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domingo, 31 de agosto de 2025

​Se reformula el MAPA SINDICAL y complica el armado de la futura CGT...(Entre rebeldías, fricciones y pérdida de poder)

Se precipitan cambios internos en el gremialismo y tornan más imprevisibles las negociaciones para la próxima central obrera. Quién es quién en este escenario complejo
La CGT sigue encerrada en el laberinto de siempre, con dialoguistas y duros sacándose chispas para ocupar lugares en una sigla que alguna vez fue poderosa, pero que hoy mantiene sólo el peso de su historia pasada, mientras sobrevuela una pregunta clave: ¿cuál es el proyecto que sustenta esta central obrera y la que se elegirá en el congreso del 5 de noviembre próximo?

No está claro. En 2021, cuando tenía que definirse la nueva cúpula sindical, un dirigente como Sergio Palazzo (bancarios) advirtió que "el problema para encontrar la unidad sindical es que la CGT no tiene un proyecto". Pero por entonces gremios como Camioneros, SMATA y la Asociación Bancaria, entre otros, no estaban en la central como fruto de las peleas internas y por eso el eje del congreso cegetista del 11 de noviembre que se hizo hace cuatro años fue la reunificación, con el regreso de aquellas organizaciones que se habían alejado.

Esa integración de todos los sectores alcanzada con el triunvirato que conformaron Héctor Daer (Sanidad), Carlos Acuña (estaciones de servicio) y Pablo Moyano (Camioneros), sin embargo, tampoco determinó que hubiera un proyecto ni mucho menos la fórmula para mantener la unidad. El hijo de Hugo Moyano fue el ariete de los sectores más duros, alineados con el kirchnerismo, contra la postura dialoguista de la alianza dominante en la CGT ("Gordos", independientes y barrionuevistas). Y la central obrera quedó atrapada otra vez en la dicotomía que es el sello distintivo del sindicalismo peronista.

Esta CGT fue la que atravesó el gobierno de Alberto Fernández sin haberle hecho ni un solo paro general pese a los malos resultados de la economía, con una INFLACIÓN QUE CRECIÓ 779% EN CUATRO AÑOS, una pobreza que subió al 40,1% y una caída real de los salarios del 20%.

Ni siquiera una sola marcha callejera contra el presidente de origen peronista que antes de asumir les prometió a los dirigentes de la CGT que iban a ser "parte del Gobierno" y que luego, ya en la Casa Rosada, no nombró ni un funcionario importante sugerido por los sindicalistas (a diferencia de los cargos repartidos a los movimientos sociales), no les dio participación alguna en las medidas oficiales y les retaceó fondos de las obras sociales.
Ya se sabe: ES LA MISMA CGT QUE YA HIZO 3 HUELGAS Y 5 MOVILIZACIONES CONTRA JAVIER MILEI en menos de 2 años de gestión, pero que terminó siendo mucho más efectiva en los tribunales para embestir contra las políticas libertarias (con sus impugnaciones judiciales logró frenar el DNU 70 y el decreto 340 que reglamentó el derecho de huelga). Incluso logró más con el lobby que permitió que el diputado aliado Miguel Angel Pichetto negociara la eliminación de 42 artículos del capítulo laboral de la Ley Bases para facilitar su sanción parlamentaria.

Y esta CGT es también la que salió a la calle el 7 de agosto para protestar contra el Gobierno mientras simultáneamente, participaba del Consejo de Mayo, junto con funcionarios libertarios, gobernadores, legisladores y empresarios, para consensuar una modernización laboral.
¿Cuál es el proyecto de la CGT, entonces? Uno de sus críticos proveniente del kirchnerismo, Abel Furlán (UOM), reclama ahora que se discuta "un programa antes que los nombres" de la próxima estructura cegetista. Y lo puso de manifiesto el miércoles pasado, en una reunión citada en la sede del PJ, en la que se aprobó un programa que, en realidad, consiste en una serie de ítems muy generales y cargados de obviedad como "rechazo a la reforma laboral regresiva del DNU y la Ley Bases", "propuestas para una política industrial nacional con eje en el trabajo argentino" y "lucha contra el congelamiento salarial de facto en sectores estatales y privados"

Si el proyecto de la CGT en 2021 era la unidad, pero no resolvió su problema de fondo, ¿la solución para el futuro será definir un programa como el de Furlán? En la última reunión del Consejo Directivo cegetista, el jueves pasado, el líder de la UOM hizo ese reclamo a sus colegas y pidió redoblar la confrontación contra el Gobierno, mientras su rival interno Andrés Rodríguez (UPCN) defendió la estrategia del sector mayoritario de la central obrera: "Cuando tuvimos que ir a la Justicia, lo hicimos; cuando tuvimos que negociar, lo hicimos, y cuando tuvimos que parar y salir a la calle, también lo hicimos"
Quizás los dos sindicalistas tengan razón. El dilema de la CGT es cómo recuperar el poder perdido. Esta central obrera ya no es la influyente estructura de los años 60, 70, 80 o 90, cuando sus sindicatos no pasaban por la fuerte crisis de representatividad de hoy, con más de un 40% de trabajo informal y muchos menos afiliados.

Por eso en estos días la discusión sobre la nueva CGT pasa exclusivamente por su esquema de conducción y los nombres que podrían integrarlo. Pero el debate se abre en medio de aceleradas divisiones internas, una atomización extrema, la implosión de los sectores del sindicalismo y la ausencia de liderazgos fuertes.

Lo nuevo del mapa sindical que se está reformulando es una división de 8 sectores internos que, en los hechos, son muchos más porque en cada fracción hay dirigentes que se maneja en forma autónoma, casi anárquica
Así, el clásico sector de "los Gordos" incluye, en rigor, sólo a Héctor Daer (Sanidad) y Armando Cavalieri (Comercio), que siempre funcionaron en tándem y hoy, pese a su buena relación, toman decisiones distintas.

La semana pasada, por ejemplo, Daer promovió el asado de camaradería en Ezeiza con la presencia de 140 dirigentes, pero en esa postal de unidad faltó Cavalieri, quien no se opone a que siga un triunvirato en la CGT, pero cree que allí debe haber dirigentes de "gremios representativos", en una crítica a los nombres propuestos por el ala mayoritaria: Cristian Jerónimo (empleados del vidrio), Jorge Sola (seguro) y Maia Volcovinsky (judiciales).
A su vez, Daer tampoco funciona en bloque con los "independientes" Andrés Rodríguez (UPCN), Gerardo Martínez (UOCRA) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias). Entre los líderes de Sanidad y de la UOCRA se abrió una sutil brecha a partir del súbito endurecimiento del primero ante el Gobierno y la mejor relación del segundo con la primera plana de la administración libertaria.

El jefe de la UOCRA, de todas formas, funciona como una suerte de canciller de la CGT: cultiva buenos vínculos con todos los sectores internos. En este momento ejerce un papel crucial para amalgamar las disímiles posturas para el diseño de la próxima central obrera, manteniendo su propuesta para que Jerónimo integre el triunvirato.
Además de Martínez, al ascendente líder de los empleados del vidrio lo apoyan Rodríguez y Hugo Moyano (Camioneros), quien, de todas formas, está más preocupado en que su hijo Jerónimo, el menor de la familia, sea secretario de la Juventud en la nueva CGT. El moyanismo virtualmente no existe como sector porque el propio titular de Camioneros dejó de tener la influencia y el predicamento entre sus pares que tenía antes.

Cristian Jerónimo, en cambio, es resistido por el sindicalismo kirchnerista: como es promovido por un dialoguista como el líder de la UOCRA, en el entorno de Furlán lo consideran un "candidato del círculo rojo" que tendrá buena llegada a la Casa Rosada.
El titular de la UOM, por su parte, busca aliados para ser el único titular cegetista. Está seguro del apoyo de otros dirigentes K como Palazzo y Ricardo Pignanelli (SMATA), aunque el bancario tiene un perfil independiente luego de que se disgregó la Corriente Federal de Trabajadores. Al metalúrgico también lo avalan dirigentes "pablomoyanistas" que quedaron huérfanos tras la renuncia del camionero a la CGT.

Pero los ex fieles a Pablo Moyano tampoco funcionan como un frente homogéneo. Por ejemplo, Omar Plaini (canillitas) ya no está alineado con el ultrakirchnerismo y Juan Pablo Brey (aeronavegantes) se independizó y tiene una impronta propia, sostenida por su protagonismo en la Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT).
Quienes proponen un solo secretario general de la CGT son Héctor Daer, Lingeri, Palazzo y Luis Barrionuevo (gastronómicos), que integran tribus sindicales enfrentadas, pero coinciden en que los triunviratos nunca funcionaron bien. Discrepan en los nombres: el titular de Sanidad es el promotor de la candidatura de Jorge Sola (Seguro) como único líder de la CGT. Este dirigente, a su vez, advirtió que no aceptará integrar un triunvirato.
Algunos barrionuevistas dejaron trascender que su jefe promueve a Volcovinsky si se mantiene el esquema de 3 cotitulares, pero, en el fondo, todos saben que impulsa para dirigir la CGT a Gerardo Martínez, quien no quiere saber nada con regresar a ese cargo (lo ejerció entre 1995 y 1996) y prefiere estar en un segundo plano para dejarles lugar a las nuevas generaciones sindicales.

Barrionuevo ya no pilotea la treintena de gremios de su CGT Azul y Blanca, pero en 2021 hizo valer ante "Gordos" e "independientes" a aliados como La Fraternidad y la UTA, que pueden paralizar el transporte, y así logró ubicar a Carlos Acuña (estaciones de servicio) en el triunvirato. Sus principales figuras actuales son, además, Daniel Vila (Carga y Descarga), Oscar Rojas (maestranza) y Roberto Solari (guardavidas). Allí también milita Hugo Benítez (textiles), aunque la semana pasada desobedeció el pedido de Barrionuevo de no ir al asado de la CGT.
En este cuadro, hay aliados del sector mayoritario, como Sergio Romero (UDA), Rodolfo Daer (Alimentación), Julio Piumato (judiciales) y el propio Sola, aunque también mantienen un juego propio. De la misma manera sucede con dirigentes como Sergio Sasia (Unión Ferroviaria) y Guillermo Moser (Luz y Fuerza) que provienen de Sindicatos en Marcha para la Unidad Nacional (SEMUN), que llegó a tener unos 30 gremios, y hoy proponen una variante: un solo líder de la CGT acompañado por varios secretarios adjuntos.

En el sindicalismo del transporte, una fracción en sí misma con varias vertientes, pesa de manera decisiva Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento), un exponente del ala dura que no rompe con los dialoguistas y se encamina a ser reelegido al frente de la CATT, un cargo al que aspira Pablo Biró (pilotos), cercano al bloque K y sostén de la candidatura de Furlán en la CGT.
Mientras Brey y Omar Pérez (Camioneros) apoyan la continuidad de Schmid en la CATT, podría incorporarse a sus filas Omar Maturano (La Fraternidad), más cercano a Barrionuevo, y así dejar la jefatura de la Unión General de Asociaciones de Trabajadores del Transporte (UGATT), donde está asociado con Roberto Fernández (UTA
En este complejo y dinámico cuadro, las negociaciones para definir la futura CGT se tornan imprevisibles. A las autoridades de la CGT no las eligen los trabajadores sino congresales que envía cada sindicato y cuya cantidad es proporcional al número de afiliados que tiene.
Sin embargo, algunos de los gremios más numerosos, como Comercio, Camioneros, UOCRA, Sanidad, Gastronómicos y la UOM, funcionan hoy de manera más autónoma o con sugestivas fisuras en la interna cegetista, e inclusive hay un sindicato como UATRE (rurales), liderado por José Voytenco, cuyos 700 mil afiliados lo convierten en crucial para el congreso de la CGT y todavía no dio señales de cuál será su postura.

Este sindicalismo de hoy no tiene un Lorenzo Miguel del siglo XXI, el cacique metalúrgico respetado por sus pares y temido por los políticos, que durante décadas puso y sacó ministros, legisladores y, sobre todo, jefes de la CGT. Con un mapa sindical reformulado y más atomizado que nunca, sin proyecto ni programa y con menos poder que antes, la CGT es un rompecabezas de mil piezas y casi imposible de armar. Al menos armónicamente.

Fuente: INFOBAE /  Ricardo Carpena

lunes, 25 de agosto de 2025

DINASTÍA SINDICAL: quiénes son los hijos de los líderes gremiales que irrumpieron en la escena y pueden heredar su poder**


Unos 12 DIRIGENTES poderosos tienen a sus descendientes directos en puestos importantes de sus organizaciones. Quiénes integran esta tendencia sindical-familiar

Hace mucho que el apellido Moyano no sólo se asocia con el nombre Hugo en el mundo sindical y político. Pablo, Facundo, Hugo Antonio, Jerónimo y Karina tienen cargos en el Sindicato de Camioneros y en el Sindicato de Peajes, pero no son los únicos hijos de líderes gremiales que se destacan: hay al menos 12 sindicatos de primera línea en donde sus poderosos secretarios generales tienen a sus descendientes en posiciones importantes, desde donde quedaron a un paso de convertirse en sus herederos o figuran en lugares expectantes que les permiten aprender desde abajo el oficio de dirigente.

LOS HIJOS DE MOYANO SON VERDADEROS PRIVILEGIADOS en la estructura de Camioneros: pese a la pelea con su padre, Pablo sigue siendo secretario adjunto del sindicato de Capital y Provincia de Buenos Aires y dirige el Club Social y Deportivo Camioneros; Hugo Antonio es secretario de Coordinación de Asuntos Jurídicos de la Federación y presidente del partido de la Cultura, la Educación y el Trabajo (CET), creado por Hugo Moyano en 2013; Karina es secretaria de la Mujer de la Federación y secretaria adjunta de una fracción de las 62 Organizaciones, y Jerónimo, secretario de la Juventud de la Federación.

¿QUIÉN SERÁ EL HEREDERO de Hugo Moyano, que ya tiene 81 años? En el imperio de Camioneros creen que será difícil que sea Pablo, enfrentado con su papá desde hace cuatro años por diferencias en el manejo de la obra social, agravadas incluso por sus miradas distintas sobre la estrategia sindical, la CGT y el kirchnerismo. "Huguito", como llaman al abogado, tiene un perfil técnico y ahora se volcará a la política. Y Jerónimo, de 26 años, que estudió Derecho pero abandonó la carrera, recién está sumando sus primeras experiencias en el oficio de su papá.

Facundo, por su parte, es el rebelde de la familia, no sólo porque nunca integró la "patria camionera". Lideró el Sindicato Único de Trabajadores de los Peajes y Afines (SUTPA) entre 2009 y 2017y fue impulsor de un proyecto de democracia sindical que limitaba los mandatos (y que curiosamente apoyó su papá, que hace 37 años sigue al frente del gremio). En un gesto de coherencia con su iniciativa, desistió de su reelección y en 2021 fue elegido secretario adjunto de Florencia Cañabate. Con el guiño de papá Hugo, fue el armador de listas opositoras con las que el moyanismo creció en distintos sindicatos. Y fue diputado por el Frente Renovador entre 2011 y 2021 y renunció a su banca por diferencias con La Cámpora.

Una noticia reciente actualizó la tendencia de las dinastías sindicales: AMADEO GENTA, el octagenario líder del Sindicato Unico de Trabajadores y Empleados de la Ciudad de Buenos Aires (SUTECBA), buscará una nueva reelección en las elecciones del gremio del 9 de octubre secundado por su hijo Emiliano como secretario adjunto.
Genta asumió como secretario general de los municipales porteños en 1984 y ahora, de manera inesperada, se confirmó que irá a las urnas sin Alejandro Amor como su segundo y competirá acompañado por su hijo, actual secretario Gremial del SUTECBA. Ambos se enfrentarán a una lista opositora que encabeza Carlos Elías.

