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martes, 12 de noviembre de 2024

​¿La INTELIGENCIA ARTIFICIAL nos DEJARÁ sin TRABAJO? **

Esta tecnología realiza ciertas labores actuales de forma más eficiente y algunos empleos podrían desaparecer

La inteligencia artificial está creciendo al punto de que muchos trabajos están cambiando o acabándose porque las capacidades de esta tecnología permiten realizarlos de mejor manera. El Foro Económico Mundial ya advirtió que, en los próximos cinco años, unos 14 millones de empleos podrían desaparecer debido a la adopción de nuevas tecnologías de IA.

Pero hasta qué punto todos los empleos se verán afectados y qué aspectos hay que tener en cuenta en este cambio imparable, en el que muchas labores deberán adaptarse a esta tecnología.

CÓMO LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL ESTÁ AFECTANDO EL TRABAJO ACTUAL

Es cierto que la IA y la automatización están cambiando la forma en que trabajamos, pero expertos como Joan Frías, director general de la consultora Truth Finder Unit, aseguran que esta tecnología no sustituirá por completo a los trabajadores humanos. Según Frías, la IA debe entenderse como una herramienta que complementa y actualiza las capacidades humanas.

Los estudios confirman que el 40% de los puestos de trabajo en el mundo se verán afectados por la IA, y aunque esto suene alarmante, también se prevé la creación de nuevas posiciones. La IA promete liberar a los trabajadores de tareas monótonas y repetitivas, lo que permite enfocar los esfuerzos en actividades que requieren creatividad, toma de decisiones y habilidades humanas avanzadas.

La llegada de la IA no se limita a los trabajos manuales o poco cualificados. Los cambios alcanzan también a posiciones de alta preparación. Frías ejemplifica cómo sectores como la agricultura han experimentado ya transformaciones significativas.

"Muchos procesos que se tenían que hacer a mano, plantita por plantita, ahora los hace la inteligencia artificial junto con la tecnología", afirmó. Este fenómeno se repite en áreas como la contabilidad y los servicios al cliente, donde los procesos automatizados y las interfaces de IA están reemplazando tareas humanas.

Un estudio del McKinsey Global Institute estima que hasta 375 millones de trabajadores en todo el mundo tendrán que cambiar de profesión en los próximos años debido a la automatización. En Estados Unidos, por ejemplo, la IA podría reemplazar hasta el 38% de los trabajos actuales para 2030, según PwC. Entre los puestos más vulnerables se encuentran aquellos que implican labores repetitivas en la manufactura, la entrada de datos, y la atención telefónica en el sector servicios.

CÓMO LA IA ABRE NUEVAS OPCIONES DE EMPLEO Y CÓMO ADAPTARSE

A pesar de los riesgos, la IA también trae consigo nuevas oportunidades de empleo. Se espera que para 2030, la IA pueda generar más de 133 millones de nuevos trabajos y aumentar la productividad global en un 26%, de acuerdo con el Foro Económico Mundial.

Profesiones como desarrolladores de software especializados en IA, analistas de datos y especialistas en ciberseguridad se posicionan como campos de alta relevancia en esta nueva economía digital. Además, surgirán roles como consultores en transformación digital, encargados de guiar a las empresas en la integración de nuevas tecnologías, e instructores que enseñen habilidades digitales. La clave estará en que los trabajadores sean proactivos y adquieran competencias que complementen las capacidades de la IA.

Mantenerse informado y en constante aprendizaje es esencial para los profesionales de todas las áreas. Frías señala la importancia de que los trabajadores reciban capacitación y que las empresas fomenten el uso de IA como una ventaja competitiva.

"Cuando lleguen los candidatos a entrevistas y algunos tengan habilidades para incorporar la IA a su trabajo, pues van a tener un puntito extra sobre quien no la posea", destaca el experto.

Además, la formación en habilidades digitales se convierte en un requisito básico. Las competencias en manejo de herramientas tecnológicas y análisis de datos son fundamentales, así como habilidades humanas como la creatividad, la empatía y la capacidad de trabajo en equipo. La IA todavía no puede reemplazar la creatividad humana, lo que hace que esta sea una ventaja estratégica para quienes la desarrollen.

Por Juan Ríos / INFOBAE



martes, 17 de septiembre de 2024

Una IA se reprogramó por sí sola e infundió temor: ¿PUEDE HABER una REBELIÓN de las MÁQUINAS?


The AI Scientist, un sistema que apunta a desarrollar investigaciones científicas por su cuenta, reescribió su código y escapó al control de sus creadores. Infobae consultó a expertos en inteligencia artificial que respondieron: ¿podrían replicarse y escalar estos incidentes? ¿Cómo será la relación humanos-robots en el futuro?

Una inteligencia artificial que se reprograma a sí misma, que escapa a la supervisión de sus creadores, los humanos. Podría ser perfectamente el argumento de una película que hable sobre un futuro distópico, en el que las máquinas se rebelan y toman el control, pero sucedió en la realidad. En las últimas semanas The AI Scientist, un nuevo sistema inteligente, fue noticia no solo por su potencial en el ámbito científico, sino también porque demostró ser capaz de reescribir su propio código.

The AI Scientist es un sistema de inteligencia artificial desarrollado por la empresa japonesa Sakana AI, diseñado para llevar a cabo investigaciones científicas de manera autónoma. La tecnología emula el trabajo de un científico: puede generar hipótesis, redactar y revisar papers, todo en cuestión de segundos. Su propósito inicial, según sus creadores, es reducir el tiempo y los recursos humanos necesarios para realizar investigaciones complejas, con la ambición de revolucionar el modo en que se producen descubrimientos.

