Se cazan o crían en granjas industriales. Luego, mediante vías
legales o contrabando, se convierten en productos a la venta para satisfacer el
apetito. Pangolines, zorros, serpientes, pavos reales, murciélagos, pequeños
cocodrilos, ratas, cachorros de lobo, salamandras o puercoespines.
Unos como trozos colgando
en un mostrador, otros yacen hacinados en jaulas a la espera de la ejecución y
entrega inmediata. Ese es el derrotero de estos animales que llegan a los
mercados de especies salvajes de China, una industria con pocas credenciales de
salubridad y origen del coronavirus que hoy estremece al mundo
El estallido del SARS-CoV-2, causante la
enfermedad del COVID-19, que como un péndulo fue inclinándose de Oriente a
Occidente, brotó durante los primeros días de diciembre del 2019 desde el
Mercado Mayorista de Mariscos Huanan de Wuhan, ciudad de 11 millones de
habitantes y capital de la provincia de Hubei. Allí, entre estrechos pasajes,
la carne de más 110 especies se comercializaba en puestos montados sobre
pésimas condiciones: paredes descascaradas, heces, tierra y salpicaduras de
sangre. Un cóctel que se vuelve letal cuando, además, la procedencia de la
fauna suele ser dudosa.
"Los saltos
de virus entre especies requieren altas concentraciones y la ingestión es la
forma más sencilla de transmitirlos. Como los animales salvajes pueden
contagiar muchas enfermedades diferentes, su consumo o el contacto cercano
representan un riesgo para la salud humana. Todavía se estudia el papel que
desempeñó Huanan, pero muchos de los primeros casos de infectados habían estado
en él", explica Alice Catherine Hughes, bióloga conservacionista británica
e integrante de la
Chinese Academy of Sciences (CAS).
El escenario
ha cambiado desde el 1 de enero. Este complejo hoy luce cerrado con hermetismo
y custodiado por agentes. En su interior solo circulan científicos con trajes
protectores que van de los pies a la cabeza para investigar qué causó el virus,
una tarea compleja por la desinfección que se hizo tras el brote. De momentos,
los funcionarios de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) creen que proviene de un mamífero.
Hay indicios sobre el pangolín y el murciélago por su fuerte capacidad de
incubar virus, pero no se sabe si fueron causantes originales o huéspedes
intermedios. Wuhan, según cifras oficiales, sufrió 2.550 muertes de las 3.300
del país hasta el momento.
Hughes reside en la ciudad de Xishuangbanna y trabaja en el sudeste
asiático desde hace 13 años. Se especializa en comprender la biodiversidad y
los impulsores de su pérdida en la región con el objetivo de facilitar medidas de
conservación más efectivas. "Aquí, la gente hoy piensa que es un riesgo
demasiado grande comer carne silvestre. Es probable que la pandemia reduzca
drásticamente el consumo y la demanda, pero la única manera de evitar que algo
así ocurra nuevamente es el cierre de estos mercados a nivel mundial".
Infecciones que provienen de animales
Alrededor del 70% de las infecciones emergentes en
humanos proviene de animales, sobre todo salvajes. Otro coronavirus como el
SARS-CoV, que brotó en la provincia de Cantón entre 2002-2003, saltó del
murciélago a la civeta de palmeras -un felino que se come como una delicia en
el sur del país- hasta convertirse en una epidemia que mató a 774 personas de
las 8.098 infectada
Desde la EcoHealth Alliance ,
organización global que estudia virus generados por la vida silvestre capaces
de dañar la salud pública, ya habían alertado sobre el peligro latente de una
nueva epidemia causada por un patógeno desconocido, de origen animal. Lo
llamaron "Enfermedad X" y ahora creen que podría tratarse del
COVID-19."Podría haber sucedido en cualquier
parte de Asia. Las condiciones necesarias están presentes en la mayoría de sus
países. Incluso en África, que sufrió el caso del ébola. También debe tenerse
en cuenta que el ganado puede causar enfermedades, como la gripe aviar y la
gripe porcina que se transmitieron a los humanos y causaron mortalidad masiva.
El estrés animal y los bajos estándares de bienestar son riesgos infecciosos
muy altos", advierte la investigadora de la CAS.
Desde la famosa hambruna de los años 70, China ha
promovido en diversas etapas una industrialización de la cría de animales
salvajes, que se fue desarrollando en zonas rurales, donde pequeños campos se
convirtieron en grandes empresas. Sin embargo, paralelamente y ante el aumento
de restricciones posteriores, se forjó un mercado negro de todo tipo, donde se
destacan los más exóticos.
Especies silvestres
Hasta la
llegada de la pandemia, la actual Administración Nacional Forestal y de
Pastizales permitía la domesticación y venta de 54 especies silvestres, pero
los permisos mantenían vacios legales y los criadores -según conservacionistas-
eran una puerta de entrada para el tráfico ilegal. En la cultura china del ye
wei (gusto salvaje), fuerte en provincias del sur de China, la carne fresca de
los mercados representa una de las materias primas más codiciadas, sobre todo
por personas de alto poder adquisitivo. Existe la creencia de que pueden ayudar
a sanar epilepsias, disfunciones sexuales o problemas respiratorios y de la vista.
Las escamas de los pangolines (especie protegida) se
consumen como manjares, los murciélagos se ingieren en sopas, con la sangre de
serpientes se hacen condimentos y los cuernos del rinoceronte en peligro de
extinción se incluyen en medicamentos tradicionales.
"La mayoría de los países asiáticos y africanos
consumen carne salvaje, y muchos han tenido al menos propagación de
enfermedades a nivel local como consecuencia. En China, esto ha pasado de ser
un alimento básico para la gente pobre a un artículo de lujo, y en muchas
partes de Asia está sucediendo lo mismo. Se paga mucho por la carne silvestre
debido a su rareza", dice Hughes. Además, agrega que "el uso de
ejemplares silvestres en la medicina tradicional china es otro gran problema y
aún no se ha discutido". La organización World Animal Protection, con sede
central en Londres, publicó un informe en septiembre del 2019 sobre como grande
felinos son atrapados y criados en China para comercializar partes de sus
cuerpos, que se hierven o se cortan para hacer alimentos como vinos de hueso y
remedios tradicionales sobre afecciones como la meningitis y artritis. La encuesta reveló que más de dos de cada cinco de los
consumidores chinos consultados habían usado fármacos o productos para la salud
provenientes de especies como leones o tigres. Además, un 55% prefería
que se obtuviesen directamente de la naturaleza.
Por Manuel Casado / La Nacion