LUIS BARRIONUEVO, el líder de la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la Argentina (UTHGRA), también tiene a un descendiente con mucha influencia en el andamiaje gremial: su hija Sandra es secretaria de Asistencia Social y, además, acaba de ser designada al frente de la Comisión de Juventud y Mujer de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Argentina.

Por su parte, CARLOS ACUÑA, uno de los cotitulares de la CGT y líder del Sindicato de Obreros y Empleados de Estaciones de Servicio (SOESGyPE), tiene a su hijo Carlos Roberto, de 41 años, como secretario adjunto. De todas formas, Acuña Jr. no es un fiel barrionuevista como su papá y se destaca como referente del Frente Renovador en Ituzaingó. Su mamá, Blanca Cantero, es intendenta del partido bonaerense de Presidente Perón desde 2019.
Otro dirigente de la CGT como JULIO PIUMATO, secretario general de la Unión de Empleados Judiciales de la Nación (UEJN), es acompañado por su hijo Andrés como secretario de Administración del sindicato. Y GASTÓN FRUTOS asumió como titular de la Federación Argentina Única del Personal de Panaderías (FAUPPA) en el mismo cargo de su fallecido padre, Abel, dirigente de la CGT y uno de los principales allegados a Hugo Moyano, y, además, es secretario de Finanzas cegetista

En La Fraternidad, que lidera OMAR MATURANO, el secretario Gremial e Interior es su hijo Sebastián, que también ocupa hoy la Secretaría de la Juventud de la CGT y lidera la Juventud Sindical cegetista. MATURANO HIJO estudió Ciencias Económicas, pero abandonó la carrera para hacer el curso de conductor de locomotoras. Un año después fue elegido delegado y en 2012 fue elegido secretario de la Juventud del gremio. En 2016 retomó la carrera universitaria y se recibió de contador público.

En el caso del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA), su titular, RICARDO PIGNANELLI, tiene cerca a su hijo Sergio como subsecretario Gremial, un lugar estratégico en la sucesión porque es el cuarto escalón luego de la secretaría general, y sumó a su hija Gabriela, conocida como "Laly", al frente de la Subsecretaría de Finanzas del gremio.
SERGIO SASIA, el secretario general de la Unión Ferroviaria, alentó a su hijo Sergio Luciano a involucrarse en la actividad. El "Chino" Sasia, como lo conocen, entró a trabajar en 2014 en Belgrano Cargas y Logística, luego encabezó la Juventud Nacional Ferroviaria y desde 2021 es el secretario de Medios de Comunicación del sindicato. No pudo seguir la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de San Martín, aunque ahora planea reanudarla y también estudiar Relaciones Laborales.

DIEGO CORVALÁN es secretario Gremial del Sindicato Unidos Portuarios Argentinos (SUPA) que conduce su papá Juan desde 2005. Comenzó a trabajar en 2006 en la Terminal 4 del Puerto, enuna empresa tercerizada, y llegó a su cargo actual tras las elecciones de 2017.
Hay ejemplos controvertidos de dinastías sindicales, como la de Juan PABLO "PATA" MEDINA, ex titular de la Seccional La Plata de la Unión Obrera de la Construcción de la Argentina (UOCRA), intervenida desde hace 8 años. Su hijo Cristian, alias "Puli", era su mano derecha y ambos terminaron detenidos hasta 2022 bajo la acusación de asociación ilícita, extorsión reiterada y coacción agravada. Brian Medina, nieto del "Pata", quedó involucrado hace tres años en un enfrentamiento con golpes y disparos entre facciones de la UOCRA. El año pasado, ese mismo dirigente y Juan Pablo "Juampi" Medina, otro nieto del "Pata", fueron acusados de tentativa de homicidio por un fiscal de La Plata a raíz de un tiroteo entre dos grupos de la UOCRA donde hubo dos heridos de bala.

La "moda" de los sindicalistas que promueven a a sus hijos en la organización que lideran es relativamente reciente. La generación del metalúrgico Lorenzo Miguel, en los años 70 y 80, se cuidaba de no mezclar la familia y el trabajo sindical. ¿Por qué cambió? Hay varias explicaciones al respecto, pero muchos herederos con apellidos de peso son ajenos a las teorías: sólo se preparan para ser las nuevas caras del poder sindical.

**Por  Ricardo Carpena /INFOBAE

lunes, 14 de diciembre de 2020

Agustín Tosco, entre su propia épica y la impostura ajena / por Jorge Sigal **

 


Uno de los líderes de la izquierda de mi juventud que recuerdo con mayor admiración es Agustín Tosco. La épica de su breve historia crece en contraste con ciertas imposturas que tiñen hoy su legado moral y lo reducen a un eslogan publicitario.

Secretario general del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba en los años 70, "El Gringo", era un tótem para la izquierda no peronista en aquellos tiempos de furia. Gigantón, delgado, de rasgos europeos, su estampa parecía emerger de una postal de la Revolución Francesa. Solía encabezar las marchas obreras enfundado en su mameluco de operario raso; trabajaba por la mañana en la Empresa Provincial de Energía Eléctrica (EPEC) e iba al sindicato por la tarde; vivía en una casa modesta y se había criado en un hogar de clase media baja con piso de tierra, pero donde jamás faltó una biblioteca. Era un obrero ilustrado.

Tosco abrevó en el marxismo, pero no era mesiánico. Así como se enfrentó como pocos con José Ignacio Rucci, líder de la CGT nacional y emblema de la denominada "burocracia sindical", no dudó en condenar enérgicamente su asesinato cuando un comando montonero lo acribilló, el 25 de septiembre de 1973, para escarmentar a Juan Domingo Perón. Tampoco aceptó plegarse a la fuga de partisanos presos junto a él en la cárcel de Trelew, en 1972 (y que terminó en una masacre perpetrada por las fuerzas de seguridad), porque no creía en las "acciones aisladas de las masas". Aunque trataron de seducirlo muchas veces, rechazó con énfasis a los grupos terroristas de izquierda. La última vez que lo hizo fue cuando, ya gravemente enfermo, el ERP (brazo armado del PRT, Partido Revolucionario del Pueblo) ofreció trasladarlo a un hospital de campaña en el monte tucumano, donde esa facción insurgente había instalado su cabecera de playa para "la toma del poder".

Sorpresivamente, la imagen del líder gremial combativo volvió en los últimos tiempos a la escena pública en boca de Máximo K.  durante una sesión de la Cámara de Diputados. El hijo de la vicepresidente tuvo al menos la prudencia de advertir que hacía la invocación gracias a la ayuda de "compañeros y compañeras" que siempre tratan de "desasnarme". La aclaración parece imprescindible, ya que unir a Tosco con las prácticas políticas del kirchnerismo resulta, como mínimo, una brutalidad

Pretender la utilización de la corta vida del legendario dirigente del Cordobazo (murió a los 45 años por una enfermedad encefálica, en la clandestinidad, el 15 de noviembre de 1975) para alimentar la mística de un conglomerado de activistas rentados, algunos de ellos dueños de fortunas injustificables, muchachones más afectos a la rosca que a la ilustración, es en realidad un contundente ejemplo de maniqueísmo utilitario. Relato insustancial.

Mucho más absurdo resulta ese maridaje retórico con el clasismo proletario, en estos días en que ha trascendido la renovada alianza del hijo del poder con Hugo y Pablo Moyano para escarmentar al gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Unir el ideario de Tosco con este tipo de prácticas mafiosas solo es posible en cabezas disociadas. Que los militantes tomen en serio esa alquimia discursiva, solo puede atribuirse a carencias afectivas.

