Si observamos los libros de viajeros de fines del XIX
encontraremos que los palestinos se dedicaban a plantar limones, aceitunas y
otras lindas cosas cuando hubieron de abandonar esas actividades al ser
desplazados de sus tierras. En el resto del mundo árabe pasaba algo similar, un
proceso sufrido hasta el día de hoy por nosotros, los latinoamericanos, que
hemos decidido llamarlo extranjerización de nuestras tierras. Como ha sucedido
históricamente en este vasto planeta que gira en el universo, los plantadores
de limones y aceitunas lucharon contra esa realidad con medidas de resistencia
conocidas como desobediencia civil (no pagar impuestos, negarse a portar una
carnet de identidad) huelgas generales y rebeliones abiertas, las cuales (como
además no contaban con el respaldo de sus propias clases dominantes) fueron
masacradas, como sucede normalmente en esta esfera que gira alegremente en el
Universo. Los que desplazaron a los aborígenes del Medio Oriente dicen que no
había gente allí, algo difícil de creer apenas veamos los libros de viajes que
comenté al principio, o que no constituían una nación, lo cual equivale a decir
que una persona no tiene derechos porque aún no cuenta con una cédula de
identidad o con libros de historia que digan disparates. Este desplazamiento
llevado a cabo por los nuevos colonizadores contaba inicialmente con el
respaldo de Gran Bretaña y de esta manera expresaba su Secretario de Relaciones
Exteriores, el bueno de Arthur Balfour, las razones de su proceder: "Con
razón o sin ella, bueno o malo, el sionismo está arraigado en necesidades presentes
y esperanzas futuras de importancia mucho más profunda que los deseos de los
más de 700.000 árabes que actualmente ocupan el antiguo país". Con el
respaldo interesado del Imperio inglés, y con una considerable ayuda
financiera, y habida cuenta que los colonizadores habían sido masacrados y
perseguidos innumerables veces y tenían derecho a reclamar un Estado propio,
fueron desplazando a los indígenas y a la postre constituyeron su propio Estado
soñado con el apoyo de los nuevos imperios emergentes. Pero los otros Estados
circundantes no veían con buenos ojos al nuevo Estado que se convertía en una
cuña bien metida por los imperios occidentales en una zona geoestratégica
clave, y por ello constantemente lo atacaron pero nunca pudieron con él, ya sea
por la eficiencia y coraje desplegado por los habitantes del nuevo Estado, ya
sea por el respaldo internacional que tenía. Tal respaldo nadie lo niega. Hoy
día es el Estado que recibe la principal ayuda que destina el Imperio que
desplazó a la Pérfida Albión. Después de ellos está Egipto, con la condición de
que sea garante de la paz de los vencedores (1).
Cada vez que fue atacado, el nuevo Estado venció, e
inevitablemente, como lógica inevitable en cualquier guerra, al triunfar se
apoderaron de más territorios, desplazando aún más a los aborígenes.
