sábado, 14 de marzo de 2015

18 de Marzo: Día del Telefónico - Sindicato La Plata


El trabajo en negro subió al 34,3%, según el INDEC






El trabajo en negro volvió a pegar un salto. En un año subió del 33,5 al 34,3% de acuerdo a los datos del INDEC difundidos ayer, que corresponden al cuarto trimestre de 2014 y abarca a 31 regiones o grandes ciudades.

Este aumento del trabajo informal fue generalizado: se registró en todas las regiones del país, pero con particular fuerza en el Noreste que subió del 38,8 al 40,7% y en el Conurbano bonaerense, que pasó del 37 al 38,2%.

A la cabeza del ranking está el NOA, con el 42,8%, y –si se mira por ciudades– Santiago del Estero, con el 49,6%; seguida por Tucumán, con el 47,5%. Y, mientras que en la principal región del país, el Conurbano bonaerense, aumentó, en la Capital bajó del 21,6 al 21 por ciento.

El 34,3% de empleo en negro equivale a 4.200.000 de trabajadores sobre casi 12,2 millones de asalariados privados y del sector público. Así, uno de cada tres empleados en relación de dependencia no tiene derecho a la jubilación, no está cubierto por una obra social o ART, gana menos que su par registrado y también tiene menos beneficios laborales que el resto de los empleados que están registrados.

Si se descuenta el empleo público, que se supone está registrado, el trabajo en negro en el sector privado rondaría el 45%. Y sería más elevado entre los no asalariados, que trabajan por su cuenta en la construcción y otras actividades.

Desde hace tiempo, el empleo en negro ronda en torno a un tercio de los trabajadores. Por ejemplo, en el cuarto trimestre de 2011 se ubicó en el 34,2%. Muestra así una férrea resistencia a bajar.

Entre los que trabajan en negro, el grueso son trabajadores de la construcción –que durante 2014 fueron afectados por la recesión–, de servicios de hotelería y restaurantes, y el personal doméstico (tanto por horas o por jornada completa). En estas actividades, el empleo informal supera largamente el 60%.
Así las cosas, el balance laboral oficial de los últimos doce meses muestra un retroceso del empleo privado, con más gente subocupada, un alza del empleo público, el empleo informal y el desempleo y un incremento de la cantidad de gente inactiva. Sin ese abandono de la búsqueda de empleo, la desocupación sería mayor y también la proporción de empleo en negro.

De todas maneras, el informe del INDEC tiene datos curiosos. Por ejemplo, el NEA con el 40,7% de empleo en negro, tiene una desocupación de apenas el 2,7%. Se destaca Resistencia, Chaco, con la menor tasa de empleo de todo el país, desempleo cero y subempleo de solo el 0,2%.

