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lunes, 10 de junio de 2013

Las cuentas de un montonero [Reportaje a Roberto Perdía]



Desde el dinero de los hermanos Born al asesinato de Rucci, del camporismo a la contraofensiva, de Perón a los Kirchner el ex número dos de la organización habla de todo en una extensa entrevista con Revista Ñ basada en su nuevo y voluminoso libro. “El capitalismo de amigos no era nuestra doctrina”, dice, distanciándose del gobierno

Roberto Perdía, ex número dos de Montoneros, ha publicado un nuevo libro: Montoneros. El peronismo combatiente en primera persona (Planeta). Suerte de ampliación de otro que había escrito hace más de 20 años, este volumen de casi 900 páginas reúne memorias pero también analiza el presente. Si bien está enfocado principalmente en los setenta, trabaja especialmente los períodos de Alfonsín, Menem, la Alianza y el kirchnerismo. “Tengo otra visión sobre los mismos hechos”, dice Perdía sentado en su escritorio, en un antiguo departamento del centro porteño. Cómo no. Sus tiempos de guerrilla y clandestinidad quedaron lejos. A los 72 años, dice que no escribe para la coyuntura, que el libro está pensado para los pibes. Y que le costó tomar decisiones en cada párrafo. Discute con él mismo pasado y presente. Algunos de sus compañeros ya lo leyeron. Valora su opinión, pero ya la conoce, más le importa la mirada de la gente que está afuera. Sostiene que lee poco sobre temas que involucran Montoneros, pero los conoce al detalle. “No me entusiasma responderle a otros”, dice. La biblioteca que rodea su escritorio quizá lo desmienta. Hay de todo. Allí está, gastado, el libro de La Fede, la agrupación juvenil del PC. Parece que lo leyó varias veces. “Sí no se de dónde viene alguien, seguro lo encuentro ahí”, sugiere. Su libro quizá siga un camino parecido. O no. Nunca se sabe. “Rinde cuentas y exige cuentas”, firma en tapa Vicente Zito Lema, a modo de introducción. “Es cierta la idea de que rindo cuentas, por lo que hice, pero también es cierto que se pide la respuesta de otros, los que se hicieron los tontos en toda esta historia”, dispara Perdía.   

¿A quiénes se refiere, quiénes se hicieron los tontos?
(piensa un rato) Hay una historia. En 1966, con el Golpe de Estado. Yo estaba en el Festival Mundial de la juventud en Sofía, Bulgaria. Y César Calvo, (un poeta y guerrillero peruano que murió en el año 2000), me dio unos escritos. Hubo uno que me marcó. “Y donde están los que hablaron. Ahora que suenan los tiros y yacen sobre la tierra los primeros muertos”, decía. Esa es la idea. Y sí hay una interpelación global en el libro, apunta a la clase media, la que participó en aquella experiencia, en aquél espacio histórico. Hay un libro, de José Pablo Feinmann (se refiere a La crítica de las armas). Lo leí estando en cana, cuando el compañero Kirchner me mandó en cana. Feinmann dice algo así: Yo enseñaba Hegel en la universidad, era un tipo reconocido, tenía un negocio, me iba bien. Yo no se por qué me metí en estos andares de aquélla época. Yo sintetizo en esa idea de Feinmann el pensamiento de esta franja de la clase media argentina que se autopregunta y yo qué hacía ahí. Mi libro interpela a ese sector, que está acostumbrado a mirar hacia arriba y hacia afuera. Pero en aquél tiempo nosotros miramos hacia adentro y hacia abajo, y construimos una fuerza social respetable. Y después se volvió a preguntar, ¿y yo qué hacía en ese lugar? Es el drama de nuestra clase media.

Quizá no la describiría en esos términos, pero la clase media siempre tiene esa indefinición…
Claro, un día están en un lugar, al otro en otro. Persiste.
Con algunas excepciones. Pero yo no hablo de individuos, hablo de una clase, una tendencia social. La clase media es un drama de la Argentina. Por suerte hay un elemento nuevo en la realidad que puede llegar a modificarlo. Porque esa clase media que mira hacia fuera y arriba, se encuentra hoy con que el afuera es Europa, somos hijos del pensamiento eurocéntrico de pies a cabeza, y Europa está como está. El modelo europeo hace agua por todos lados. Como dice Rodolfo Kusch, hay que pensar desde otro lugar. Es la gran oportunidad de este tiempo, aunque no se si eso llegará a la clase media.

El libro está atravesado por una autocrítica permanente, por esa rendición de cuentas de los tiempos de la lucha armada.
Mientras lo escribía iba consultando a compañeros, y me decían que habían contado la cantidad de veces que aparecía la palabra error o la sentencia nos equivocamos y me decían que estaba exagerando. Entonces saqué algunos, pero si no hubieran sido más. 

Montoneros hablaba de socialismo, hoy muchos de los peronistas que simpatizaban o estaban con ustedes, ahora en el gobierno, se definen como capitalistas, ¿la izquierda del peronismo perdió definitivamente la batalla?
Allí hay dos temas, el peronismo y la actualidad. El peronismo hoy es todo, es el país. Como decía el general: peronistas son todos. Después hay demócratas cristianos, socialistas, comunistas, radicales, pero peronistas son todos. El peronismo institucional es parte del sistema, quizá no lo sea el sentimiento popular. El peronismo es el sistema, por lo tanto no puede definirse socialista. Eso lo sintetizan el compañero ex presidente y la compañera presidenta cuando dicen “queremos un capitalismo serio”. Están diciendo que quieren el capitalismo.

Que tampoco es tan serio, eso queda claro en el libro.
Ese es otro capítulo. En el libro es el 9. Van contra el estado empresarial, apuestan por cierta regulación estatal, y hasta ahí llegamos. En paralelo tenemos que el capitalismo está haciendo agua. La Unión Soviética ya no existe, la China se parece mucho al resto. Nos falta, al pueblo, tratar de elaborar esas respuestas, esas alternativas que no hemos conseguido, contra ese sistema sostenido por los grupos económicos, los mediáticos.

El 90 por ciento del libro se centra en las discusiones que van de la elección de Cámpora hasta Malvinas, el otro 10 por ciento es la democracia. ¿Esas magnitudes sirven para comparar el tenor de las discusiones en cada momento?
Hubo muchos compañeros que me cuestionaron ese 10 por ciento. Me preguntaban qué tenía que ver aquello con esto, opinaban que era mejor quedarse en los setenta. Pero yo lo hice a propósito, porque este libro también es una apuesta a futuro. Quise señalar algunas ideas implícitas en nuestra pelea. Si hay un punto donde el libro debería avanzar, es en el último capítulo, en los acuerdos para la sociedad del futuro, si no, estamos jorobados. La discusión del pasado fue importante, proyectémosla al futuro. Porque eso no ocurre hoy, aunque vea pintadas puteando a Montoneros, o puteando a este gobierno porque dicen que es Montonero.

¿Cuál es el objetivo de esa comparación?
Aprovechan. El gobierno es el hijo no querido del 2001. El gobierno adopta en su discurso buena parte del “que se vayan todos”, de una fuerte crítica al sistema político, que después no ejecuta en la práctica. En otro orden, reivindica aspectos como los derechos humanos. Allí hay dos lógicas que confluyen, una lógica popular, que es importante revalorizarla, una reivindicación justa respecto a la agresión, la represión, etc. Y otra lógica que nos viene de las políticas del imperialismo, en el sentido de utilizar a los derechos humanos como una forma de cuestionar a diferentes gobiernos y separarse ellos de su propia responsabilidad. Todo lo que hoy digamos contra Videla o Pinochet cuenta con el aval y la bendición imperial, que alguna vez los bendijo a ellos para hacer las cosas que hicieron. No se puede acotar los derechos humanos a ese momento. El tercer elemento diferenciador, puede estar en el modelo, en el estilo kirchnerista y nuestros pensamientos. No tenemos nada que ver. El capitalismo de amigos no era nuestra doctrina. Ese pensamiento no tiene incluso nada que ver con el peronismo del 45. 