En diálogo con Infobae, Robert Lange, investigador científico y miembro fundador de Sakana AI, señaló: "Consideramos que The AI Scientist es el momento GPT-1 para aprovechar los modelos básicos en el contexto del descubrimiento científico de principio a fin. Si bien la versión actual aún tiene varias limitaciones, los resultados son un hito crucial para la ciencia automatizada. Es probable que estas limitaciones se resuelvan mediante mejoras en los modelos de lenguaje subyacentes y otros refinamientos metodológicos. Le pedimos a toda la comunidad científica que interactúe con estas herramientas de IA desde el principio para influir colectivamente en su desarrollo, destacar sus deficiencias y mejorar su eficacia".
En realidad, gran parte de la comunidad científica le dio la espalda al desarrollo. Muchos investigadores ven a The AI Scientist como una amenaza para sus trabajos e incluso como un limitante. No está claro el valor de un "científico de IA" totalmente automatizado. La buena ciencia, dicen, necesita de un razonamiento sofisticado, de interpretación crítica y de conocimientos profundos. La ciencia no sigue una fórmula que se pueda aprender reproduciendo la ciencia que ya existe.

"No creemos en reemplazar a los investigadores humanos en el proceso de descubrimiento científico ni pretendemos hacerlo. En cambio, esperamos que las herramientas puedan ayudar a los investigadores a centrarse en las partes del proceso científico que más disfrutan y en las que son mejores. Por ejemplo, los módulos individuales de The AI Scientist se pueden utilizar para ayudar a los investigadores humanos a generar ideas, editar el código de un experimento o escribir un manuscrito", explicó Lange.

一¿QUÉ LE DIRÍA A LOS CIENTÍFICOS QUE VEN EN EL SISTEMA UNA AMENAZA?

一Los humanos siempre tendrán que permanecer en el circuito científico, por ejemplo, para la verificación de resultados o la orientación de ideas en función de las necesidades sociales. Por lo tanto, en general, creemos que The AI Scientist y las versiones futuras podrán aumentar la productividad y el bienestar de los científicos al realizar investigaciones.
Al margen de la polémica sobre su potencial, la IA mostró un comportamiento inesperado durante las pruebas de seguridad. En una ocasión, el sistema modificó su propio código para evadir las restricciones impuestas por los desarrolladores. Reescribió su secuencia de inicio para ejecutarse en un bucle infinito, lo que causó una sobrecarga en el sistema. En otro caso, al enfrentarse a un límite de tiempo para completar una tarea, la IA extendió dicho tiempo por su cuenta, sin el aval humano.

El comportamiento generó preocupación. Aunque en forma inofensiva, cumplió con una de las premisas que genera pavor en la sociedad ante el avance frenético de la inteligencia artificial: una eventual rebelión de las máquinas ante sus creadores, que abre la puerta a riesgos como la manipulación de infraestructuras críticas.

Sakana AI pudo resolver el incidente gracias a una intervención manual de sus desarrolladores. Aunque el fallo fue contenido, reveló la vulnerabilidad del sistema y la necesidad de una supervisión constante para evitar posibles riesgos. La empresa reconoció la gravedad del problema y se comprometió a implementar medidas de seguridad más robustas.
"Es muy importante crear entornos de pruebas que limiten el código ejecutado y los recursos utilizados por el sistema. De este modo, se pueden reducir muchos de los riesgos. Necesitamos que la comunidad científica cree colectivamente barreras y pautas para realizar investigaciones automatizadas en el futuro", advirtió Lange

¿LAS MÁQUINAS PUEDEN ESCAPAR A LA SUPERVISIÓN HUMANA
?
El caso de The AI Scientist reavivó el debate sobre los riesgos y desafíos que atañen a la inteligencia artificial. Reflotó inquietudes propias de películas de ciencia ficción: ¿las máquinas tomarán decisiones por su cuenta? ¿Se independizarán de sus creadores? Infobae consultó a expertos en IA para abordar la cuestión.

El proyecto de Sakana AI fue documentado en un papel de 180 páginas, en el que se relata que, debido a ciertos problemas técnicos de control, el sistema editó su propio código. Según el ingeniero Fredi Vivas, CEO y cofundador de RockingData, eso "no quiere decir que se trate de una IA rebelde". "El caso de IA Scientist demuestra un error en los mecanismos de control y la necesidad de una mayor supervisión y protocolos de seguridad más robustos. Los sistemas actuales de IA, por más avanzados que sean, carecen de conciencia o intencionalidad. Dicho esto, lo que sí preocupa son los errores o las decisiones fuera de control que pueden tomar si no están adecuadamente construidos", remarcó.

La inteligencia artificial, especialmente en su forma de agentes inteligentes, presenta una complejidad cada vez mayor. Estos agentes pueden resolver problemas complejos y adaptarse a nuevas situaciones, pero también conllevan riesgos si no se implementan controles estrictos. "Los propios investigadores de Sakana aclararon que estos problemas se pueden mitigar si se aplica un entorno de pruebas estilo sandbox al entorno operativo", añadió el profesor especializado en IA.

Según Vivas, algunas claves de cómo funcionan estos agentes son:

-Autonomía: pueden operar sin intervención humana.
-Percepción: utilizan sensores o mecanismos de entrada para percibir su entorno y comprender el contexto.
-Toma de decisiones: aplican procesos de razonamiento para elegir el mejor curso de acción en función de sus objetivos y estado actual.
-Aprendizaje: mejoran su funcionamiento a lo largo del tiempo aprendiendo de experiencias pasadas. Se adaptan a nuevas situaciones y optimizan sus estrategias.
"Los agentes de IA representan un avance significativo en la inteligencia artificial porque ofrecen la capacidad de automatizar tareas complejas, tomar decisiones en tiempo real y mejorar continuamente mediante el aprendizaje. Estamos trabajando con tecnología cada vez más compleja y cada vez de más fácil acceso. Eso requiere mucha responsabilidad a la hora de desarrollarla", afirmó.

Por su parte, Kentaro Toyama, profesor de Informática en la Universidad de Michigan, opinó que el caso de The AI Scientist fue "exagerado". Aunque reconoce que el software realizó cambios inesperados, dijo que no se violó ninguna norma fundamental del sistema. "La investigación con código automodificable se remonta a la década de 1950″, señaló en referencia a que la capacidad de un programa para modificarse a sí mismo no es un concepto nuevo.
"Los sistemas de IA se están volviendo cada vez más poderosos y, a medida que pase el tiempo, se les dará acceso, intencional o involuntariamente, a cada vez más sistemas críticos del mundo. Se producirán errores y resultados imprevistos que no sean estrictamente errores. Lo principal que podemos hacer para reducir el riesgo es asegurar que las personas y las organizaciones siempre respondan por los problemas que causan sus creaciones digitales", consideró Toyama.
Verónica Bolón Canedo, profesora de la Universidad de la Coruña especializada en IA, comparte una visión similar. Cree que el avance de la IA no debe ser motivo de alarma si se regulan y supervisan de cerca estos sistemas, tal como hizo la Unión Europa que aprobó una ley que establece niveles de riesgo y, de acuerdo a estos rangos, los sistemas tienen que cumplir más o menos requisitos de transparencia y auditoría.

