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lunes, 10 de enero de 2022

SISTEMA JUBILATORIO argentino entre los peores del mundo...

Sobre 43 países incluidos en el "Global Pension Index" elaborado el Mercer Institute, la Argentina volvió a aparecer en el puesto 42, con una nota que solo supera a la de Tailandia. El peor aspecto, según el informe, es la escasa "sostenibilidad" del sistema

La ARGENTINA TIENE EL SEGUNDO PEOR SISTEMA PREVISIONAL sobre una lista de 43 países que abarcan al 65% de la población mundial, según el "Global Pension Index 2021″ compilado por el Mercer CFA Institute. El único de los 43 países con un puntaje inferior al de la Argentina incluidos en este índice Global sobre la calidad de los sistemas jubilatorios es Tailandia.

Además, la diferencia entre ambos países, que también habían sido los peor rankeados en el índice 2020, se achicó. En la calificación general, la nota sobre la calidad del sistema previsional argentino cayó de 42,5 a 41,5 puntos, mientras que la de Tailandia cayó menos, de 40,8 a 40,6, quedando a menos de un punto de la Argentina.

Islandia, con un puntaje general de 84,2 puntos sobre 100, goza del mejor sistema jubilatorio del mundo. Países Bajos y Dinamarca se le suman en el podio de los tres países mejor evaluados, aquellos cuya nota alcanza el nivel A, el más alto del sistema, con un puntaje superior a los 80 puntos, por lo cual se consideran sistemas jubilatorios "robustos y de primera clase, que brindan buenos beneficios, son sustentables y tienen un alto nivel de integridad".

Los países latinoamericanos calificados son Chile, el mejor rankeado, con 67 puntos en el índice general, Uruguay (60,7), Colombia (58,4), Perú (55), Brasil (54,7), México (49) y la Argentina (41,5).

Cualquier comparación de los sistemas jubilatorios es controvertida, dice el informe, pues cada uno se desarrolló en un particular contexto económico, social, cultural y política y en sus propias circunstancias históricas. Por ello no hay un sistema único que convenga trasplantar, sin cambios, de un país a otros. Sin embargo, dice Mercer, hay ciertos aspectos que tienen más probabilidad de llevar a mejores beneficios a las personas mayores de una sociedad, a aumentar la sostenibilidad del sistema y a generar mayores niveles de tranquilidad y confianza.

La "libreta de calificaciones" de Mercer, similar a los esquemas de gradación de las universidades norteamericanas y de las calificadoras de riesgo, incluye 6 niveles. Debajo del A están las B+ (nota general, 70 a 80 puntos), en el que revistan también tres países (Australia, Israel y Noruega) y B (aquí aparecen un grupo más numeroso de países, incluido Chile, con su sistema de AFPs), cuyos sistemas jubilatorios se consideran "de estructura sana, con varias características buenas, pero con áreas en que deben mejorar". Los grados C + y C+. de entre 50 y 65 puntos) abarcan a los países cuyos sistemas de pensión tienen, a juicio de Mercer, "algunas buenas características, pero también riesgos importantes y debilidades, sin cuyas mejoras su eficacia y sostenibilidad corre peligro".

Recién en el nivel D, por debajo de la India, Japón, Corea del Sur, México, Turquía y Filipinas y solo delante de Tailandia), aparece la Argentina. Se trata de un conjunto de países con sistemas previsionales que tiene "algunas características deseables, pero importantes debilidades y omisiones, que vuelven dudosa su eficacia y sostenibilidad. Países ricos como Japón y Corea del Sur tienen sistemas jubilatorios débiles, pero poblaciones mayores con altísimo nivel de ahorros.

