida de este dirigente sindical basta para entender por qué fue a prisión en 1976. Las mismas razones que ya lo habían llevado a la cárcel en 1955.

Ricardo Otero nació en 1922 y comenzó su carrera gremial a los 18 años como delegado general de la Industria Juvena y, muy pronto, a los 24, ya conducía el sindicato del calzado, lugar que ocupó durante los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón. Después del golpe militar de 1955, el sindicato fue intervenido y Otero, encarcelado. Sería la primera de la larga serie de privaciones de su libertad que padecería en adelante. Lo trasladaron a un barco de la Marina de Guerra, luego a Río Gallegos, y de allí deambuló por varias cárceles del país hasta que fue liberado en 1956. Se encontró entonces en una situación económica muy precaria. Comenzó a trabajar como operario metalúrgico en la empresa de envases Centenera, donde fue elegido delegado. Allí entró en contacto con Augusto Vandor, Lorenzo Miguel, Armando Cabo y José Rucci y se sumó junto a ellos a la Resistencia peronista

En 1959, el gobierno de Arturo Frondizi derogó el decreto 4161 que impedía ocupar cualquier cargo político o gremial a las personas que habían sido perseguidas por la Revolución Libertadora. Esto permitió que fuera elegido colaborador de la secretaría de Pompeya de la Unión Obrera Metalúrgica UOM de la Capital y que, al año siguiente, llegara a ser directivo de la entidad. Vandor lo designó secretario de Organización, cargo que ocupó hasta el asesinato del dirigente en 1969. "Mi viejo se volvió canoso después de la muerte de Vandor. Tenía devoción por él", recuerda su hijo Alejandro.

Por estos años, el movimiento obrero peronista vivía su mejor momento porque había recuperado la mayoría de los sindicatos, y fue en ese contexto que se constituyeron las 62 Organizaciones, de las que Otero también participó. En 1970, Lorenzo Miguel fue elegido secretario nacional de la UOM y optó por Otero como su adjunto para la seccional Capital. Ese fue su gran salto en la carrera sindical ya que pasó a representar a casi 100 mil obreros.

Debido a su ascendente carrera gremial, y de la mano de las 62 Organizaciones y la CGT que sugirieron su nombre a Cámpora y Perón, Otero llegó al Ministerio de Trabajo el 25 de mayo de 1973. A pesar de ejercer esta importante función, nunca dejó el barrio obrero en el que llevaba una vida humilde y austera. Situado en Valentin Alsina y a menos de 50 metros de una villa miseria que aún existe, fue construido durante el segundo gobierno de Perón. El ex ministro adquirió su casa en 1952 y le fue adjudicada por Evita. Otero nunca se olvidó de sus vecinos e hizo reformas destacables en el lugar. Una de ellas fue asfaltar el barrio gracias a las gestiones ante el gobernador Victorio Calabró, también surgido del gremio metalúrgico.

OTERO, NUEVO MINISTRO DE TRABAJO

Otero llegó al ministerio y, luego, cuando Perón asumió la presidencia, el 12 de octubre de 1973, fue ratificado en el cargo. El General le tenía una gran estima y la familia Otero fue en reiteradas oportunidades a la residencia de Perón en la calle Gaspar Campos.

Durante su gestión, Otero, junto a su gran equipo, en el que trabajaba el doctor Julio Chavarría, alcanzaron importantes logros. Bajo su administración se promulgó la Ley Integral de Contrato de Trabajo Nº 20.744 y se promulgaron los convenios colectivos de trabajo más modernos de la época, con grandes beneficios para los obreros, muchos de los cuales siguen en vigencia.

Siempre mantuvo su lealtad con los trabajadores, sin dejarse llevar por las presiones del empresariado. "Fue en persona a abrir los depósitos de Molinos Río de la Plata, al tener información de que la empresa estaba guardando la mercadería y generando desabastecimiento", recuerda su hijo Alejandro. Ni siquiera sus problemas de salud impidieron que continuara al frente del Ministerio.

Un infarto en julio de 1974, diez días después de la muerte de Perón, lo obligó a guardar reposo y entonces trasladó todo el equipo a su casa para no dejar de trabajar. Por allí pasaron Lorenzo Miguel, Manuel Quindimil, Jorge Taiana (padre) y ex compañeros de la fábrica Centenera. "Era un ministro de Trabajo que se ponía frente al conflicto y siempre ganaba el gremio", dice su hijo.

