Al cumplirse 50 años
del Aramburazo, y 51 del Cordobazo, un conjunto de militantes, sobrevivientes del terrorismo de estado, redactaron y difundieron una carta donde se
reflexiona sobre estas dos gestas heróicas desde una mirada actual y hacia
la continuación una lucha sin claudicaciones.
Para
mayo de 1970 Argentina y el mundo experimentaban cambios inimaginables.
Argentina venía, golpe tras golpe militar, en un proceso que se acelera
fundamentalmente a partir de 1955.
A pesar de ello, el alto grado de resistencia popular
fue creciendo exponencialmente y a principios de los 60 se hizo imparable.
Los procesos de Liberación en el
Tercer Mundo, la victoria de Vietnam sobre los invasores yanquis, la Revolución Cubana y la caída del Che
contribuyeron también a encender las mejores luchas anticapitalistas y
antiimperialistas en nuestras tierras. Entre 1969 y 1970 se produjeron dos enormes
gestas en la Argentina que cambiarían por completo la calidad de la lucha de
los 15 años previos. Una de ellas fue indudablemente el Cordobazo que significó
una señal clara de las condiciones reales de conciencia de la Clase Obrera y el Pueblo.
Cuando
hablamos del Cordobazo no sólo nos referimos a la Pueblada cordobesa sino
además a todas las enormes luchas que lo precedieron y continuaron los años
siguientes. Un pueblo entero de obreros, estudiantes, clases medias y pobres,
codo a codo en las calles haciendo retroceder a enormes fuerzas de Seguridad.
El
Córdobazo y otros levantamientos similares mostraron a los jóvenes
revolucionarios de esos años que tantos esfuerzos, sacrificios y sangre vertida
períodos anteriores habían hecho carne en la conciencia. Y también nos mostró
que era necesario elevar el espontaneismo de las masas, que se debía dar un
paso más y que debía, sí o sí, dar otra señal más contundente aún. El Cordobazo
nos mostró que no se podría avanzar en un proceso revolucionario sin
organización, sin dirección y sin dotar a las masas de la convicción de luchar
por algo más que sus reivindicaciones. De lo que se trataba era de luchar por
el Poder. Se trataba de dar por finalizada la gloriosa Resistencia y encarar de
lleno un proceso revolucionario.
Naufragaban
los sueños progresistas. Selladas todas las salidas "democráticas".
Las contradicciones de la Guerra Fría no contenían a nuestro Pueblo. El
descrédito de los dirigentes políticos y sindicales domesticados y
burocratizados (incluyendo los del Peronismo) era una realidad imposible de
revertir. La Dictadura anunciaba 20 años de permanencia. Y ya, entre los años
1959-1963 habían aparecido las primeras guerrillas rurales que, aún derrotadas,
dejaron una indeleble huella en la historia.
La
Historia nos estaba invitando a hacer historia y en Montoneros no dudamos en ir
a su encuentro. Lo que faltaba se produjo exactamente un año después del
Córdobazo. El Aramburazo fue un símbolo que contenía en sí todas las
reivindicaciones anteriores, conscientes que a partir de ese hecho, ya no habría vuelta atrás en la lucha de clases y
antiimperialistas. Ningún acuerdo podría sustituirla. A diferencia de otros
procesos o de otros proyectos que se estudian y planifican estilo arquitectura,
el Aramburazo fue producto de pocas cuestiones de principios y mucha convicción
y sobre todo audacia. Mucha audacia. Audacia personal y política. Y eso es
justamente lo que emparenta el Aramburazo con el Córdobazo, une ambas gestas en
una sola, las amalgama a punto tal que no podría entenderse la primera sin haberse
hecho antes realidad la segunda.
El
hermanamiento entre el nacionalismo popular revolucionario, el marxismo y el
innegable aporte de la Teología de la Liberación impregnaba doctrinariamente
las dos gestas. Ambas eran parte de lo que se disputará de ahí en adelante: el
Poder. El poder real, el poder de todo, el verdadero poder. Para 1970 era
innegable el alto nivel de conciencia de las masas como lo demuestra el
Córdobazo. El General Aramburu no era sólo la expresión de un fusilador, era
además la representación en su época de la dominación y la explotación.
En
ese momento histórico, los 500 años de dominación sufridos en Nuestra América y
en Argentina, se veían reflejados en este militar gorila y vendepatria. Era la
representación de un caudillo del Ejército cipayo argentino que se iría
formando en las Escuelas norteamericanas. Ese Ejército que reprimió a mansalva
en Córdoba debía ser golpeado, surgiera lo que surgiera de ese golpe. Sean
contradicciones internas, sean que salten las caras más aberrantes. Ambas se
produjeron. El Córdobazo y el Aramburazo lo hicieron posible. Montoneros no
hizo otra cosa que aceptar el desafío al que nos convocaba el período histórico
que vivíamos.
El
proyecto nacional, popular y revolucionario que levantó MONTONEROS a partir de
la ejecución del fusilador de patriotas suponía un enfrentamiento, a todo o
nada, con las clases dominantes y esto está íntimamente asociado a la PATRIA SOCIALISTA. El socialismo nacional que impulsaba
Montoneros suponía una nueva sociedad sin explotadores ni explotados. Necesidad
que, para nuestra patria, sigue tan vigente -o más aún a la luz del desarrollo
que tuvo el capitalismo y el imperialismo en este siglo- como lo fue en ese
momento.
Hoy,
a 51 años de la gesta histórica de masas del Córdobazo y a medio siglo de la no
menos histórica de Montoneros, los militantes de
esa Organización, que sobrevivimos a la peor represión del siglo XX en
Argentina y quienes hoy transitan por similares caminos emancipatorios
seguramente deberemos hacer una síntesis acerca de los motivos que condujeron a
la derrota de aquellas luchas y que hasta la fecha han impedido alcanzar los
objetivos por los que dieron la vida millares de militantes populares. Siempre considerando la plena vigencia de las causas por
las que luchamos y por las que seguiremos luchando desde los distintos lugares
de construcción donde estamos para alcanzar los objetivos de la Revolución
inconclusa.
PRIMERAS FIRMAS: Roberto Cirilo
Perdía, Eduardo "Negro" Soares, Jorge Falcone, Carlos Martinez, Carlos
Aznárez, Gustavo Franquet, Norman Briski, Eduardo "Vasco" Murua, Luis
Buonomo, David Lanuscou, Pancho Langieri, Hugo Cánepa, Hortensia
"Tenchi" Espinola, Fernando Saez, Lizzie Murphy, Beto Ledesma, Hugo
Descalzo, Fernando Trices, Johnny Murphy, José Luis De Francisco, Marie Pasqale
Chevance Bertin, Federico Giuliani, Susana Rearte, Rolando Zanetta, María Ines
Firmenich, Jorge Lewinger, Luis Buonomo, Juan C. “Pipon” Giuliani, Juan Jose
Del Giudice, Juan Manuel "Cacho" Musri, Miriam Di Marzio, Juan Martín
Griffo, Daniel Sampaoli, Alejandro Ignaszewski, Andrea Tomaino, Julio Pomacusi,
Carlos Malamati, Cecilia Bianchi, Juan José Del Gudici, Ana Rosa Ambrogi,
Guillermo Caviasca
Fuente
: Agencia Paco Urondo