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viernes, 22 de mayo de 2020

Mario Firmenich: Cómo salir de la pandemia de modo sostenible ...(Consejos Escatològicos)


El economista y ex líder de Montoneros, Mario Firmenich, reflexionó sobre el día después de la pandemia del coronavirus
Este documento es parte de un análisis y propuestas sobre la situación nacional y social de la Argentina. El objetivo es aportar a una discusión política, ajena a cualquier disputa electoral, entre dirigentes de sectores diversos que hoy no comparten un ámbito común de acción política.
Esta primera parte será seguida por otras, a modo de capítulos, de forma tal que el conjunto sea un documento que, por su extensión y multiplicidad de temas, entiendo que no sería útil para iniciar el debate y encauzar el consenso en las actuales circunstancias.
1. El contexto mundial
1.1. La pandemia y la desglobalización en el contexto de la III Guerra Mundial
La esencia sistémica de la globalización ha sido la sociedad económica entre Estados Unidos y China cuyos aspectos básicos son:
a) China es admitida como economía de mercado en la Organización Mundial del Comercio
b) Las multinacionales occidentales se instalan en China para incrementar sus tasas de beneficio explotando mano de obra barata; se rompe la lógica del modelo fordista, centrada en el mercado interno, para la cual los obreros deben ser capaces de consumir los bienes que producen
c) Las multinacionales instaladas en China venden su producción en los países occidentales a consumidores de alto nivel de ingresos, cuyas sociedades se dualizan por el empobrecimiento de los antiguos obreros industriales, ahora desocupados por la migración de las industrias a China
d) China avanza rápidamente en su industrialización, urbanizando centenares de millones de campesinos y acumulando un inmenso superávit de balanza comercial en dólares
e) La Reserva Federal lidera la inyección mundial multiBillonaria de dinero para financiar la expansión del mercado globalizado (sin preocuparse por las burbujas financieras)
f) La mayor parte del superávit comercial chino debe retornar a los Estados Unidos financiando el déficit fiscal norteamericano a través de la compra masiva de Bonos del Tesoro.
g) Las multinacionales multiplican sus beneficios con el aumento del precio de sus acciones gracias al gigantesco aumento de la liquidez monetaria mundial (generando burbujas financieras).
La sociedad económica Chino-Norteamericana de la globalización generó dos "daños colaterales". Por un lado los sectores sociales de Estados Unidos y otros países centrales que resultaron perdedores en la globalización, generaron electorados "nacionalistas anacrónicos" que reclamaron volver a la situación anterior. Por otro lado, la política industrial china no se limitó a la tecnología importada; desarrolló su propia tecnología y superó con el 5G a la tecnología occidental.
Estos fenómenos explican la irrupción de Donald Trump (y el BREXIT) y su estrategia de desglobalización, desplazando el frente principal de la guerra mundial desde la hegemonía geopolítica en el Mediterráneo y Medio Oriente (mediante la guerra militar con Rusia) hacia la hegemonía tecnológico-comercial (mediante la guerra comercial con China).
En este contexto irrumpió la pandemia del coronavirus. Poco importa ahora saber cuál fue su génesis. Lo cierto es que esta pandemia ha sido una catapulta formidable para la estrategia de desglobalización de Trump y a la vez Trump es el presidente más perjudicado por los efectos nacionales del coronavirus. En definitiva, debemos tener claro que el coronavirus, cualquiera sea su origen, es un arma poderosa para las estrategias de la III Guerra Mundial.
1.1. Degradación de Estados periféricos hacia Estados fallidos. El riesgo para Argentina
La III Guerra Mundial tiene dos ejes de desarrollo: el clásico enfrentamiento entre potencias por sus áreas de dominio e influencia (que se viene desarrollando a través de guerra económica entre potencias y guerras civiles en las áreas en disputa) y la guerra civil genocida del establishment mundial para reducir la población del planeta en 3.000 o 3.500 millones de personas.
Ambos ejes se unifican en el drama ecológico generado por la explotación de la civilización industrial en los últimos 200 años; el paradigma industrialista antiecológico no es patrimonio exclusivo del capitalismo, sino que también ha sido desarrollado por los Estados comunistas.
La eliminación de lo que es "población sobrante" para el establishment global busca reducir tanto el consumo de recursos escasos como la generación de polución mundial no reciclable por parte de una fuerza laboral no necesaria para ellos, a la vez que implica suprimir a los pueblos del sur como sujetos políticos soberanos de los territorios con recursos naturales que se agotan.
Las guerras civiles que convierten en "Estados fallidos" a los países periféricos buscan la apropiación de recursos naturales estratégicos por las multinacionales. Cuando un Estado soberano es convertido en Estado fallido es fácil fracturar la nación y apropiarse de las áreas estratégicas con el auxilio de personeros cipayos que supuestamente reivindican una soberanía subregional.
La historia argentina tiene largos antecedentes de violencia política en guerras civiles que, con intermitencias, han estado presentes desde el origen mismo la nuestra Patria.
La "grieta" entre kirchneristas y antikirchneristas ha sido un "revival" degradado de la guerra entre peronistas y antiperonistas. Convertir esa grieta en herida sangrante es la forma más fácil de empujar a la Argentina hacia la situación de Estado fallido.
Desestabilizar una Argentina en grave crisis socioeconómica hasta convertirla en un Estado fallido es la forma más fácil de fabricar la irrupción de una "república del litio", una "república del acuífero guaraní", una "república de la pampa húmeda" y una "república de vaca muerta y adyacencias patagónicas". Esta es una de las formas posibles de nuestra desintegración nacional.
Quienes crean que esto es una exageración ridícula, que no es posible fracturar un Estado en la actualidad como ocurría en el Siglo XIX, no tienen más que conversar con cualquier ciudadano soviético, yugoslavo, ucraniano, georgiano, sirio, jordano, libio, etc.
1.2. Algunas consecuencias económicas inmediatas de la pandemia
Dado que la difusión mundial de coronavirus se produjo por el tráfico aéreo, la medida sanitaria de emergencia más efectiva en todos los países ha sido cerrar los aeropuertos.
El resultado ha sido una hecatombe para las compañías aéreas y para el conjunto del sector turístico y la mayor caída en la historia del comercio mundial, con la lógica caída de las finanzas.
En los inicios de la pandemia, Arabia Saudita desató la guerra de precios en el mercado del petróleo, golpeando a Rusia e Irán y a la industria estadounidense del petróleo de fracking.
Una caída brusca de la demanda de petróleo (por aviones y autmotores fuera de circulación) junto con guerra de precios, en el contexto de brusca caída de todo el comercio mundial, preanuncia una caída profunda y persistente del precio de todas las materias primas.
Esto marca una diferencia entre esta Guerra Mundial y lo sucedido en las guerras del S.XX.
Aquellas dos grandes guerras se producen entre potencias con economías independientes y competitivas entre sí. Además, la tecnología bélica era metalmecánica, con las industrias subsidarias para vestir, alimentar y transportar grandes contingentes de soldados. El desarrollo de la guerra generaba pleno empleo de la población y un funcionamiento a full de las industrias logísticas. Más aun, las potencias en guerra tenían grandes necesidades de importar todo tipo de materias primas.
En la confrontación actual entre potencias, la demanda vinculada a la logística tradicional es muchísimo menor ya que sólo es consumida en las guerras civiles periféricas.
Además ahora las potencias enfrentadas son un tándem complementario. La guerra comercial y tecnológica entre Estados Unidos y China y las acusaciones mutuas por el coronavirus rompen el sistema económico globalizado con consecuencias recesivas para todos.
Por lo que respecta a los intereses argentinos, si caen los precios de las materias primas y si los saldos de comercio exterior chinos se reducen,habrá una caída en volúmenes y en precios de nuestras exportaciones, es decir, cabe prever una fuerte caída en los ingresos genuinos de divisas, que se sumará a la restricción financiera por el endeudamiento externo irresponsable e impagable.
2. El Estado de situación actual
2.1. Persistencia de la situación económica heredada
La situación argentina previa a la pandemia se resume en unos pocos indicadores conocidos y que describen una realidad muy grave. Esta situación heredada sigue vigente y se ha profundizado
durante la cuarentena por la pandemia. En breve resumen tenemos:
a)     Una deuda externa cercana al 100% del PIB impagable.
b) Una pobreza estructural que abarcaba aproximadamente al 40% de la población.
c) Una exclusión social del sistema que castiga a un 10% de la población.
d) Una inflación anual del orden del 50%
e) Una estanflación prolongada con recesión industrial en un contexto de grave retraso tecnológico productivo de Argentina con respecto a los países más avanzados.
f) Una especulación generalizada con el dólar por la expectativa de inflación creciente, generando un círculo vicioso entre inflación, depreciación del peso por la demanda especulativa antiinflacionaria de dólares y realimentación de la inflación por la dolarización de los precios.
g) La situación amenazaba al nuevo gobierno con dos fantasmas: default y explosión social.