Está diciendo que el gobierno usa esa “mística”, pero  también la usan sus opositores…
Unos para tratar de sostenerse con cierto apoyo popular y otros para castigarlos en la memoria histórica. Pero lo que quiero decir es que aquellas banderas de los setenta tienen alguna vigencia. Si no, no las utilizarían. Desgraciadamente las desfiguran con su ejercicio práctico.

¿Cuál es el riesgo de esta confrontación de falacias?
Este libro sale al cruce de ese riesgo. No es esa la herencia política de Montoneros. Lo peor que nos podría pasar es que el kirchnerismo sea considerado heredero de Montoneros. Con todos nuestros errores, nuestra historia encierra una serie de valores que son útiles para el futuro. Trato de rescatar esos valores y pensarlos a futuro. Por ejemplo, cuando veo el extractivismo como base del modelo, digo que no tiene nada que ver con nosotros ni con nada que se pueda llamar progresista.

Volvamos al pasado. Obviamente, la relación con Perón, es otro de los temas atraviesa el libro.
Y sí, qué quiere que le diga… 

El asesinato de Rucci minó esa relación, qué me puede decir acerca de ese hecho. 
No tengo mucho más para decir de lo que digo en el libro.

El libro dice muy poco, nada, despegándose del hecho porque Montoneros todavía no estaba fusionado.
Claro, porque lo de Rucci ocurre en septiembre, y la fusión con las FAR se da en octubre. Y esa fusión que se formaliza en octubre se hace de arriba para abajo, o sea que las estructuras subalternas tampoco estaban unificadas, estaban en proceso de, eso pasa en esos momentos.

¿Está diciendo que fue una célula y no la conducción de Montoneros la que decidió el asesinato de Rucci?
Yo no digo eso. Puede haber sido, pero no puedo afirmarlo. Ni desmiento ni ratifico, pero puede haber sido.

Pero sí dice que no tuvo ninguna vinculación con el asesinato de Rucci.
Ni personal ni de conducción. Y puedo ratificar que la decisión no fue esa.

Más allá de quién tomó la decisión, el impacto de ese acto minó la relación con Perón…
Eso sí, se sabe, fue gravísimo. Yo siempre digo, respetando el dolor de la familia, que los principales perjudicados políticos fuimos nosotros. Por lo que significó. Ahondó el enfrentamiento con Perón, profundizó las diferencias que teníamos con el aparato sindical, y generó un problema con las bases sociales.

Y hacia adentro de la organización, ¿hubo rupturas, discusiones, qué pasó?
Hacia adentro se vivió de distintas maneras. Hubo sectores que lo vieron de buena manera, otros lo repudiaron, no fue un hecho que contara con un consenso unánime en ninguna dirección.

¿Vieron eso con el paso de los años?
Efectivamente, con el paso de los años vemos el significado político de ese hecho, el perjuicio político que causó. No digo que las cosas hubieran cambiado si ese hecho no se producía, pero sí que fue totalmente erróneo. Más allá de las profundas diferencias que teníamos con Rucci, y que yo destaco en el libro. Responsable de la persecución de compañeros, responsable de los nuevos delegados que estaban siendo electos. Rucci era un enemigo declarado, pero en ningún momento se planteó eso.

No fue una decisión errónea si no que no hubo tal decisión…
Claramente. Sí fue una decisión errónea el pase a la clandestinidad, y asumo toda mi responsabilidad en eso. 

Montoneros venía de la experiencia frustrada de Cámpora, ¿se entregó muy fácil al mandato de Perón? 
Lo digo de manera explícita. La famosa consigna peronista: primero la patria, después el movimiento y por último los hombres. Nosotros se lo dijimos a Cámpora, y a su hijo, que llegó para avisarnos esa noche. Yo creo que Cámpora debió haber hecho otra cosa. Eso fue un error y una debilidad del camporismo.

¿Hubo un camporismo?
Qué se yo. Hay sectores que han reivindicado aquello como algo propio. El mismo Bonasso, los Righi, y otros que no son montoneros, no son peronistas ortodoxos, no son otra cosa más que camporistas. Fueron el gobierno de Cámpora.

¿No es una forma fácil de caer parados?
Claro, tratan de despegarse del tema montoneros y también de la derecha. Cámpora hizo lo que era él. No tenía una gran personalidad, así llegó a la presidencia y no fue capaz de jugar el rol que la historia puso en sus manos. Hubo posibilidades de hacer otra cosa y eso habla de que no estábamos tan locos, es mi visión. Era posible realizar buena parte de las cosas que decíamos y pensábamos. Teníamos la fuerza y los instrumentos. Pero no podíamos actuar por fuera de la institución que en ese momento tenía el gobierno. Era Cámpora quien tenía que tomar la decisión, no nosotros. El no lo hizo, y se esfumó nuestro margen. Y ese fue un error grave.

Desde su punto de vista, ¿el PRT-ERP leyó mejor que ustedes ese contexto?
Yo creo que no. Nosotros intentamos no confrontar abiertamente con Perón, por el nivel de conciencia y adhesión que tenía en las mayorías populares, que iban recorriendo otro camino. Queríamos recorrer ese mismo camino, el de la mayoría de un pueblo que nos había acompañado en la lucha contra la dictadura, en el retorno de Perón, en la campaña electoral y que de alguna forma nos había acompañado a Ezeiza. Esas mayorías no estaban contra Perón, pero sobrevienen circunstancias que nos llevan a confrontar. Perón acelera esa confrontación, que se desata el mismo 25 de mayo a la noche. Aunque tratamos, no pudimos evitar la confrontación. Nosotros estábamos aferrados a al programa del FREJULI, era el programa que el pueblo votó, y nosotros éramos parte de eso,  pero nos sacaron de esa pelea y nos llevaron a otra, por errores propios o por situaciones que se dieron. Perón nos sacó, entonces éramos peronistas confrontando con el jefe, con la conducción del peronismo. Esa era la diferencia fundamental con el PRT ERP, ellos tenían un campo más libre para avanzar, aunque fueran la representación social de un sector que era minoritario.

Ahora, del otro lado, había corrientes políticas como Guardia de Hierro, que sobrevivieron pese a que eran minúsculas. Ahora hasta un papa tienen…
(risas) Digámoslo en buenos términos. Fue una corriente política que se fue adecuando a las circunstancias. No tiene una estructura, como tampoco la tiene Montoneros, pero sus cuadros se fueron adecuando. Eran una cantidad de cuadros políticos importantes pero sin arraigo social.

Repaso ahora, brevemente, algunos temas puntuales. Primero: en relación al Golpe del 76 hubo una discusión interna entre ustedes para ver si había que propiciarlo o no. ¿De qué lado estaba usted?
Ese debate se resolvió en un par de reuniones de la conducción. Terminó sintetizado en la idea de que de ninguna manera había que propiciarlo. Sólo hubo una regional, la regional de Buenos Aires, que sostenía ese planteo y que después asumió la posición del resto, que estábamos absolutamente en contra de esa política.

Otro caso que tomó vuelo en el último tiempo es el de Roberto Quieto, secuestrado por los militares en 1975. ¿Negociaron con ellos para que se los dieran y así juzgarlo ustedes?
No. Yo mismo participé en la negociación cuando fui a hablar con Harguindeguy. Relato la reunión. Cuando planteamos la reunión con Harguindeguy no había ninguna acusación sobre Quieto. No había nada en ese momento. Pedimos su liberación y la de otros tantos compañeros. Eso fue en los primeros meses del 76. Después nosotros hicimos ese juicio político, pero no hubo negociación.