De este modo, de los 43 sistemas jubilatorios evaluados, el argentino es el segundo peor a nivel general y también el segundo peor en cuanto a su "integridad" (el peor en ese subranking es Filipinas, con un puntaje de 35), el cuarto peor en sostenibilidad (solo un país pobre y muy populoso como Brasil y dos de poblaciones muy viejas y sistemas jubilatorios desbordados por el envejecimiento de la población, como Italia y Austria, tienen sistemas menos "sostenibles", aunque en estos dos últimos casos la población mayor tiene un alto nivel de ahorro por fuera del sistema previsional) y solo 10 tienen subnotas inferiores en cuanto a lo "Adecuado" del sistema. Argentina recibe en ese subíndice 52,7 puntos, quedando en la posición 33 de mejor a peor y en la undécima de peor a mejor, por delante de India, Indonesia, Corea del Sur, Malasia, México, Filipinas, Sudáfrica, Tailandia, Taiwán y Turquía.

La mejor subnota o subíndice de la Argentina es en Adecuación (los ya mencionados 52,7 puntos), seguida por 43 en integridad y 27,7 en sostenibilidad, lo que significa que según Mercer se trata de un sistema insostenible, pues es un puntaje muy inferior al de la propia escala (D) en que está el país a nivel general. En el sexto nivel (E, puntaje inferior a 35 puntos) no figura ninguno de los 43 países evaluados. Se trata del escalón correspondiente a sistemas jubilatorios "pobres, que pueden estar en su etapa inicial de desarrollo o son directamente inexistentes".

Fuente: Infobae

sábado, 29 de agosto de 2020

Los salarios y las jubilaciones cayeron a los niveles más bajos en 15 años y se ubican entre los mínimos de la región




El derrumbe de actividad por la extensa cuarentena y el aumento de la incertidumbre en el mercado de cambios llevaron a que los ingresos retrocedieran en dólares a valores de inicio de siglo. Desde septiembre, la jubilación mínimo mensual será de USD 131.

Una economía que no crece y la ausencia de un plan económico integral orientado a revertir la larga historia de decadencia, es el escenario que encontró la irrupción del COVID-19, y la decisión de la “cuarentena eterna”, porque empezó el 20 de marzo y a más de 155 días aún no tienen fecha de finalización, fueron determinantes para asestarle un fuerte golpe a los salarios y jubilaciones.
La inestabilidad cambiaria y convivencia con altas tasas de inflación obligan a los economistas a convertir cualquier variable nominal en pesos al dólar que se puede obtener en el mercado, libre de cepos y restricciones, para poder tener una idea aproximada de la calidad de vida que pueden alcanzar los residentes en la Argentina en comparación con otros países, en particular los del vecindario.
El momento parece oportuno porque en pocos días más comenzarán a liquidarse los nuevos haberes de los jubilados y pensionados, de acuerdo con el criterio de ajuste trimestral que establecía la Ley de Movilidad Jubilatoria, suspendida por el Gobierno para contener la expansión del gasto previsional en unos $72.000 millones en el corriente año, según estimó un estudio del Iaraf.

El deterioro no es exclusivo de esta gestión. Como se observa en el gráfico (abajo), para diciembre de 2011 los jubilados ganaban el equivalente al 60% de la canasta básica de sus consumos; 50% en diciembre de 2015 y 37% en diciembre del 2019. Por su parte, la última actualización indica que solo se cubre el 35% de la canasta básica de los adultos mayores”, precisa un informe de la Fundación Libertad y Progreso, luego de contemplar el aumento generalizado de 7,5% dispuesto por el Poder Ejecutivo Nacional a partir del 1 de septiembre, y garantizar un haber mínimo bruto mensual de $18.130, equivalente a USD 131 al cambio libre al cierre de la semana.