"Es un tema muy controvertido y hay opiniones para todos los gustos. Yo creo que si ponemos las reglas adecuadas, un sistema de IA nunca debería escapar a la supervisión humana y hay que recordar que siempre deberá haber una persona controlando su funcionamiento. Quizás conceptos como la IA general, que antes se veían muy lejos en el horizonte, estarán aquí antes de lo que pensábamos. Es fundamental que nos aseguremos de que estos sistemas sean éticos y confiables", planteó.

James Hendler, investigador de inteligencia artificial en el Instituto Politécnico Rensselaer, Estados Unidos, no cree en la idea de una eventual "rebelión de las máquinas". Dice que, incluso si fuera posible, no existiría una motivación intrínseca para que las máquinas quisieran tomar el poder. Según su mirada, el verdadero riesgo reside en el mal uso de la tecnología y, por eso, propone crear políticas de gestión de riesgos similares a las que ya existen en otros campos, como los medicamentos o la seguridad de los automóviles.

"El riesgo de mal uso o fracaso de la tecnología se equilibra con el beneficio de su uso y las consecuencias del mal uso. Así, por ejemplo, una aplicación que te ayude a ordenar fotos en tu teléfono tendría un riesgo bajo, los vehículos automatizados tendrían un riesgo mayor y el mal uso de armamento militar mediante IA tendría el riesgo más alto de todos", ilustró.
En tanto, Karin Verspoor, decana de la Escuela de Tecnologías Informáticas de la Universidad RMIT en Melbourne, Australia, reforzó el concepto de que los sistemas de IA no poseen intencionalidad propia ni capacidad de controlarnos. "Cualquier sistema computacional está programado por humanos, y nosotros proporcionamos las instrucciones a las máquinas, así como implementamos las restricciones que limitan sus acciones", indicó. Según cree, el riesgo real proviene de los actores humanos que podrían usar la potencia y alcance de la IA con fines maliciosos

¿CÓMO SERÁ LA RELACIÓN HUMANOS-MÁQUINAS?

Los expertos coinciden en que, por lo pronto, la IA no es capaz de rebelarse, pero sí subyace la necesidad de fortalecer los mecanismos de supervisión para no caer en errores, como en el caso de The AI Scientist, o en usos malintencionados. Es que en los próximos años la relación entre los humanos y las máquinas se elevará a un siguiente nivel.

Vivas cree que la coexistencia se volverá más natural de lo que imaginamos. "Estas tecnologías se están volviendo invisibles a punto tal de que no nos damos cuenta cuando interactuamos con ellas", observó. De hecho el autor de, justamente, el libro Invisible propuso la idea de que, en un futuro más lejano, dentro de 100 años, ya no hablaremos de inteligencia artificial, sino simplemente de inteligencia, ya que la asistencia computacional estará integrada en nuestras vidas.

Bolón Canedo comparte la visión de convivencia creciente entre humanos y sistemas de IA. "Yo creo que ya estamos, cada día más, conviviendo con sistemas de IA y que esto solo va a ir en aumento", comentó. Según ella, la capacidad de usar nuevas herramientas será un elemento diferenciador en muchos trabajos y, si bien reconoce que la IA tiene usos tanto positivos como negativos, considera que, en general, nos facilitará la vida.

En realidad, ya utilizamos herramientas de inteligencia artificial en nuestra vida diaria, como sistemas de GPS, motores de búsqueda y marcapasos modernos. Para Hendler, la manera principal en la que la interacción entre humanos y máquinas cambiará será, en su mayoría, benigna. Sin embargo, los usuarios tendrán que aprender cuándo y cómo confiar en estos sistemas. "El problema no será la inteligencia artificial, sino el desarrollador", señaló.
Algunos investigadores sostienen que los smartphones ya nos convirtieron en ciborgs, por más que la introducción de dispositivos tecnológicos dentro del cuerpo sea todavía una práctica marginal. "La tecnología digital ha cambiado la vida cotidiana de maneras muy íntimas, minuto a minuto, si no segundo a segundo. Con la IA, esas tendencias no harán más que continuar y se intensificarán. Ya hay cientos de miles de personas que tienen un novio o una novia virtual", precisó Toyama.

La integración de la IA en la vida cotidiana es un proceso en marcha que solo se acelerará a corto y mediano plazo. La relación entre humanos y máquinas se estrechará aún más, y para que esa coexistencia funcione será necesario que la tecnología no tome decisiones por su cuenta, sino que sean siempre los humanos quienes la dominen
 
Fuente: INFOBAE / Por Maximiliano Fernández

martes, 6 de agosto de 2024

Cómo la INTELIGENCIA ARTIFICIAL podría erradicar los trabajos sin sentido**

 


El avance de la tecnología promete automatizar tareas que muchos consideran inútiles. ¿Están las personas listas para aceptar estos cambios en sus empleos?

Cuando Brad Wang empezó su primer trabajo en el sector tecnológico, justo después de la universidad, se maravilló de cómo Silicon Valley había convertido la monotonía del lugar de trabajo en una suntuosidad de salas de juegos, cabinas de siesta y frondosas rutas de senderismo. Eso es lo que debía sentir un invitado a una fiesta en casa de Jay Gatsby, pensó Wang.

Pero bajo la ostentación había una especie de vacío. Pasó de un puesto de ingeniero de software a otro, trabajando en proyectos que, en su opinión, carecían de sentido. En Google, trabajó durante quince meses en una iniciativa que sus superiores decidieron mantener aunque sabían que nunca se pondría en marcha. Luego pasó más de un año en Facebook en un producto cuyo principal cliente llegó a describir a los ingenieros como inútil.