Tuve la oportunidad de conocer a Tosco apenas un mes antes de su muerte. Con captura recomendada por una Justicia dócil al poder de turno (el tercer gobierno peronista gobernó de 1973 a 1976 casi por completo bajo leyes de excepción), sentenciado a muerte por el "Comando Libertadores de América", versión cordobesa de la sangrienta "Triple A", El Gringo se alojó por unas horas en nuestro pequeño departamento familiar de la calle Rivadavia y Pichincha. Había llegado, camuflado con una peluca, un rato antes a la estación Retiro junto a grupo de dirigentes de su gremio, entre los que se encontraba mi amigo Alberto Caffaratti -secuestrado y asesinado pocos meses después- para ser atendido en secreto por médicos del Partido Comunista.

Luego de un fugaz e improvisado almuerzo preparado por mi madre, mantuve una amena charla a solas con aquel "pasajero" en fuga. Aunque sufría de jaquecas que lo enceguecían, se mostró interesado en saber mi opinión sobre la situación política del país, me consultó sobre los libros que poblaban la biblioteca de mi cuarto y acerca de la vida universitaria que entonces yo transitaba. Entendí que, en realidad, no quería -o no podía- quedarse dormido a pesar de que se lo notaba agobiado y débil.

Mi impactó su enorme curiosidad. Pero mucho más, su humildad casi monacal. Cuando sus compañeros se lo llevaron por fin de aquel improvisado refugio, no tuve tiempo de procesar el significado de la insólita visita. Ni siquiera de los riesgos que había corrido mi familia: la Argentina se había transformado en un lodazal de sangre y yo había albergado a uno de los hombres más buscados del país. La mayoría de aquellos sindicalistas que acompañaron ese día al dirigente cordobés fueron detenidos o secuestrados en el horrible verano de 1975-1976. La cacería se desató dos meses después de enterrar a Tosco, luego de trasladar su cadáver en un auto particular -simulando que era un acompañante- desde Buenos Aires, lugar en el que falleció (aunque su certificado de defunción diga otra cosa), hasta la capital cordobesa. En el sepelio, al que concurrieron unas diez mil personas, quedó registrada otra imagen del país bárbaro: una brutal represión policial obligó a sus compañeros a esconder el cuerpo en un panteón extraño hasta que, finalmente, se le dio furtiva sepultura en los días posteriores.

Un año antes, el Consejo Superior del Movimiento Nacional Justicialista (MNJ) había emitido precisas "Directivas" para enfrentar "la guerra desencadenada contra nuestras organizaciones y dirigentes por los grupos marxistas, terroristas y subversivos".

La noche había comenzado a cerrarse.

La biografía de los hombres públicos se construye con tiempo. Cualquier intento por apresurar el paso de la Historia estará contaminado por las pasiones, los partidismos y las mezquindades.

Tosco fue un actor importante de un momento de inusitado vértigo político y social. Acorralado por la violencia demencial que trataba de arrastrarlo hacia el molino de los iluminados y vanguardistas, perseguido y encarcelado muchas veces, en minoría frente a una dirigencia gremial que lo consideraba un cuerpo extraño, supo sin embargo tender puentes hacia la política con amplitud: en las pocas horas que estuvo en mi casa, a una de las personas que aguardaba contactar con mayor ansiedad era al entonces senador radical Hipólito Solari Yrigoyen, a quien consideraba su amigo.

Su figura puede ser controversial. ¿Cuál no la es de esa Argentina desgarrada de los años de plomo?

Sin embargo, si pasa la prueba del olvido, su imagen se parecerá más, seguramente, a la que pintó en imponente retrato el artista Juan Carlos Castagnino, la del guerrero insumiso que soportó con dignidad los barrotes de la cárcel y la oscuridad de su final, que a la que los farsantes posmodernos pretenden usurpar para alimentar su proyecto autoritario.

** Periodista. Miembro del Club Político Argentino


domingo, 27 de septiembre de 2020

A 90 años de la creación de la Confederación General del Trabajo ***

 


Un recorrido por la historia de esta emblemática organización que es también la historia de la conquista de derechos laborales y sociales. Una fecha para recordar que el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional nos señala el camino

El 27 de septiembre de 1930, a sólo tres semanas del golpe militar que derrocó al gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen, intuyendo lo que esa dictadura traía bajo el brazo para los trabajadores y en el marco de la Gran Depresión Mundial, las distintas corrientes de trabajadores, que respondían a las ideologías e internacionales vigentes en el mundo -anarquistas, socialistas, comunistas-, decidieron su unificación, dando origen a la CGT.

Corriendo el año 1943, la CGT sufriría una división en CGT 1 y CGT 2. Pero algo mucho más trascendente estaba en ciernes. El proceso de industrialización que se dio en la Argentina como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, ante la necesidad de sustituir los productos que dejaron de importarse por efecto de la conflagración internacional, produjo un crecimiento abrumador del número de trabajadores industriales con el consiguiente auge de la afiliación y crecimiento de las organizaciones sindicales.

Ese cambio social fue percibido por Juan Domingo Perón, que por entonces ocupaba estratégicamente la Secretaría de Trabajo y Previsión. Desde ese lugar impulsó el otorgamiento de derechos harto reclamados por los trabajadores durante décadas. La comunicación con las dirigencias obreras era permanente, algo inédito hasta entonces en la vida institucional. Ese crecimiento social preocupó a poderosos intereses, por lo que desde sectores del propio gobierno se presionó para desplazar a Perón. No sólo lo sacaron, sino que lo detuvieron, el 9 de Octubre de 1945.

La reacción popular no se hizo esperar y el 17 de octubre significó una bisagra fundamental en la historia argentina. Los trabajadores organizados en sindicatos, federaciones y en la CGT dejaron de ser meros espectadores de la realidad nacional y se convirtieron en protagonistas políticos de la Argentina. Hay quienes afirman, criterio que comparto, que los trabajadores ese 17 de octubre dieron nacimiento al Peronismo y eligieron a Perón como conductor de ese Proyecto de Nación que él les venía inculcando.

A partir de entonces, la CGT como central única y el sindicato único por rama constituirían la base del modelo sindical argentino y, por ende, el fundamento y garante de la instauración y vigencia de los derechos laborales y sociales de los trabajadores argentinos. La CGT tuvo activa participación en la elaboración de los planes quinquenales y el avance en la dignificación de los trabajadores se extendió a la infancia, a la familia y a los ancianos. El país se desarrollaba armónicamente a la par que aumentaba el bienestar de todos los argentinos.

En 1947 se dictan los derechos del trabajador y Perón transforma a la CGT en custodia futura de los mismos, responsabilidad que ha cumplido en mayor o menor medida de acuerdo a las distintas coyunturas y condicionamientos.

En 1951 la CGT impulsó sin éxito a Evita como vicepresidente de la Nación; con ella los trabajadores mantenían una relación privilegiada. Entre los inconmensurables gestos de Eva Perón hacia los trabajadores, está la donación a la CGT del edificio de la calle Azopardo -su sede desde entonces- que era propiedad de la Fundación. Y tal vez el hecho más importante: que ella eligiera compartir la Eternidad junto a los trabajadores, razón por la que en CGT fue depositado el féretro con sus restos, donde descansaron hasta que fueron secuestrados por la Fusiladora en 1955.

La emergencia de la sequía bianual que soportó el país, encontró a la CGT participando activamente junto a la CGE del Congreso de la Productividad, que, en 1953 reordenó equitativamente la economía y la salida de la crisis.

Pero también serán los trabajadores los que pagarán con sangre su compromiso con el Gobierno que los había dignificado y hecho protagonistas de la vida nacional. Los atentados terroristas de abril de 1953: las bombas en el subte de Plaza de Mayo que dejaron numerosos muertos -si hubieran explotado todas las plantadas, el saldo hubiera sido inmensamente mayor- y el bombardeo a la Plaza de Mayo y a la CGT, el 16 de junio de 1955 que dejó centenares de muertos, marcaron la llegada de la violencia política al país. A eso se suma, en septiembre de 1955 el bombardeo de la flota naval a la ciudad de Mar del Plata y la amenaza de extenderlo a La Plata y Buenos Aires, con la participación de potencias extranjeras que aprovisionaron a la flota golpista en alta Mar, lo que determinó la decisión de Perón de abandonar el país, para evitar una guerra civil.

