La pandemia provocó una avalancha de
desocupados, en un país donde los derechos laborales son muy escasos.
Juan Abarca tiene 19
años y apenas salió del secundario comenzó a trabajar de mozo en dos lugares
del centro de Washington: un local de comida rápida de lunes a viernes y
un bar los fines de semana. Cumplía horario desde las 5 de la tarde hasta las
11 de la noche, y ganaba casi 15 dólares la hora, más las propinas. Pero hace
más de un mes, por las restricciones impuestas por el coronavirus, los dos
negocios cerraron y Juan se
quedó sin trabajo.Por la pandemia, pasó de ganar unos 700
dólares por semana a no tener
nada. "Por suerte todavía vivo con mis padres, que
trabajan en una panadería y en tareas de limpieza por la tarde. Así que aún
puedo comer”, dice a Clarín.
“Cuando me despidieron me recomendaron que pidiera el seguro de desempleo y
enseguida lo hice. Me inscribí online, pero pasó más de un mes y todavía no me depositaron nada", se
lamenta. Mientras tanto, tampoco tiene seguro médico porque expiró con el
despido.
El caso de Juan se repite a lo largo y a lo
ancho de los Estados Unidos, particularmente
en los estados más afectados y en las comunidades que se han mostrado más
vulnerables a perder el trabajo: los latinos y los afroamericanos
Con una desocupación que se disparó en menos de
dos meses de 3,5% al 14,7%
actual, casi 37 millones de personas solicitaron un seguro de
desempleo desde que comenzó la pandemia, se supo el jueves. Las solicitudes en
los programas estatales fueron 2,98 millones en la última semana. Connecticut
reportó la mayoría de los pedidos. Georgia,
Florida, California y Nueva
York también tuvieron más de 200.000
solicitudes.
Si bien los estadounidenses pueden solicitar
beneficios a medida que pierden sus empleos o son suspendidos, no está claro
cuántos realmente están recibiendo hoy esos fondos. Algunos estados han
informado de demoras en las
aprobaciones y pagos, mientras que muchas personas, después de
fallas y demoras, no han recibido más información o beneficios. Como Juan,
que aún espera.
Leticia Saucedo, profesora de Derecho en la University of
California Davis, especializada en derecho laboral migratorio, explicó a Clarín cómo es el
proceso para pedir el seguro de desempleo: “Hay que solicitarlo online al
Departamento de Trabajo del estado donde uno vive y ellos verifican si el
empleado trabajó en el negocio por la cantidad de tiempo que dice y si dejó de
trabajar por el virus. Luego de este proceso de verificación, la persona recibe
un porcentaje del salario en pagos por semana”.
El desempleado cobraría –por alrededor de 6 meses, según el
estado--, aproximadamente un 80% de su sueldo, incluida la propina, con un tope
de 600 dólares semanales.
Dada la excepcionalidad de la pandemia, el
Congreso aprobó un paquete de medidas económicas de emergencia de 2 billones de
dólares para varios sectores y que también destinó más fondos para el desempleo.
Entonces la administración de Donald Trump anunció
que sumaría 600 dólares semanales al subsidio estatal por al menos tres meses.
Pero lo importante, resalta Saucedo, es que el gobierno federal también incluyó
en ese beneficio a los contratados,
que quedan excluidos del seguro estatal
Es clave porque en
Estados Unidos hay muchos millones de contratados (alrededor del 20% de la
fuerza laboral) que no son empleados, como por ejemplo los trabajadores
agrícolas o los que manejan un Uber. Para ayudar a esas personas, el gobierno
hizo un programa especial y reciben igual un beneficio federal, que son 600
dólares por semana”, señala. Esto tendrá vigencia hasta el 31 de julio.
Pero, además, gracias al paquete de emergencia aprobado por los
legisladores, el gobierno otorgó 1.200
dólares a todos los estadounidenses que ganen menos de
100.000 dólares por año y que hayan pagado impuestos, tengan trabajo o no.
En resumen: cuando logren que le aprueben los trámites, un ex
trabajador permanente como Juan recibirá 560 dólares por semana (el 80% de su sueldo más
propina) por el seguro estatal, más una suma adicional de 600 dólares por
semana del gobierno federal, más un pago extra de 1.200 dólares por única vez,
al menos por ahora. Si Juan hubiera sido un contratado, sólo recibiría los 600
del gobierno federal más los 1.200.
Seguro médico
¿Qué sucede con el seguro de salud? El contratado no tiene seguro de salud, debe
pagárselo por su cuenta. En el caso de los empleados, es un beneficio que puede
existir si se lo da el empleador, porque en Estados Unidos no tiene obligación de hacerlo.
Pero si lo tuviera, automáticamente lo pierde cuando es despedido. Recordemos
que los derechos laborales aquí son
muy escasos: por ejemplo, el empleador no está obligado a dar
al trabajador vacaciones, ni licencia por maternidad o enfermedad, aunque
muchos igualmente lo brindan. Tampoco
existe indemnización por despido.
Para Laura Huizar,
abogada experta en derecho laboral del National Employment Law Project, “las
personas que tenían seguro de salud por su empleo, pero han perdido su trabajo,
pueden mantener ese mismo seguro, quizás con un precio más bajo, a través el
Obamacare (el plan de salud que se aprobó durante la gestión de Barack Obama) o
Medicaid (programa para los que tienen bajos recursos)”, según dijo a Clarín. Pero en todo caso
deben ellos afrontar el costo.
Latinos y negros, los más afectados
Las comunidades más afectadas por el desempleo son las de
latinos y los afroamericanos. Si bien el desempleo a nivel nacional es de
14,7%, "el 18,6% de los trabajadores latinos, o casi uno de cada cinco,
han perdido su empleo. Y eso que esta cifra no refleja la realidad completa
porque no incluye a trabajadores a tiempo parcial", dice Huizar. Para la
experta, hay varias razones para este fenómeno como el racismo estructural, la
segregación ocupacional y la falta de sindicatos en muchas industrias.
Además, "los trabajadores
latinos y trabajadores de color representan un número desproporcionado de
trabajadores en industrias que han cerrado sus operaciones a causa de la
pandemia como la construcción, la hostelería, los servicios de limpieza y el
trabajo doméstico. Además, sólo el 16% de trabajadores latinos pueden trabajar
desde su casa, en comparación con el 30% de trabajadores blancos, según el
Departamento de Trabajo".
Huizar señala también que los latinos
representan “porciones desproporcionadas” en industrias que son esenciales para la
economía pero en las que hay una falta de salarios justos, beneficios, y
protecciones importantes. Por ejemplo, representan más de la mitad de
trabajadores agrícolas; casi el 40% de los trabajadores de la producción de
alimentos; el 29% de los asistentes médicos y el 20% de los trabajadores de
supermercado
“En estos trabajos esenciales hay una falta enorme de
protecciones laborales y el gobierno federal actual se preocupa más por la
protección de empresas y empresarios que por la protección de trabajadores que
están enfrentando un riesgo mayor frente al coronavirus", añade.
La experta también apunta un riesgo a futuro: "No sabemos
exactamente qué sucederá cuando muchos trabajadores no quieran regresar a su
empleo porque su empleador no ha tomado medidas para protegerlos. Es posible
que no sean elegibles para subsidios de desempleo".
Washington, corresponsal / Paula Lugones