2.2. La realidad política del gobierno del Frente de Todos
El Frente de Todos es una alianza electoral de casi todos los sectores del peronismo y sectores de otras fuerzas políticas. El único acuerdo político en esa alianza heterogénea fue derrotar a Macri en las elecciones presidenciales, con el discurso de "cambiar la política de Macri", pero sin que exista un acuerdo programático sobre un proyecto socioeconómico de largo plazo que diera estabilidad de futuro al gobierno presidido por Alberto Fernández.
2.3. Profundización de la crisis por el coronavirus y el riesgo de default
La prioridad del nuevo gobierno fue la deuda externa, como algo previo a un programa socioeconómico de corto plazo que se debatiría en un Consejo Económico y Social a crear.
La idea de "solución" del endeudamiento externo era un acuerdo de postergación de pagos con el FMI y una quita de capital e intereses a los acreedores privados menor a la aplicada en 2003; la capacidad de pago futuro era la explotación, mediante el "fracking", del petróleo de Vaca Muerta. La conveniencia de tal idea es muy discutible pero la realidad sobrevenida hace ociosa esa discusión. Pareciera que no se tuvo en cuenta que vivimos en una guerra mundial que incluye tanto el uso del coronavirus como arma como la guerra de precios en el mercado petrolero, con la extracción de petróleo por "fracking" como principal sector perjudicado.
El resultado ha sido la inviabilidad de la garantía petrolera de Vaca Muerta sumada a la debacle del aparato productivo nacional por la cuarentena, en medio del derrumbe del comercio mundial; así, la crisis de la balanza de pagos ha devenido en el virtual estado de default del país.
Más allá del resultado final de las negociaciones con los acreedores externos, (que podría ser un "default negociado", un "default selectivo" o un "default total a secas"), la economía argentina vivirá los próximos años sin financiación exterior. Tampoco debe esperarse Inversión Extranjera Directa en nuevas industrias, como pretendió el discurso neodesarrollista de Macri.
Por otra parte, la paralización de la economía por la cuarentena ha significado la quiebra de decenas de miles de pequeñas y microempresas y la ruina de trabajadores autónomos, lo que ha hundido en la pobreza nuevas capas sociales de sectores medios y de trabajadores que vivían al día, incrementándose dramáticamente los porcentajes de población necesitados de mendigar un pobre plato de comida en ollas populares financiadas por el Estado para poder subsistir.
Todo ello sin que se haya enviado al congreso la ley sobre el Consejo Económico y Social.
2.4. La cuarentena como nueva y efímera coyuntura política
La irrupción de la pandemia de un virus desconocido, acompañada por discursos televisivos de verdadero terrorismo sicológico, modificó abruptamente la agenda política en todo el mundo. Argentina no fue una excepción.
La preocupación por la crisis socioeconómica, que amenazaba con la explosión social y el default, quedó sepultada por el temor social al contagio con el virus. La inmensa mayoría de la población se manifestó dispuesta a padecer necesidades a cambio de evitar el contagio. La multiplicación de anuncios gubernamentales de reparto gratuito de dinero para financiar niveles de mínima subsistencia ha resultado una compensación económica suficiente ante el terror al contagio.
Se ha generado una nueva coyuntura política artificial en la que todo va bien … mientras dure la situación de emergencia.
2.5. La superación coyuntural de "la grieta" en el gobierno de Alberto Fernández
El conjunto de la clase política argentina asumió que el peligro del coronavirus no era una nimiedad. La lógica elemental de que la propagación de una epidemia viral no distingue ideologías ni credos ni etnias ni sexos hizo que toda la pluralidad interna del Frente de Todos y toda la pluralidad de la oposición se juntaran a enfrentar unitariamente el problema.
La "grieta" se desvanecía y el presidente actuaba junto con gobernadores oficialistas y opositores, a la vez que similar espíritu de entendimiento comenzó a percibirse en el parlamento.
¿El coronavirus tiene el poder mágico de lograr la unidad nacional?
El espíritu de unidad nacional se extendió de la defensa ante la pandemia hasta el respaldo a la propuesta gubernamental para renegociar la deuda externa.
¿Seguirá igualmente sólida la unidad política entre oficialismo y oposición ante algún severo traspiés en el control de la pandemia o en la renegociación de la deuda externa?
Suponiendo que la respuesta a estos interrogantes fuera positiva, la actual superación de la "grieta" es por ahora algo coyuntural. No hay hasta ahora ningún proyecto de desarrollo a largo plazo consensuado como políticas de estado que permitan asegurar que han desaparecido los riesgos inherentes a la "grieta".
3. ¿Y después qué?
3.1. La cuarentena exitosa … ¿hasta cuándo?
Nadie discute que la decisión de la cuarentena total adoptada antes de que el coronavirus se propagara fue una decisión correcta. Pero todos sabemos que sería suicida mantener la cuarentena durante un tiempo indeterminado, paralizando todas las actividades sociales y económicas.
Si bien es cierta la afirmación de que una caída económica se recupera pero una vida perdida no, la afirmación deja de ser cierta cuando no se refiere a la macroeconomía sino a la pequeña actividad de trabajadores autónomos, comercios familiares y microempresas que permiten la subsistencia día a día de millones de personas, porque en estos casos es la ruina familiar y personal, incluyendo la muerte por múltiples motivos de muchos miembros de estas familias desamparadas.
Es ingenuo creer que con un subsidio temporal de 10.000 pesos se evitan esos dramas.
Una Nación de 3 millones de Km cuadrados y un pueblo de 45 millones de personas en medio de una crisis nacional y global no puede ser conducido como una sala de terapia intensiva.
La continua postergación del "pico de la curva" es un alerta de que algo no está bien previsto. Se ha comentado que la predicción "científica" es que en Argentina se contagiarán con el coronavirus 250.000 personas. Pero, si después de casi dos meses de cuarentena no se han contagiado ni 8.500, ¿tendremos semiparalizado al país durante 56 meses más esperando el contagio de otros 241.500 argentinos? Hay algo absurdo en estas predicciones "científicas".
Existe un riesgo evidente: la prolongación indefinida de una cuarentena ruinosa para millones de personas para "mantener achatada la curva" puede terminar en una rebelión social contra la cuarentena por el estado de necesidad. El resultado sería un contagio masivo con millares de muertes, perdiéndose el logro de minimizar los fallecidos y con una debacle socioeconómica.