Instaurada la dictadura, como en todas las que siguieron, la CGT fue intervenida y también la mayoría de los sindicatos, al tiempo que sus dirigentes eran encarcelados. En los 18 años que siguieron de proscripción del Peronismo, la CGT y los trabajadores lucharon junto con todo el Peronismo por el regreso del General Perón, que no era ni más ni menos que la voluntad mayoritaria de los argentinos. La CGT en ese período impulsó sus Programas Históricos, que representaban el modelo de país que reivindicaban los trabajadores: La Falda (1957) y Huerta Grande (1962), antecedentes de los 26 Puntos de la CGT de 1986 y de los 21 Puntos de la CGT de octubre de 2012.

Durante esos años se intercalaron gobiernos débiles, surgidos de las proscripciones al peronismo, impuestas por el poder militar y las dictaduras. La Argentina detuvo su desarrollo económico y social y se deterioró el nivel de vida de los ciudadanos por aplicación de políticas liberales. En ese período la CGT supo de divisiones surgidas por la posición frente a los gobiernos de turno que debilitaron y, hasta se podría decir que retrasaron el regreso de Perón a la Patria. Fue a partir de la asunción de José Ignacio Rucci como secretario General que se fortaleció la lucha por el retorno del General.

Con el regreso de Perón en 1972, la CGT volvió a estar unida y fue protagonista del Gobierno surgido de elecciones libres. La participación en el Plan Trienal y la firma del Pacto Social con el sector empresario fueron clara expresión del diálogo tripartito en la más alta esfera de decisión de los destinos de la Nación.

No es casual que con una CGT unida y un Gobierno que recuperó el control del ahorro nacional (a través de la nacionalización de los depósitos y las reformas a la Carta Orgánica del Banco Central), y avanzó hacia un mayor control del comercio exterior (garantizando precio sostén a los productores y sacando provecho de las exportaciones para que ese beneficio motorizara el desarrollo nacional), en poco más de un año, la participación de los asalariados en la renta nacional, pasara del 31 al 47% y el salario real a fines de 1974 alcanzara el nivel más alto en la historia Argentina (hoy estamos a años luz de acercarnos a él). Tampoco que se sancionara la ley 20.744 de Contrato de Trabajo, ejemplo mundial, entonces, en la protección de los derechos del traajador.

El magnicidio del Secretario General de la CGT José Ignacio Rucci a sólo 2 días del triunfo de la fórmula Perón-Perón fue, además de un acto de terrorismo, un golpe a Perón y, con ello, a las esperanzas del Pueblo argentino de afianzar el camino hacia la concreción del Proyecto Nacional.

El enfrentamiento entre facciones extremas del movimiento tiñó el panorama político y ocultó el verdadero boicot, que fue el llevado adelante por los sectores más concentrados y transnacionales que, con la complicidad de potencias extranjeras, aislaron a la Argentina en Sudamérica y buscaron neutralizar todas las medidas económicas tomadas por el Gobierno de Perón (hechos que él mismo denunciara en el discurso de la mañana del 12 de junio de 1974) y luego de su muerte, por el de Isabel Perón.

En esas horas aciagas, la CGT fue sostén del orden constitucional y de Isabel Perón, aunque a partir de la muerte del General en 1974, la suerte del Gobierno estaba echada. Al fracasar el intento de hacer renunciar a Isabel a la Presidencia (la licencia forzada en 1975), los militares precipitaron la decisión del Golpe que dieron el 24 de marzo de 1976.

No fue un golpe más. Esa dictadura genocida pretendió destruir la Argentina con que San Martín soñó y que había realizado Perón. Por eso el Plan Martínez de Hoz incentivó el saqueo del país, el endeudamiento externo y, para ese fin ejecutó la sangrienta persecución al movimiento obrero organizado. Prohibida la CGT, intervenidos los sindicatos, los trabajadores organizados llevaron adelante una heroica resistencia y ofrendaron en la lucha por la recuperación de la democracia, la mayor parte de las víctimas de esa brutal represión: muertos, desaparecidos, encarcelados, torturados, cesanteados, ya sean dirigentes, delegados o militantes. Toda esa barbarie no detuvo la resistencia que se expresó en miles de medidas de fuerza a lo largo de todo el oscuro período. Al tiempo del resonante Paro General del 27 de abril de 1979, ya se habían contabilizado más de 260 actos de resistencia sindical (paro de gremios, de empresas, de regionales de CGT, etc).

Desde entonces se incrementó la lucha, fracasando los intentos de la dictadura de “inventar” una dirigencia sindical amiga. La CGT recuperada, bajo la conducción de Saúl Ubaldini fue el estandarte de la última etapa de esa Resistencia y puente para el regreso a la democracia.

La vuelta a la democracia en 1983 devolvió a los argentinos los derechos civiles y políticos. Pero a los trabajadores no se les devolvió ninguno de los derechos conculcados por la dictadura. Es más, el gobierno constitucional de Alfonsín, tal vez condicionado por las debilidades de la reinstauración democrática y las imposiciones de poderes transnacionales (las mismas que lo llevaron a convalidar una deuda externa fraudulenta a poco de intentar un club de deudores para impugnarla), pretendió atacar al modelo sindical argentino, como si los trabajadores organizados fueran los causantes de los problemas del país. Ese fracaso legislativo, posible porque el movimiento sindical tenía un importante representación parlamentaria, tuvo consecuencias importantes: enfrentó al Gobierno con el movimiento sindical (con la CGT) innecesariamente, cuando ambos deberían haber estado asociados en la reconstrucción del país. También definió el nuevo esquema parlamentario argentino futuro: la representación sindical iría disminuyendo hasta ser hoy meramente testimonial, incluso, en la expresión electoral del movimiento peronista. Sin que esa disminución haya mejorado la realidad del país sino todo lo contrario.

La fractura de la CGT generada al asumir el gobierno de Carlos Menem aceleró el debilitamiento del movimiento sindical, y el vaivén entre sus reunificaciones y sus fracturas definen a las claras la situación actual. La Argentina no ha podido recuperar los niveles de justicia social, los trabajadores activos y pasivos han ido perdiendo paso a paso derechos y, el número de excluidos por la sociedad del “descarte” crece angustiosamente. Las divisiones en el sindicalismo evidencian por un lado el accionar de los poderes constituidos y sus gerentes locales que buscan atentar contra el modelo sindical y debilitar la protección de los trabajadores. Pero también desnuda un fenómeno que se percibe en todo el espectro dirigencial argentino, pero que duele más que se dé en lo sindical: las apetencias personales. En el pasado, nadie osaba, por más diferencias que tuviera con sus conducciones, crear y dividir a sus gremios (un ejemplo fue el dirigente clasista de Luz y Fuerza Córdoba, Agustín Tosco, crítico de la conducción de su Federación pero que jamás intentó dividir a la misma).

A partir de los 90 el “divide y reinarás” de los romanos, caló hondo en muchos dirigentes que pensando (o no) que lo hacían en defensa de sus trabajadores terminaban siendo funcionales a los poderes políticos y económicos que buscaban medrar con los derechos de los mismos. Con la CGT pasa algo parecido. Todos hablan de unidad y pocos trabajan para lograrla. Muchos repiten el apotegma primero la Patria, pero primero piensan en sí mismos.

Hoy es difícil encontrar algún trabajador que no reclame esa unidad, imbuidos no sólo de una experiencia histórica sino de la sabiduría criolla de “si entre hermanos se pelean, los devoran los de afuera”.

Este es un momento crucial para la Patria. Perón nos enseñó en 1946 que las crisis mundiales eran oportunidades si entendíamos al mundo que teníamos enfrente y veíamos qué papel podía jugar en él nuestro país. El Papa Francisco nos acaba de recordar en su mensaje a la ONU que “de las crisis se sale mejor o, se sale peor”. Hace falta patriotismo en los dirigentes y conductas ejemplares.

