Trabajadores y kirchnerismo no son lo mismo…
Quizás sea ésta la hora de traer al ruedo hechos históricos: los dos movimientos populares de la Argentina del siglo XX, el radicalismo y el peronismo, jamás promovieron el enfrentamiento entre las clases medias y populares.
Una de las banderas de la reforma universitaria se vio sellada por la idea de acercar las altas casas de estudio a las problemáticas sociales. Ambas fuerzas políticas, cada una a su manera, alimentaron la esperanza del ascenso social. La promesa de una vida mejor para cada habitante de nuestro país, dentro de un programa inclusivo de reforma social, sustentó las aspiraciones de las capas medias y trabajadoras a poco tiempo de iniciada la democracia. De ahí que nuestra cultura política, a diferencia de la que atraviesa a otros países latinoamericanos, no se encuentra marcada por esa confrontación entre franjas medias y obreras.
Esta convivencia fue bien expresada en aquel cantito de batalla de la juventud peronista: "San José era radical y María socialista y tuvieron un hijito montonero, peronista".
Los años sesenta y setenta vieron caminar, en las grandes movilizaciones y en la protesta social que surcó el período, a los obreros, los estudiantes, los profesionales, los artistas, los intelectuales. Juntos decididos a resistir contra las dictaduras. Juntos decididos a combatir la proscripción, alentando el retorno del peronismo al escenario de la competencia electoral. Así el poli clasismo que nutrió a la UCR y al PJ se hizo sentir una vez más en la escena nacional.
Esta perspectiva resulta irreconciliable con las palabras pronunciadas por la Presidenta, cuando, en su reciente discurso ante jóvenes en el Luna Park, al referirse a la clase media la definió como volátil, "que muchas veces no entiende y cree que separándose de los laburantes, de los morochos, le va a ir mejor…"
Le pasó a todos, es como el sino de las grandes frustraciones en la historia argentina." Ocurre que una importante franja de la clase media ha dado la espalda al kirchnerismo, cuestionando su modo de ejercicio del poder y su modelo de gobernabilidad. Sin embargo, esta impugnación no necesariamente conduce a la clase media a distanciarse de los más humildes; pues trabajadores y kirchnerismo no son términos equivalentes. La existencia de numerosas franjas sociales enfrentadas al oficialismo de ningún modo las vuelve insensibles a los padecimientos que sufren los que menos tienen. La crítica de la clase media al actual gobierno no implica que ésta haya desanudado su destino del porvenir que aguarda a los habitantes más desamparados de nuestra sociedad.
Por María Matilde Ollier, Politóloga
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