Actualmente los aborígenes se quedaron con un pedacito, como si dijéramos:
viven en un pozo con niveles de desnutrición alarmantes. Si desde otras partes
del mundo se intenta llevar provisiones al pozo a través de una flotilla, el
nuevo Estado ataca a la flotilla y de hecho bloquea al pozo. No deja que llegue
ayuda, pues desde el pozo le tiran piedras (fueron condenados no hace mucho a
cadena perpetua unos botijas de catorce años que le tiraron piedras a un
tanque) y lanzan unos misiles bastante dañinos allí donde caen, como todo
misil, pero estos misiles lanzados desde el pozo se lanzan "para aquella
zona" y no tienen la capacidad de ir a un lugar específico y determinado,
como sí pueden hacerlo con precisión quirúrgica los misiles (no en vano tienen
la ayuda militar que mentamos) del nuevo Estado. Tal este conflicto centenario,
recientemente agarraron a tres botijas entre los colonizadores y los
masacraron. Un acto bárbaro. Inmediatamente se acusó a un grupo ultraderechista
formado en el pozo, pero el grupo ultraderechista y fundamentalista que siempre
que se manda una de las suyas admite orgullosamente que fueron ellos, esta vez
dijeron que no tenían nada que ver. Poco importa. Vuelven a tirarse misilazos
de aquí para allá y viceversa, que de un lado aterrorizan a la gente matando a
muy pocos, y del otro los aterrorizan y los hacen pedazos. ¿Por qué tiran
misilazos desde el pozo si saben que después recibirán por centuplicado? Por un
lado porque los han reducido a un pozo y es difícil que en el pozo apoyen a
otro que no sea al energúmeno que tira misilazos, por otro lado porque así se
justifican y por último porque los han arrinconado de tal manera que apelan a
esta táctica. La política del nuevo Estado favorece el fortalecimiento de los
energúmenos que tiran misilazos, así como estos energúmenos que tiran misilazos
favorecen el fortalecimiento de los energúmenos dentro del nuevo Estado. Cada
vez que un proceso de paz se ha iniciado aparece uno de estos vivillos para
defecar arriba del pastel de la paz y entre ellos se favorecen y aunque digan
ser enemigos, son la misma cosa.
Si desde nuestro pacífico Uruguay nos oponemos a la masacre desatada, hacemos
bien en citar a algunos energúmenos que se encuentran dentro del pozo, que argumentan
que su fin último es acabar con los que están fuera del pozo e instalar el
reinado de Alá, como lo expresara Hamás, que nos dice que su objetivo es “la
lucha contra el mal, derrotarlo y vencerlo para que la justicia pueda
prevalecer, las patrias sean recuperadas y desde todas las mezquitas emerja la
voz del muazín declarando el establecimiento del Estado del Islam, de modo que
la gente y las cosas retornen a los lugares correctos y Alá sea nuestro
salvador”. Pero si citamos estas fuentes, como ha hecho Gerardo Sotelo en
reciente artículo (2) también debemos citar a los energúmenos del otro lado,
que en su momento dijeron: "No cabe pensar en una reconciliación
voluntaria entre nosotros y los árabes, ni ahora ni en un futuro previsible.
Toda la gente inteligente, salvo los ciegos de nacimiento, comprendieron hace
mucho la completa imposibilidad de llegar a acuerdos voluntarios con los árabes
de Palestina para transformar Palestina de país árabe en país con una mayoría
judía. Cualquiera de vosotros tiene una idea general de la historia de las
colonizaciones. Buscad aunque sea un solo ejemplo de que la colonización de un
país se haya producido con el acuerdo de la población nativa. Eso nunca ha
ocurrido. Los nativos siempre lucharán obstinadamente contra los colonizadores.
Da lo mismo que tengan cultura o no la tengan. Los compañeros de armas de
Cortés y Pizarro se comportaron como bandidos. Los Pieles Rojas lucharon con
ardor inflexible contra los colonizadores de buen y de mal corazón. Los nativos
luchaban porque cualquier tipo de colonización, en cualquier parte, en
cualquier época, es inadmisible para cualquier pueblo nativo (...) La
colonización tiene un solo objetivo. Tal es la naturaleza de las cosas. No es
posible cambiarla. Ha sido necesario desarrollar la colonización contra la
voluntad de los árabes palestinos y la misma situación se da hoy (...). Por
tanto, es inconcebible un acuerdo voluntario. Cualquier colonización, aun la
más restringida, debe desarrollarse desafiando la voluntad de la población
nativa. Por lo tanto, sólo puede continuar y desarrollarse bajo el escudo de
fuerza que incluye una Muralla de Hierro"(3)
Si queremos la paz tenemos que entender que si un día los indígenas que se
encuentran en las tristes reservaciones donde los arrinconamos (donde
arrinconamos a los sobrevivientes) empiezan a tirarnos piedras y misiles, y
citamos las frases de odio de algunos de esos indígenas que no aceptan "LA
PAZ" que les impusimos, sin citar nuestra propias frasecitas, no estaremos
ayudando a ningún proceso de paz, sino que estaremos ayudándonos a nosotros
mismos, los vencedores, que todavía seguimos arrinconando a los indígenas, y
masacrándolos, con el espurio propósito de cortar árboles para vender madera o
plantar soja para el mayor beneficio de nuestra civilización superior (4).