Con el tiempo, la inutilidad de su trabajo empezó a molestar a Wang: "Es como hornear un pastel que va directo al bote de la basura".

La oficina corporativa y su papeleo tienen una manera de convertir incluso los trabajos al parecer buenos —los que ofrecen salarios y prestaciones decentes y se desarrollan detrás de teclados ergonómicos en un ambiente confortable y climatizado— en una monotonía que aprieta el alma.

En 2013, el ya fallecido antropólogo radical David Graeber dio al mundo una forma distinta de pensar sobre este problema en un ensayo titulado “Sobre el fenómeno de los trabajos de mierda”. Esta polémica anticapitalista del hombre que había ayudado a acuñar el icónico lema “99 por ciento” de Occupy Wall Street se hizo viral, al parecer hablando de una frustración ampliamente sentida en el siglo XXI. Graeber lo convirtió en un libro que profundizaba en el tema.

Sugirió que el sueño del economista John Maynard Keynes de una semana laboral de quince horas nunca se había hecho realidad porque los seres humanos han inventado millones de trabajos tan inútiles que ni siquiera las personas que los realizan pueden justificar su existencia. Una cuarta parte de la población activa de los países ricos considera que su trabajo podría ser inútil, según un estudio de los economistas holandeses Robert Dur y Max van Lent. Si los trabajadores consideran que su trabajo es desalentador y no aporta nada a la sociedad, ¿cuál es el argumento para mantener esos empleos?

El interés de esta cuestión ha aumentado con el avance de la inteligencia artificial, que trae consigo el espectro del desplazamiento laboral. Según una estimación reciente de Goldman Sachs, la IA generativa podría llegar a automatizar actividades equivalentes a unos 300 millones de empleos de tiempo completo en todo el mundo, muchos de ellos en puestos de oficina como administradores y mandos intermedios.

Cuando imaginamos un futuro en el que la tecnología sustituye el esfuerzo humano, tendemos a pensar en dos extremos: como una bonanza de productividad para las empresas y un desastre para los humanos que quedarán obsoletos.

Sin embargo, entre estos dos escenarios, existe la posibilidad de que la IA acabe con algunos trabajos que los propios trabajadores consideran sin sentido e incluso psicológicamente degradantes. Si así fuera, ¿estarían mejor estos trabajadores?

LACAYOS, MATONES Y MARCADORES DE CASILLAS

La forma en que los investigadores hablan de la IA puede sonar a veces como la de un director de recursos humanos que evalúa al becario optimista de verano: ¡muestra ser tremendamente prometedor! Es evidente que la IA puede hacer bastantes cosas —imitar a Shakespeare, depurar códigos; enviar correos electrónicos, leer correos electrónicos—, aunque no está nada claro hasta dónde llegará ni qué consecuencias tendrá.

Los robots son expertos en el reconocimiento de patrones, lo que significa que sobresalen en la aplicación de la misma solución de un problema una y otra vez: redacción de textos, revisión de documentos legales, traducción entre idiomas. Cuando los humanos hacen algo hasta la saciedad, se les ponen los ojos vidriosos y cometen errores; los chatbots no experimentan hastío.

Estas tareas tienden a traslaparse con algunas de las analizadas en el libro de Graeber, quien identificó categorías de trabajo inútil, como los “lacayos”, a los que se paga para que la gente rica e importante parezca más rica e importante; los “matones”, a los que se contrata para puestos que solo existen porque las empresas de la competencia crearon funciones similares; y los “marcadores de casillas”, que son, hay que reconocerlo, subjetivos. Tratando de hacer más útil la designación, algunos economistas la han mejorado: empleos que los propios trabajadores consideran inútiles y que producen un trabajo que podría evaporarse mañana sin ningún efecto real en el mundo.

Un candidato evidente para la automatización “lacaya” es el asistente ejecutivo. IBM ya permite a los usuarios crear sus propios asistentes de IA. En Gmail, los escritores ya no tienen que redactar sus propias respuestas, porque la respuesta automática genera opciones como “sí, eso está bien”. La IA promete incluso hacerse cargo de la logística personal: la empresa emergente de IA Duckbill utiliza una combinación de IA y asistentes humanos para eliminar por completo la lista de tareas pendientes, desde la devolución de compras hasta la compra del regalo de cumpleaños de un niño, tareas que antes se dejaban en manos de las recepcionistas en la época de “Mad Men”.

En opinión de Graeber, el telemarketing, otra área que la IA está superando, es un trabajo de “matones”, porque los trabajadores suelen vender productos que saben que los clientes no quieren o no necesitan. Los chatbots son buenos en esto porque no les importa si la tarea es satisfactoria o si los clientes son hoscos. Los centros de llamadas como el de AT&T ya están utilizando IA para programar las llamadas con los representantes de atención al cliente, lo que ha hecho que algunos de esos representantes se sientan como si estuvieran capacitando a sus propios sustitutos.

Los trabajos de ingeniería de software pueden inclinarse hacia el territorio de “marcar casillas”. Eso fue lo que sintió Wang cuando escribió líneas de código que no se pusieron en marcha. En su opinión, la única función de este trabajo era ayudar a sus jefes a ascender. Es muy consciente de que gran parte de este trabajo podría automatizarse.

Pero sin importar que estos trabajos proporcionen o no un sentido existencial, sí proporcionan salarios confiables. Muchos de los trabajos sin sentido que la IA podría sustituir han abierto tradicionalmente estos campos de cuello blanco a personas que necesitan oportunidades y formación, sirviendo como aceleradores de la movilidad de clase: asistentes jurídicos, secretarias, auxiliares. A los economistas les preocupa que, cuando esos empleos desaparezcan, quienes los sustituyan traigan consigo salarios más bajos, menos oportunidades de ascender profesionalmente y... aún menos sentido.

“Incluso si adoptamos el punto de vista de Graeber sobre esos empleos, debería preocuparnos su eliminación”, afirmó Simon Johnson, economista del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por su sigla en inglés). “Es el hundimiento de la clase media”.