No sólo se trata del menor valor y la menor cobertura de los últimos 15 años, sino que se encuentra entre los peores de la serie de los últimos 30 años. Sólo cayeron más abruptamente en la crisis de 2002 a poco más de USD 40, y demoraron 4 años para recuperar el punto de partida de USD 150 que regía en los tiempos de la convertibilidad fija entre 1 peso y 1 dólar.
Después de notables altibajos, propios del ciclo de la actividad económica el haber mínimo de las jubilaciones alcanza su punto máximo con poco más de USS 400 en septiembre de 2017, pero el regreso de la recesión desde noviembre de ese año lo vuelve a derrumbar a USD 182 en noviembre de 2019, previa a la asunción a la presidencia de Alberto Fernández, y se sostiene en ese rango hasta febrero, pre pandemia del COVID-19.
Luego, las medidas preventivas, con el decreto del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio desde el 20 de marzo, comienza el debilitamiento de la actividad económica, se derrumba a recaudación y una vez más una de las variables de ajuste son las jubilaciones, con aumentos por decreto inferiores a los que determinaba la legislación vigente, al punto que antes de efectivizar desde el 1 de septiembre el aumento de 7,5% las ubicará, al tipo de cambio libre del último viernes, en el equivalente a USD 131 para casi 2 de cada 3 jubilados y pensionados.
Mientras que casi 1 de cada 4 (23,5% del total de 6,9 millones de beneficiarios) pasará a percibir entre USD 160 y USD 270; y apenas 12,5% restante cobrará más del equivalente a 300 dólares
El ingreso real de los trabajadores también se desplomó
La pérdida de capacidad de compra de los ingresos no es una característica exclusiva de los jubilados y pensionados, sino también por parte de los trabajadores, en particular cuando se compara el promedio del asalariado registrado por el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) de unos $60.000 desde junio, con el tipo de cambio libre de $138 por dólar, porque arroja un equivalente de USD 440, cuando antes de la cuarentena y en un escenario de menor incertidumbre cambiaria esa relación arrojaba USD 718, un 5% superior a la heredada el 10 de diciembre último.
El salario promedio registrado cayó al equivalente de USD 440, cuando pre cuarentena, y en un escenario de menor incertidumbre cambiaria esa relación arrojaba USD 718, un 5% superior a la heredada el 10 de diciembre último
Como en el caso de las jubilaciones, y como lo refleja el gráfico, el nuevo rango no sólo retrocedió a los valores de 15 años atrás, sino que es apenas la tercera parte del pico que había anotado en 2017, y se vuelve a ubicar entre los más bajos de la región, principalmente por el estancamiento secular de la economía, y la ausencia de un plan económico integral que permita recuperar la senda de crecimiento, como hicieron varias naciones vecinas.
La baja real es aún más notable en el caso del Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM), como consecuencia de que la última actualización es de octubre de 2019, a $16.875, como lo había determinado el Consejo del Salario, el Empleo y la Productividad, cuando equivalía a USD 260 y ahora está en unos 122 dólares.
En enero de 2020, como muestra el siguiente gráfico, el salario mínimo medido en dólares en la Argentina estaba más o menos a mitad de tabla en el vecindario latinoamericano, con 282,5 dólares medido al tipo de cambio oficial, como lo midió Statista, un analista y proveedor mundial de estadísticas y comparaciones, pero descendía por debajo de Brasil y sólo por encima de México y Venezuela si se tomaba el dólar blue. Como el SMVM no se mueve hace un año y el blue siguió subiendo, ahora el valor sólo supera al que entonces tenía Venezuela.
No sólo en el equivalente en dólares perdieron poder adquisitivo los salarios. “En términos de metros cuadrados a construir, un salario mensual hoy equivale a 1,44 m2, el nivel más bajo de los último 13 años, con deterioro continuo en los últimos 5 periodos. Asimismo, con un sueldo promedio se pueden adquirir 167 kilos de carne vacuna, el poder de compra más bajo en 20 años después del piso de 162 kilos en 2010″, destacan los economistas Marcelo Capello y Laura Caullo de Ieral Fundación Mediterránea.