© Ismael Bermúdez

viernes, 13 de marzo de 2015

Cae 45% el uso del teléfono fijo, pero la gente mantiene las líneas…


Es en los últimos tres años. Los usuarios no piden la baja por el mal funcionamiento de las redes de celulares.
A casi un siglo y medio de su invención, el tradicional teléfono fijo está siendo velozmente desplazado por las nuevas tecnologías. Millones de mensajes que antes exigían levantar el tubo viajan en estos días por correo electrónico, SMS, WhatsApp, privados de Facebook o llamadas desde dispositivos móviles. Siguiendo una tendencia mundial, los viejos aparatos se usan cada vez menos en el país. Pero a los argentinos, por ahora, no se les ocurre desconectarlos. Principalmente, porque las comunicaciones inalámbricas todavía son más caras y menos confiables.
La tendencia aparece sin sutileza en las estadísticas. Las llamadas locales hechas desde líneas fijas se derrumbaron un 44,5% entre 2011 y 2014. Y el año pasado esas comunicaciones cayeron al nivel más bajo en al menos dos décadas, según los últimos registros de la Comisión Nacional de Comunicaciones que informa el Indec.
La contracara es que las llamadas desde celulares y el tráfico de SMS crecieron 51% desde 2011, y se multiplicaron por 12 en los últimos diez años. Algo que produjo un avance récord de la movilidad por sobre el viejo sistema. Si en 2004 los argentinos hacían una llamada con móviles por cada 1.300 desde fijos, esa relación se redujo a 1 en 100 en 2013, y a sólo 1 en 80 el año pasado. La perspectiva, en tanto, es que esa distancia se siga achicando.
“Con mis amigos ahora sólo hablo por WhatsApp, y con mi familia nos tenemos todos ‘gratis’ en los celulares. Ya casi nadie me llama al fijo. Ultimamente, cada vez que suena es una propaganda política, una encuesta o un telemarketer para venderme algo que no necesito”, cuenta Mariano, un publicitario porteño de 29 años que todavía vive con sus padres. Pero dice que, pese a tenerlo casi de adorno, y a que el servicio tiene costos de mantenimiento, no piensa en darlo de baja.
En España, por ejemplo, en paralelo al auge de la movilidad, la proporción de hogares con teléfonos tradicionales viene en retroceso desde 2003. En Chile, la cantidad de fijos activos cayó un 7,6% en los últimos cuatro años. Pero en Argentina, no: hace cinco años que la cantidad de líneas fijas en servicio se mantiene estable, por encima de los 9 millones.
La gran pregunta es por qué, y los especialistas ofrecen distintas respuestas. Una es la saturación de las redes móviles, que todavía dificulta comunicarse en varias zonas y horarios. Para sus víctimas, decir “llamame al fijo” suele ser la única forma de hablar. Las líneas fijas también siguen funcionando aunque se corte la luz y sus aparatos no se quedan sin batería. Pero también hay factores económicos: en el país las tarifas de telefonía fija llevan más de una década “congeladas”.
“El abono mensual está por debajo de los $ 20 y, en muchos casos, llamar a un celular desde un fijo es más barato que hacerlo desde un móvil. El bajísimo costo del servicio hace que la gente ni se preocupe en darlo de baja, aunque no lo use”, analiza Enrique Carrier, consultor en telecomunicaciones.
Basta comprobar que, desde un fijo, una llamada de cuatro minutos a otro fijo sale menos de 10 centavos, y $ 1,43 si se llama a un móvil. La misma conversación, desde un celular, consume $ 10,80 de saldo con un abono de $ 145 mensuales y más de $ 17 para quien tiene un plan prepago, un monto muchísimo más alto aunque alguna promoción triplique el dinero de la recarga.
Si bien la telefonía fija todavía no ha perdido clientes –aunque sí intensidad de uso–, las perspectivas son que ese retroceso será inexorable a mediano plazo, a medida que las redes móviles mejoren y también por un cambio generacional.
“Hoy los que se mudan a edificios nuevos son los más reacios a contratar este servicio, salvo en combos con banda ancha. Se da particularmente con los más jóvenes, cuya prioridad ahora es tener Internet”, agrega Carrier. En un estudio reciente de su consultora, el 40% de los encuestados dijo que, en caso de cambiar de vivienda, no instalaría una línea fija. Sólo usaría el celular.

jueves, 12 de marzo de 2015

Un PRESO se declaró despedido y RECLAMA INDEMNIZACIÓN


Un Condenado A Perpetua que estaba en Devoto y fue trasladado a Ezeiza, hizo una presentación judicial pidiendo esa suma de dinero a modo de indemnización. Considera que el cambio de cárcel y de horario en su trabajo son motivos suficientes. Planteó que sus condiciones de trabajo se vieron modificadas y exige un resarcimiento de 60 mil pesos… Lo cambiaron de UNIDAD y le asignaron tareas distintas a las que hacia

