Todos los fondos buscan ganar lo que más puedan. También los fondos buitre. Pero hay una diferencia: los buitres compran bonos o acciones de países y empresas en bancarrota. Su nombre es una metáfora que los equipara a aves carroñeras que sobrevuelan esperando lanzarse sobre un Estado o una compañía que se debilita rápidamente.
Del que más se habla hoy entre nosotros es de NML Elliot, del norteamericano Paul Singer: logró embargar nada menos que la Fragata Libertad, retenida hace ya 40 días en un puerto de Ghana. Y tiene al Gobierno contra las cuerdas en la justicia de Nueva York.
Elliot adquirió títulos argentinos a precio de remate, no entró a ninguno de los dos canjes y pretende cobrar el 100% de su valor. El ministro Lorenzino ha dicho que el Gobierno nunca le pagará a un fondo buitre y el juez Griesa le respondió que sancionará a la Argentina si no acata los fallos y no reconoce la deuda.
Los fondos buitre tienen acá la peor prensa y Cristina Kirchner lo aprovecha para exacerbar el sentimiento nacionalista en el frente interno: "Lo que me duele y conmociona es que haya argentinos que se pongan al lado de los fondos buitre", dijo el viernes.
Sin embargo, la Presidente no trata de la misma manera a un fondo que, a todos los efectos, resultó un enemigo de la Patria, tanto o más que Elliot. Adquirió sin poner un peso el 70% de las acciones de una empresa estratégica que estaba quebrada. Luego consiguió que un ministro y la principal autoridad tributaria le otorgaran condiciones excepcionales para salir de la quiebra. Y más adelante, jugosos contratos con el Estado.
Cuando las maniobras salieron a luz, el antiguo ministro logró echar a tres funcionarios judiciales.
Y que la empresa fuera estatizada, con la complicidad del Poder Legislativo, para tapar el escándalo. Así se le abrió la posibilidad de ganar un reclamo ante la Justicia y hacerse de nuevos fondos, que pagarán todos los ciudadanos.
Por si el lector todavía no lo descubrió, el fondo buitre es The Old Fund, la empresa que compró a precio vil y estaba quebrada es Ciccone. El ministro es el actual vicepresidente Boudou. La autoridad tributaria es Echegaray, el jefe de la AFIP. Y los funcionarios judiciales son el ex procurador Righi, el juez Rafecas y el fiscal Rívolo.
Ningún fondo buitre ha exhibido aquí tanta influencia: The Old Fund llegó a conseguir un contrato para imprimir billetes. Y pese a que el increíble combo de política y corrupción fue descubierto, los argentinos aún ignoramos quiénes son los dueños del fondo nac&pop.
Duele esta mentira: