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miércoles, 29 de septiembre de 2021

El desempleo real es del 27%, según el Observatorio de la UCA

 

Las tasas de trabajo informal aumentaron y las condiciones laborales se precarizaron aún más pos pandemia.

Durante la última década, incluyendo el escenario de pandemia, los indicadores sociales de la Argentina muestran un aumento en la pobreza y en las desigualdades estructurales. Las brechas productivas, sociales y laborales no han disminuido, sino que incluso se agravaron. La situación ha empobrecido aún más al cada vez más extendido sector micro informal de subsistencia.

El Director del Observatorio de la UCA, Agustín Salvia, explicó: “En los últimos 10 años, es decir, del 2010 a la fecha la desocupación se ha mantenido alrededor del 10%, pero lo que creció de manera sistemática es el ‘subempleo informal’ o también llamados ‘trabajos de indigencia’. El empleo informal aumentó de un 12% en 2012 a un 16% o 17% en la actualidad. La verdadera tasa de desempleo debe sumar estos porcentajes para saber el desempleo real, que es del 27%”.

Los datos fueron difundidos en el estudio “La voz de la Informalidad” elaborado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA en conjunto con la Dirección de Innovación Social de CAF y publicados por el diario Perfil.

La pandemia agravó todo. Los sectores largamente empobrecidos fueron aún más afectados. La crisis actual de Covid-19 generó una importante pérdida de empleos, produciendo más desempleo y un mayor desaliento laboral. Esta situación redujo los ingresos laborales reales de los hogares, especialmente a los sectores informales y más pobres, pero también a las clases medias bajas formales o cuasiinformales. Si bien estos sectores informales fueron los primeros en reactivarse frente a la mayor flexibilidad sanitaria, se encontraron con condiciones laborales precarias e inestables.

Según el INDEC, durante el segundo trimestre de 2021, la tasa de desocupación fue del 9,6%. Este número refleja una disminución del 3,5% en relación al mismo trimestre del año 2020 (13,1%) y 0,6% menor a la del trimestre anterior (10,2%).

Sin embargo, la baja en la tasa de desempleo respondería a que aumentó el trabajo informal y el subempleo. La cuestión planteada por el sociólogo Salvia es que si la persona trabajó una hora de manera remunerada, es considerada ocupada, cuando en realidad se trata de una situación de subempleo inestable con el cual no cubre los ingresos básicos. Es el caso de los vendedores ambulantes, las mujeres que limpian casas, los llamados «trapitos» que trabajan por hora y no tienen un ingreso fijo. “Tienen algún trabajo pero no es digno”, afirmó.

El porcentaje de ocupados sin aportes al Sistema de Seguridad Social continúa en valores elevados. Dentro del grupo de asalariados, el 27,5 % se halla bajo contratación laboral no declarada. Por otro lado, las inserciones de baja calidad en actividades por cuenta propia han determinado que el 69,9 % de trabajadores independientes no realicen sus aportes jubilatorios. En conjunto, el 46,1 % del total de ocupados no participa del Sistema de Seguridad Social.

Salvia detalló: “La gente buscó alternativas frente al empleo precario que podía conseguir, también desarrollaron actividades por cuenta propia. Todas alternativas para subsistir que fueron aumentando el trabajo informal”.

De hecho, todavía no se cubrió el nivel de empleo de antes de la pandemia. Hay uno o dos puntos porcentuales que estaban ocupados y fueron cesanteados, y que pasaron al desaliento. Es decir, que no buscan porque creen que no van a encontrar. Lo cual, sumado al nivel alto de subempleo y empleo informal, hace que la tasa de desocupados baje, pero en sí no representa una mejora.

Como contraparte, en los últimos 11 años, el empleo pleno no suma más del 45%. Es decir, aquellas personas que trabajan en blanco, que tienen regularidad laboral, seguridad social y un ingreso mínimo que les permite cubrir la canastica básica.