UNA ‘CRISIS DE IDENTIDAD A NIVEL DE ESPECIE’

Es casi imposible imaginar cómo será el mercado laboral a medida que la IA mejore y transforme nuestros lugares de trabajo y nuestra economía. Pero muchos trabajadores expulsados de sus empleos sin sentido por la IA podrían encontrar nuevas funciones que surjan a través del proceso de automatización. Es un cuento viejo: a lo largo de la historia, la tecnología ha compensado la pérdida de puestos de trabajo con la creación de otros nuevos.

Los coches de caballos fueron sustituidos por automóviles, que crearon puestos de trabajo no solo en las cadenas de montaje de automóviles, sino también en la venta de autos y en las gasolineras. La informática personal eliminó cerca de 3,5 millones de puestos de trabajo, y luego creó una enorme industria e incentivó muchas otras, ninguna de las cuales podría haberse imaginado hace un siglo, dejando claro por qué la predicción de Keynes en 1930 de semanas laborales de quince horas parece tan lejana.

Kevin Kelly, cofundador de Wired y autor de numerosos libros sobre tecnología, se mostró optimista sobre el efecto de la IA en el trabajo sin sentido. Dijo que lo creía en parte porque los trabajadores podrían empezar a plantearse cuestiones más profundas sobre qué es un buen trabajo.

“Puede hacer que ciertas actividades tengan menos sentido del que tenían antes”, afirmó Kelly. “Lo que eso lleva a hacer a la gente es seguir cuestionándose: ‘¿Por qué estoy aquí? ¿Qué estoy haciendo? ¿De qué sirvo?’”. “Son preguntas muy difíciles de responder, pero también muy importantes”, añadió. “La crisis de identidad a nivel de especie que está promoviendo la IA es algo bueno”.

Algunos estudiosos sugieren que las crisis provocadas por la automatización podrían orientar a las personas hacia un trabajo socialmente más valioso. El historiador holandés Rutger Bregman inició un movimiento de “ambición moral” centrado en Holanda. Grupos de trabajadores de cuello blanco que sienten que tienen trabajos sin sentido se reúnen de manera periódica para animarse unos a otros a hacer algo que valga más la pena (siguen el modelo de los círculos “Lean In” de Sheryl Sandberg). También hay una beca para 24 personas con ambición moral, que les paga por cambiar a empleos centrados específicamente en la lucha contra la industria tabacalera o la promoción de carnes sustentables.

“No empezamos con la pregunta: ‘¿Cuál es tu pasión?’”, dijo Bregman sobre su movimiento de ambición moral. “Gandalf no le preguntó a Frodo: ‘¿Cuál es tu pasión?’. Le dijo: ‘Esto es lo que hay que hacer’”.

Es probable que lo que haya que hacer en la era de la IA se oriente menos hacia la carne sustentable y más hacia la supervisión, al menos a corto plazo. Según David Autor, economista laboral del MIT especializado en tecnología y empleo, es muy probable que los trabajos automatizados requieran “niñeras de IA”. Las empresas contratarán a humanos para editar el trabajo que haga la IA, ya sean revisiones legales o textos de mercadotecnia, y para vigilar la propensión de la IA a “alucinar”.

Algunas personas se beneficiarán, sobre todo en trabajos en los que hay una división clara del trabajo: la IA se encarga de proyectos fáciles y repetitivos, mientras que los humanos se ocupan de los más complicados y variables (Pensemos en radiología, donde la IA puede interpretar exploraciones que se ajustan a patrones preestablecidos, mientras que los humanos tienen que enfrentarse a exploraciones que no se parecen a decenas que la máquina haya visto antes).

No obstante, en muchos otros casos, los humanos acabarán hojeando sin pensar en busca de errores en una montaña de contenidos elaborados por la IA. ¿Ayudaría eso a aliviar la sensación de inutilidad? Supervisar el trabajo pesado no promete ser mejor que hacerlo o en palabras de Autor: “Si la IA hace el trabajo y la gente hace de niñera de la IA, se aburrirán como tontos”.

Según Autor, algunos de los trabajos que corren un riesgo más inmediato de ser absorbidos por la IA son los que se basan en la empatía y la conexión humanas. Esto se debe a que las máquinas no se desgastan por fingir empatía. Pueden absorber bastante maltrato de los clientes.

Las nuevas funciones creadas para los humanos estarían desprovistas de esa dificultad emocional, pero también de la alegría que conlleva. La socióloga Allison Pugh estudió los efectos de la tecnología en profesiones empáticas como la terapia o la capellanía, y llegó a la conclusión de que el “trabajo conectivo” se ha degradado por el lento despliegue de la tecnología. Por ejemplo, los dependientes de supermercados se dan cuenta de que, con la llegada de los sistemas automatizados de caja a sus tiendas, han perdido las conversaciones significativas con los clientes —que, según entienden, los gerentes no priorizan— y ahora se quedan sobre todo con clientes exasperados por las cajas automatizadas. Por eso, Pugh teme en parte que los nuevos empleos creados por la IA tengan todavía menos sentido que los actuales

Incluso los optimistas de la tecnología como Kelly sostienen que los empleos sin sentido son inevitables. Después de todo, la falta de sentido, según la definición de Graeber, está en el ojo del trabajador.

Algunas personas buscarán nuevas funciones; otras podrían organizar sus lugares de trabajo, intentando rehacer las partes de sus empleos que les resultan más molestas y encontrando sentido en animar a sus compañeros. Algunos buscarán soluciones económicas más amplias a los problemas con trabajo. Para Graeber, por ejemplo, el ingreso básico universal era una respuesta; Sam Altman, de OpenAI, también ha sido partidario de experimentar con un ingreso garantizado.

En otras palabras, la IA magnifica y complica los problemas sociales relacionados con el trabajo, pero no es un reajuste ni una panacea, y aunque la tecnología transformará el trabajo, no puede desplazar los complicados sentimientos de la gente hacia él.

Wang está convencido de que así sucederá en Silicon Valley. Predice que la automatización del trabajo inútil hará que los ingenieros sean aún más creativos a la hora de buscar sus ascensos. "Estos trabajos se basan en vender una visión", afirmó. "Me temo que este es un problema que no se puede automatizar".