¿Y cómo ve ahora, a la distancia, aquél juicio político?
Con el tiempo tengo la misma opinión que la que tengo de, por ejemplo, los compañeros de la ESMA. Todos son víctimas de la dictadura. Son los que pagaron los efectos de la represión de la época. Eso queda absolutamente claro. Pero frente a esa situación hubo distintos comportamientos de los compañeros. Y una cosa es evaluar eso ahora, y otra era el impacto que provocaba entonces. Cuarenta años después lo que queda es revindicar otras cosas. De cada uno de los compañeros me queda el recuerdo, la memoria, de haber compartido la lucha. En el caso de la ESMA eso está muy claro. Esos compañeros se han transformado en los mejores testigos para esta realidad. Si en aquél momento nosotros cuestionamos ciertas situaciones de cooperación con los militares fue porque respondía a otra lógica, principalmente a la defensa de las fuerzas propias. Hoy, a cuarenta años, hago hincapié en que fueron víctimas y reivindico el hecho de que puedan dar testimonio de lo que pasaba allí adentro.

Ustedes lo han desmentido siempre, pero ya con el secuestro de Aramburu (1970) se hablaba de vínculos entre Montoneros y militares.
Eso fue un invento de Martin Andersen, un periodista norteamericano que trabajaba con información del FBI. Me tuve que comprar sus dos libros. En el primero no lo dice, en el segundo sí. Allí aclara quien es su fuente de información, el coronel Sher, un personero de la embajada de los Estados Unidos. ¿Esperamos que esa información, transmitida a periodistas amigos, cuente una historia real? El que lo quiera creer, que lo crea, es más, que se compren el libro. Pero quien lo quiera analizar políticamente, sabe lo que significa, lo dice el mismo Andersen al revelar su fuente. Por suerte. Es un invento absoluto de esta buena gente. Esto no es un juicio sobre la historia, es una preparación del terreno para el futuro. El mensaje es este: “Vean muchachos lo que pasa con su jefe, no salgan a pelear”. Y cuando digo pelear no me refiero a la lucha armada, sino a cualquier cuestionamiento al régimen. Están diciendo que sus jefes los van a entregar y bla, bla. Piensan, desde el sistema, hacia el futuro. No hacen historia.

La diferenciación entre militantes y conducción es algo que siempre se plantea. En el caso Montoneros, eso se hace más evidente con la contraofensiva. Los líderes afuera mandando a los militantes a muerte casi segura.
Por suerte hay compañeros vivos que estuvieron en la contraofensiva y que pueden responder. Se les puede preguntar si la conducción los mandó a la muerte o si ellos venían a pelear por la resistencia. Yo pido que recojan esos testimonios. Los muertos no pueden hablar, los vivos sí. Además, en esa contraofensiva perdimos a compañeros de la conducción. Croato, Mendizábal,  cayeron como cayeron otros compañeros. Por otro lado, hay que preguntarse qué sentido tenía esa resistencia, nuestra acción. La idea era recuperar derechos de la gente, del pueblo. Políticamente, la contraofensiva era justa. Y se correspondía con las necesidades históricas. Allí viene un pequeño tema, con el que chocamos con pro hombres de la patria, como Dante Caputo, por ejemplo, que dice que la democracia se la debemos a Thatcher. Yo pregunto solamente esto. Estamos en el año 1978, Mundial de fútbol, gran triunfo de la dictadura. Eso no es cierto, no lo creo, y se que voy contra la opinión mayoritaria. ¿Cómo puede ser de semejante triunfo, unos meses después aparezcan huelgas generales en el país? No hubo triunfo de la dictadura, la resistencia estaba avanzando. Simultáneamente, en el último trimestre del 78, nuestro análisis decía que había terminado la ofensiva de la dictadura. ¿Por qué se acabó? No porque no le queden armas u hombres, sino porque perdieron la moral. La perdieron en esto que ahora llamamos genocidio. Esa es la razón de la contraofensiva. Nos sumábamos a la resistencia que desplegaba el pueblo, con la acción de nuestra política militar y propagandística. En ese margen, el 80 por ciento de nuestras caídas se produce en la estructura política, en los compañeros que estaban tomando contacto con el germen de la organización política. Porque todavía tenía fuerte presencia la dictadura ahí adentro. No tuvimos grandes bajas en las acciones militares ni en el área propagandística. Nos equivocamos en aspectos de tipo organizativo pero nos sumamos a un proceso que estaba en marcha y que siguió. Y que en marzo de 1982 terminó con miles de tipos en la calle peleando contra el gobierno. La dictadura consigue, eso sí, dar vuelta en parte esto con Malvinas, pero era la resistencia que venía avanzando. Y que recorre el camino histórico de los ciclos en la Argentina. Golpes militares, resistencia popular, militares que se van, avance popular, y así. Esta vez vino mediado por el tema Malvinas y luego por el tema de una recuperación de la democracia donde los partidos políticos se hicieron los osos. Y adoptaron todas esas concepciones que venían del norte acerca lo que significaba la democracia. Me hago cargo de lo que digo, pero creo que nos equivocamos asignarle a esta democracia un valor mayor del que realmente tiene.

Otro tema histórico sobre el que siempre se siembran dudas. A dónde fue a parar la plata de Montoneros, principalmente la del secuestro de los hermanos Born.
Hay un dato, sacando cuentas, la dictadura dura más de siete años. Dos personas por día atravesaban la frontera entrando o saliendo ilegalmente, con todo lo que eso significa, documentación, logística, etc. Ese es un dato. Otro dato: montamos la campaña antiargentina en Europa. Produjimos la contraofensiva, durante el mundial y después, cuando trajimos la logística y fierros desde otros lugares. Había que comprarlos y traerlos. No tuvimos ningún apoyo internacional, no había margen para eso. Hubo también recursos montoneros para la lucha en otros países. Todo eso configura un costo de lo que significó esta guerra. Yo puedo mostrar, y otros compañeros también, y si no vayan y vean cómo es la vida cotidiana de Firmenich, jubilado de prepo en las universidades estatales y duplicando horas en las privadas para poder vivir, allí está la prueba.

¿Sigue en contacto con Firmenich?


Comparte él la visión general de lo que hemos hablado.
En general sí, pero tampoco lo discutimos en detalle.

¿Cómo ven, o qué sienten cuando hay sectores de la sociedad que piden cárcel para los ex Montoneros?
De la misma manera que vemos la teoría de los dos demonios. Es una simplificación de la historia de una sociedad, principalmente de su clase media, que no quiere ver la realidad, que prefiere quedarse en otra realidad. Vuelven a mirar para arriba y echarnos culpas. No tratan de ver qué pensaban o querían los montoneros, y a eso le suman la crítica al actual gobierno. Entonces, las críticas que supuestamente van al gobierno de rebote le pegan a Montoneros. Esa es una de las razones por la cual está este libro acá. Estoy pensando más en la historia que en la coyuntura. Me importa que no quede inscripto este como un gobierno montonero. Sería trágico.

Desde su militancia, podría elegir los momentos de mayor alegría y de mayor tristeza en todos estos años.
De alegría, la vuelta de Perón. Verlo al viejo en persona, poder discutir y charlar con él, ir a las movilizaciones. Las tristezas: el primero de mayo, el día del golpe, y después días muy concretos. No se, un día en Villa Bosch, a fines del 76, salí a la mañana y volví a la noche y en el medio me avisan que el compañero no se había reportado a las citas, yo estaba en la conducción, y volvía y no estaba, y me puse a llorar, por ese compañero pero también por la situación, difícil de ordenar, de sostener. Fueron muchas las caídas de compañeros y me tocó estar ahí.