Germán Ranieri fue CONDENADO A PRISIÓN PERPETUA en 2004 por asesinar a un policía de la Federal y herir a otros dos efectivos.
El hecho se había registrado cuatro años antes. Junto a un cómplice habían asaltado una confitería en Palermo y se tirotearon con los efectivos que los perseguían.
A quince años del crimen, el nombre de Ranieri se centró nuevamente en las miradas de la opinión pública.A través de su abogado, el defensor oficial Sebastián Tedeschi, el presidiario pidió una indemnización especial de 60 mil pesos, porque se consideró despedido.
De acuerdo al escrito presentado ante la Justicia laboral, el detenido fue trasladado desde el penal de Devoto al de Ezeiza. Las autoridades penitenciarias le asignaron nuevas tareas con un horario distinto al que venía cumpliendo.
Ahora deberá levantarse a las 4 para trabajar en la panadería de la cárcel.
Tedeschi se aferró a la Ley de Contrato de Trabajo para plantear que existe un cambio en las condiciones laborales de su defendido -ius variandi- y solicitó que se le abone una indemnización por despido.
El hecho juzgado ocurrió el 16 de noviembre de 2000, cuando Ranieri, Fernández y otros cuatro cómplices, que no pudieron ser atrapados, irrumpieron en la confitería Selquet, ubicada en avenida Figueroa Alcorta y La Pampa.
Con intención de cometer un robo, la banda fue sorprendida por Tamburella y Nocera. Y tras un intenso tiroteo, se dio el fatal desenlace. Francisco Mugnolo, procurador federal del Servicio Penitenciario, habló sobre el tema en una entrevista con un canal de noticias.
“Tenemos que discutir mucho el tema del derecho laboral en la cárcel. El Ministerio de Trabajo dice que avanzó mucho en una reglamentación derecho laboral para los detenidos”, dijo Mugnolo, para luego ser más contundente: “Está todo desarmado, todo patas para arriba, hay que rehacer esta estructura del Estado para que sea más justa”, aseguró, quien está en ese cargo desde hace una década.
La solicitud de Ranieri, uno de los 7.000 presos que trabajan en las cárceles argentinas, es por un monto cercano a los 60.000 pesos.

Presos famosos como Leonardo Fariña y José Pedraza se anotaron para cobrar un sueldo del Estado en prisión y gozar de los derechos que contempla la ley nacional.
Otros fueron más allá y reclamaron aguinaldo y hasta el pago en concepto de vacaciones.
http://movil.eldia.com/policiales/un-preso-se-declaro-despedido-y-reclama-una-indemnizacion-41830

lunes, 9 de marzo de 2015

¿De qué vamos a trabajar en 2030? Más creativos, más desiguales


Crecimiento demográfico, desarrollo de la tecnología, escasez de recursos naturales: las actividades laborales se transforman, y demandarán tanto formación como experiencias, capacidad emprendedora y transdisciplina.
Lo que cambiará será nuestra manera de entender el trabajo.