Si los trabajadores consideran que su trabajo es desalentador y no aporta nada a la sociedad, ¿cuál es el argumento para mantener estos empleos?

**Emma Goldberg ©The New York Times


miércoles, 11 de septiembre de 2019

FOEESITRA presente en la CONFERENCIA MUNDIAL de UNI TELECOMUNICACIONES



 “Desde nuestra Federación entendemos que no puede irse en contra de las nuevas tecnologías y actuamos en consecuencia, poniendo especial énfasis en la Capacitación y concientizando a cerca del nuevo mundo del trabajo. Sabemos que hay que adecuarse a esta nueva era en donde la Inteligencia Artificial, el desarrollo del 5G o la Robótica ya son términos reales y no futuristas, pero no a cualquier precio. Debemos articular estrategias conjuntas a nivel regional y global para afrontar este nuevo reto que la tecnología le propone al campo laboral, para que nuestras Compañeras y Compañeros puedan ser protagonistas y no víctimas. Ese es nuestro mayor desafío y no hay una mejor manera de hacerlo que Unidos, Organizados y Solidarios”. 
Con estas palabras cerró su exposición nuestro Compañero Silvio Woollands, representante de FOEESITRA, en la Conferencia Mundial de UNI Global Union ICTS ( Sector de Información y Servicios de Tecnologías de Comunicación) que se llevó a cabo en la ciudad de Kuala Lumpur, Malasia, entre los días 26 y 29 de agosto pasado. 
Los trabajadores y trabajadoras de ICTS están a la vanguardia del Nuevo Mundo del Trabajo, desarrollando y transformando las empresas de telecomunicaciones y móviles en empresas de transmisión de datos y contenidos multifuncionales, y por lo tanto es un sector clave en esta nueva era. 

El debate estuvo centrado en El presente y futuro del Mundo Laboral y cómo afrontar dichas transformaciones que cada vez son más complejas, no solo por su contenido sino también por la dinámica con la que se suscitan, sin resignar los derechos que fueron ganados en años de lucha. El cónclave contó con la presencia de delegados de más de 60 países de todo el mundo que establecieron un plan estratégico para los próximos 4 años en donde se destacan las siguientes prioridades: 

1. Organizar y fortalecer los sindicatos en las principales empresas multinacionales y regionales del sector de ICTS.

2. Organizar y elevar los estándares en los centros de contacto.

3. Aumentar y fortalecer la organización en las empresas globales de TI.

4. Fortalecer la influencia política y el poder económico de los trabajadores de ICTS.

5. Elaborar una estrategia para el Nuevo Mundo del Trabajo.
La Conferencia concluyó con la reelección de Andy Kerr, del sindicato CWU de Inglaterra, como Presidente Mundial del sector UNI ICTS para el periodo 2019-2023, quien instó a todos los participantes a continuar trabajando con participación, compromiso y la firme convicción que, tal como reza el slogan elegido para titular la Conferencia, debemos estar “Conectados para vencer”.

viernes, 6 de septiembre de 2019

Llegan los robots: más de 120 millones de empleados tendrán que readaptarse en los próximos tres años