Fue el número 2 de Montoneros, 35 años después ¿siente que valió la pena?
Siempre me lo pregunta al revés, me preguntan si hay arrepentimiento. Y digo que arrepentimiento no hay. Sí, cometimos errores, pero si la historia se repitiera, volvería a pelear. Claro que valió la pena. Algunos dicen que en el mejor de los casos está este gobierno, yo no me refiero a eso. Yo siempre les cuento a los compañeros que tomamos el nombre de montoneros de la historia, de una historia donde el último de los montoneros, (Ricardo) López Jordán, volvió acá a Buenos Aires a hacer un trámite en el ministerio de guerra, para jubilarse, y le pegaron dos tiros en la calle, caminando. Cincuenta, sesenta años después, los cabecitas negras producen otro movimiento histórico, y de allí tomamos el nombre nosotros, de aquéllos fracasados caudillos del siglo XIX. Si eso costó 60 o 70 años, si esa reivindicación demoró tanto, estoy seguro que volverá a ser realidad. Y no hablo de un método organizativo, ni de la lucha armada, que quede claro, me refiero a la idea de liberar la patria, cosa para la que falta bastante. Y que por supuesto no se va a hacer con los “montoneros” de este gobierno.

¿Quiénes podrían hacerlo?
Se construye. El pueblo siempre encuentra las herramientas. Hay datos interesantísimos, la crisis del pensamiento eurocéntrico con el cual fuimos concebidos. Tenemos derecho a pensar por cabeza propia, a ser auténticos. Estos 200 años de República no pueden negar 30 mil años de vida anterior. Eso tiene que ser parte del futuro, que es lo que decían Mariátegui, Simón Rodriguez. Fracasamos en varios intentos, pero habrá que seguir intentando. Estos años significaron bastante. El ALBA, la UNASUR son pasos en ese sentido. Limitados, sí, pero son un avance. Habrá que esperar sin quedarnos quietos, y este libro es una apuesta a eso, sueño con que sea apenas un puntito en la historia de la construcción. 






lunes, 11 de marzo de 2013

Hace 40 años, el gran acierto de Montoneros


Cuarenta años atrás, el triunfo del peronista  con casi el 50 por ciento de los votos, el 11 de marzo de 1973, coronaba una arriesgada jugada de Montoneros, que había privilegiado la política al fusil, el respaldo a la fórmula peronista en las elecciones presidenciales a la lucha armada para capturar el aparato estatal e impulsar la revolución socialista.

Fue el momento de mayor esplendor de Montoneros, que condujo en la práctica la campaña electoral de la fórmula Cámpora-Solano Lina, que contaba con el respaldo del general Juan Perón, exiliado en Madrid. Una norma de la dictadura del general Alejandro Lanusse había impedido la candidatura de Perón, que designó a Cámpora como su vicario.

Cámpora, un político clásico, fue girando hacia Montoneros, impulsado por su esposa y sus hijas. En simultáneo, Montoneros fue atrayendo a los jóvenes de clase media que se iban politizando y peronizando al tiempo que, al abrazar la salida electoral con el eslogan "Luche y vuelve", lograba un fuerte impacto en la base peronista, para la cual el solo retorno de Perón al país implicaría la vuelta a los días felices del gobierno interrumpido por un golpe en 1955.

Hasta ese momento, la principal consigna de Montoneros era refractaria a toda salida electoral: "Ni votos ni botas, fusiles y pelotas". Fue uno de los jefes más reconocidos por la militancia, Carlos Hobert, también conocido por su nombre de guerra Diego Pingulis, quien forzó esa conversión a la política: tomó un pueblo en Santa Fe y logró visibilidad nacional para reclamar cinco puntos que incluían la participación del peronismo en las elecciones propuestas por Lanusse.

La jugada de Hobert fue ganando voluntades en Montoneros y terminó por convertirse en la posición mayoritaria aunque provocó algunas escisiones.
Montoneros pudo colocar legisladores en el Congreso y varios aliados fueron elegidos gobernadores, incluso en provincias claves como Buenos Aires, Córdoba y Mendoza. Cámpora nombró a ministros que se llevaban muy bien con la guerrilla de origen peronista.

Pero no se desarmaron y se dedicaron a la política como les exigía Perón porque, según señaló Mario Firmenich repitiendo a Mao, "el poder nace de la boca de un fusil". Fue el comienzo de su derrota, de una visión militarista que los llevó a errores cada vez más graves como el enfrentamiento con Perón por la conducción del peronismo y del país.


viernes, 10 de agosto de 2012

Una buena noticia para Firmenich


No juzgarán a los asesinos de Rucci

El juez federal Ariel Lijo resolvió que el homicidio del ex secretario general de la CGT, ocurrido el 25 de septiembre de 1973, no es delito de lesa humanidad. 

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El fallo del juez Ariel Lijo era previsible y sigue los lineamientos de la actual Corte Suprema de Justicia: como el asesinato de José Ignacio Rucci fue cometido por Montoneros, un grupo guerrillero, no se trata de un delito de lesa humanidad y por lo tanto ya prescribió debido al tiempo transcurrido, casi 38 años.
No puede ser investigado y por eso Lijo archiva esa causa. Es una decisión técnica difícil de entender para los parientes de la víctima. Recuerdo que la viuda de Rucci me dijo una vez: "Así que si a mi marido lo asesinó un grupo determinado no van a investigar, pero si lo asesinó otro grupo sí van a investigar. ¿Quién entiende eso?"
La decisión judicial es una buena noticia para Mario Firmenich, el ex jefe de Montoneros, que está radicado en Barcelona y puede volver tranquilo a la Argentina: según sus biógrafos Felipe Celesia y Pablo Waisberg, el año pasado, se instaló en Montevideo y no quiso cruzar el charco para visitar a sus padres enfermos porque temía que el juez lo citara a declarar por esta investigación.
Una buena noticia también para ex montoneros que participaron, de una manera u otra, en el atentado contra el ex secretario general de la CGT el 25 de septiembre de 1973 y que todavía viven. Por ejemplo, para el ex funcionario del gobierno bonaerense que tuvo que prestar el departamento que alquilaba y que funcionó como el cuartel general del grupo operativo que realizó el ataque.
A fines del año pasado, cuando era evidente que el juez había decidido cerrar la investigación, la hija de la víctima, la diputada Claudia Rucci, presentó un pedido para que cite como testigos a trece personas, la mayoría de las cuales aparece en mi libro "Operación Traviata, ¿quién mató a Rucci?".
Lijo decidió no llamarlos a declarar porque, como en su opinión ya no hay dudas de que Rucci fue asesinado por Montoneros, el caso prescribió. Es un dato interesante: el juez atribuyó sin dudar el hecho a la guerrilla peronista, que nunca lo había reconocido en forma pública. Según el kirchnerismo y la Corte, los únicos delitos de lesa humanidad han sido los cometidos por militares y policías desde el aparato del Estado y durante una dictadura. Por lo tanto, son los únicos que se pueden investigar ya que no han prescripto.
La diputada Rucci ya anunció que apelará el fallo aunque es probable que, si la situación política sigue como está, con el predominio hegemónico de la presidenta Cristina Kirchner, la sentencia sea ratificada. Le quedaría, sin embargo, la posibilidad de solicitar un "juicio por la verdad", es decir para que se sepa quienes fueron los autores pero sin que sean sancionados penalmente.
Copiamos de

lunes, 23 de enero de 2012

Montoneros: ideología y política en El descamisado de Giselle Nadra y Yamilé Nadra [Libro]


Recordada por sus tapas impactantes, la revista El Descamisado expuso la ideología de la organización Montoneros en los 70. Una nueva investigación la examina.
La revista El descamisado –o El desca, como se la conocía– fue mucho más que el órgano de difusión que tuvo la organización Montoneros entre mayo de 1973 y abril de 1974, en su última etapa de legalidad, además de otros medios, como el diario Noticias. El descamisado fue la publicación que puso en juego la mística montonera, la que sostuvo y explicó la "teoría del cerco" a Perón, la que planteaba que en el Movimiento Peronista "hay derecho a disentir", la que titulaba, con una enorme tipografía "Se va a acabar", con la volanta "la burocracia sindical". Un número. Quizás allí se encuentre una respuesta posible: El descamisado tiraba entre 100.000 y 150.000 ejemplares.