das las proyecciones son coincidentes: el mundo que viene deberá correr los límites de lo imposible cada vez con mayor frecuencia. Los cambios serán mayúsculos: a la par del continuo avance de la ciencia y la tecnología, la humanidad estará jaqueada por cuestiones de índole ambiental y escasez de recursos naturales, y deberá replantear sus sistemas de salud, planificación urbana y educación -por citar apenas unos ejemplos-, ante una población de crecimiento irregular y cada vez más envejecida.
En ese contexto, el mundo del trabajo también sufrirá modificaciones radicales en las próximas décadas, no sólo en términos de actividades que surgirán y otras que desaparecerán, sino en el modo en que entendemos el empleo: adaptación constante, aprendizaje continuo, capacidad para inventarse el propio trabajo ("ser emprendedor") y de cruzar fronteras disciplinarias son algunos de los mandatos de la hora. Pero, a pesar del vértigo con que suceden los cambios, algunos especialistas alertan que no se estarían tomando las precauciones para asegurar que el mundo que viene no quede partido en dos, como muchos ya auguran: profesionales a la vanguardia de la tecnología, demandados y bien pagos, y una masa de desempleados sin redención.
Pero el futuro no espera. Así como hoy contamos con profesiones impensadas hace apenas diez años -basta reparar en los community managers, los data miners o los ingenieros ambientales, tan populares por estos días-, el mundo del mañana estará plagado de oficios y profesiones que hoy todavía no imaginamos, porque derivarán de actividades que aún no existen. De hecho, se estima que alrededor de la mitad de las empresas que rankeen en el Fortune 500 Index en 2025 todavía no comenzaron a funcionar.
A medida que ingresemos de lleno en la próxima década, nuestra cotidianidad irá absorbiendo innovaciones que hoy parecen salidas de la ciencia ficción. Y los avances en materia de nanotecnología, informática, inteligencia artificial, robótica, neurociencia, genética y hasta de la intersección de diferentes ciencias tradicionales irán reconfigurando, sin duda, el terreno del empleo.
Una función que ha surgido con fuerza en los últimos años es, justamente, la de los futuristas o futurólogos, encargados de predecir el futuro a partir de las tendencias que se van perfilando en la actualidad. "Cada vez es más difícil predecir el futuro porque no sabemos qué nuevas tecnologías surgirán en los próximos años y cómo ellas cambiarán la economía, la sociedad, los sistemas políticos, los conflictos bélicos. A pesar de la dificultad, predecir dichas posibilidades es de suma importancia, porque las consecuencias de no actuar a tiempo pueden ser catastróficas", explica Cecilia Tilli, doctora en filosofía y neurociencia por la Universidad de Princeton y miembro del Future of Humanity Institute & Oxford Martin School, de la Universidad de Oxford, dedicado a este tipo de estudios.
Un reciente estudio de la consultora británica Fast Future Research menciona algunas de las carreras y profesiones que irán surgiendo en las próximas décadas: fabricantes de partes corporales; especialistas en aumento de memoria; pilotos, arquitectos y guías de viajes espaciales; administradores y consultores de bienestar para personas mayores; productores de cultivos y ganado genéticamente modificados; oficiales de cuarentena; agricultores verticales, y la lista sigue.
De un Lugar a una Función
Ese escenario futuro no será otra cosa que el punto culminante de un proceso que comenzó a gestarse hace décadas y que hoy en día está dando señales de evolución. "A nivel laboral, el mundo actual tiene una sola regla: adaptación constante. Justamente, en este contexto de extrema movilidad es que tenemos que pensar en las nuevas generaciones. Un estudio realizado en 2014 entre Adecco Argentina y la Universidad de Palermo reveló que el 70% de los líderes del futuro alrededor del mundo rechaza la manera tradicional en la que las empresas organizan la forma de hacer el trabajo. Prefieren trabajar de manera independiente a través de medios digitales", explica Pablo Liotti, gerente de Marketing y Comunicación de Adecco Argentina.
Con él coincide Andrés González, director de Consultoría en Transformación Organizacional para Accenture Latinoamérica, quien considera que, en el futuro, el mundo del trabajo será distinto a lo que hoy conocemos. No sólo desde el punto de vista formal, sino más bien desde la conceptualización del trabajo en sí mismo.
"El trabajo pasará -en realidad ya está pasando- de ser entendido principalmente como un lugar (espacio físico determinado, con horarios determinados, compañeros estables, clientes fidelizados y proveedores cercanos y conocidos) a ser pensado como una función. Esa función se caracterizará principalmente por el concepto de flexibilidad y requerirá de nuevas competencias y habilidades de los trabajadores: autonomía, creatividad, orientación a resultados, diversidad cultural, colaboración y aprendizaje permanente. El empleado que sabe dejará lugar al empleado que aprende, crea y comparte", explica el especialista, quien asegura que, más allá de las nuevas profesiones que surjan, la innovación tecnológica que se viene modificará la forma de ejercer las profesiones actuales.
"El mundo está cambiando -continúa González-, la población está creciendo en cantidad a ritmos acelerados y ello hace que debamos hacer las cosas distintas. Las profesiones convencionales deberán dar el salto cualitativo soportado por la tecnología y el mundo digital para ser hechas de otra forma."
El especialista de Accenture enumera áreas que serán estratégicas en las próximas décadas: las ciencias de la salud (como consecuencia del crecimiento demográfico y el envejecimiento poblacional); la construcción (relacionada con lo anterior); las tecnologías de la información; las especializaciones en materia de energías alternativas; la agricultura y la ganadería; la legislación internacional y la educación.