El 2 junio de 1975, Celestino Rodrigo asumió como ministro de Economía. El nuevo funcionario no quería homologar paritarias libres sino imponerlas por decreto. Disconforme con las medidas, el 29 de junio Ricardo Otero presentó su renuncia "por razones de salud". Antes de irse, le dijo a la presidente Isabel Perón: "Señora, cuídese porque en 6 meses nos hacen el golpe, y yo no borro con el codo lo que firmo con la mano". Luego de dejar el Ministerio, volvió al barrio de siempre, con el mismo patrimonio con el que ingresó. En 1988, en uno de sus viajes a la Argentina, Isabel se reencontró con Otero y con gran emoción le dijo: "Ricardo, cuánta razón tenías".

EL GOLPE MILITAR DE 1976

El 24 de marzo de 1976, Otero esperaba en su casa con un revólver 38 y su mujer, María Teresa, con un 32. El ex ministro ya sabía lo que ocurriría. La Fuerza Aérea lo detuvo, no sin antes romper el busto de Evita que se encontraba en el jardín de su casa, un hecho muy doloroso y recordado por la familia Otero. "Después de dejar el ministerio, mi viejo decía 'ya estábamos jugados'. Él sabía lo que se venía".

Lo trasladaron al barco de los 33 orientales junto a Lorenzo Miguel, Carlos Menem, Julio González, Osvaldo Papaleo y Rogelio Papagno, y luego estuvo en prisión domiciliaria por un año y medio más. Las paradojas del destino hicieron que los carceleros fueran los mismos que lo habían cuidado como custodios en su casa mientras era ministro. Gracias a eso, tuvo el "privilegio" de ir al cementerio una vez por mes a visitar a uno de sus hijos, fallecido en un accidente de tránsito.

Poco antes de morir, el ex ministro de Trabajo dejó su casa en el barrio en el que creció y se mudó a un humilde departamento en un edificio de José C. Paz. Murió el 22 de agosto de 1992 y fue despedido en el cementerio de Lanús por sus compañeros, los de siempre: Ubaldini, Lorenzo Miguel, Alberto Onetto y tantos más. Dejó un importante legado a los trabajadores y a su familia. Su nieto Lucas siguió sus pasos y fue delegado metalúrgico de la seccional Avellaneda en la empresa Siam.

Hoy es más que nunca necesario recordar a figuras como la de Ricardo Otero, un dirigente que, cuando le tocó ocupar lugares importantes de decisión, siempre puso por delante los intereses del pueblo y nunca su beneficio personal.

## Facundo Giampaolo /Infobae

Fuente: Grupo Telefónicos en Facebook

lunes, 30 de agosto de 2021

JOSÉ ESPEJO, el secretario de la CGT amigo de Evita que volvió al llano como un trabajador más

 


70 años atrás, tuvo un papel destacado en el Cabildo Abierto que promovió la candidatura de Eva Duarte a la vicepresidencia. Un año después, dejó su cargo: estuvo preso, se fugó a Chile y acabó sus días vendiendo café y galletitas para subsistir

En contraste con el poder que tuvo mientras dirigía la Confederación General del Trabajo, los últimos años de José Espejo, uno de los grandes impulsores de la candidatura de Evita a la vicepresidencia, transcurrieron en el llano. Más allá de los cargos que ocupó, el dirigente gremial se destacó por haber sido el hombre de confianza de Eva Duarte de Perón.

Espejo inició su tarea gremial en la fábrica de galletitas Bagley, donde se desempeñó como delegado y, después de pasar por algunas funciones en el gremio, por recomendación del secretario de Alimentación Raúl Costa, llegó a entablar un vínculo muy cercano con Eva Perón. “Mi abuelo fue aceptado por Evita, fue ella su primera impulsora. Su relación era de mucha confianza”, relata su nieto Damián Ferraris. Con este apoyo indispensable, y con el aval del resto de los sindicalistas, Espejo asumió como secretario general de la CGT en 1947.