Es imperioso modificar la estrategia para aprender a convivir con el coronavirus manteniendo una baja tasa de contagios. Parece de sentido común que si el virus penetra por los ojos, la nariz y la boca, el problema se soluciona cubriéndose los ojos, la nariz y la boca. Para decirlo con cierta ironía, si se fuera obligatorio para todos andar en la vía pública con un casco de moto, podríamos estar todos trabajando normalmente con un casco de moto en la cabeza.
Aun cuando se impusiera ya mismo una salida de la cuarentena con todos los medios apropiados de control sanitario, el gobierno debería enfrentar una situación socioeconómica que ya es ruinosa. Se impone como urgente necesidad un programa económico de reconstrucción y reactivación económica que no puede limitarse a imprimir cantidades ilimitadas de billetes.
3.2. La reactivación económica
Si la gestión de la pandemia finaliza exitosamente, la realidad postpandemia será una desolación económica y social, con más del 50% de la población en estado de pobreza, incluyendo probablemente un incremento de la población excluida del sistema, con inexistencia de los puestos de trabajo tanto formales como informales que permitían a millones de argentinos sostener su nivel de vida, con inexistencia de capital privado para la creación de nuevos emprendimientos, sin financiación internacional para suplir la falta de capital privado nacional, con un déficit fiscal mayúsculo y una inflación real muy superior a la previa a la pandemia.
Vale la pena acotar que es erróneo y engañoso calcular el índice general de precios al consumo promediando precios de productos cuyas ventas estuvieron prohibidas. Si la producción automotriz del mes de abril fue ¡CERO!, carece de sentido promediar un "aumento cero" del precio de los automotores. La inflación real durante la cuarentena es la del alza de los precios de los productos esenciales, siendo lo relevante el alza de precios de alimentos y productos básicos.
Es una obviedad decir que el gobierno deberá desarrollar múltiples políticas públicas destinadas a reconstruir (más que reactivar) un tejido económico-social que ha sido destruido.
En este sentido, debería ser obvio también que no se saldrá de la depresión económica regalándole un pobre plato de comida a la mitad de los argentinos. Lo necesario es invertir para generar emprendimientos económicos que regeneren los millares de empleos que han desaparecido.
Sólo así se podrá recomponer también las finanzas públicas y controlar la inflación.
4. Plan de Reactivación
4.1. ¿Reactivando las deformaciones estructurales preexistentes?
Todos sabemos que la crisis social, laboral y económica de Argentina no nació con el coronavirus. El aparato productivo que se ha destruido durante la cuarentena no era precisamente un ejemplo virtuoso de productividad y sostenibilidad, ni de justicia social, ni de vanguardia tecnológica, ni de eficiencia.
A la hora de "reactivar la economía", ¿se reactivará el sistema ineficiente, injusto, insostenible, dependiente, excluyente y atrasado que existía antes? No debería ser así.
Un plan de emergencia nacional debería ser pactado en el Consejo Económico y Social.
Como suele decirse, las crisis presentan oportunidades de transformación para mejorar la realidad preexistente. No deberíamos desperdiciar esta oportunidad.
Los planes de emergencia socioeconómica para el corto plazo deben ser concebidos como los primeros pasos de un proyecto largo plazo. Para ello, es necesario primero definir los rasgos estructurales del Proyecto Nacional y a partir del mismo adoptar un conjunto de medidas aptas para salir de la emergencia pero que estarían comprendidas en la maqueta del proyecto de largo plazo.
4.2. La necesidad de superar la actual impotencia del movimiento popular para impulsar un nuevo Pacto Constituyente para el desarrollo de un Proyecto Nacional
Hace algunas décadas hablar de movimiento popular en Argentina era sinónimo de hablar del Movimiento Peronista.
Sin embargo lo que existe hoy como "peronismo" no es un movimiento políticamente organizado. Basta con mencionar algunas evidencias básicas que definían al peronismo: "El Peronismo es un movimiento de masas y el Partido Justicialista es sólo una herramienta electoral"
"La Doctrina Justicialista es humanista y cristiana"
"La columna vertebral del peronismo es el movimiento obrero organizado"
"El Movimiento Peronista es la organización nacional de masas que se estructura en cuatro ramas: política, sindical, femenina y de la juventud"
"Primero la Patria, después el Movimiento y por último los hombres"
"En la Nueva Argentina justicialista hay una sola clase de hombres, que son los que trabajan".
No creo necesario alargar este texto demostrando que la realidad social, económica y política actual de nuestra Patria y de nuestro Movimiento, consecuencia no sólo de la depredación de la dictadura sino también de 37 años de democracia, lo que incluye 22 años de gobiernos democráticos peronistas, es incompatible con estas realidades representativas de lo que fue el Movimiento Peronista.
Hoy, en cambio, el movimiento popular incluye a millones de compatriotas excluidos del sistema, desocupados crónicos en un país desindustrializado, cuyas organizaciones sociales de carácter gremial carecen de pertenencia política a un Movimiento Nacional como era el peronismo y cuyos referentes militantes son de una muy variada pertenencia político-organizativa.
Por otra parte, la organización de los militantes políticos del peronismo tiene una lógica básicamente electoralista que, además, suelen operar fuera del Partido Justicialista.
La clase trabajadora sindicalmente organizada en la CGT se ha reducido cuantitativa y cualitativamente, se ha dividido en varias centrales sindicales, sus obras sociales están en crisis y las 62 Organizaciones no tiene ninguna presencia política.
En suma, el movimiento popular hoy en día no es sinónimo del movimiento de las masas peronistas políticamente organizadas. No existe un movimiento popular políticamente organizado capaz de ser un motor político generador de propuestas estratégicas e impulsor de las transformaciones estructurales necesarias.
Esto plantea la necesidad y la obligación moral y política de construir una unidad programática transversal del movimiento popular entre dirigentes de diversos sectores, abarcando los espacios sociales y políticos que representan, por ejemplo, el Movimiento Evita, la Cámpora, los sindicatos, los intendentes del Gran Buenos Aires, los gobernadores, las organizaciones sociales o los pequeños empresarios.

