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lunes, 6 de julio de 2015

El sindicalismo peronista se reacomoda / por Ricardo Carpena


En lo único que piensa el gremialismo peronista es en el final del mandato de Cristina Kirchner y en el comienzo de un nuevo gobierno.
El camaleónico sindicalismo peronista se prepara, una vez más, para cambiar de piel. Ya no cunde entre los gremialistas la tensión típica y el miedo característico de la era K, sino ese cosquilleo de excitación que siempre provoca el recambio presidencial en estas criaturas sedientas de poder. Hoy, la mayoría está encolumnada detrás de Scioli. Y Daniel, como todos lo llaman, da señales de que su gestión seguirá los pasos opuestos a los de Cristina en la relación con “la corpo” sindical.
Apenas algunos guiños prometedores y, sobre todo, la percepción de que terminará en el sillón de Rivadavia alcanzan para que el candidato del Frente para la Victoria se haya convertido en el favorito de los dirigentes cercanos al kirchnerismo. Y lo será para casi todos si gana las elecciones, en sintonía con una frase de Antonio Caló: “Los gremialistas somos pendulares: un día estamos con uno, otro día estamos con otro”. Y confirmando una cruda definición de Oscar Lescano, que la mayoría de sus colegas compartió de manera implacable: “Fui oficialista de todos los gobiernos”.

La maquinaria sciolista del gremialismo se pondrá en marcha mañana, cuando se reúna la “mesa chica” de la CGT Balcarce y allí se decida avanzar en la conformación de la Mesa Sindical Scioli Presidente, una idea que acuñó Luis Barrionuevo para apoyar a Carlos Menem, en los años noventa, y también se organizará un acto para oficializar el respaldo al candidato bendecido por la Presidenta. El único punto de discordia son las distintas apuestas en materia de postulantes a gobernador bonaerense: como anticipó Clarín, un grupo, piloteado por Caló, apoya a Julián Domínguez, y otro, que encabezan Gerardo Martínez y Andrés Rodríguez, a Aníbal Fernández.

Nadie sabe aún qué planes sindicales desplegará Scioli si accede a la Casa Rosada. Menos aún, quién sería el sucesor de Carlos Tomada en el Ministerio de Trabajo. El candidato natural es Carlos Cuartango, a cargo hoy de la cartera laboral bonaerense y del armado gremial del sciolismo en el interior, que, en una muestra de armónica continuidad entre este gobierno y el próximo, confirmaría en su puesto al actual jefe de Gabinete de Tomada, Norberto Ciaravino.

Ya hay entusiasmo en el sciolismo sindical por una promesa que el candidato les hizo la semana pasada a dos dirigentes: siempre estará presente un gremialista en los contactos que tenga desde ahora con los empresarios, como una forma de generar una “sensación de pacto social”. ¿Sostendrá ante los hombres de negocios el mismo espaldarazo que dio públicamente a la participación de los trabajadores en las ganancias durante el congreso del sindicato bancario?

Menos interrogantes surgirán del encuentro que Sergio Massa mantendrá mañana con dirigentes sindicales en el camping del gremio del personal de seguridad privada, que lidera el barrionuevista Angel García, en Moreno. Allí, el candidato se comprometerá a darles todo lo que sueñan si llega a la Presidencia. No hay certezas sobre la presencia de los dirigentes de Sanidad, los “gordos” Carlos West Ocampo y Héctor Daer, pioneros del aval al proyecto massista y hoy distanciados por la estrategia política del líder renovador y el encumbramiento de Facundo Moyano como candidato a diputado. Más allá de la visceral oposición al apellido, no le perdonan al moyanismo su reciente impulso al Sindicato Unico del Personal de Enfermería, que le disputará afiliados a Sanidad.

Mauricio Macri, mientras, apuesta a seducir al gremialismo sólo con promesas de más diálogo y algunas futuras decisiones a medida de sus intereses, como el reparto equitativo de los fondos de las obras sociales. Pero las señales hasta ahora no son prometedoras: no le dio lugares importantes en las listas ni siquiera a un socio electoral como Gerónimo “Momo” Venegas.

La gran sorpresa fue el fuerte respaldo sindical que recibió la candidatura presidencial de Víctor De Gennaro durante un acto que se hizo anteayer en Burzaco. No tanto por el esperado aval de dirigentes y militantes de la CTA opositora, de ATE y de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), sino por las sugestivas adhesiones que enviaron el líder del gremio aceitero, Daniel Yofra, fortalecido luego de haber sido el primero en romper el “techo” salarial del Gobierno, y, sobre todo, el moyanista Juan Carlos Schmid, jefe de la confederación sindical del transporte (CATT).

Hoy, en la agenda sindical siguen estando los mismos reclamos de siempre, pero nadie piensa en nuevas protestas. En lo único que piensa el gremialismo peronista es en el final del mandato de Cristina Kirchner y en el comienzo de un nuevo gobierno.