Brasil, Uruguay y Chile
El cotejo de ingresos entre países tiene sus complejidades, por los tipos de cambio, niveles de inflación, precios relativos y canastas de consumo en cada país, sin siquiera considerar el “salario no monetario” a través de la provisión de bienes públicos, que históricamente fue un fuerte argentino.
Sin embargo, es posible hacer algunas comparaciones.
En Brasil, por ejemplo, una elaboración de Tomás Pejkovich Balbiani, de la consultora Abeceb, en base a estadísticas oficiales, precisa que el salario privado en reales subió entre enero y junio de este año, un 5,6%, contra una inflación para ese período del 1%. A su vez, medido en dólares, y a raíz de la fuerte devaluación del real, el mismo salario sufrió una baja de 490 dólares en enero a 397 en junio, un retroceso de nada menos que 19% y que completó ese mes un cuarto mes de retroceso consecutivo.
Casi 1 de cada 4 jubilados (23,5% del total de 6,9 millones de beneficiarios) pasará a percibir entre USD 160 y USD 270; y apenas 12,5% restante cobrará más del equivalente a 300 dólares
En Uruguay, en tanto, la serie del “Nivel Gral de Salarios y Compensaciones del Sector Público” publicado por el Instituto Nacional de Estadísticas de Uruguay, que consultó la investigadora Nuria Susmel, de la Fundación FIEL, precisa que, en términos reales (esto es, descontada la inflación), la serie con base 100 en 2016 marcaba un valor de 142,13 en enero, antes de la pandemia, y de 136,63 en junio, último valor publicado. Esto es, el salario medio real en Uruguay perdió en la primera mitad de 2020 un 3,9%, medida que luce tolerable en un contexto de crisis internacional y regional y más aún teniendo en cuenta el aumento real de 42% en los cuatro años previos.
En el caso de Chile, la información oficial precisa que -también tomando el año 2016 como “base 100″- en enero el “Índice de Remuneraciones” reales era de 118,85 en enero y de 118,35 en mayo, último mes publicado. Esto es, una pérdida de 0,4%. A su vez, el “Indice del Costo de la Mano de Obra” (aquel que debe afrontar el empleador) pasó de 118,59 en enero a 118,09 en mayo, un retroceso de igual magnitud.
En definitiva, la estabilidad vale.
En un país dolarizado como la Argentina, una comparación inmediata es la evolución de los ingresos en dólares. Al respecto, ayer, en un tuit, el economista Esteban Domecq, de la consultora Invecq, desafió a sus seguidores a un simple ejercicio: buscar su recibo de sueldo de 2018, calcularlo en dólares (a $ 18), compararlo con el último recibo de 2020 y calcularlo al dólar oficial ($ 77) y al blue (que tomó a $ 136). Domecq comparó así la caída del salario promedio en dólares en lo que va de 2020 con la ocurrida en 2002, tras el estallido de la convertibilidad. Aquella vez, precisó, la caída fue del 75%. Ahora, al dólar oficial es del 40% y al dólar “blue” de 70%, muy cerca del pozo de la post-convertibilidad.
Los salarios, junto al nivel de formalidad y la tasa de actividad de la economía, son clave para avizorar la sostenibilidad del sistema previsional, pues de la cantidad y cuantía de sus contribuciones depende la capacidad del sistema de solventar, sin auxilio del Tesoro o dosis crecientes de emisión monetaria, la cantidad y el nivel de actuales y futuras jubilaciones. Al respecto, Laura Caullo, economista de la Fundación Mediterránea, comparó la cantidad de trabajadores privados en blanco de la Argentina, Chile y Australia respecto de su población total. Las diferencias (ver mapa) son abismales, mientras en la Argentina esa relación es de sólo el 14% (7,4 millones sobre 45 millones de habitantes), en Chile es del 38% y en Australia del 56%. En definitiva, el nivel de empleo, de formalidad y de salarios del presente limita cada vez más lo que el sistema jubilatorio es capaz (o incapaz) de dar.

