En lo único que piensa el gremialismo
peronista es en el final del mandato de Cristina Kirchner y en el comienzo de
un nuevo gobierno.
El
camaleónico sindicalismo peronista se prepara, una vez más, para cambiar de
piel. Ya no cunde entre los gremialistas la tensión típica y el miedo
característico de la era K, sino ese cosquilleo de excitación que siempre
provoca el recambio presidencial en estas criaturas sedientas de poder. Hoy, la
mayoría está encolumnada detrás de Scioli. Y Daniel, como todos lo llaman, da
señales de que su gestión seguirá los pasos opuestos a los de Cristina en la
relación con “la corpo” sindical.
Apenas algunos guiños prometedores y, sobre todo, la percepción de que
terminará en el sillón de Rivadavia alcanzan para que el candidato del Frente
para la Victoria se haya convertido en el favorito de los dirigentes cercanos
al kirchnerismo. Y lo será para casi todos si gana las elecciones, en sintonía
con una frase de Antonio Caló: “Los gremialistas somos pendulares: un día
estamos con uno, otro día estamos con otro”. Y confirmando una cruda definición
de Oscar Lescano, que la mayoría de sus colegas compartió de manera implacable:
“Fui oficialista de todos los gobiernos”.
La maquinaria sciolista del gremialismo se pondrá en marcha mañana, cuando se
reúna la “mesa chica” de la CGT Balcarce y allí se decida avanzar en la
conformación de la Mesa Sindical Scioli Presidente, una idea que acuñó Luis
Barrionuevo para apoyar a Carlos Menem, en los años noventa, y también se
organizará un acto para oficializar el respaldo al candidato bendecido por la
Presidenta. El único punto de discordia son las distintas apuestas en materia
de postulantes a gobernador bonaerense: como anticipó Clarín, un grupo,
piloteado por Caló, apoya a Julián Domínguez, y otro, que encabezan Gerardo
Martínez y Andrés Rodríguez, a Aníbal Fernández.
Nadie sabe aún qué planes sindicales desplegará Scioli si accede a la Casa
Rosada. Menos aún, quién sería el sucesor de Carlos Tomada en el Ministerio de
Trabajo. El candidato natural es Carlos Cuartango, a cargo hoy de la cartera
laboral bonaerense y del armado gremial del sciolismo en el interior, que, en
una muestra de armónica continuidad entre este gobierno y el próximo,
confirmaría en su puesto al actual jefe de Gabinete de Tomada, Norberto
Ciaravino.
Ya hay entusiasmo en el sciolismo sindical por una promesa que el candidato les
hizo la semana pasada a dos dirigentes: siempre estará presente un gremialista
en los contactos que tenga desde ahora con los empresarios, como una forma de
generar una “sensación de pacto social”. ¿Sostendrá ante los hombres de
negocios el mismo espaldarazo que dio públicamente a la participación de los
trabajadores en las ganancias durante el congreso del sindicato bancario?
Menos interrogantes surgirán del encuentro que Sergio Massa mantendrá mañana
con dirigentes sindicales en el camping del gremio del personal de seguridad
privada, que lidera el barrionuevista Angel García, en Moreno. Allí, el
candidato se comprometerá a darles todo lo que sueñan si llega a la
Presidencia. No hay certezas sobre la presencia de los dirigentes de Sanidad,
los “gordos” Carlos West Ocampo y Héctor Daer, pioneros del aval al proyecto
massista y hoy distanciados por la estrategia política del líder renovador y el
encumbramiento de Facundo Moyano como candidato a diputado. Más allá de la
visceral oposición al apellido, no le perdonan al moyanismo su reciente impulso
al Sindicato Unico del Personal de Enfermería, que le disputará afiliados a
Sanidad.
Mauricio Macri, mientras, apuesta a seducir al gremialismo sólo con promesas de
más diálogo y algunas futuras decisiones a medida de sus intereses, como el
reparto equitativo de los fondos de las obras sociales. Pero las señales hasta
ahora no son prometedoras: no le dio lugares importantes en las listas ni
siquiera a un socio electoral como Gerónimo “Momo” Venegas.
La gran sorpresa fue el fuerte respaldo sindical que recibió la candidatura
presidencial de Víctor De Gennaro durante un acto que se hizo anteayer en
Burzaco. No tanto por el esperado aval de dirigentes y militantes de la CTA
opositora, de ATE y de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), sino por las
sugestivas adhesiones que enviaron el líder del gremio aceitero, Daniel Yofra,
fortalecido luego de haber sido el primero en romper el “techo” salarial del
Gobierno, y, sobre todo, el moyanista Juan Carlos Schmid, jefe de la
confederación sindical del transporte (CATT).
Hoy, en la agenda sindical siguen estando los mismos reclamos de siempre, pero
nadie piensa en nuevas protestas. En lo único que piensa el gremialismo
peronista es en el final del mandato de Cristina Kirchner y en el comienzo de
un nuevo gobierno.
Porque, gane quien gane las elecciones, la expectativa es que se termine
revalidando otro pensamiento célebre de un estratega como Oscar Lescano: “No
somos imprescindibles, pero somos necesarios para que haya paz social”.