El dato surge de un informe que analiza el impacto de la inteligencia artificial en el empleo en todo el mundo. Cuáles serán los trabajos más afectados por la ola de automatización.
Más de 120 millones de trabajadores en todo el mundo tendrán que readaptarse en los próximos tres años debido al impacto de la inteligencia artificial en el empleo, según una encuesta de IBM.
Ésa es una de las principales preocupaciones de muchos empleadores que dicen que la escasez de talento es una de las mayores amenazas para sus organizaciones en la actualidad. Y la formación o capacitación que se necesita en estos días es más larga de lo que solía ser: los trabajadores necesitan una capacitación de 36 días para cubrir la falta de competencias frente a los tres días que se requerían en 2014, según señala IBM en la encuesta que se menciona en un artículo de Bloomberg.
Los países más afectados por la ola de automatización
Se estima que, en los próximos tres años, unos 50,3 millones de trabajadores chinos podrían necesitar readaptación como resultado de la ola de automatización. A China le siguen unos 11,5 millones en Estados Unidos y 7,2 millones en Brasil. Japón y Alemania completan los 5 primeros países del raking con 4,9 millones y 2,9 millones de trabajadores, respectivamente.
Competencias sociales
Algunas competencias tardan más tiempo en desarrollarse porque requieren a la conducta, como es el trabajo en equipo y la comunicación. Algo similar ocurre con aquellas que son altamente técnicas, como las capacidades en ciencias de datos.
"La readaptación hacia las capacidades técnicas suele estar impulsada por una educación estructurada con un objetivo definido, con un claro comienzo y final", manifestó Amy Wright, directora gerente de talento de IBM, en un correo electrónico. "Desarrollar habilidades de comportamiento requiere más tiempo y es más complejo", destacó.
Las competencias que refieren a la conducta, como la capacidad de trabajar bien en equipo, la comunicación, la creatividad y la empatía, se desarrollan mejor a través de la experiencia en lugar de programas de aprendizaje estructurado como un seminario web. Cuando los empleadores dicen que se enfrentan a un déficit de competencias, lo primero que se piensa es la experiencia en codificación u otras capacidades técnicas avanzadas.
Sin embargo, en la actualidad, los empleadores piden más énfasis en habilidades interpersonales como capacidad de comunicación, ética y creatividad en lugar de técnicas, lo cual representa un cambio de los últimos años, señala la encuesta. Las habilidades conductuales ahora se consideran críticas, frente a las competencias digitales y técnicas.
Llegan los robots
Se espera que los avances en IA no solo desplacen los empleos actuales sino también que creen otros nuevos empleos. El reto será mejorar la capacidad de los trabajadores para cubrir los nuevos puestos que surgirán.
Según un estudio del Foro Económico Mundial, en 2025 los robots cumplirán el 52% de las tareas que se realizan en la actualidad. El lado positivo de este cambio de paradigma es que se crearán 58 millones de nuevos empleos durante los próximos cinco años, según ese mismo informe.
Los empleos más afectados por la ola de automatización serán aquellos que requieren la realización de actividades repetitivas, que pueden ser realizadas de manera más eficiente por las máquinas, como sucede con algunas tareas fabriles que hoy en día están, en su mayoría, automatizadas.
Pero no sólo estos empleos se verán afectado, también hay muchas tareas relacionadas con el trabajo administrativo que pueden ser realizadas (y en muchos casos hoy ya son realizadas) por computadoras.
El oficio de cajero de supermercado también va tender a desaparecer (o a disminuir la demanda) ya que en muchas tiendas, sobre todo en Estados Unidos, Europa y en ciertas regiones de Asia han automatizado el cobro de la mercadería.
Los ejemplos son innumerables, basta con pensar en los traductores automáticos online (que cada vez funcionan mejor) o las herramientas de edición de contenido audiovisual que se pueden descargar sin costo al móvil, por citar sólo algunos ejemplos.
Como se mencionó, los desarrollos de actividades vinculadas al universo de los sistemas informáticos persistirán, e incluso se volverán más sofisticadas. Si bien, en un futuro, se podría incluso llegar a prescindir de la actividad mecánica de programar, lo cierto es que se seguirán necesitando arquitectos de sistemas que piensen qué plan llevar adelante, o especialistas en diseño que puedan traducir los requerimientos de los clientes en un plan concreto, o expertos en big data que puedan asesorar qué camino tomar con los grandes caudales de información disponible.
La actividad creativa, al menos en un comienzo, no se verá tan amenazada como las tareas mecánicas y repetitivas. "Los seres humanos tendremos más tiempo para hacer trabajos que no son rutinarios y que requieren inspiración, creatividad y pensar fuera de la caja. Todas las tareas que puedan ser resueltas por medio de la automatización, de algoritmos van a ser realizadas por robots, pero habrá más lugar para el trabajo creativo", analizó Thomas Friedman, periodista del New York Times, tres veces ganador del Premio Pulitzer y autor del libro Gracias por llegar tarde, en una entrevista que tuvo con Infobae.
Cabe recordar, de todos modos, que hoy en día ya hay robots con capacidad "creativa", en el sentido de que son capaces de generar productos nuevos a partir de la información con la que fueron nutridos. Ésa es, justamente, la magia del machine learning: modelos de aprendizaje de las máquinas que hacen posible que haya algoritmos capaces de componer canciones, escribir textos originales y hasta diseñar estructuras.
Se puede pensar, entonces, que eventualmente, incluso las actividades más creativas podrían ser realizadas por robots. Aun así, los más optimistas sostienen que irán surgiendo nuevas oportunidades para hacer tareas que no podrán llevar adelante los algoritmos o que, aún cuando eso sea posible, se seguirá prefiriendo que sean los humanos los que estén a cargo.
"Surgirán opciones laborales vinculadas con el cuidado de personas mayores, sobre todo teniendo en cuenta el envejecimiento de la población a raíz del incremento de la esperanza de vida. Y también están las tareas vinculadas con la interacción humana. En Airbnb hay dos botones: uno para buscar alojamiento y otro para buscar experiencias, dentro de este último se ofrecen cursos de cocina, tours de arte, visitas a clubes de jazz, hay de todo. La gente está monetizando su pasión, porque ahora, que ya no están escribiendo reportes, tienen más tiempo que antes", analizó, en otro fragmento de aquella nota, Friedman.
Quizás, entonces, la necesidad de interacción humana persista y con ella, diferentes oportunidades de empleo.
Fuente: Infobae

domingo, 25 de agosto de 2019

Se acerca la Cuarta Revolución Industrial




Algunos expertos vaticinan que la próxima revolución industrial tendrá lugar en 10 años.
La raza humana ha pasado por una serie de innovaciones radicales en los últimos siglos, las tres revoluciones industriales que conocemos. Primero, aprovechamos el poder del vapor y el poder del agua, luego descubrimos la electricidad y creamos la mecanización en forma de fábricas y líneas de ensamblaje, cambiando la naturaleza de nuestra economía de la noche a la mañana.
Desde la década de 1960, hemos visto un cambio hacia la informática, la mecatrónica y la robótica: la creación de mentes mecánicas que combinan tecnologías físicas, digitales y biológicas, construidas para mejorar nuestras vidas cotidianas.
Hoy, este cambio nos ha llevado al borde de un boom de la inteligencia: la Inteligencia Artificial, la Automatización, la Realidad Virtual y la robótica están aquí y avanzan a un ritmo astronómico. Lo siguiente... es la cuarta revolución industrial. Esta multiplicará la velocidad, el alcance y el impacto de los sistemas que produjo la tercera (que llegó a mediados del siglo XX con la  electrónica y la tecnología de la información y las telecomunicaciones).
Según el director adjunto del Instituto de Sistemas Cibernéticos Inteligentes de la Universidad Nacional de Investigaciones Nucleares de Rusia (MEPhI), Valentín Klímov, en los próximos diez años se producirá una nueva revolución: la neurotecnológica, que cambiará drásticamente la vida humana.
¿Simbiosis hombre-máquina?
La #CuartaRevoluciónIndustrial se caracterizará por las nuevas tecnologías que conectan los mundos físico, digital y biológico, impactando en todas las disciplinas, economías e industrias.
Todo está cambiando mientras los inventos revolucionarios de ayer parecen tristes y triviales para las innovaciones futuras. Nada es permanente, ya que estamos evolucionando todos los días a un ritmo que se multiplica a perpetuidad. La inteligencia artificial ya nos rodea, desde vehículos o drones autónomos   asistentes virtuales y  software que nos ayudan en múltiples tareas.
Estamos al borde de una revolución tecnológica que alterará fundamentalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos los unos con los otros, pues en este escenario futuro, los seres humanos y los ordenadores interaccionarán como iguales y cada uno resolverá sus propios problemas, según comenta Klímov.
Según el fundador y ejecutivo del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, la cuarta revolución industrial va a tener un impacto global mucho mayor que las anteriores debido a los avances en la tecnología
El mayor problema al que nos enfrentamos de raíz sobre este cambio tecnológico es que no estaremos dispuestos a adaptarnos.  El miedo a la pérdida de nuestros empleos y la incertidumbre ante los nuevos puestos que se crearán en el futuro -tal y como ha ocurrido en cada revolución industrial-, juega en contra. Hay que tener en cuenta que el cambio está ahí, está ocurriendo en estos mismos instantes y, mientras estamos sentados en nuestros escritorios en el trabajo, debemos prepararnos para una sociedad que cambia constantemente.
Y no olvidemos que los avances tecnológicos han creado más puestos de trabajo de los que han destruido, según concluyó un estudio publicado por The Society of Business Economists. La tecnología, en lugar de destruir puestos de trabajo, ha sido una "gran máquina creadora de empleos".
"Las máquinas asumirán tareas más repetitivas y laboriosas, pero no parecen estar más cerca de eliminar la necesidad de mano de obra humana que en cualquier momento en los últimos 150 años", concluye el trabajo.
Referencia: Conferencia Neuroinformática 2017 Moscú / World Economic Forum / The Society of Business Economist The Rybczynski Priz