Su relación con Evita

Evita y Espejo forjaron un vínculo muy leal y de confianza tanto en la actividad social como en lo personal. En este sentido, Ferraris desmiente la versión que se muestra del sindicalista en la película “Eva Perón: la verdadera historia”: “Está mi abuelo aplaudiendo como un obsecuente y me da bronca porque no era así”, aclara.

El vínculo también se reflejaba en el plano personal y hasta familiar ya que la esposa de Perón fue una de las invitadas más especiales en el casamiento de Espejo con Beatriz Beverati, también muy querida por Evita. “Antes mi abuelo tenía otra mujer que no le caía bien a Evita y creo que eso influyó bastante en que no siguiera esa relación”, cuenta su nieto y agrega: “Con mi abuela hubo un buen sentimiento”.

Ferraris destaca cómo era el trato de Eva con los sindicalistas. “Cuando veía que alguno estaba pasando por arriba de sus ingresos o sus posibilidades, que alguno tenía más plata que la que tenían que tener, lo encaraba y le decía, ‘explicame, ¿en qué andás? ¿cómo hiciste para tener esto?’”

Los últimos años de Espejo

Ferraris relata que Evita le dijo a su abuelo que se fuera porque toda la vida lo iban a perseguir por haber estado tan cerca de ella. Y así fue. José Espejo renunció a su cargo en la CGT al año siguiente de la muerte de Eva Perón, se compró un camión y hasta 1955 vendió vinos, lejos del primer plano y de la exposición que había tenido durante sus años al frente de la Confederación General del Trabajo. Mi abuelo decía que había terminado su cargo y volvía a ser un trabajador. Siempre defendió el trabajo y a los trabajadores. ÉL DECÍA QUE VOLVÍA AL LLANO”.

Tras la caída de Perón, se refugió en la embajada de Haití, de donde escapó para organizar la huelga general contra la dictadura de Aramburu, la autodenominada Revolución Libertadora. Cuando fracasó la huelga, Espejo fue detenido el 19 de noviembre y acusado junto a Perón de traición a la patria por el juez Botet.

Desde ese momento, estuvo preso en la penitenciaría de Las Heras -hoy desaparecida-, después lo llevaron al barco Bahía Buen Suceso, y terminó en Río Gallegos. En la prisión de la capital santacruceña se encontró con el empresario peronista Jorge Antonio, Héctor Cámpora, John William Cooke y Guillermo Patricio Kelly, con quienes empezó a planificar la fuga. “Los guardiacárceles eran laburantes, eran peronistas, entonces no los trataban lo mal que querían que los traten”. Finalmente se concretó la fuga y logaron pasar a Chile, donde Espejo trabajó durante un año como taxista con un auto prestado por los sindicalistas chilenos. Pero, al regresar a la Argentina durante la presidencia de Arturo Frondizi, la policía lo arrestó, lo torturó y estuvo otros seis meses en prisión. Además, al ser detenido, le robaron todas sus pertenencias y hasta debió tragarse una carta de Perón con instrucciones para que no la viera la policía.

Espejo también enfrentaba duros problemas personales. Su lealtad a Eva le costó caro y no lo dejaban trabajar por su cercanía a ella, por lo que su casa fue rematada. Para mantener a su familia y, consecuente con su lucha por los trabajadores, salió a ganarse el sustento como lo había hecho siempre. Junto a un amigo comenzó a venderle café a los vendedores ambulantes del barrio de San Nicolás, en Junín al 181 y, luego, se dedicó a la venta de pollos. Finalmente terminó comprando galletitas en las fábricas para revenderlas a los almacenes porteños. De esta manera transcurrieron sus últimos años. “Creo que el ejemplo de mi abuelo exalta aún más a la figura de Evita. Ella sabía elegir la gente que estaba a su lado, que no la traicionó nunca, ni estando muerta”.

Tras una vida dedicada a la lucha sindical, José Espejo murió en 1980 tal como Eva Perón hubiera deseado. Como un descamisado más, como un trabajador hasta sus últimos días.

Por Facundo Giampaolo

https://www.infobae.com/sociedad/2021/08/30/jose-espejo-el-secretario-de-la-cgt-amigo-de-evita-que-volvio-al-llano-como-un-trabajador-mas/