Perón el 17 de Octubre de 1945 señalaba el camino cuando nos decía “Únanse trabajadores porque detrás de la unidad del movimiento obrero, construiremos la unidad de todo el Pueblo Argentino”. Hoy con más de 40% de pobres, con tantos desocupados y precarizados, en una Patria saqueada donde los que más ganan son los que especulan , no queda sino reclamar actitudes patrióticas a los dirigentes.

El camino debe ser uno: la UNIDAD para defender a los trabajadores, para crear trabajo, para recuperar el bienestar de las familias, para unir a los argentinos, para no resignarnos, para saber que la sangre que ofrendaron Rucci y tantos mártires no fue en vano y recordar que el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional nos señala el camino.

Compañeras y compañeros: ¡ 90 años cumple la CGT! hagamos honor a su historia. ¡Los trabajadores y la Patria nos lo demandan!

*** Por Julio Piumato: Secretario General de la Unión de Empleados de la Justicia de la Nación y Secretario de DDHH de la CGT


viernes, 8 de noviembre de 2019

El movimiento obrero va a ser parte del Gobierno…




Héctor Daer y Carlos Acuña recibieron al presidente electo en la sede de Azopardo. También estuvo Hugo Moyano. AF propuso además que el emblemático edificio de la CGT "se convierta en un centro de educación tecnológica".
El presidente electo Alberto Fernández aseguró hoy que el movimiento obrero organizado a través de la CGT “va a ser parte del nuevo Gobierno” y ratificó que llamará a un pacto social con los empresarios para “diseñar las políticas” que necesita la Argentina para el futuro. Fernández se expresó así en la sede de la CGT, lugar al que llegaron más de 140 secretarios generales de todo el país. Allí fue recibido por los líderes de la central obrera, Héctor Dáer y Carlos Acuña, además del líder de la UPCN, Andrés Rodríguez.
El presidente electo dijo a los sindicalistas que parte de los desafíos que tendrá su gobierno y el país en general es la institucionalización de un “pacto social”, en línea con lo que supo pedir Juan Domingo Perón.
#cgt #sindicalismoargentino # albertofernandez

sábado, 2 de noviembre de 2019

Cómo se debilitó la representación gremial en el Congreso en los últimos 36 años



 

La presencia en el parlamento nacional de diputados y senadores de extracción gremial sigue en caída libre desde la vuelta de la democracia, en 1983. En las pasadas elecciones generales los representantes de los trabajadores no sumaron bancas en la Cámara Baja, y su expresión se redujo a menos del 5%. En la Cámara Alta el desempeño fue peor aún: el dirigente sindical que debía revalidar título quedó fuera.

Cuando el radical Raúl Ricardo Alfonsín le ganó las elecciones presidenciales, el 30 de octubre de 1983, al justicialista Ítalo Argentino Luder, accedieron a la Cámara de Diputados 23 representantes de extracción sindical.
Miguel Unamuno fue uno de los dirigentes más caracterizados que llegó a la Cámara Baja en esa elección. Unamuno había sido secretario nacional adjunto de la Asociación Bancaria, y ministro de Trabajo de María Estela Martínez de Perón.Años después, en 1997, el cervecero y ex titular de la CGT -entre los años 1980 y 1992- Saul Ubaldini llegaría a Diputados.
En la actualidad, esos 23 parlamentarios se redujeron a los 12 actuales.
Ellos son Pablo Ansaloni (OSPERA), Pablo Carro (docentes universitarios), Walter Correa (Curtidores), Romina del Pla (Docente), Abel Furlan (UOM), José Luis Moretti (Obreros y Empleados Telefónicos), Facundo Moyano (Peajes), Mónica Schlotthauer (Unión Ferroviaria), Vanesa Siley (Judiciales), Jorge Taboada (Camioneros), Hugo Yasky (Docentes, CTA) y Carla Pitiot (APOC).
De este total, cinco pertenecen al bloque del Frente para la Victoria-PJ; dos por el interbloque que supieron conformar Sergio Masa y José Manel de la Sota, Federal unidos por una nueva Argentina.Los cinco restantes ingresaron por igual cantidad de espacios políticos; Red por Argentina, Cambiemos, Izquierda socialista-Frente de izquierda y Cultura educación y trabajo.
Facundo Moyano, quien entra en su séptimo año de mandatos, es quien lleva más años en la banca y si quiere continuar siendo diputado debería revalidar su título en las próximas elecciones parlamentarias de 2021. Según un minucioso análisis relevado por “Iniciativa ciudadana quiero saber”, que realizó su extenso informe para la publicación especializada Mundo gremial, a 2019 los proyectos de ley presentados que se relacionan con el tópico “trabajo” fueron encabezados por el hijo del secretario general del gremio de los Camioneros, 134 en total.
Le sigue la docente del Partido Obrero, Del Plá con 38 proyectos; Furlan con 23, Yasky con 19, y Siley con 13 proyectos de ley.
El resto presentaron menos de 10 iniciativas.
Si tenemos en cuenta que la Cámara Baja está conformada por 257 diputados, representan tan solo el 4,66%La performance es mucho peor si se compara con los 39 legisladores que habían ingresado en 1973.
En este punto vale recordar que la actividad parlamentaria fue suprimida de manera abrupta con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
La sangría de gremialistas obedece a varias razones, pero hay al menos cuatro puntos que sobresalen; la pérdida de poder frente a la case política; las mayores movilizaciones por reclamos que en los últimos 15 años demostraron los movimientos sociales; la crítica que los trabajadores le hacen a la CGT por dilatar medidas de fuerza; y el desprestigio de algunos dirigentes sindicales que, lejos de traccionar votos -como ocurrió en algún momento de nuestra historia- los expulsa.
Uno de esos ejemplos bien podría Luis Barrionuevo, el dirigente que lleva 34 años al frente del gremio gastronómico. El 27 de octubre pasado, Barrionuevo encabezaba la lista de diputados nacionales por la provincia de Catamarca en representación de Consenso Federal, el espacio que llevaba como candidato a presidente de la nación a Roberto Lavagna.
El dirigente gremial no llegó al 5% de los votos. Es decir menos que los sufragios en blanco que representaron el 9%.El otro sindicalista de renombre que quedó fuera del parlamento nacional, en este caso de la Cámara de Senadores, es el petrolero Guillermo Pereyra, del Movimiento Popular Neuquino.
Obtuvo el 22% de los votos y quedó detrás del Frente de Todos (35,59%) y de Juntos Por el Cambio (32,38%).De esta manera, Pereyra, que renovaba su banca, quedara fuera de la Cámara Baja.
Desde la vuela de la democracia, en 1983, a la actualidad, el número de representantes de los trabajadores bajó de 23 a 12. El descenso de los gremialistas en la Cámara Baja es más pronunciada aún si se los compara con los 39 legisladores de extracción sindical que habían ingresado en 1973 y cuyo mandato se interrumpió abruptamente con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
En 2019 la representación obrera es de apenas 4,66%.
La cifra se repetirá después de la jura de los nuevos diputados que asumirán después del recambio presidencial el 10 de diciembre, ya que durante las pasadas elecciones, no ingresó ningún representante gremial. Pero tampoco disminuirá porque ninguno había puesto en juego su poltrona.
El estudio de “Iniciativa ciudadana, quiero saber”, y basado al análisis de las estadísticas de la Dirección de Información Parlamentaria del Congreso Nacional, informa que “en el período comprendido entre la vuelta de la democracia y 1993 los legisladores del movimiento obrero se redujeron de 39 a 23. De 1993 a 2003, pasaron a ser de 23 a 17, y entre 2003 hasta 2011, el número se redujo a 13”.
Y de esa fecha a 2019, a los 12 ya mencionados.
Medido en porcentaje, las cifras quedan aún más patentizada. Entre 1973 y 1976 la representación de la clase trabajadora en el parlamento nacional era del 34%.
Entre 1985 y 1987, disminuyeron al 29,7%.
De 1987 a 1989 los diputados sindicales llegaban al 24,7% entre los 257 integrantes de esa cámara.Desde 1989 a 1991 la cifra bajó al 20%; de 1993 a 2003, el descenso llegó al 8,9%; y ya entrado en la era kirchnerista la escasez de dirigentes gremiales en las listas hizo que entre de 2003 y 2011 esa expresión disminuyera al 5,0% hasta llegar a la mínima expresión actual de tan solo el 4,66%.
Como se puede observar, a lo largo de los años, lejos de fortalecerse el poder sindical se fue devaluando período tras período legislativo.
Por Andrés Klipphan

miércoles, 29 de mayo de 2019

A 50 años del Cordobazo, la revuelta obrero-estudiantil que sacudió al país



Hace 50 años la Ciudad de Córdoba ardía en llamas. Una movilización obrera, apoyada por sectores estudiantiles, marchó por toda la capital provincial y para contenerla se desató una brutal represión en distintos barrios, que fue respondida con barricadas. La jornada dejó como saldo manifestantes muertos, aunque no hay un acuerdo entre los historiadores respecto de la cifra.