De acuerdo al informe la situación de desbalance económico producido por los cambios antes mencionados provocó la búsqueda de alternativas que les permitieran sobrellevar la crisis económica. Es así que se vieron en la necesidad de reducir los gastos en general, priorizando la alimentación como la principal necesidad que debía ser cubierta. Esto llevó a que en los momentos más críticos dejaran de pagar los servicios básicos del hogar, o que les dieran prioridad a los niños en el momento de atender las necesidades básicas.

También, asistieron a comedores comunitarios, participaron de ollas populares organizadas en su barrio y recibieron alimentos por parte de familiares y conocidos. En aquellos casos en los alguien de la familia contara con ahorros, estos fueron utilizados y agotados a raíz de la situación de necesidad económica. Asimismo, recurrieron a la solicitud de préstamos a familiares y conocidos, y créditos a entidades públicas. Reconocieron la importancia de ayudas sociales otorgadas por el gobierno, pero no fueron suficientes.

Fuente: Noticias urbanas


miércoles, 1 de enero de 2020

POBREZA: una corrección cercana al papelón / por Gonzalo Abascal


A principios de mes la UCA había informado un 40,8% de pobreza. Ahora bajó la proyección del Indec para ese periodo a 32% o 34%.

La cuestión merece una explicación inicial y cronológica para entender de qué se habla.
El 5 de diciembre, el Observatorio de la Deuda Social de la UCA difundió que la pobreza en nuestro país en el tercer trimestre había alcanzado 40,8%.

El último sábado, entre la modorra de fin de año, un tuit del mismo Observatorio comunicó una corrección y ubicó la estimación de pobreza del Indec para ese periodo en un 32% a 34%.

Entre 6 y 8 puntos porcentuales menos.

La diferencia fue explicada de la siguiente manera: la estadística de la UCA se hace con datos del INDEC. Algunos datos del tercer trimestre del INDEC fueron distintos a los que la UCA había proyectado.

¿Resultado? Erraron el viscachazo.

Nada para alarmarse sino fuera porque se trata de la estadística más sensible en un país herido, y que se hizo pública apenas unas horas antes de que el ex presidente Macri, ya derrotado electoralmente, hiciera su balance de gestión en cadena nacional.Si alguien tiene dificultades para entenderlo, la confesión de Agustín Salvia, director del Observatorio y hombre cercano al Papa Francisco, no iluminará demasiado. Frente a la brecha porcentual entre un índice y otro, atinó a decir: “Lo estuvimos discutiendo cinco días, y no lo entendemos aún”.

Luego, en un terreno de especulaciones, decidió señalar al Indec. “¿Tercer trimestre le da por debajo del primero y segundo? Es muy raro en el contexto que se vivió. Es de esperar que el Indec registre la crisis y debería dar 39% o 40% de pobreza”, desafió, sobre la estadística que se conocerá en marzo de 2020. La desconfianza sobre un número todavía ignorado sólo se explica en la necesidad de alejar el foco del papelón propio.

“No queremos proponer una cifra de pobreza oficial y otra alternativa. No ponemos en duda la idoneidad del Indec de Todesca”, siguió.Y pasando de la incerteza estadística a la sospecha política, aventuró. “Si la pobreza del Indec para el segundo semestre de este año llega a ser menor al 35%, ahí sí voy a tener una opinión mucho más contundente”.

Seguramente atribulado por el lío en que se encuentra, Salvia parece sugerir una posible manipulación de la estadística que se informará en tres meses. Y le apunta al Indec, un ejemplo de gestión exitosa del gobierno anterior reconocido aún por los opositores.A riesgo del absurdo, vale preguntarse, ¿insinúa acaso que el gobierno de Macri modifique una estadística que se conocerá cinco meses después de que perdió la elección y a cuatro meses de dejar el poder? Sería un caso único en la historia.

Pero no es todo. Sacudidos por el cambio porcentual, desde el kirchnerismo duro intentaron disimular el papelón minimizando la importancia estadística. “No importa cuántos, lo único que importa es que Macri dejó millones de pobres”, esgrimieron como eje conceptual.