Porque, gane quien gane las elecciones, la expectativa es que se termine revalidando otro pensamiento célebre de un estratega como Oscar Lescano: “No somos imprescindibles, pero somos necesarios para que haya paz social”.

martes, 23 de julio de 2013

El sindicalismo se aferra a un modelo que se desarma



Qué modelo sindical quiere Sergio Massa, el candidato de moda en las filas del gremialismo peronista? Gran parte de este interrogante se despejará el viernes próximo, en La Plata, durante el acto sindical que liderará el intendente de Tigre. Más allá de que allí se oficializará al massismo como un sector, el postulante del Frente Renovador llamará a la unidad de la CGT, defenderá su proyecto dirigido a reducir el Impuesto a las Ganancias y destacará la importancia del movimiento obrero en la Argentina. Es decir, dirá justamente lo que quiere y necesita escuchar la mayoría del sindicalismo.
Pero, ¿sentará posición sobre el reciente fallo de la Corte que borronea el sistema de personería gremial y que causa espanto en los dirigentes porque saben que empezarán a perder poder?
"Sergio bancará el modelo sindical actual", aseguró a Clarín uno de los hombres que mejor lo conocen, que también advirtió que el jefe comunal "podría pronunciarse a favor de ponerle límites a la reelección perpetua en los gremios".
Se daría una curiosidad política: al defender enfáticamente el modelo sindical vigente, un candidato de sesgo opositor como Massa lograría que lo apoye todo el gremialismo más ortodoxo, que, en teoría, milita mayoritariamente en las filas kirchneristas. Claro que no sería el único motivo del ascenso del massismo: en la CGT Balcarce creen que Cristina Kirchner desprecia a todos los sindicalistas y que se propone reemplazarlos por una dirigencia adepta o incluso alentar cambios estructurales para que pierdan poder.
Esa convicción se basa en la indiferencia con que la Presidenta los trata a todos y en un razonamiento obvio: si Cristina avanzó (al menos, formalmente) contra todas las corporaciones que se resisten al modelo K, la única que le falta es la sindical. Sobre todo luego de que fracasó su intento de fracturar a la CGT para debilitar al gremialismo opositor. La central obrera K nunca pudo hacer pie y Hugo Moyano, aún con una estructura más frágil, acaparó la agenda sindical y marcó el ritmo de la protesta.
La CGT oficialista sigue desactivada por sus profundas diferencias internas, pero su titular, Antonio Caló, empezó a desperezarse. Mañana debatirá con los secretarios generales de la UOM, en Villa Lugano, los efectos del fallo de la Corte, y reaparecerá el jueves, en un acto que se realizará en la sede de Smata para presentar a los candidatos legislativos de extracción sindical (de los tres, sólo uno, el mecánico Oscar Romero, un ex massista, tiene posibilidades de convertirse en diputado K por el distrito bonaerense). Participarían del encuentro dirigentes y candidatos kirchneristas como Daniel Scioli, Martín Insaurralde y Daniel Filmus, pero nadie espera a la Presidenta: creen que no se expondrá a eventuales reclamos por Ganancias ante un auditorio netamente sindical.
Hay dirigentes de la CGT Balcarce que impulsan una ofensiva para defender el modelo sindical: temen que ahora se multipliquen gremios paralelos para disputarles el poder. Como Roberto Fernández, jefe de la UTA, que tiene la personería gremial de los trabajadores del subte, pero que ya sufrió una sangría de afiliados en 2008 con la creación del sindicato de los metrodelegados, que cuenta con simple inscripción. Para colmo, el gremio de Beto Pianelli anunciaría en estos días su decisión de realizar una compulsa entre los empleados del subte para intentar quedarse con la personería.
Las grietas que deja a la vista el ajado modelo sindical causan terror en muchos dirigentes. El fallo de la Corte los acorrala y la única solución posible sería la sanción de una reforma de la ley de asociaciones sindicales que permita enderezar la encorvada columna vertebral del peronismo, aunque tampoco hay garantías. En esa ley trabajará la CGT Azopardo, dividida entre los que no quieren cambios, como Gerónimo "Momo" Venegas y Guillermo Pereyra, y los que están convencidos de que sólo con gremios más democráticos y participativos se podrá afrontar el fantasma de la atomización, como Hugo Moyano y su hijo Facundo. El clan Moyano apadrina gremios con simple inscripción, como los jerárquicos de Comercio, o que aún están reclamándola, como la Unión Informática.
El joven diputado sueña con disputarle la UTA al oficialismo kirchnerista, y un primer paso es su buen diálogo con la radicalizada comisión interna de la línea 60. Lo mismo imagina hacer en la Unión Ferroviaria, donde tiene una relación cada vez más estrecha con el combativo Rubén "Pollo" Sobrero.
La izquierda empieza a sacar provecho de los agujeros del modelo sindical, sobre todo con su estrategia de unificarse para las elecciones de los gremios. Primero fue entre los docentes bonaerenses de Suteba, donde se impuso en 11 de las 32 seccionales en que se presentó, y luego en Foetra Buenos Aires: perdió, pero la única lista opositora se quedó con el 37% de los votos (en los comicios de 2009, dividida, logró el 19%).
El próximo test será en las decisivas elecciones de 60 delegados del Ferrocarril Roca, que se realizará el 14 de agosto. Hace dos años ganó el sector de José Pedraza, pese a que el crimen de Mariano Ferreyra se produjo en una emboscada a trabajadores tercerizados de esa línea. Ahora, la izquierda se presentará en una sola lista, liderada por Pablo Villalba, del PTS, y, para colmo, el oficialismo de Sergio Sasia se dividió en dos nóminas.
La efervescencia se manifiesta cada vez en más seccionales. Muestra la peor cara en el gremio de los aceiteros, donde el congreso para elegir autoridades, entre dos fracciones moyanistas en pugna, terminó en una batalla campal y un herido de bala. Y ofrece su faceta más ambiciosa entre los ferroviarios: el sector rebelde de Sobrero y Edgardo Reynoso decidirá pasado mañana, en una asamblea general, una campaña para denunciar al Gobierno y a empresarios por la crisis de los trenes, que incluirá una marcha a la Plaza de Mayo luego de las internas de agosto.
A esa movilización serán invitados los familiares de las víctimas de Once y Castelar. Y también las cinco centrales obreras, es decir, las "víctimas" de la crisis -nada trágica- del modelo sindical.
Por Ricardo Carpena