En Córdoba la huelga se adelantó un día: comenzó el 29. Se optó por llevar a cabo la modalidad propuesta por #AgustínTosco, del Sindicato de Luz y Fuerza, que implicaba el abandono de los lugares de trabajo desde las 10 de la mañana hasta el día siguiente -es decir por 36 horas en lugar de 24- y la movilización hasta un acto en el local de la CGT.

 Alguno de los ejes de reclamos eran: el repudio a los asesinatos de la dictadura y en homenaje a las víctimas, el aumento general de salarios del 40%, el funcionamiento de las comisiones paritarias para renovar los convenios colectivos, la defensa de las fuentes de trabajo, el reestablecimiento de las libertades democráticas y sindicales.

La medida obrera prometía ser potente, dado que iban a llegar columnas desde toda la Ciudad y desde distintos lugares de la provincia. Pero tuvo un refuerzo distintivo: la participación de estudiantes universitarios. Los jóvenes ya venían marchando en contra de las intervenciones del Gobierno militar en las facultades.

Aquel 29 de mayo, las columnas que marchaban pacíficamente fueron detenidas en puntos estratégicos, por parte de la policía provincial y federal que comenzó a atacarlos para evitar que lleguen al centro. Esto desembocó en una generalización de la protesta. En tanto, las columnas que fueron interceptadas se desbordan por los barrios para llegar al centro. Allí recibían el apoyo de los vecinos que le acercaban objetos a los manifestantes para que monten barricadas en contra de la policía.

El desencadenante de la violencia fue el asesinato, por parte de las fuerzas de seguridad, del obrero del sindicato SMATA #MáximoMena. Por eso, los manifestantes tomaron la ciudad durante horas, hasta que el Gobierno decidió enviar al Tercer Cuerpo del Ejército para que ocupe Córdoba. Se dictó el estado de sitio y comenzó una feroz cacería. 

 Los enfrentamientos continuaron entre la noche del 29 y el 30 de mayo. Durante los hechos, murieron manifestantes por la represión, aunque no existe una cifra exacta de cuántos. Algunos historiadores hablan de 20. Además, fueron detenidos dirigentes gremiales, entre ellos Tosco y Elpidio Torres, este último de SMATA.

Los antecedentes. Desde 1966 se vivía un clima represivo en las universidades, motivo por el cual numerosos científicos e intelectuales habían abandonado el país. Aquel año (tres antes del Cordobazo) había muerto en una represión en esa provincia el estudiante de ingeniera y obrero automotriz #SantiagoPampillón. A partir de allí comenzaba a gestarse el lazo entre trabajadores y universitarios en Córdoba.

Además, 15 días antes del Cordobazo había sido asesinado en Corrientes el estudiante Juan José Cabral, también en el marco de una represión policial. En tanto, el 21 de mayo, en la ciudad de Rosario, la Policía reprimió a los estudiantes y causó la muerte del joven de 15 años Luis Norberto Blanco. Estos hechos, conocidos como el Correntinazo y el Rosariazo fueron el caldo de cultivo para lo que sucedió luego en Córdoba.

¿Por qué el territorio cordobés fue zona fértil para una sublevación masiva del sector obrero? El politólogo José Natanson explicó: "Desde los años 30, Córdoba había empezado a concentrar una parte importante de la industria Argentina. Desde los 40, el gobierno de Perón y la industrialización de posguerra permitieron la instalación en Córdoba de las grandes compañías automotrices trasnacionales. La FIAT, sobre todo. Alrededor de estas se fueron instalando una enorme cantidad de pequeñas y medianas empresas autopartistas que las abastecían de insumos para la producción de autos".

"Esto dio forma, a través de los años, a un sindicalismo autónomo, con mucha
presencia y mucho protagonismo de las bases y las comisiones internas, que con el tiempo fue independizándose de las conducciones (muchas veces muy burocráticas) de los grandes sindicatos de Buenos Aires y que luego se convertiría en el gran protagonista del Cordobazo", completó el intelectual en una entrevista concedida a Canal Encuentro .

Para muchos analistas el Cordobazo fue el principio del fin para Onganía, que dejó la Presidencia en junio 1970. Marcó también el inicio del declive de la Revolución Argentina, que concluiría con el regreso democrático de 1973.

JPA/FF  : diario perfil




viernes, 19 de enero de 2018

Referentes gremiales se juntaron en Mar del Plata y denunciaron una "campaña antisindical" del Gobierno .


Mientras se termina de redactar un documento que esta misma tarde promete ser muy duro contra el Gobierno y con anticipo de medidas para enfrentar políticas económicas y laborales que cuestionan, los máximos dirigentes sindicales denunciaron este mediodía que están siendo blanco de un ataque evidenciado en investigaciones y detenciones de gremialistas concretadas por la justicia durante los últimos días.

"Lo que no se puede es enlodar y condenar mediáticamente y a través del sistema judicial a la dirigencia sindical y su estructura", acusó Juan Carlos Schmidt, uno de los miembros del triunvirato que conduce la Confederación General del Trabajo.

Flanqueado por el líder camionero Hugo Moyano y el gastronómico Luis Barrionuevo, anfitrión de esta habitual cita de verano del sindicalismo nacional, Schmidt anticipó que desde la central obrera van a acompañar a todos los gremios en conflicto y adelantó que no se está lejos de momentos de "tensión mayor" que deriven en la organización de "protestas de mayor envergadura".

Del triunviro que conduce la CGT solo faltó Héctor Daer. Junto Schmidt y Carlos Acuña estuvieron otras figuras sindicales de peso como Omar Plaini, Omar Maturano, Sergio Palazzo y el diputado nacional Facundo Moyano, que casi sobre el cierre de la reunión se sumó a las deliberaciones que se desarrollaron en la planta baja del Hotel Presidente Perón, de la Unión de Trabajdores Hoteleros y Gastronómicos (Uthgra).

Antes del tradicional asado con el que invita Barrionuevo hubo un debate a puertas cerradas durante casi dos horas para fijar coincidencias sobre el documento que se difundirá en el transcurso de esta tarde y que marcará un primer hito en el plan de lucha que el sindicalismo presentará para enfrentar las políticas gubernamentales a lo largo de este año.

Schmidt fue el vocero y anticipó que al texto le seguirán medidas que acompañarán "cada una de las ofensivas que está recibiendo el campo sindical". "No se puede confundir todo el universo sindical con situaciones muy puntuales que en muchos de los casos rozan con lo delictivo y resolverá la justicia", dijo.

También criticó y rechazó en particular que se haya anulado por decreto una paritaria nacional (la de Ctera) y denunció una "campaña antisindical" del Gobierno para favorecer la desafiliación de trabajadores. "Esto está decididamente emparentado con lo peor de la dictadura militar", aseguró Schmidt.