El libro Montoneros: ideología y política en El descamisado (Ediciones Corregidor), de Giselle Nadra y Yamilé Nadra, analiza la publicación como una fuente donde explorar los temas ideológicos de los Montoneros. Cuáles eran las ideas y los hechos que hacían que no sólo la revista tuviera una tirada que hoy parece abrumadora, sino que produjo que miles y miles de argentinos se ubicaran en la historia debajo del cartel que decía "Montoneros-Perón o muerte".
"Para estos fines específicos –dicen las autoras en relación a los conceptos y objetivos de la organización y cómo estos eran transmitidos durante el período en que era publicada–, El descamisado es el elemento esencial de referencia documental: marca, con su aparición, el momento de mayor auge popular de Montoneros y, con su clausura, el momento de ruptura con Perón, anterior al 1 de Mayo de 1974, y a partir del cual la organización iniciaría un camino de progresivo aislamiento, que se hizo especialmente patente con la decisión de auto-clandestinizarse en 1975".

Para recordar: ese 1 de Mayo, el general Perón echó de la Plaza de Mayo a los Montoneros y a las demás organizaciones universitarias, barriales y de trabajadores, como la Juventud Universitaria Peronista (JUP), la JP (Juventud Peronista-Regionales) y la JTP (Juventud Trabajadora Peronista). El descamisado no llegó a dar cuenta de ese episodio central en la vida de Montoneros, y de lo que fatalmente llegaría después, con las "zonas liberadas" que permitieron los secuestros y asesinatos de militantes a manos de las Tres A y las bandas parapoliciales. Pero en una de sus últimas tapas, la del 12 de marzo de 1974, pide "Reconquistar el gobierno para el pueblo", en el primer aniversario del triunfo que llevó a Héctor Cámpora a la presidencia de la Nación. Y anuncia una entrevista con el número dos de la cúpula montonera, Roberto Quieto.

La mística. Esa parece haber sido la palabra clave de El descamisado: en el vínculo de la militancia con el peronismo y con Perón, aunque las autoras advierten que "sus miembros se asumen como luchadores por el movimiento desde su primera proscripción, con el golpe de 1955, pese a que en la década del 50 la mayoría de los integrantes de la organización y de El descamisado tenía unos pocos años". En la búsqueda de integrar esa gran construcción que sería el "socialismo nacional y la Patria Grande", junto al pueblo al que sin dudas El descamisado buscaba interpelar, con el que pretendía dialogar. La mística también se jugó en el campo de la lucha armada. La muerte del enemigo era un "ajusticiamiento", el militante asesinado en una acción o detenido, pasaba a la categoría de "héroe". Así, Liliana Gelin, una militante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), después fusionada con Montoneros, era una "hija de Evita". Gelin murió durante un enfrentamiento con la policía, en 1970. "Hoy Liliana, la virgencita montonera, se convirtió en Pueblo", anuncian en un recordatorio de su muerte publicado en El descamisado.
Giselle y Yamilé Nadra citan en su libro: "Nuestra estrategia sigue siendo la Guerra Integral, es decir la que se hace en todas partes, en todos los momentos y por todos los medios, con la participación de todo el pueblo en la lucha y utilizando los más variados medios de acción, desde la resistencia civil hasta el uso de las armas". Esa era la línea editorial de El descamisado.

La "teoría del cerco", Perón rodeado de burócratas y el "qué pasa, General", junto a la escalada represiva, son atribuidos por El descamisado a "errores del propio general Perón, a partir de un mal análisis de la situación nacional". Y podría pensarse que, así y todo, en El descamisado se seguía ejerciendo algún tipo de periodismo, como cuando publicaron las fotos de una violenta represión y del asesinato de un militante, Alberto Chejolán, frente al Ministerio de Bienestar Social, en ese momento en manos de José López Rega. Ese fue el último número de la revista. Era abril de 1974 y fue clausurada por el gobierno peronista.
No hay anécdotas en este ensayo. Hay una percepción, una sistematización y análisis de El descamisado número a número, un arco trazado entre la victoria y la tragedia: del "Chau, milicos" y la consigna "Perón vuelve" a "Aquí no pasa nada: fotos únicas del que mató a Chejolán".

domingo, 25 de septiembre de 2011

Hace 38 años asesinaban al Secretario General de la CGT: José I.RUCCI


Hace 38 años asesinaban al Secretario General de la CGT Argentina: José Ignacio RUCCI

A las 12.11 del 25 de septiembre de 1973 José Ignacio Rucci fue asesinado cuando  salía de la casa de calle Avellaneda 2953 en el barrio de Flores, cuando los medios de difusión comunicaron que murió por 23 impactos de bala, en Montoneros, con el humor propio de la mafia, se denominó a la operación “Operativo Traviata”, haciendo alusión a un comercial de las galletitas Traviata que decía: “las de los veintitrés agujeritos”.

El asesinato de Rucci marcó el predominio político del sector militarista dentro de la conducción montonera, que en ese momento estaba integrada por ocho miembros. De ellos, cuatro (Firmenich, Hobert, Perdía y Yager) provenían de Montoneros, tres (Quieto, Roqué y Osatinsky), de FAR, y por último, Horacio Mendizábal, de Descamisados. No existe confirmación de que “orgánicamente" la totalidad de la conducción haya autorizado la ejecución, se dice que no había acuerdo general sobre la oportunidad ni la necesidad política del operativo. 

martes, 23 de noviembre de 2010

"No supimos entender al pueblo" Ex-Oficial Montonero

Para ex oficial montonero la Operación Primicia fue un error: "No supimos entender al pueblo"
Rafael María Menéndez y el ex soldado Ricardo Valdez presentaron en Formosa el libro que relata el ataque que precipitó el Golpe de Estado de 1976. Fotos.

El ataque de Montoneros al cuartel de Formosa sigue siendo una herida abierta para los formoseños, que supura recuerdos, pasiones, interrogantes y diversas estrategias para derrotar tanto dolor y tanto olvido, como quedó demostrado durante la presentación del libro Operación Primicia, que rebalsó el molde de este tipo de eventos: no hubo público en el sentido estricto del término; no podía haberlo porque cada uno de los asistentes al auditorio del diario La Mañana se sentía protagonista de los hechos y muchos de ellos, además, querían tomar el micrófono y contarlo.
Otros se mantuvieron en silencio, soltando algunas lágrimas de tanto en tanto, como María, la madre del soldado Marcelino Torales, uno de los muertos aquel domingo 5 de octubre de 1975, y sus hijas; Dora, la esposa del sargento Víctor Sanabria, otra de las víctimas fatales, y sus hijos; Mariana, la hermana de Edmundo Sosa, otro de los conscriptos muertos, y los parientes de Hermindo Sosa, un "criollo" de Las Lomitas que cayó luego de un grito que ya pasó a la historia: "¡Acá no se rinde nadie, mierda!".