Por Daniel Sticco - Sergio Serrichio - INFOBAE.

sábado, 7 de marzo de 2020

El debate sobre la edad de retiro: a qué edad se jubilan los habitantes de los países de América Latina


El debate sobre la edad de retiro: a qué edad se jubilan los habitantes de los países de América Latina
La región tiene una transición demográfica con un envejecimiento importante y acelerado, lo que en los próximos años traerá más discusión sobre la necesidad de un incremento en los plazos para finalizar la vida laboral
El debate comenzó a asomar tibiamente a comienzos de este año, cuando el ministro de Trabajo Claudio Moroni aseguró que "en algún momento" debería darse la discusión sobre un aumento de la edad jubilatoria, con un esquema gradual. Aunque rápidamente otros funcionarios -entre ellos Alejandro Vanoli, titular de la Anses- salieron a desmentir rápidamente que el Gobierno esté trabajando en algún proyecto para cambiar las edades de retiro del régimen general (de 60 años para las mujeres y 65 años para los hombres).
Pero el tema no es una novedad y, cada tanto, reaparece como elemento de la sostenibilidad del sistema jubilatorio. En 2017, con Mauricio Macri como presidente, se instaló a partir de un informe revelado por el entonces titular de la Anses, Emilio Basavilbaso, que mostraba que cada año unas 50.000 personas siguen trabajando y no se jubilan cuando cumplen la edad legal para retirarse.
 América latina tiene una transición demográfica con un envejecimiento importante y acelerado
"En algún momento esta discusión vamos a tener que darla, pensando en un esquema gradual. La expectativa de vida todos los años crece y los sistemas jubilatorios se van a tener que ir adaptando. Hay que hacerlo en calma y con tiempo, de modo tranquilo, son cosas pesadas de mover, con mucha inercia por su gasto", dijo el mes pasado Moroni, en diálogo con radio La Red. En los días siguientes, varias fuentes del Gobierno advirtieron que no había ningun proyecto en estudio sobre el tema.
Con todo, los especialistas en temas previsionales descartan que frente al envejecimiento de la población en América Latina y al crecimiento de las expectativas de vida, los proyectos para elevar la edad de retiro llegarán más tarde o más temprano. El año pasado, el Senado de Brasil aprobó subir las edades jubilatorias a 62 años para las mujeres y 65 para los hombres.
"En primer lugar, América Latina tiene una transición demográfica con un envejecimiento importante y acelerado. Por otro lado, las mujeres tiene mayores expectativas de vida en promedio, en cualquier parte del mundo. Eso hace que de una u otra forma se estén revisando los sistemas de pensiones cualquiera sea el modelo. Es obvio que va a estar en los temas de debate en los próximos años", señaló a Infobae Alberto Arenas, asesor regional de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y ex ministro de Hacienda de Chile. Aunque advirtió que en ninguno de los países es fácil avanzar con este tipo de reformas.
No solo habrá una mayor proporción de personas mayores en las próximas décadas, sino que la velocidad del envejecimiento en América Latina será muy superior al proceso de envejecimiento que se observó en Europa, donde la población de más de 65 años pasó de representar el 8% al 16% de la población total en más de medio siglo (56 años). Según las proyecciones de población de la Cepal, esto tomará en promedio solo 24 años en América Latina.
Subir la edad jubilatoria no es una solución mágica que vuelve a los sistemas sustentables. "Las edades de retiro se están revisando en términos de que permitan tener suficiencia del prestaciones o que permitan sostenibilidad del sistema. Pero no se mira en una sola dimensión, no es solo aumentarlas por un tema de sostenibilidad financiera. También es permitir que el sistema mantenga sus promesas en el tiempo. Las promesas están relacionadas con la cobertura, la calidad de los beneficios que entrega. Se puede tener un sistema sin problemas financieros pero la cobertura es solo de un 20% y las tasas de remplazo del 30%", agregó Arenas.