Se ocupó además de desestimar cualquier tope que se intente fijar para los incrementos salariales de los trabajadores, que el Gobierno estaría tratando de instalar en torno al 15% anual. "Es una fantasía ejercida por las autoridades económicas", dijo el líder cegetista y recordó que en este país, en los últimos dos años, el proceso inflacionario "está rozando el 70%".

http://www.lanacion.com.ar/2101779-referentes-gremiales-se-juntaron-en-mar-del-plata-y-denunciaron-una-campana-antisindical-del-gobierno

sábado, 6 de agosto de 2016

"DE MAL EN PEOR : Documento del Plenario de la CGT



"A ocho meses de la asunción del ingeniero Macri como Presidente de la Nación, el tan mentado “sinceramiento de la economía” se ha reflejado con la peor cara hacia los trabajadores y la gran mayoría de los argentinos: hay aumento de la pobreza, una brusca caída del consumo y perspectivas económicas y sociales que ensombrecen aún más el horizonte.

De poco valen las declaraciones de aliento de los funcionarios apuntando hacia el segundo semestre y que ahora han sido postergadas para algún momento del año que viene…cuando uno está empapado hasta los huesos, importa poco si llueve.

El pedido que hizo el nuevo gobierno a la sociedad para que le “diera tiempo” y poder hacer frente a la “pesada herencia”, tendría que haber sido utilizado para corregir los males que aquejan a los argentinos. Sin embargo, en  esta paciente espera del milagroso segundo semestre, sólo ha habido malas noticias.

En casi todas las áreas donde se prometieron medidas para ir resolviendo la complicada situación económico-social del país sólo registramos agravamiento exponencial de los problemas.
La suba de precios al consumidor en el primer semestre ya superó toda la esperada para el año 2016. Faltando todavía otro medio año por delante, no sólo se está lejos de la promesa inicial de bajar la inflación al 25%, sino que las estimaciones más “optimistas” la ubican en el 43/45%.
A ello se suma que los aumentos afectan sobre todo a los rubros básicos de la canasta alimentaria familiar, con subas en el precio que no tienen un asidero mas que el de incrementar el lucro de los formadores de precios.

La baja de la producción, iniciada en el último trimestre del año pasado, también se aceleró en estos seis meses, llevándonos ya a una recesión con todas las letras. Los datos por sectores señalan caída en el conjunto de la industria (con mayor impacto en las pymes industriales), haciendo perjuicios  en la industria automotriz, en la siderurgia y, especialmente, en la construcción. En este último rubro, la demora en la  reactivación de la obra pública se nota en una simple comparación con respecto al año pasado: el consumo de cemento cayó un 23% en el primer trimestre de 2016.

El déficit fiscal, que el actual gobierno señalaba como uno de los peores enemigos, no sólo no se amesetó sino que, por el contrario,  aumentó en el orden del 5,2% en los primeros cinco meses. A este panorama se agrega la gran presión tributaria sobre las familias argentinas que consumen poco más de la mitad de un salario en el pago de impuestos y tasas. En este rubro es importante destacar que el Impuestos a las ganancias sobre la cuarta categoría aun aguarda el cumplimiento de la promesa de campaña de ser excluido. Los parches que se han intentado han empeorado la situación de todos los trabajadores afectados y han incluido entre los perjudicados a más empleados. ¿Cuánto más hay que esperar para la sanción de una ley que haga equitativo y justo este Impuesto al Trabajo?
La devaluación y la quita a las retenciones agropecuarias, medidas tomadas para encarar la pérdida de competitividad de las exportaciones, por su efecto inflacionario están socavando esa finalidad, y se acompaña con una apertura de importaciones que genera un efecto inverso perjudicando a la producción nacional. La entrada de bienes de consumo extranjeros creció el 30% por ciento en lo que va del año; en algunos rubros ese aumento es mayor aún (36% en calzado, 72% en tractores).

El impacto del brutal tarifazo de los servicios públicos ocasionó tamaño perjuicio que incorporó más pobres a los ya existentes en el tercio de la población afectada (es decir, más de 13 millones de compatriotas), la mitad de ellos, niños y adolescentes; y que claramente implica una dirección opuesta a la proclamada aspiración de transitar el camino hacia la “pobreza cero”.

No hay centro urbano ni barrio de la Argentina donde no se padezca, de una u otra forma, cierres de comercios, debido a la caída de las ventas, aumentos de los alquileres y el costo de la energía. Sólo en Rosario, superan los 1.500 comercios afectados y son más de 6.000 en la provincia de Buenos Aires. En la Capital Federal, sólo en el rubro gastronómico, se registran 400 cierres de restaurantes, bares y confiterías en lo que va del año.

Es necesario resaltar que la mayor generación de puestos de trabajo tiene lugar en las pymes. Y esta no es una particularidad de nuestro país, sino que es así en la mayor parte del mundo, incluidas las economías más desarrolladas donde estas empresas se desenvuelven en el campo de la industria liviana. Hoy el auténtico discurso industrialista está ausente del vocabulario de nuestros dirigentes políticos el empleo se encuentra con destrucción de puestos de trabajo y falta de inversiones privadas que disparen la generación de nuevas fuentes laborales.
          
Tanto el sistema previsional como la educación deben ser políticas estratégicas del Estado. Actualmente se pretende de los docentes un desatinado sacerdocio caracterizado por los votos de obediencia a políticas educativas sin consenso, lejos de las realidades de nuestro país que sigue teniendo problemas de financiamiento, salarios bajos e infraestructura deficiente.

Las escuelas técnicas, fundamental herramienta al servicio de los hijos de los trabajadores, están lejos de la centralidad educativa. La educación universitaria pública tiene serios recortes presupuestarios y la seguridad social parece encaminada a sufrir modificaciones que ponen en riesgo su sustentabilidad.

Todos estos datos expresados, nos hablan de un creciente deterioro de la calidad de vida de la mayoría de los argentinos que se resumen en inflación galopante, recesión, aumento del déficit fiscal, incremento del endeudamiento público, aumento de las importaciones, tarifazos impagables, caída del ingreso, pérdida del empleo, crecimiento de la pobreza y problemas en la escolaridad.
No hay que haberse graduado en Harvard o en otra prestigiosa universidad para darse cuenta de que vamos de mal en peor.

Las perspectivas que se avizoran, de no cambiarse el rumbo económico-social  son que empeoren las consecuencias y el horizonte social.

Por eso es necesario que, además de superar los gravísimos condicionamientos económicos que hemos enunciado, podamos recuperar en nuestro país el concepto de Pueblo, en el sentido amplio que nos indica la  Comunidad Organizada de Juan Domingo Perón. Una Nación no es sólo un Estado eficiente. Ser una Nación significa tener un proyecto político, social y cultural de convivencia y beneficios recíprocos entre todos los actores sociales.

Es hora de cambiar en serio, antes de que sea tarde. Es hora de gestar una “iniciativa popular” liderada por este movimiento obrero y que se conforme por todos los sectores del trabajo y la producción, que proponga, y aporte alternativas en defensa del trabajo argentino; una iniciativa socio-económica, no electoralista, que tenga por eje vertebral al  mundo del trabajo con sus necesidades y problemas.

En razón de esto, el Plenario de Secretarios Generales resuelve:

 Trabajar decididamente hacia la unidad del Movimiento Obrero Argentino como la más importante herramienta para fortalecer la defensa de los intereses nacionales. Redoblar el compromiso de gestar el ámbito propicio para que esa unidad se vea definitivamente plasmada en el Congreso Normalizador de la CGT a celebrarse el 22 de agosto, fecha en el que se conmemora el histórico renunciamiento de la compañera Eva Perón.

 Proponer al futuro Consejo Directivo Nacional un trabajo profundo sobre las representaciones del interior del país que conlleve, no solo la normalización de las delegaciones Regionales, sino también el análisis de las situaciones que en cada región acontezcan con el firme propósito de evaluar junto a sus dirigentes los planteos a presentar.

 Facultar y delegar a la conducción surgida del Congreso la elaboración de un programa con las principales problemáticas que aquejan al mundo del trabajo  y convocar a las acciones gremiales que correspondan en reclamo de las soluciones que requiere la mayoría del pueblo argentino."