Que el gobierno pasado, igual que el de Cristina Kirchner, no logró mejorar la situación de pobreza de millones de argentinos es una realidad. Pero también lo es que 40% no es igual que 32%, y que toda una evaluación del gobierno anterior se construyó o se consolidó apoyada en ese 40% de pobres que ahora se descubre no era tal.

Es cierto que el resultado electoral estaba definido, y que el destino político de Macri y de Alberto Fernández había sido escrito.

No se trata de eso. Sino de separar de una vez la imprescindible verdad estadística de la interesada especulación política.

lunes, 25 de marzo de 2019

Duro informe de la UCA: llegó a 31,3% la pobreza multidimensional y hoy existen 12,7 millones de argentinos con carencias



El estudio del Observatorio de la Deuda Social registró un aumento en el número de personas que tienen una o más necesidades básicas insatisfechas; un 28,2% de la población tiene problemas alimentarios


Un incremento de la pobreza estructural, nuevos hogares que ya no logran cubrir la canasta básica y un fuerte impacto social por la inflación o la pérdida de empleo en millones de argentinos. En medio de este escenario de grave crisis socioeconómica, el #Observatoriode laDeudaSocialdelaUniversidadCatólicaArgentina (UCA) dio a conocer los últimos números de pobreza multidimensional que arrojan resultados alarmantes: la pobreza medida por diferentes derechos sociales -más allá del índice por ingreso- aumentó del 26,6% al 31,3% de la población en la Argentina, del 2017 al 2018, lo que implica que hoy existen 12,7 millones de personas con carencias importantes para su vida.
El enfoque multidimensional
A diferencia del #INDEC, que esta semana dará a conocer los nuevos números de pobreza y que mide las necesidades de la población por ingreso, el enfoque multidimensional de la UCA realiza una medición sobre 6 dimensiones de carencia humana como son: la alimentación con indicadores de inseguridad alimentaria, sin cobertura de salud o sin acceso a la atención médica ni acceso a medicamentos; los servicios básicos, que incluyen los indicadores de conexión a red de agua corriente, a red cloacal y acceso a red de energía; la vivienda digna, que comprende hacinamiento, vivienda precaria y déficit de servicios sanitarios; el medio ambiente que revela si hay población sin recolección de residuos, presencia de fábricas contaminantes y espejos de agua contaminada; los accesos educativos como ser inasistencia, rezago educativo en escuela media y en escuela primaria; el empleo y la seguridad social medidos como falta de afiliación al sistema de seguridad social y desempleo de larga duración.
Así definida la pobreza multidimensional, el estudio, que registró a las personas que sufren una o más de estas carencias para vivir en la Argentina, revela que en el 2017 había un 16,7 por ciento de pobres estructurales y que en 2018 ese porcentaje creció al 18,6, mientras que los pobres no estructurales pasaron del 9,9% al 12,7 por ciento. Todo ello suma una pobreza multidimensional del 31,3% en el 2018.
El último informe de la UCA al que accedió Infobae, titulado "Enfoque de pobreza multidimensional basado en derechos", reveló además que la población con inseguridad alimentaria severa pasó del 6,2% en el tercer trimestre del 2017 al 7,9% en el mismo período del 2018. Por otra parte, la población con carencias en materia de atención médica, medicinas y alimentos pasó del 26,6% al 28,2 por ciento.
En otra de las carencias graves que mide la pobreza multidimensional del informe del Observatorio de la Deuda Social sostuvo que el nivel de desempleo e inseguridad social se agravó del 33,5% de la población al 34,3% el año pasado. También aumentó la cantidad de gente que en las zonas urbanas de la Argentina reside en viviendas precarias, en condiciones de hacinamiento o con déficits de servicios sanitarios: en este caso el porcentaje pasó del 26,6 al 27,1.
"El estudio destaca que la pobreza multidimensional por derechos sociales e ingresos ha experimentado un fuerte crecimiento en el actual contexto inflacionario y de estancamiento. El aumento se debe fundamentalmente a la caída en la pobreza por ingresos, por caída del salario, pérdida de empleo y mayor precarización laboral", explicó a Infobae Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA.