La gente llenó el auditorio y hubo muchísimos que se quedaron parados, entre ellos el ex gobernador peronista Vicente Joga; el diputado radical Ricardo Buryaille, y el senador Luis Naidenoff, también de la UCR. También estuvo la senadora Adriana Bortolozzi, peronista disidente. Del gobierno provincial, que desde 1995 es encabezado por el peronista ultrakirchnerista Gildo Insfrán, hubo inasistencia perfecta: no fue nadie. Bortolozzi y Buryaille explicaron la marcha de sus proyectos de ley para otorgar a los parientes de los muertos que defendieron el cuartel la misma indemnización que ya cobraron los herederos de los guerrilleros caídos en ese combate, que en marzo ascendía a 620.919 pesos. Naidenoff dijo que él adhiere a esas iniciativas. Por lo que señalaron, es posible que haya ley en 2011: calculan que a los legisladores oficialistas les será difícil negar sus votos en un año electoral.
Todo eso ocurrió en la calurosa noche del sábado; antes de que la presentación del libro se transformara en una asamblea de emociones que parecía estar regida por un guionista invisible, habló la mesa, como se estila, que estuvo formada por el librero y editor Braulio Sandoval; el historiador Julio Ortiz; el ex soldado Ricardo Valdéz; el ex "oficial" montonero Rafael María Menéndez, ingeniero y ex ministro de Acción Social, y por mí, autor de Operación Primicia.
El ex soldado Valdéz tuvo palabras medidas, a tono, en general, con las manifestaciones de otros ex soldados, como Antolín Brítez, que cumplió el servicio militar obligatorio en la Enfermería. "Todo esto me sigue doliendo, pero lo que pasó, pasó. No tiene que haber rencor, más allá de los reclamos que hacemos para que los padres de los conscriptos muertos reciban un beneficio digno y para que también nosotros, los que estamos vivos, seamos atendidos", dijo Brítez.

A Menéndez, uno de los dos oficiales que Montoneros tuvo en Formosa, el libro "me gustó mucho, pero creo que falta explicar mejor el contexto de lucha de doscientos años entre la liberación y la dependencia. Nosotros luchábamos por la liberación del país. Yo creo que la guerra de guerrillas fue parte importante de esa lucha. Pero creo también que el ataque al regimiento fue un grave error; en aquel momento, yo me puse contento, como otros compañeros, pero luego fuimos comprendiendo que había sido un error. Es que nosotros éramos casi todos de clase media o de clase media para arriba y no supimos entender al pueblo". Menéndez contó que él estuvo preso durante ocho años y medio y que "luego, yo cobré, como todos los habíamos sido presos. Cobré durante el gobierno de Carlos Menem; unos cien mil pesos, que eran pesos dólares. Creo que hubo falta de solidaridad de todos nosotros porque debíamos haber exigido que les pagaran también a los familiares de los soldados".

Divulgado en

miércoles, 6 de octubre de 2010

El gobernador Insfrán encabezó un acto de militares asesinados por Montoneros


El gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, dejó por un momento de lado su hiperkirchnerismo habitual y encabezó ayer por la tarde el tradicional acto cívico militar con el cual los formoseños recuerdan todos los años el ataque de Montoneros al Regimiento de Infantería de Monte 29, ubicado en los suburbios de la capital provincial.

Fue una ocasión especial porque se cumplían 35 años del ataque , realizado durante el gobierno constitucional de la presidenta Isabel Perón. Además, la publicación de mi libro sobre ese asalto, que fue bautizado Operación Primicia por la propia guerrilla peronista, está teniendo una muy buena recepción entre los formoseños y permite al resto de los argentinos conocer un intento de copamiento que en su momento tuvo consecuencias muy importantes a nivel nacional.

Además, el libro revela la asimetría entre las millonarias indemnizaciones ya cobradas por los parientes de la mayoría de los doce guerrilleros muertos en el ataque y las reducidas pensiones mensuales que perciben los padres de los diez soldados conscriptos ultimados en ese cruento combate, que duró media hora.

También murieron un subteniente de 21 años, un sargento y un agente de policía. Cuando todo había terminado, patrullas militares mataron a tres vecinos formoseños que no habían tenido nada que ver con la operación.

Recién el domingo pasado voceros de Insfrán terminaron con la incógnita y los rumores al informar que el gobernador encabezaría el acto, que incluyó, como todos los años, un desfile de los ex soldados que aquel domingo por la tarde defendieron el cuartel.

A partir del domingo, los dos canales de TV del gobierno provincial incluyeron en su programación referencias al 5 de Octubre. Hasta ese momento, habían permanecido en silencio, al contrario de lo que sucedía con las radios, muy escuchadas en toda la provincia: hay programas que leen párrafos de mi libro y otros que hasta fotocopian tramos para regalar a los oyentes que no pueden comprarlo.

Como sucede desde 2003, en las semanas previas hubo intensos rumores sobre presiones del kirchnerismo a Insfrán para que le bajara el tono al acto, que no está alineado con la relectura de los setenta impulsada por el matrimonio Kirchner, una suerte de leyenda blanca sobre la "juventud maravillosa" y los grupos guerrilleros.

Insfrán fue uno de los primeros y más firmes aliados que tuvo Néstor Kirchner cuando lanzó su candidatura presidencial, y Formosa se convirtió en una de las tres provincias, junto a Santa Cruz y Jujuy, donde el kirchnerismo venció en la primera vuelta de los comicios de 2003.

Además, Formosa depende, como otras provincias, de los fondos federales. Pero, Insfrán, que gobierna desde 1995 y aspira a una nueva reelección en 2011, siempre se mantuvo firme en su decisión de encabezar los actos por el 5 de Octubre, que es una fecha muy sentida por todos los formoseños.

Hace unas semanas, un economista porteño que suele asesorar al gobierno formoseño le sugirió a Insfrán, medio en broma, medio en serio, que imitara al gobierno nacional e indemnizara también a los padres de los conscriptos muertos. "Muy buena idea, pero a los Kirchner no les gustaría nada", contestó el gobernador, siempre según esa fuente


lunes, 4 de octubre de 2010

Operación Primicia :5-oct-1975 Ataque Montonero al RIM 29 Formosa

El 5 de octubre de 1975 un comando montonero atacó el Regimiento de Infantería de Monte 29, en Formosa, en un operativo militar de gran envergadura que ayudó a precipitar el golpe de 1976. El libro Operación Primicia reconstruye ese cruento episodio y revela que varios de los atacantes muertos durante el asalto fueron incorporados por el actual gobierno a la lista de víctimas del terrorismo de Estado

De los suburbios de Formosa a la costanera porteña, el bautismo de fuego del Ejército Montonero sigue haciendo ruido 35 años después. La mayoría de los guerrilleros muertos en el ataque al Regimiento de Infantería de Monte 29 el 5 de octubre de 1975, durante el gobierno constitucional de Isabel Perón, ya figura en el Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado; además, por orden de Néstor Kirchner, esos nombres fueron agregados a los listados de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) y sus parientes cobraron la indemnización prevista por una ley sancionada durante el menemismo, que en marzo de este año ascendía a 620.919 pesos.

El día que la guerrilla peronista utilizó por primera vez su uniforme azul hubo un violento combate que duró media hora, en el cual murieron doce jóvenes argentinos de cada lado, entre ellos diez soldados que a los 21 años cumplían con el servicio militar obligatorio y que para el kirchnerismo parecen haber fallecido en el bando equivocado. Lógicamente, en una provincia donde el oficialismo había ganado la gobernación con el 70 por ciento de los votos, también ellos pertenecían al vasto y heterogéneo movimiento fundado por Juan Perón.

Hoy esos soldados sólo son recordados en Formosa (sus homenajes no cruzan el río Bermejo) y sus padres tienen que arreglárselas con una pensión que en marzo era de 842 pesos. Por ejemplo, los padres de Marcelino Torales, un albañil que quería ser cantante profesional, admiraba a Sandro y murió acribillado en el dormitorio de la Guardia, deberían cobrar ese dinero todos los meses durante 61 años y medio de sus vidas para igualar la cifra que ya recibieron los herederos de cada guerrillero.

En mi nuevo libro, Operación Primicia (Sudamericana), cuento en detalle el audaz ataque de Montoneros; explico los motivos de la guerrilla peronista para deteriorar a la viuda del General; analizo su impacto en la democracia peronista; describo las reuniones entre militares y políticos que fijaron la fecha del golpe del 24 de marzo de 1976, menos de seis meses después, y revelo cómo fue que el kirchnerismo elevó a la categoría de víctimas del terrorismo de Estado a los guerrilleros que murieron durante el intento de copamiento.