Si queremos la paz tenemos que enfrentarnos con uñas y dientes a una grosera
mistificación que se ha tejido sobre la realidad. Se argumenta por la paz, pero
se destinan millones de dólares para tergiversar la realidad. Las olas de esta
campaña ideológica también llegan a nuestro paisito. Hace diez años, a
principios de curso desapareció el texto de Santillana para tercer año de
liceo. El equipo de la trasnacional que elabora los textos que leen la mayoría
de nuestros jóvenes tuvo a bien, imagine el lector la verdadera causa de este
proceder, modificar el texto de estudio cada vez que hiciera mención al
conflicto entre el Estado de Israel y los palestinos. Los palestinos, como por
arte de magia, pasaban a ser terroristas palestinos y aquel capítulo que
titulábase: "Judíos: la búsqueda de un territorio", pasaba a
titularse: "Israel: la vuelta a la patria ancestral", pero lo más
preocupante fue la eliminación, in totum, de la explicación del antisemitismo.
Si las diferentes políticas antisemitas, además de todas las aberraciones
imaginables, prohibían a los judíos comprar tierras o integrar ejércitos y por
esa causa, y otras más, en Europa se dedicaban a los negocios y compraban las
casas de los que se arruinaban en las guerras, despertando la aversión de
quienes perdían sus propiedades convirtiéndose en pasto de cultivo del nazismo,
toda esa explicación se borraba y un espacio en blanco erigido en nada se
brindaba para el mayor conocimiento de nuestros adolescentes. Como profesor de
Historia tuve los dos manuales de Santillana en mis manos y pude apreciar cómo
aquella lejana guerra en Medio Oriente también se libraba en nuestro país.
Todo lo anterior no significa que nos opongamos a la existencia del Estado de
Israel. Tal Estado ya es un hecho, como los Estados americanos, y un país de
economía agraria como el nuestro haría bien en estudiar de qué manera los
judíos, habida cuenta del respaldo que tienen, desarrollaron la economía de
Israel haciendo una fuerte apuesta a la inteligencia y destinando recursos a la
investigación. Israel nos da un maravilloso ejemplo del uso que se le puede dar
a los eucaliptus que inocentemente cultivamos en nuestras praderas: ellos los
usaron para desecar pantanos, lo cual quiere decir que si tenemos un país
encharcado por pantanos, bien hacemos en seguir cultivando eucaliptus. Ahora
bien, no sólo esta pequeña economía agrícola haría bien en estudiar la economía
israelita; los árabes también harían bien en estudiar ese proceso sumamente
interesante. Lo que no podemos hacer es pretender que estudien nada desde un
pozo y que hagan un Estado con un pozo. Años de guerra y el subsiguiente odio
generado obstaculizarán cualquier paz y esta guerra continuará ad infinitum
cada vez que se obligue a millones a vivir en un pozo, y cada vez que a los
energúmenos que se encuentran dentro de los dos bandos les convenga la guerra,
en tanto por encima de ellos planean otros buitres a quienes les conviene que
una serie de Estados se enfrenten en Medio Oriente.
(1) No está demás recordar el brutal golpe de estado que el
Ejército egipcio ha dado recientemente.
(2) Gerardo Sotelo. Israel vs Hamás: entre el terrorismo y las causas justas http://columnistas.montevideo.com.uy/categoria_167_1_1.html
(3) Zeev Jabotinsky. La Muralla de Hierro.
(4) "Suponiendo que su Majestad el Sultán nos entregase Palestina,
podríamos a cambio ocuparnos de regularizar las finanzas de Turquía. Formaríamos
allí una avanzada de la civilización frente a la barbarie" Theodor Herzl,
1896.