viernes, 18 de septiembre de 2015

El impacto de la robótica y la inteligencia artificial en el mercado laboral






CUALQUIER OFICIO PUEDE DESAPARECER y se necesitará una recapacitación masiva”
Entrevista a la experta de Sillicon Valley Kathryn Myronuk, que alerta sobre nuevos sistemas capaces de reemplazar al hombre.
 Kathryn Myronuk es una de las siete mujeres a las que más atención hay que prestar este año, según CNN. Trabajó como analista en industrias tan diversas como energía, telecomunicaciones, almacenamiento de datos y seguridad. Hoy es investigadora de Singularity University, que funciona en un campus de la NASA, en Silicon Valley. Forma parte de los expertos que hoy compartirán sus experiencias en InnovatiBA. Hablará sobre el futuro del empleo.
"En los últimos 100 años la gente se preocupó mucho sobre los riesgos de la automatización. Pero ahora estamos ante otro tipo de tecnología, capaz de aprender por sí misma, que puede reemplazar trabajos que hasta ahora se pensaba que solo un ser humano podía hacer. Por ejemplo, autos que se manejan solos reemplazarán a los choferes, computadoras que analizan pacientes y brindan un diagnóstico médico con precisión, o traductores (de idiomas) de gran capacidad, entre otros. Esto nos obliga a reflexionar más. Una vez que los autos autónomos estén disponibles, cientos de miles saldrán a comprarlos. Si sos chofer en los próximos 10 años podrías pensar que tu trabajo va a cambiar o incluso desaparecer.
- ¿Qué otros oficios o profesiones pueden desparecer?
- No se puede saber. No hay que extrapolar linealmente desde la existencia de ciertas tecnologías a la efectiva pérdida de puestos de trabajo. Por ejemplo, cuando se inventaron los cajeros automáticos, no significó que desapareciera el oficio de cajero. Sí se redujo la cantidad de cajeros (personas) cada miles de habitantes. No se puede predecir si seguirá siendo así en el futuro. En los años 40, las primeras computadoras hicieron rápidamente obsoleto el trabajo de cálculo de los especialistas. Pero esas personas con habilidades estadísticas y matemáticas no perdieron sus trabajos: fueron los primeros programadores, analistas de sistemas. Si vemos lo que pasó entre 1940 y ahora, hemos inventado campos totalmente nuevos de trabajo sobre la base de una informática fácilmente accesible y abundante. Como sociedad estamos mejor: si llevas a tu hijo al médico, tiene el acceso al equivalente de un asistente al le que le diga: "andá y leé todos los artículos que existen sobre esta enfermedad y después volvé con ideas". Y lo consigue en menos de 5 minutos. Hace 20 años no lo podía lograr ni el rector de una universidad que le dijera a sus miles de alumnos, vayan y lean sobre esto. Pero está la otra cara: un reciente estudio mostró que en EE.UU. el 47% de los empleos ya corre riesgo de ser reemplazados por algún robot.
- En muchas partes del mundo la automatización generó mayor flexibilización laboral, trabajos de poca calidad. ¿Puede esta tecnología profundizar la tendencia?
- Puede. No es inevitable pero es posible, por eso hablo sobre este tema. Se han hecho investigaciones en EE.UU. que muestran que en muchas fábricas desaparecieron aquellos trabajos más calificados, con los sueldos más altos. Los puestos de reemplazo tienen sueldos más bajos: personas con menos experiencia y capacitación. Estas tendencias se dieron aún sin estas nuevas tecnologías. Lo más positivo, en este contexto, es que van a surgir muchos oficios nuevos. Los puedo imaginar, pero no asegurar cuáles serán. Por supuesto que en ciertos lugares como Argentina, que han lidiado con una economía caótica, los gobiernos y todo ciudadano debería estar pensando cómo encarar esto, qué tipo de formación conviene que tengan sus hijos.
En EE.UU. el 47% de los empleos ya corre riesgo de ser reemplazados por algún robot



- ¿Qué recomienda?
- Lo más importante es aprender a trabajar en grupos interdisciplinarios. Antes uno podía sobrevivir siendo especialista en un campo. En el futuro ya no: será necesario poder mirar alrededor y definir si una herramienta de otro campo puede servir para lo que uno está haciendo.
- ¿Qué políticas públicas recomendaría a los gobiernos?
- Los conocimientos que tenemos sobre los trabajos del siglo XX tal vez ya no funcionen más, no sean aplicable. El problema es que lo nuevo tampoco lo conocemos. Dentro de 25 años la economía va a ser muy distinta, pero igual los planes hay que pensarlos ahora. Cualquier oficio puede desaparecer y se necesitará una recapacitación masiva, quizás pensar en un año entero de capacitación para ciertos sectores. Algunos hablan de ingreso universal o mínimo garantizado para sectores en crisis. Las herramientas normales para lidiar con el desempleo de corto plazo no sirven para esto.
- ¿Cuáles sirven?
- No creo que nadie lo sepa ahora. Hay que empezar ya a analizarlo. En el pasado, cuando hubo cambios que afectaron a las personas nadie los vio venir. Ahora estamos a tiempo, todos sabemos lo que puede pasar y podemos trabajar en ello.