miércoles, 31 de julio de 2019

Un RELATO con datos autobiográficos fidedignos que contribuyen al debate de la HISTORIA contemporánea Argentina.



Luís Labraña en una entrevista hace una descarnada autocrítica de su pasado militante: De cuna comunista, describe su acercamiento al peronismo, su incorporación a Far.Montoneros,  describe sus experiencias y  pareceres con el peronismo, guerrilla, represión, los 30 mil, kirchnerismo, dictadura, el exilio, la patria socialista: Son casi 20 minutos necesarios para escuchar el análisis y la opinión de quien no tocaba de oído…


Lo que nadie duda es que la dictadura que se apoderó del poder con el golpe de estado del 24 de marzo de 1976, fue una de las más sangrientas que conoce la historia de América Latina.




jueves, 20 de junio de 2019

Ezeiza, la “masacre” que no fue / Por Aldo Duzdevich **




Se ha impuesto una versión simplista de los años 70, relatada por ex dirigentes montoneros como Miguel Bonasso, Horacio Verbitsky y otros, cuyo desarrollo puede sintetizarse de este modo: "Nosotros fuimos los que más luchamos para traer a Perón y él cuando llegó nos traicionó, se alió con los malos (sindicalistas y otros) nos persiguió y nos echó de la Plaza". En síntesis, la historia de un tercer Perón fascista que viene a convalidar la teoría de los viejos izquierdistas que en 1946 se aliaron al embajador norteamericano Spruille Braden para enfrentar al "nipo-nazi-fascismo" peronista.
Otros autores de cuño liberal, aunque critican a la guerrilla montonera, coinciden con ellos que el malo de la película fue Perón. Terminan compartiendo la versión del mismo Jorge Videla de que "la Triple A fue una creación directa de Perón", y de que la represión ilegal "no fue idea de las FFAA sino del propio gobierno peronista".
Y, en esa versión de la historia, se cruzan y coinciden los Bonasso y Verbitsky con el genocida Jorge Rafael Videla. La guerrilla necesita ese argumento para justificar sus gravísimos errores políticos y los genocidas para descargar sus culpas.
Mi libro La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón está dedicado íntegramente a desmontar esta versión simplista de una historia de buenos y malos. Con la particularidad de que está basado en el testimonio de 50 militantes del bando de los "buenos", o sea, ex guerrilleros que lucharon hasta 1973 por el retorno de Perón. Allí explico en detalle los sucesos del 20 de junio en Ezeiza que trataré de sintetizar brevemente aquí.
Hace poco alguien dijo que el Pacto Social de Perón en 1973 fue una idea genial. Pacto que tenía dos soportes: Jose Ber Gelbard, por el sector empresario, y José Ignacio Rucci, por la CGT. Habría que decir que asesinar a Rucci dos días después de que Perón ganase por el 62 por ciento de los votos no fue un acto justiciero por parte de Montoneros, sino uno de los errores más gruesos de su historia, error que los llevó a enfrentar a Perón muchos meses antes de que el General los tratase de "imberbes" en la Plaza.
Y aquí empalma el relato montonero con los hechos de Ezeiza. El "ajusticiamiento" de Rucci fue para vengar la "Masacre de Ezeiza".
La descripción sucinta de los hechos es la siguiente: para recibir al General Perón en su retorno definitivo a la patria, se convocó un acto, en un palco montado sobre el puente 12 de la autopista Richieri. Cerca de 3 millones de personas se dieron cita desde muy temprano. Pero lo que iba a ser una fiesta esperada durante 18 años se transformó en una enorme frustración.
Cerca de las 14 horas, en la parte posterior del palco se generó un tiroteo entre el grupo de custodia y una gruesa columna de Juventud Peronista identificada con FAR y Montoneros. El saldo de los enfrentamientos fue de 13 muertos y un número indeterminado de heridos.
Los titulares de los principales diarios no mencionaban las palabras masacre o matanza sino: "Enfrentamientos entre grupos armados". Sin embargo FAR y Montoneros, denunciaron que había sido una emboscada preparada por los sectores de la ortodoxia peronista, que se convirtió en una matanza. Lo sugestivo es que sólo mencionaban dos o tres nombres de militantes asesinados. El mito de la "masacre" se agigantó con el tiempo y hoy casi nadie discute ese paradigma.
En Ezeiza -como en muchos otras concentraciones de este tipo- hubo una disputa por copar el acto, movilizando grandes columnas para llegar con sus carteles lo más cerca posible del palco. Y sin dudas los ganadores fueron las columnas movilizadas por FAR y Montoneros que llegaron a posicionar sus carteles a pocos metros.
El ex coronel Jorge Osinde se hizo cargo de la seguridad del palco, desplazando a las policías federal y provincial. Para ese fin constituyó un grupo de unos trescientos "pesados" con gente de la CNU (Concentración Nacional Universitaria), del CdO (Comando de Organización), custodios sindicales y ex militares peronistas. Un grupo variopinto de personajes de pocas luces, pero con vocación de "caza zurdos". Los proveyó de armas cortas y largas con directivas poco claras respecto en qué caso usarlas.