 "Cuando uno mira la experiencia de los países de Europa, los movimientos de la edad de retiro son marginales y toman mucho tiempo. Han optado por subir dos años en 10 años. Cada seis meses, por ejemplo, se aumenta en 3 meses la edad de retiro y así sucesivamente", detalló el especialista de Cepal. También se aplica el cambio a los que recién están entrando al sistema o a los menores de 40 años, pero nunca a los que están cerca de la edad de retiro establecida previamente. Eso, además, disminuye la potencialidad que tiene esta variable para ordenar rápida y efectivamente los temas financieros.
Achicar la diferencia entre la edad de jubilación entre mujeres y hombres es uno de los primeros puntos que se analizan a la hora de las reformas. "No en todos los países los hombres y mujeres se jubilan a edades distintas. En la región, en casi la mitad de los países se jubilan a la misma edad", destacó Arenas. La determinación de edades diferentes surgió con la creación de los primeros sistemas de pensiones en América Latina, que fueron pioneros a principios del siglo XX con un sistema del estilo público y de reparto (las contribuciones de los más jóvenes se acumulaban en un fondo de ahorro colectivo para los adultos mayores).
"En ese momento, la visión que se tenía era que el retiro tenía que ocurrir al mismo tiempo para los matrimonios y entonces, en los años '20 o '30 del siglo pasado, en las relaciones de parejas los hombres eran casi siempre mayores que las mujeres. Por lo tanto, al poner edades diferentes se generaba es que se jubilaban al mismo tiempo. En el mismo año. Ese fue uno de los motivos", destacó Arenas.
Actualmente, el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) debe hace frente a erogaciones por un total aproximado equivalente al 8,5% del PBI, lo que incluye el gasto en jubilaciones y pensiones contributivas, las pensiones otorgadas a través de la Moratoria Previsional y la reciente Prestación Universal para el Adulto Mayor, según precisó Ignacio Apella, economista para Protección Social en el Departamento de Desarrollo Humano para América Latina del Banco Mundial.
 El debate sobre la modificación de la edad de retiro es válido pero debe darse en un marco más profundo de discusión que involucre definición de beneficios y tasa de reemplazo
"Dada la tendencia demográfica, y manteniendo los actuales parámetros del sistema, en 2050, primera década del estado de envejecimiento poblacional, el gasto podría alcanzar el 12,5%. El impacto de un cambio en la edad mínima de retiro sobre los costos del sistema previsional sería muy bajo e incluso negativo en el corto plazo y menores en el mediano y largo plazo. Esto se debe a que, en la actualidad, buena parte de la población se jubila algunos años después de alcanzar la edad mínima, por lo que un aumento en la misma tendría un impacto limitado", agregó Apella.
Por eso, señaló, el debate sobre la modificación de la edad de retiro es válido pero debe darse en un marco más profundo de discusión que involucre definición de beneficios y tasa de reemplazo, entre otros temas. "En otras palabras, qué tipo de sistema previsional están dispuestos a tener los países en este nuevo contexto demográfico, con pilares contributivos y no contributivos, y con una necesidad creciente de recursos de rentas generales para su financiamiento", dijo.
El economista Jorge Colina, del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), sostiene que previo al debate sobre la edad jubilatoria del régimen general, hay otras medidas que pueden tomarse, como la elevación del momento de retiro de los regímenes especiales (que incluye a jueces, embajadores, las cajas de empleados provinciales o los docentes, que tiene edades de jubilación por debajo de los 60 años y 65 años). También la equiparación de la edad de jubilación de mujeres y hombres. "Los datos muestran que las mujeres se están jubilando efectivamente a los 64 años", detalló el economista.
Su recomendación es que los incrementos se realicen con factores de ajuste en funciones de envejecimiento de la población en Argentina: cada 10 años la expectativa de vida aumenta un año, si se incrementa la edad jubilatoria en un mes por año al cabo de 10 años tendrías una edad jubilatoria un año mayor. "Si se quiere tener equilibrio en las cuentas públicas hay que hacer una reforma previsional, si no se está sobreajustando el resto del gasto para pagar el déficit", concluyó.

Por Ximena Casas / Infobae