Manejos políticos

Obviamente, ni los guerrilleros caídos en Formosa ni sus parientes son responsables de los manejos políticos de los Kirchner, para quienes la historia no son libros viejos: ellos han estirado y modificado el sentido de decretos y leyes de gobiernos anteriores para construir un relato histórico determinado, para fabricar una memoria colectiva sobre nuestro pasado favorable a aquella "juventud maravillosa" de los setenta, de la cual el matrimonio gobernante, sus funcionarios y sus simpatizantes se consideran los legítimos herederos.

Ese relato histórico artificial, esa épica que no existió, permite a los Kirchner soldar sus alianzas con movimientos sociales y organizaciones de los derechos humanos, provee a sus funcionarios de un escudo ético contra las acusaciones sobre supuestos casos de corrupción y les brinda una poderosa herramienta para mantener una presión constante sobre sus adversarios políticos y contra el periodismo que no es oficialista.

También mi libro anterior, Operación Traviata , rescataba un hecho dramático de los setenta que estaba ausente del discurso kirchnerista: el asesinato de José Ignacio Rucci, el secretario general de la CGT, en 1973. Operación Primicia va a contramano de los deseos del oficialismo y de la mayoría de los libros sobre nuestro pasado reciente, que, por distintas razones, siguen evitando una mirada crítica sobre la actividad de los grupos guerrilleros entre 1973 y 1976.

Montoneros acostumbraba a elegir un nombre para sus principales acciones. Así, el secuestro y asesinato del general Pedro Aramburu, que marcó su nacimiento, se llamó Operación Pindapoy, y el asesinato de Rucci, Operación Traviata. El ataque al cuartel de Formosa fue conocido como Operación Primicia debido a que fue el primer ataque de la guerrilla peronista a un cuartel militar, el inicio de la lucha directa contra las Fuerzas Armadas.

"Primicia" es una palabra utilizada por los periodistas para referirse a un hecho valioso que se revela por primera vez. "Queríamos que la prensa y el pueblo se dieran cuenta rápidamente de la importancia de este copamiento a un cuartel, que era el primero por parte de Montoneros e indicaba un salto militar nuestro: la decisión de luchar contra el Ejército, al que veíamos definitivamente tomado por la oligarquía y el imperialismo", me confió un periodista que militó activamente en Montoneros.

El abogado Pedro Velázquez Ibarra, uno de los impulsores en Formosa de los juicios a militares por la violación de derechos humanos, me contó que fue similar la explicación que le dio el ahora diputado ultrakirchnerista Carlos Kunkel cuando en la cárcel, en Resistencia, durante la dictadura, él, que no era montonero, criticó con dureza el ataque al cuartel. Según Velázquez Ibarra, Kunkel le contestó: "La gente tenía que entender que había dos ejércitos: uno, el ejército represor, y otro, el ejército montonero". Kunkel no quiso ser entrevistado para dar a conocer su opinión ni para aclarar algunas cuestiones sobre el tema que circulan en Internet.
Operación Primicia fue una acción que parece salida de un guión cinematográfico. Casi setenta combatientes participaron en forma directa en este operativo, que tuvo cinco fases, algunas de ellas simultáneas: 1) secuestro del Vuelo 706 de Aerolíneas Argentinas, con 102 pasajeros y seis tripulantes, que a la altura de Monte Caseros, Corrientes, fue desviado a la ciudad de Formosa; 2) copamiento del aeropuerto internacional "El Pucú", en la entrada de la capital formoseña, donde los montoneros mataron un agente de policía y tomaron más de doscientos rehenes; 3) asalto al regimiento, el segundo de todo el país de acuerdo con Montoneros. Los guerrilleros imaginaban que los soldados conscriptos no ofrecerían resistencia, pero calcularon mal, ya que en media hora de combate hubo veinticuatro muertos; 4) los guerrilleros que sobrevivieron al ataque se replegaron hacia el aeropuerto y fugaron en el Boeing 737-200 de Aerolíneas, el avión más moderno de la empresa estatal, y en un Cessna 182 de cuatro plazas que sirvió para confundir en el aire a los perseguidores; 5) aterrizaje del avión de Aerolíneas a 700 kilómetros de Formosa, en una pista preparada por otro pelotón en una estancia en Santa Fe, cerca de Rafaela (el Cessna bajó en las afueras de la ciudad de Corrientes, en un arrozal).

El diseño de la operación fue complicado porque Montoneros no tenía un buen desarrollo en Formosa y tuvo que traer todos los combatientes de cinco provincias: Buenos Aires, Santa Fe, Chaco, Corrientes y Misiones, en un total de nueve vehículos, aparte del pelotón formado por siete "cuadros" que secuestró el Boeing 737-200 y del "oficial" que trajo el Cessna 182 desde Resistencia.
Roberto Perdía me contó que la operación fue planificada por el "oficial superior" Raúl Yaguer, más conocido como "El Gringo", "Roque" o "Mario", un ingeniero químico santafesino metódico y cáustico que era el número cuatro de la cúpula de Montoneros. Los tres primeros en la jerarquía, Mario Firmenich, Perdía y Roberto Quieto, aprobaron el ataque.
El asalto al cuartel comenzó aquel domingo a las 16.25, en plena siesta formoseña. La guardia estaba a cargo de un grupo de soldados conscriptos formado por los más pobres, los que no tenían dinero para visitar a sus familias en el interior de Formosa, como Hermindo Luna, que había cambiado su franco por unos pocos pesos con un colega de la capital provincial, y los más generosos, como Edmundo Sosa, un muchacho sin padre que reemplazaba a un camarada que había viajado a Clorinda a ganarse unos pesos cargando bolsas de harina de contrabando a Paraguay; dos semanas antes, Sosa había postergado su baja para que se fuera en su lugar un compañero que ya tenía dos hijos que alimentar. La mayoría de los suboficiales y oficiales estaba de franco y muchos dormían en el barrio militar, frente al cuartel. El jefe, el coronel Dardo Argentino Oliva, había viajado a Resistencia para jugar al polo con sus amigos artilleros.
Los soldados Luna y Sosa fueron dos de los diez conscriptos muertos en el cuartel, junto con un subteniente de 21 años, Ricardo Massaferro, hijo de un mayor retirado que era peronista, había participado en la Resistencia y hasta había brindado entrenamiento militar a grupos montoneros. También murió el sargento primero Víctor Sanabria, un formoseño de 32 años que dejó dos hijos: Carlitos, de 7 años, y Roxana Elizabeth, de once meses.

Persecución y venganza

Luego del ataque, cuando los guerrilleros sobrevivientes ya habían aterrizado en un campo en Santa Fe, patrullas militares salieron de recorrida por toda la ciudad y mataron a tres vecinos formoseños que no habían tenido nada que ver con el intento de copamiento.
Es decir que, en total, fueron veintiocho los muertos en Formosa aquel domingo trágico.
En aquel contexto, encontrar y castigar a quienes los habían desafiado con una operación militar a la que el propio Videla elogia hoy como un "planeamiento magistral poco común", fue una obsesión para muchos jefes militares que detuvieron, interrogaron e incluso mataron a muchos sospechosos sin intervención de la Justicia. Meses después, la dictadura que surgió tras el golpe de marzo de 1976 secuestró, torturó, hizo desaparecer y asesinó, bajo la forma de fugas y tiroteos inventados a muchos sospechosos de haber participado de aquel ataque. Durante años, lo que hoy se conoce como la masacre de Margarita Belén que investiga la Justicia, en la que fueron asesinados 22 presos que estaban siendo trasladados de Resistencia a Formosa, fue presentado por las autoridades militares como un tiroteo durante un intento de fuga. Pero la versión oficial fue desmentida en 2001 por el propio jefe del Ejército, el general Ricardo Brinzoni quien admitió que aquello había sido "Un fusilamiento encubierto de detenidos". Para muchos, una venganza por el ataque al cuartel de Formosa.