A la vez, Salvia dijo: "La falta de un trabajo formal y el aumento del desempleo de larga duración explican también el aumento de la pobreza estructural, la cual está afectada por múltiples carencias además de los ingresos. Este segmento de la sociedad, casi el 20% de la población, está sumergido en la exclusión y la marginalidad, parecen sobrar para este tipo de modelo económico, solo se los atiende con asistencia monetaria pero no con políticas efectivas de desarrollo económico, social y humano. Todavía esas políticas están ausentes del debate político y de la agenda pública".
La pobreza multidimensional en la población de la Argentina aumentó sustancialmente desde el 2012 (24,4%) pasando por el 27% en el 2015 al 31,3% del cuatro trimestre del año pasado.
Según el informe de la UCA, en la población del conurbano bonaerense es donde más se profundizaron los incrementos de la pobreza multidimensional, donde se pasó del 34,9% en el 2017 al 41,1% en el 2018. En tanto, en la gente que vive en otras áreas metropolitanas pasó del 21,9% al 26,1% mientras que en la Ciudad de Buenos Aires el incremento de la pobreza multidimensional fue más leve de un año al otro: se pasó del 7% al 8,6%.
En los sectores medios no profesionales es donde más pegó la crisis socioeconómica. Se pasó de una pobreza multidimensional en el 2017 de 55,6% a 59,8% en 2018. Y entre los obreros integrados, del 32,7% al 39,2%. No obstante, hay un núcleo duro del 54,3% de los hogares de trabajadores marginales que se mantienen en el tiempo desde el 2010 a la fecha.
Hay indicadores de pobreza multidimensional que reflejaron una leve mejora en la calidad de vida de la gente. Por ejemplo, la población sin servicios básicos (cloacas, agua corriente y energía) se redujo del 37,7% al 34% en el 2018. En tanto que la población con vivienda precaria disminuyó levemente del 17,4% en el 2017 al 16,8% en el 2018.
Salvia remarcó en este sentido que esta leve mejora pudo darse por algunas políticas sociales implementadas por el gobierno para la mejora de redes cloacales y servicios de agua potable. Sin embargo, el director del Observatorio de la Deuda Social remarcó que "el núcleo de la #pobrezaestructuralArgentina se agravó en estos últimos tiempos porque hay más gente con una o más carencias registradas y esto marca que la brecha social cada vez se va ampliando más en el país".
En este sentido, el informe de la UCA pudo determinar que en el 2018 se registró el 62,6% de los hogares con una carencia, el 41,9% con al menos dos carencias y el 26,1% con tres o más carencias.
El informe de la UCA afirma que "la pobreza es mucho más amplia que la sola falta de ingresos y que tanto la pobreza como las condiciones de vida que experimentan las personas y los hogares no pueden ser medidas por un solo indicador". Asimismo, evalúa que no son pocos los actores sociales que denuncian que las exclusiones sociales incluyen privaciones en distintas dimensiones, tales como: educación, salud, vivienda, empleo, empoderamiento, discriminación, seguridad personal, y muchas otras que difícilmente pueden ser identificadas por el nivel de ingresos.
La encuesta de la UCA mide los conglomerados urbanos con 80.000 habitantes o más de la Argentina; el universo son hogares con población de 18 años o más, mientras que el tamaño de la muestra es de aproximadamente 5.800 casos por año. El dominio de la muestra es de aglomeraciones urbanas agrupadas en tres grandes áreas según tamaño de las mismas: 1) Gran Buenos Aires: Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Conurbano Bonaerense (30 partidos de Zona Norte, Zona Oeste y Zona Sur); 2) Otras Áreas Metropolitanas como el Gran Rosario, Gran Córdoba, San Miguel de Tucumán y Tafí Viejo, y Gran Mendoza; y 3) Resto urbano: Mar del Plata, Gran Salta, Gran Paraná, Gran Resistencia, Gran San Juan, Neuquén-Plottier-Cipoletti, Zárate, La Rioja, Goya, San Rafael, Comodoro Rivadavia y Ushuaia-Río Grande.
Fuente: Por #MartínDinatale / Infobae.com