La empresa estatal publicó un libro
para publicitar la gestión de su último presidente
Varias
de las políticas públicas que se destacan en la costosa publicación, de tapa
dura y papel ilustración, se pusieron en marcha durante el kirchnerismo y
paradójicamente fueron desfinanciadas por Macri.
El
todavía presidente y CEO de Arsat, Raúl Martínez, publicó un libro de tapa dura
y 240 páginas en papel ilustración como balance de su gestión al frente de la
compañía estatal. Es decir, el texto no resume lo ocurrido en la empresa
durante el macrismo sino que, según se aclara en la tapa, cubre de marzo de
2018, cuando Martínez asumió en reemplazo de Rodrigo De Loredo, hasta el final
del gobierno de Mauricio Macri, aunque circunstancialmente el ejecutivo
continúa al frente de la firma hasta que el gobierno de Alberto Fernández
designe nuevas autoridades. “Una gestión de cambio”, es el título de la costosa
publicación, financiada con recursos públicos, que contrasta con la crisis que
viene atravesando el país. Una particularidad es que varias de las políticas
públicas que se destacan en el documento se pusieron en marcha durante el
kirchnerismo y paradójicamente fueron desfinanciadas durante el macrismo.
El
texto está organizado en siete capítulos, pero antes incluye una breve
narración donde se detalla el día que los técnicos de la compañía viajaron a
Antofagasta de la Sierra,
un poblado catamarqueño ubicado a 3323 metros sobre el nivel del mar y rodeado
por montañas de más de 6 mil metros de altura, donde instalaron internet
satelital domiciliaria. “Antes de retirarse para encarar un nuevo proyecto,
nuestro equipo se lleva una imagen cinematográfica. Entre saludos y abrazos, un
referente de la comunidad se aleja unos pasos y posando la vista en las
montañas los despide con una declaración que suena a slogan, pero está cargada
de realidad: `Donde todo termina…Arsat empieza`”, dice el texto que había sido
pensado como parte de la propaganda de la campaña electoral, aunque por algunas
demoras terminó siendo publicado cuando la derrota de Macri ya era una
realidad.
Política satelital
Uno
de los pilares de Arsat a partir de su creación en 2006 fue la política
satelital. El kirchnerismo construyó Arsat-1 y Arsat-2 con recursos del Tesoro
Nacional y el plan explicitado en la ley 27.208 de Desarrollo de la Industria Satelital,
aprobada en noviembre de 2015, contemplaba que la empresa avanzara con la
fabricación de otros ocho satélites geoestacionarios con recursos provenientes
de la propia explotación de los servicios satelitales ya en marcha y créditos
tomados por la compañía. El primero de esos nuevos satélites iba a ser el
Arsat-3. Sin embargo, en marzo de 2016, el entonces presidente de Arsat,
Rodrigo De Loredo, anunció la suspensión de su construcción. La intención era
asociarse con inversores privados, pero el plan para sumar al proyecto a la
estadounidense Hughes fracasó.
En
el capítulo del libro donde se hace referencia a los satélites geoestacionarios
no hay mención a la ley 27.208 de Desarrollo de la Industria Satelital,
todavía vigente, ni al proyecto de construcción del Arsat-3 pese a que, según
dijo el propio gobierno de Macri, no fue cancelado sino suspendido. El mérito
que se atribuye el macrismo en este campo es haber comercializado parte de la
capacidad disponible del Arsat-2, aunque eso no fue mérito de Martínez sino de
De Loredo, quien asumió pocos meses después de que el gobierno de Cristina
Fernández de Kirchner pusiera en órbita el satélite.
En
el libro se afirma que con la comercialización de parte de la capacidad
disponible del satélite “Arsat demuestra que no requiere de aportes a través de
los impuestos que pagan todos los argentinos para funcionar, porque puede
proveer y comercializar productos y servicios competitivos que hacen que sea
económicamente auto sustentable”. La mención sorprende porque lo que está
haciendo actualmente la empresa es gestionar los dos satélites geoestacionarios
lanzados durante el kirchnerismo, pero cuando su vida útil concluya, estimada
en 15 años para cada uno, no habrá ningún otro satélite nacional con los que
puedan ser reemplazados porque los abundantes recursos que actualmente generan
Arsat-1 y Arsat-2 no se están destinando a construir nuevos satélites que
permitan garantizar la sustentabilidad de la empresa.
Los
satélites geoestacionarios tienen un margen operativo muy alto, estimado entre
20 y 25 millones de dólares por año. No está claro que ha venido haciendo Arsat
con esos recursos porque el libro de Martínez incluye muchas fotografías a
color, pero ningún dato sobre el balance contable de la empresa.
Fibra óptica y TDT
Cuando
el macrismo se hizo cargo de Arsat, desfinanció a la empresa al decidir dejar
de girarle recursos del Tesoro Nacional. Esa decisión impactó de lleno en los
programas de expansión de la
Red Federal de Fibra Óptica y de la Televisión Digital
Terrestre. Los fondos públicos para continuar con la expansión de la red de
fibra se reemplazaron por recursos provenientes del Fondo Fiduciario del
Servicio Universal, donde las telefónicas destinan el 1 por ciento de sus
ingresos, y también se especula con la posibilidad de que parte del dinero
generado por los satélites haya ido a parar a ese programa, aunque es difícil
saberlo a partir de la escasa información que pone a disposición la empresa.
En
el caso de la TDT,
en cambio, el gobierno se limitó a administrar la red de estaciones existentes,
pero el crecimiento de la misma se desaceleró de manera notable. Pese a ello,
el desfinanciamiento estatal es presentado en el libro como un dato positivo. “Parte del desafío y el foco de Arsat es
mostrar de diversas maneras que una empresa del Estado puede ser
autosustentable sin necesidad de requerir aportes permanentes del Tesoro
Nacional, pudiendo competir con empresas privadas y estando a la altura de las
circunstancias en un mundo cada vez más interconectado y dependientes de las
telecomunicaciones e Internet”, dice el documento.
***Por Fernando Krakowiak
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