Operación Primicia conmovió a la opinión pública, al gobierno, al peronismo y a los militares. Cuando el cuartel de Formosa fue atacado, Isabel Perón estaba de licencia en Ascochinga y la Presidencia era ocupada en forma interina por el titular del Senado, el santafesino Italo Luder.
El gobierno peronista reaccionó al ataque con tres decretos que ordenaron a las Fuerzas Armadas la ejecución de "las operaciones militares y de seguridad que sean necesarias a efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del país". Todavía hoy, cuando intentan justificar las violaciones de los derechos humanos, los militares dicen que ellos sólo cumplieron con esta orden a pesar de que en 1985, en el juicio a las juntas militares, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal falló en contra de ese argumento.
Luder se basó en el decreto 261, secreto, del 5 de febrero de aquel año, firmado por Isabel y sus ministros, que había delegado en las Fuerzas Armadas la lucha contra la guerrilla en la provincia de Tucumán, donde el ERP, la guerrilla trotskista, buscaba crear una zona liberada.
Carlos Ruckauf era un joven ministro de Trabajo y es uno de los pocos sobrevivientes de aquel gabinete, junto con Antonio Cafiero. Ruckauf recordó que "Luder dijo que había que ampliar el área de influencia de las Fuerzas Armadas a todo el país y que iban a enviarse esos decretos de inmediato al Congreso, y que se iban a mandar, además, dos proyectos de ley que explicaban la forma de aplicar los decretos y el mecanismo de control que iba a haber por parte del poder político sobre las fuerzas militares, que obviamente nunca se ejecutó: los tipos hacían lo que querían e inclusive detenían a compañeros nuestros y no sabíamos qué pasaba".

Oro y bronce

La columna montonera contó con la ayuda de un soldado conscripto, el santafesino Roberto Mayol, que era "oficial segundo" de Montoneros en Santa Fe, donde había dirigido ataques contra la corresponsalía de la agencia estatal de noticias Telam y el Club del Orden, un reducto de la aristocracia local a la que pertenecía su propio padre, un prestigioso abogado.
Mayol había llegado castigado desde el batallón ubicado en Fray Luis Beltrán, cerca de Rosario. El también tenía 21 años y murió en el cuartel; su breve pero intensa juventud permite comprender qué les pasó a tantos como él en aquella época de utopía y violencia. Se había formado con los jesuitas en el Colegio de la Inmaculada Concepción, "La Inmaculada", donde se educa la elite santafesina; venía del progresismo católico, y se destacaba por su carisma.
Mientras los ex conscriptos formoseños lo recuerdan como "el soldado entregador", muchos de quienes fueron montoneros lo consideran un héroe, un mártir, un "cura laico" o por lo menos una víctima del terrorismo de Estado. Lo mismo ocurre con otros guerrilleros muertos en el cuartel, que han sido homenajeados en sus pueblos o ciudades y en los colegios y universidades que frecuentaron. Más relevante aún que eso: ocho de esos doce montoneros figuran en los nuevos listados del Nunca Más como víctimas de "ejecución sumaria", una categoría creada por la Secretaría de Derechos Humanos durante el kirchnerismo.
Dos precisiones: los testimonios recogidos indican que esos jóvenes no fueron fusilados por los militares sino que hasta sus propios compañeros admitieron que murieron durante el ataque al cuartel, y la Conadep fue creada por el presidente Raúl Alfonsín en 1983 para "esclarecer los hechos relacionados con la desaparición de personas" durante la última dictadura. En ese sentido, la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú, una de las personalidades que formó parte de la Conadep, recuerda que recibieron denuncias "acerca de aproximadamente 600 secuestros que se habrían producido antes del golpe militar", de las cuales la Conadep no se pudo ocupar porque estaba fuera de su alcance.

Los nuevos listados de la Conadep fueron presentados en la Feria del Libro de 2006 y esos ocho guerrilleros constituyen apenas la punta del iceberg: en total, son 526 las personas que figuran como muertos por "ejecución sumaria" entre los golpes de 1966 y 1976. Allí hay de todo: víctimas de grupos paramilitares; atacantes de comisarías y cuarteles durante las cuatro presidencias constitucionales del peronismo, entre 1973 y 1976; militantes que estaban armando o colocando bombas y hasta un joven que fue fusilado por Montoneros acusado de traidor y delator, en Córdoba.



Por Ceferino Reato
Publicado en http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1298901

miércoles, 29 de septiembre de 2010

David Graiver, el banquero de los Montoneros (Lo podes Bajar en PDF)

Se edita por tercera vez este libro, en medio del escándalo por Papel Prensa, uno de los temas ineludibles de la presente investigación periodística. La empresa constituía la "joya reina" del emporio conducido por David Graiver, liquidado en una catástrofe aérea en México, el 7 de agosto de 1976. Clave para la fabricación y el abastecimiento de la materia prima para medios gráficos, a instancias del régimen castrense y luego de aquel presunto homicidio, los diarios La Nación , Clarín y La Razón se adueñaron de la empresa y sus cuantiosos bienes, al cabo de una operación de traspaso puesta en marcha en noviembre de 1976. La denuncia del gobierno enviada a la Justicia debería instaurar si hubo expolio o se trató una transacción regular. Los tribunales son llamados a decidir si los herederos de David Graiver fueron desposeídos violentamente bajo amenazas antes de ser secuestrados, atroz prolegómeno de un cautiverio salvaje, al tiempo que los grandes diarios asumian el dominio de la compañía.

"La venta de Papel Prensa se realizó el 2 de noviembre de 1976, meses antes de que los hermanos Graiver estuvieran detenidos y de que se hubiera hecho pública su vinculación a Montoneros", ha dicho en defensa de los dos matutinos cuestionados, Héctor Magnetto, primus inter pares de Clarín. (Perfil, 15 de agosto de 2010).

 

sábado, 28 de agosto de 2010

Marcados a Fuego II - De Perón a Montoneros 1945-1973



El 17 de octubre de 1945, entre los trabajadores y Juan Domingo Perón se forjó un vínculo especial, cuya solidez determinaría el curso de la política argentina por décadas. A partir de entonces, los intentos de fortalecer, destruir, transformar o capitalizar en provecho propio esa unión signarán nuestra historia y alrededor de ellos se desarrollarán viejas y nuevas formas de violencia.


Persecución, tortura, prisión o exilio fueron destinos comunes de la oposición, bajo las primeras presidencias de Perón y también en el régimen militar que lo derrocó y los que lo siguieron, con la legitimidad cuestionada por la proscripción del peronismo y de su líder, el "tirano prófugo". Entretanto, las luchas gremiales, reprimidas con dureza, incorporaban tácticas novedosas, y detrás de cada una de ellas asomaba el reclamo por el regreso de Perón.

En los años sesenta, la marea revolucionaria internacional impacta con fuerza entre los jóvenes, muchos de los cuales asumen la guerrilla como estrategia para "hacer la revolución", a la vez que descubren en el peronismo una vía para alcanzar el "socialismo nacional". El recrudecimiento de los conflictos sindicales y políticos instiga el desarrollo, en el país y dentro de su principal movimiento político, de corrientes opuestas, irreconciliables, que tras el triunfo justicialista en las elecciones del 11 de marzo de 1973 se preparan para imponerse, por las buenas o por las malas.

De Perón a Montoneros, segundo volumen de Marcados a fuego, pasa revista a las jornadas más violentas de esas décadas. Con la soltura del narrador y la solidez del historiador, Marcelo Larraquy nos guía en la exploración de este capítulo trágico y fundacional de nuestro pasado.
 
 
Lo podes bajar desde
 
http://www.4shared.com/file/8ky12Hxy/Larraquy_Marcelo_-_Marcados_a_.html