Pero mientras algunas profesiones deberán reconvertirse, otras corren el riesgo de desaparecer. Un trabajo del Future of Humanity Institute de la Universidad de Oxford advierte que, por obra y gracia de los avances tecnológicos, en los Estados Unidos corre un alto riesgo de ser automatizado el 47 por ciento de los empleos actuales, en tanto que otro 20 por ciento padece un nivel de riesgo medio. La proporción en el Reino Unido es de un 35 por ciento y un 23 por ciento, respectivamente.
Lógicamente, los puestos que tengan más chances de ser mecanizados son los más expuestos: los relacionados con las áreas de transporte, producción, mantenimiento, logística y hasta algunas funciones rutinarias, como las que realizan los cajeros de supermercado o los cobradores de peaje. Pero, a medida que las investigaciones en materia de inteligencia artificial avancen, otros puestos más calificados podrían verse igual de afectados.
El estudio, realizado por Carl Frey y Michael Osborne, concluye, sin embargo, que las habilidades humanas más difíciles de automatizar son la creatividad, la inteligencia social y la destreza para manipular objetos. Por el momento. "Es posible que la automatización de ciertos trabajos lleve a la creación de otros nuevos, manteniendo el actual nivel de empleo. Pero algunos temen que se incremente el desempleo y la desigualdad económica y social", analiza Cecilia Tilli sobre el trabajo de sus colegas.
Es que, a medida que las futuras innovaciones se vayan incorporando a la vida cotidiana -se habla, incluso, de artefactos y electrodomésticos que estarán todos conectados en Red, lo que daría vida a un nuevo fenómeno: la Internet de las cosas-, algunas profesiones perderán su razón de ser.
"De la misma manera que, durante la Revolución Industrial, mucha mano de obra se automatizó y los humanos tuvimos que buscarnos nuevos cometidos, quizá en el futuro haya profesiones como la del médico, por decir una, que puedan ser, si no reemplazadas, sí influidas por un fuerte componente virtual. Algunas otras, directamente, desaparecerán. ¿Quién querrá tomar un taxi cuando puedas llamar a tu propio auto (Tesla) desde tu reloj (Apple)?", cuestiona, provocador, Daniel Granatta, uno de los fundadores de la consultora de negocios Clowdertank /BAG.
Contrastes mas definidos
Denise Abulafia, directora general y cofundadora de Educatina, un sitio web de educación muy popular en América latina, suma sus pinceladas al escenario laboral del futuro. "El profesorado en informática tendrá que reconvertirse porque, en el futuro, informática pasará a ser una materia básica de la escuela. Lo más lógico sería que, en su lugar, tuviéramos profesorados en programación. Tampoco está claro lo que ocurrirá con los traductores públicos: mientras algunos sostienen que, en un mundo globalizado, se van a volver mucho más necesarios, hay quienes aseguran que la profesión podría desaparecer porque, en el futuro, sólo será cuestión de ponernos nuestros Google glasses para que el texto se traduzca automáticamente".
Pero de la mano de aviones hiper- automatizados -que hasta podrían poner en jaque el futuro de pilotos y azafatas-, o de góndolas en los supermercados capaces de medir el comportamiento de los consumidores -innovación que, sin dudas, afectará mucho más que la tarea de los repositores-, el mundo hiperdigitalizado y tecnológico que habitaremos en las próximas décadas llegará con nuevas ofertas laborales.
A las ya mencionadas, Abulafia agrega los neuroeducadores, los economistas digitales, los sociólogos tecnológicos, los expertos en medicina del espacio, al igual que toda una amplia gama de puestos de mantenimiento para las máquinas y artefactos que irán surgiendo en los años que vendrán.
Pero, dado el nivel de especificidad de las profesiones antes mencionadas -y el alto nivel de calificación que requerirán-, ¿nos aproximamos a un mundo de contrastes todavía más definidos entre la base y el extremo de la pirámide económica?
Andrés González, de Accenture, alienta el optimismo y sostiene que el escenario laboral futuro tendrá cabida para todos. "En función de las necesidades de desarrollo de industrias como la salud, la alimentación, la construcción, la generación de energía, considero que hay mucho trabajo por hacer a nivel global. Será clave el rol de Estado en términos de generar políticas que gobiernen y controlen esta distribución del trabajo e integren y articulen los mundos empresarial, sindical, social y educativo para poder ofrecer una solución abarcativa y a largo plazo."
Hasta el momento, sin embargo, en los espacios educativos y de formación la mirada a largo plazo no es precisamente la que prima. "Creo que falta una planificación conjunta y articulada entre las instituciones educativas y las organizaciones de demanda de capacidades profesionales. A modo de ejemplo, hoy en día la disminución de ingenieros que se gradúan año a año genera un vacío en contraposición con la creciente demanda de dichos perfiles en el mundo laboral", agrega González.
Con él coincide Denise Abulafia, quien, sin embargo, considera que la magnitud de los cambios que se vienen necesariamente impactará en los procesos de aprendizaje actuales: las plataformas digitales de e-learning se volverán un complemento cada vez más necesario en todo este proceso y algunas carreras científicas, complejas y largas, deberán promover tecnicaturas más cortas y específicas.
"Hablamos de procesos largos que requieren inspiración y preparación -reconoce la especialista-. Pero, sin dudas, en el modelo que se viene, todo el tiempo deberemos estar aprendiendo. El tiempo de estudiar una carrera para toda la vida también está llegando a su fin."