Qué modelo sindical quiere Sergio
Massa, el candidato de moda en las filas del gremialismo peronista? Gran parte
de este interrogante se despejará el viernes próximo, en La Plata, durante el acto
sindical que liderará el intendente de Tigre. Más allá de que allí se
oficializará al massismo como un sector, el postulante del Frente Renovador llamará a la unidad de la CGT, defenderá su proyecto dirigido a reducir
el Impuesto a las Ganancias y destacará la importancia del movimiento obrero en
la Argentina. Es
decir, dirá justamente lo que
quiere y necesita escuchar la
mayoría del sindicalismo.
Pero,
¿sentará posición sobre el reciente fallo de la Corte que borronea el
sistema de personería gremial y que causa espanto en los dirigentes porque
saben que empezarán a perder poder?
"Sergio bancará el modelo
sindical actual", aseguró a Clarín uno de los hombres que mejor lo
conocen, que también advirtió que el jefe comunal "podría pronunciarse a
favor de ponerle límites a
la reelección perpetua en los gremios".
Se daría una curiosidad política:
al defender enfáticamente el modelo sindical vigente, un candidato de sesgo
opositor como Massa lograría que lo apoye todo
el gremialismo más ortodoxo, que, en teoría, milita mayoritariamente en las
filas kirchneristas. Claro que no sería el único motivo del ascenso del
massismo: en la CGT
Balcarce creen que Cristina Kirchner desprecia a todos los
sindicalistas y que se
propone reemplazarlos por una dirigencia adepta o incluso alentar cambios
estructurales para que pierdan poder.
Esa convicción se basa en la
indiferencia con que la
Presidenta los trata a todos y en un razonamiento obvio: si
Cristina avanzó (al menos, formalmente) contra todas las corporaciones que se
resisten al modelo K, la única
que le falta es la sindical. Sobre todo luego de que fracasó su intento de
fracturar a la CGT
para debilitar al gremialismo opositor. La central obrera K nunca pudo hacer
pie y Hugo Moyano, aún con una estructura más frágil, acaparó la agenda
sindical y marcó el ritmo de la protesta.
La CGT oficialista sigue desactivada por sus profundas diferencias
internas, pero su titular, Antonio Caló, empezó
a desperezarse. Mañana debatirá con los secretarios generales de la UOM, en Villa Lugano, los
efectos del fallo de la Corte,
y reaparecerá el jueves, en un acto que se realizará en la sede de Smata para
presentar a los candidatos legislativos de extracción sindical (de los tres,
sólo uno, el mecánico Oscar Romero, un ex massista, tiene posibilidades de
convertirse en diputado K por el distrito bonaerense). Participarían del
encuentro dirigentes y candidatos kirchneristas como Daniel Scioli, Martín
Insaurralde y Daniel Filmus, pero nadie espera a la Presidenta: creen que no se expondrá a eventuales reclamos por Ganancias ante un auditorio netamente sindical.
Hay dirigentes de la CGT Balcarce que
impulsan una ofensiva para defender el modelo sindical: temen que ahora se multipliquen gremios paralelos para disputarles el poder. Como
Roberto Fernández, jefe de la UTA,
que tiene la personería gremial de los trabajadores del subte, pero que ya
sufrió una sangría de afiliados en 2008 con la creación del sindicato de los
metrodelegados, que cuenta con simple inscripción. Para colmo, el gremio de
Beto Pianelli anunciaría en estos días su decisión de realizar una compulsa entre los empleados
del subte para intentar
quedarse con la personería.
Las grietas que deja a la vista
el ajado modelo sindical causan
terror en muchos dirigentes.
El fallo de la Corte los acorrala y la única solución posible sería la
sanción de una reforma de la ley de asociaciones sindicales que permita
enderezar la encorvada columna vertebral del peronismo, aunque tampoco hay
garantías. En esa ley trabajará la CGT Azopardo, dividida entre los que no quieren
cambios, como Gerónimo "Momo" Venegas y Guillermo Pereyra, y los que
están convencidos de que sólo
con gremios más democráticos y participativos se podrá afrontar el fantasma de la
atomización, como Hugo Moyano y su hijo Facundo. El clan Moyano apadrina gremios con simple inscripción, como los
jerárquicos de Comercio, o que aún están reclamándola, como la Unión Informática.
El joven diputado sueña con disputarle la UTA al oficialismo
kirchnerista, y un primer paso es su buen diálogo con la radicalizada
comisión interna de la línea 60. Lo mismo imagina hacer en la Unión Ferroviaria,
donde tiene una relación cada vez más estrecha con el combativo Rubén
"Pollo" Sobrero.
La izquierda empieza a sacar provecho de los agujeros del modelo sindical,
sobre todo con su estrategia de unificarse para las elecciones de los gremios.
Primero fue entre los docentes bonaerenses de Suteba, donde se impuso en 11 de
las 32 seccionales en que se presentó, y luego en Foetra Buenos Aires: perdió,
pero la única lista opositora se quedó con el 37% de los votos (en los comicios
de 2009, dividida, logró el 19%).
El próximo test será en las
decisivas elecciones de 60 delegados del Ferrocarril Roca, que se realizará el
14 de agosto. Hace dos años ganó el sector de José Pedraza, pese a que el
crimen de Mariano Ferreyra se produjo en una emboscada a trabajadores
tercerizados de esa línea. Ahora, la izquierda se presentará en una sola lista,
liderada por Pablo Villalba, del PTS, y, para colmo, el oficialismo de Sergio
Sasia se dividió en dos nóminas.
La efervescencia se manifiesta
cada vez en más seccionales. Muestra la
peor cara en el gremio de los
aceiteros, donde el congreso para elegir autoridades, entre dos fracciones
moyanistas en pugna, terminó en una batalla campal y un herido de bala. Y
ofrece su faceta más ambiciosa entre los ferroviarios: el sector rebelde de
Sobrero y Edgardo Reynoso decidirá pasado mañana, en una asamblea general, una campaña para denunciar al
Gobierno y a empresarios por la crisis de los trenes, que incluirá una
marcha a la Plaza
de Mayo luego de las internas de agosto.
A esa movilización serán
invitados los familiares de las víctimas de Once y Castelar. Y también las cinco centrales obreras, es
decir, las "víctimas" de la crisis -nada trágica- del modelo
sindical.
Por Ricardo Carpena