En las columnas montoneras, identificados con brazaletes de colores diferenciados, marchaban grupos de militantes portando armas cortas de "defensa personal" . El propio Mario Firmenich calculó que serían unos cinco mil cuadros de JP armados "solo con armas cortas". Esta frase se destaca en todos los relatos como si las "armas cortas" fuesen un adorno o una banderita en la mano.
Imaginemos entonces, un acto multitudinario con tres millones de personas, donde hay 300 locos en el palco fuertemente armados, y cinco mil jóvenes mezclados entre la gente provistos de armas cortas, pujando por ver quién pone los carteles más cerca. Un cóctel explosivo al que sólo le hacía falta una chispa para derivar en caos.
Esto fue lo que sucedió a espaldas del palco, cuando una gruesa columna con carteles de FAR y Montoneros intentó pasar por detrás para posicionarse a la derecha del palco, lo que fue interpretado por los custodios como el intento de tomar el palco por asalto. Primero fueron insultos y empujones, luego cadenazos, hasta que alguien tiró el primer tiro y se desató el pandemonio. Lo que siguió fue una enorme confusión en la que nadie tenía claro quiénes ni contra quién disparaban.
De los 13 muertos en la refriega, cuatro pertenecían a la JP: Horacio "Beto" Simona de Montoneros, Antonio Quispe de las FAR, Hugo Oscar Lanvers de la UES y Raúl Obregozo de la JP La Plata. Entre los custodios del palco las víctimas fueron tres: el capitán RE del ejército Máximo Chavarri, y los militantes del CdO: Rogelio Cuesta y Carlos Domínguez . Los otros 6 fallecidos no fueron reivindicados como militantes de ningún sector lo que indica que serían simples asistentes al acto.
Los hechos hablan por sí mismos. Si de semejante despliegue de armas hubo cuatro muertos del sector FAR y Montoneros y tres muertos de los custodios del palco, es forzado caracterizar como emboscada y masacre. En todo caso habrá sido un enfrentamiento desigual donde ambos bandos pagaron su costo en vidas.
La confusión e impericia de los custodios del palco fue tan grande que los llevó a atentar contra quienes serían de su propio bando. Es el caso los ocho torturados en el hotel de Ezeiza por la gente de Osinde: ninguno integraba las filas de la JP . Dardo José González y Luis Pellizon pertenecían a la UOM de Campana. Alberto Formigo y Tomás Almada, al sector ortodoxo de la juventud. Raúl Alberto Bartolomé, agente de la policía de Mendoza, llegó a Ezeiza con la CNU y relata que "me llevaron al hotel de Ezeiza y me torturaron, con Ciro Ahumada dirigiéndolos".
Si existe una foto que simboliza los hechos de Ezeiza, es la del joven de pullover claro, izado al palco desde los pelos. Esa imagen se presenta como prueba irrefutable, de la agresión de que fueron víctimas los militantes de FAR y Montoneros. Sin embargo, en el año 2010, el investigador y escritor Enrique Arrosagaray logró descubrir y entrevistar al joven de la foto. Se llama Juan José Rincón, vive en Dock Sud. Era militante en la Juventud Peronista de la República Argentina ("Jotaperra"), de la ortodoxia peronista, y concurrió a Ezeiza, con la columna de Herminio Iglesias.
Entre los testimonios de La Lealtad es muy clara Marcela Durrieu, ex militante montonera y participe de la refriega, cuando analiza lo sucedido : "No sé cómo empezó el tiroteo, pero un enfrentamiento, por grave que sea, no es lo mismo que una masacre y no es cierto que los montoneros habían concurrido desprevenidos y no imaginaran un posible enfrentamiento. Y esto no es de ninguna manera una disculpa a los hijos de puta de Osinde y compañía, pero si lo realmente importante era el encuentro de Perón con su pueblo, la respuesta debió ser facilitarlo, independientemente de quien custodiara el palco, y asegurar que no hubiera incidentes. Me detengo en esto, porque Ezeiza fue una excusa perfecta para comenzar la estrategia de victimización y enfrentamiento frontal con el peronismo y con Perón. La insistencia en destacar que había sido una emboscada, en asignarse todos los muertos y heridos, en magnificar los hechos y en diluir la trascendencia de la imposibilidad del descenso de Perón fueron una política dirigida a convencer al país y a la tropa propia de la condición de víctimas. La Conducción [de Montoneros] tenía resuelto, o consideraba irremediable el enfrentamiento con Perón, desde el día en que quedó claro el regreso, sólo faltaba resolver el momento y la forma y, supongo que consciente o inconscientemente, el inicio fue Ezeiza"
** El autor es escritor. Su último libro es "Salvados por Francisco", Ediciones B 2019


lunes, 27 de marzo de 2017

Los Montoneros, reivindicados en la misma plaza en que Perón los echó


El reconocimiento a las organizaciones armadas que hicieron los organismos de derechos humanos en el acto de anteayer reabrió la polémica por las acciones violentas que realizaron
 En la misma Plaza de Mayo en la que el presidente Juan Domingo Perón los echó y los llamó "imberbes", los Montoneros encontraron su reconocimiento. Las Abuelas, las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora y otras entidades de derechos humanos reivindicaron anteayer "las luchas de los 30.000 detenidos-desaparecidos" y la militancia de las organizaciones armadas, lo que reaviva -luego de más de 30 años de democracia- un escenario en el que el país estaba sacudido por la violencia.

Con los Montoneros se reivindicó a la organización armada que cobró notoriedad en 1970 y se abrió paso a sangre y fuego. Su bautismo fue el secuestro de Pedro Eugenio Aramburu, que Mario Firmenich ideó y ejecutó con Carlos Gustavo Ramus, Norma Arrostito y Fernando Abal Medina. También hubo elogios para el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y otras corrientes del peronismo revolucionario y la tradición guevarista.
Durante el gobierno de Raúl Alfonsín, Firmenich fue capturado en Brasil y condenado a reclusión perpetua (limitada a 30 años por el tratado de extradición), aunque quedó libre en diciembre de 1990 por el indulto de Carlos Menem. Aunque el terrorismo de Estado cometió después otras atrocidades, su foja estaba teñida de violencia: el asesinato de Arturo Mor Roig, el secuestro de los hermanos Born, la muerte del empresario Francisco Soldati, el atentado a Juan Alemann, la bomba en el comedor de la Superintendencia de la Policía Federal, donde murieron 24 personas, y otra bomba en el dormitorio del jefe de la Policía Federal, Cesáreo Cardozo, entre otros ataques.
Tras respaldar a Héctor J. Cámpora en los comicios presidenciales de 1973 y establecer lazos con gobernadores -Oscar Bidegain (Buenos Aires), Ricardo Obregón Cano (Córdoba), Miguel Ragone (Salta), Jorge Cepernic (Santa Cruz)-, Montoneros participó en junio de ese año en la masacre de Ezeiza, cuando por el baño de sangre en que derivó la interna peronista, no pudo aterrizar en el aeropuerto el chárter que transportaba a Perón desde su exilio. El asesinato de José Ignacio Rucci, dos días después del triunfo electoral del viejo líder, marcó un quiebre. En septiembre de 1974, dos meses después de la muerte de Perón, la organización pasó a la clandestinidad.
En ese tiempo, Montoneros sumó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), que habían alcanzado publicidad con el incendio de trece supermercados Minimax, en tiempos de Onganía. Uno de sus líderes, Roberto Quieto, desapareció tres meses antes del golpe militar.
Como señala Pablo Giussani en Montoneros, la soberbia armada, Firmenich y sus seguidores "absorbieron del peronismo toda esa carga ideológica de derecha" y formaron una "conducción política verticalizada e instrumentadora". Ya en la clandestinidad, la represión militar multiplicó la violencia y llevó a la organización a su desmembramiento, pese a la contraofensiva que intentó desde el exterior en 1979, con Fernando Vaca Narvaja, Roberto Perdía y Rodolfo Galimberti, entre otros dirigentes, algunos de los cuales fueron acusados de mantener contactos con militares.
Los méritos del ERP
Estela de Carlotto y Taty Almeida reivindicaron también al ERP, el brazo armado que en 1974 ocupó el monte tucumano y desafió al gobierno constitucional de Isabel Perón. Uno de sus líderes, Enrique Gorriarán Merlo, intervino en el intento de fuga de dirigentes de una cárcel de Rawson, lo que derivó en la masacre de Trelew, en 1972.
El ERP era el brazo armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y uno de sus jefes era Mario Santucho, abatido en un enfrentamiento con el Ejército, en 1976, meses después del frustrado ataque al Batallón de Monte Chingolo, que provocó casi 60 bajas en la organización armada.
Ya en el exilio, Gorriarán Merlo participó de la célula que en 1980 asesinó en Paraguay al ex dictador nicaragüense Anastasio Somoza. Recuperada la democracia, formó el Movimiento Todos por la Patria y, sobre el final del gobierno de Alfonsín, encabezó en 1989 el ataque a La Tablada, que dejó 33 guerrilleros, 14 militares y cuatros policías muertos. Detenido en México, fue condenado a prisión perpetua en 1995 y luego indultado, en 2003, por el presidente Eduardo Duhalde.
Varios testimonios indican que Néstor Kirchner, sucesor de Duhalde, estuvo en la Plaza de Mayo el día que Perón echó a los Montoneros, en una columna de la Federación Universitaria de la Revolución Nacional. Pero no hay registros de que se haya retirado con los militantes echados y hoy reivindicados

lunes, 5 de octubre de 2015

"OPERACIÓN PRIMICIA": 5 de OCTUBRE de 1975

A 40 años del ataque Montonero que conmocionó al país

Era la primera vez que Montoneros atacaba un cuartel del Ejército "gorila", bajo la dirección de Firmenich. Qué buscaban en la población con ese enfrentamiento

El primer muerto fue el soldado que estaba más cerca de la puerta de la Guardia, Antonio Arrieta, de 21 años, que era el telefonista de turno y no tenía armas; un tiro le perforó la cabeza, que quedó levemente recostada contra el respaldo de la silla, como si estuviera durmiendo frente al panel y al cablerío de la central telefónica, con los auriculares todavía conectados a sus oídos.
Lo mató alguno de los ocho jóvenes como él que se habían bajado a la carrera de un Rastrojero beige, en el inicio del ataque al Regimiento de Infantería de Monte 29, ubicado en las afueras de la ciudad de Formosa, frente al río Paraguay.
El local de la Guardia era el foco principal del ataque; por eso, Montoneros envió allí a sus “oficiales” mejor preparados, más confiables, que venían de Rosario. Eso ocurrió minutos después de las cuatro de la tarde el domingo 5 de octubre de 1975, hace cuarenta años.
Era la primera vez que Montoneros atacaba un cuartel del Ejército; a esa altura la cúpula de la guerrilla peronista, encabezada por el “oficial superior” Mario Firmenich, estaba convencida de que el golpe de Estado del que tanto se hablaba era inexorable y que, incluso podía beneficiarlos. Por ese motivo, crearon el Ejército Montonero, con sus uniformes color azul y sus grados, que debutó precisamente con ese ataque, llamado “Operación Primicia”. Para enfrentar al Ejército “gorila”, un mero instrumento de “la oligarquía y el imperialismo”.
La apuesta de Montoneros era que en ese enfrentamiento el pueblo se inclinara por ellos al comprender que eran quienes defendían sus verdaderos intereses. Ese Ejército Montonero debía conducir al pueblo, más tarde o más temprano, a “la liberación nacional y la Patria Socialista”.
El ataque fue también un reflejo de la división dentro del peronismo, de donde venía Montoneros, ya que el país era gobernado no por una dictadura sino por la presidenta Isabel Perón, la viuda de Juan Perón. Era un gobierno constitucional aunque muy debilitado por la violencia política, la inflación, el desabastecimiento, la falta de liderazgo de Isabelita y los presuntos hechos de corrupción.
Los montoneros pensaban que los soldados que aquel domingo estaban de guardia no iban a pelear contra ellos, pero sucedió lo imprevisto: los conscriptos —el servicio militar era obligatorio y duraba un año— los enfrentaron, y se produjo un combate que duró media hora y terminó con veinticuatro muertos, doce guerrilleros y doce defensores del cuartel, entre ellos diez soldados. En total, unos setenta combatientes participaron en esta operación, que tuvo cinco etapas, algunas de ellas simultáneas.
En primer lugar, un pelotón secuestró el Vuelo 706 de Aerolíneas Argentinas, con ciento dos pasajeros y seis tripulantes, que se dirigía a Corrientes pero fue desviado a Formosa, a 1.190 kilómetros de Buenos Aires. Mientras tanto, otro pelotón copaba el aeropuerto internacional “El Pucú”. Hubo allí un policía muerto.
En ese mismo momento, una columna encabezada por el número 4 de Montoneros a nivel nacional, Raúl Yaguer, atacaba el Regimiento de Infantería de Monte 29, el segundo en poder de fuego de todo el país. Los guerrilleros que lograron sobrevivir escaparon en un par de vehículos, llegaron al aeropuerto y se fugaron en el moderno Boeing 737-200 de Aerolíneas y en un Cessna 182 de cuatro plazas que sirvió para confundir en el aire a los perseguidores.
El avión aterrizó a 700 kilómetros de Formosa, en una pista preparada para la ocasión en una estancia cerca de Rafaela, la “Perla del Oeste” santafesino. El Cessna bajó en un arrozal en las afueras de Corrientes. Luego del ataque, cuando los guerrilleros ya habían huido, patrullas militares salieron del cuartel y mataron a tres vecinos —entre ellos, un estudiante secundario de 15 años— que no habían tenido nada que ver. En total, hubo veintiocho muertos.
El ataque provocó una fuerte conmoción nacional y desencadenó una serie de reuniones de urgencia entre políticos, sindicalistas y militares que derivaron en la decisión del general Jorge Videla y el almirante Emilio Massera —ya eran los jefes del Ejército y la Marina— de fijar la fecha del golpe para el 24 de marzo de 1976.
Lo que más impactó en la opinión pública fue la muerte de los diez “colimbas”; tanto que La Opinión, el diario de Jacobo Timerman, considerado de centroizquierda, afirmó en tapa: “El país está en guerra; todo el país, a lo largo y a lo ancho de su territorio”.
El gobierno peronista reaccionó con tres decretos que ordenaron a las Fuerzas Armadas la ejecución de “las operaciones militares y de seguridad que sean necesarias a efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del país”.
Con el tiempo, los parientes de los guerrilleros muertos en Formosa fueron indemnizados como si hubieran sido Víctimas del Terrorismo de Estado y desde 2006 —con Néstor Kirchner como presidente— figuran en los anexos del Nunca Más.
Ellos han sido homenajeados en los pueblos y ciudades donde nacieron y en las facultades que frecuentaban, y sus nombres están incluidos en el Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado que se levanta en la Costanera porteña. En cambio, los soldados muertos solo son recordados en Formosa y sus padres cobran una pensión miserable.
En 2010, cuando publiqué la primera edición de Operación Primicia, ese subsidio era de 842 pesos mensuales. Muy poco en comparación con los 620.919 pesos a los que ascendía la indemnización cobrada por los parientes de cada uno de los guerrilleros muertos en aquel combate. Un cálculo simple indicaba que los padres de cada soldado debían cobrar esa pensión todos los meses durante 61 años y medio de su vida para llegar a la suma ya percibida por los parientes de cada guerrillero.
Los conscriptos muertos eran, en general, los más pobres del cuartel y no habían podido aprovechar el franco del fin de semana porque no tenían dinero para viajar a sus pueblos del interior de la provincia; por eso, acostumbraban a cambiar sus francos por algunos pesos.

Tres años atrás, el diputado formoseño Ricardo Buryaile, del radicalismo, presentó un proyecto de ley para igualar esos subsidios y que los parientes de los soldados fueran indemnizados con el mismo dinero que ya cobraron los herederos de los guerrilleros. Pero, luego de muchas idas y vueltas, el proyecto no fue aprobado por la oposición de los diputados kirchneristas.
Esas indemnizaciones son investigadas ahora por el juez federal Claudio Bonadio, que ya allanó dos veces la secretaría de Derechos Humanos para incautar los legajos cuestionados. La causa avanza lentamente, tal vez a la espera de tiempos políticos más propicios.




https://www.youtube.com/watch?t=6&v=HC7W7YUe-k4
https://www.youtube.com/watch?t=4&v=z2NSHb34YFY


lunes, 3 de noviembre de 2014

FUE CUBA (Libro) una documentada y polémica mirada de los setenta


Una investigación exhaustiva sobre la infiltración castrista

En el flamante "Fue Cuba", el escritor y ex funcionario menemista Tata Yofre examina los vínculos entre La Habana y los movimientos guerrilleros de los 70. Infobae publica el prólogo del explosivo libro
La escena se llevó a cabo el 16 de marzo de 1976. Faltaba una semana para que cayera en la Argentina el período constitucional que había nacido el 25 de mayo de 1973, tras el estruendoso fracaso del gobierno militar que había depuesto al presidente Arturo Umberto Illia en 1966. Esa noche, la sociedad escuchó atentamente al líder de la oposición fijar su postura ante lo que sostenía la calle que estaba próximo: un nuevo golpe militar. Se prendieron las luces de las cámaras de televisión y Ricardo Balbín comenzó a hablar con su estilo alambicado y poético.

Era un intento vano por frenar lo irreparable, y en un momento se preguntó, nos preguntó: "Ahí está la guerrilla —¿por qué vino y quién la trajo?— poniendo al país en peligro y encendiendo una mecha en el continente americano. Nadie se preocupa de eso. Pero para la construcción por la violencia de la Argentina, la guerrilla intensificada en el país pasa las fronteras. Y puede llegar el día en que, sin querer o queriendo, encuentre convulsionado su país, amenazada su República".

Avalando sus palabras, al día siguiente, salía el primer ejemplar del vespertino La Tarde, bajo la dirección del joven Héctor Timerman, con un titulo de tapa a varias columnas: "Argentina hoy: bombas, secuestros y carestía". Días más tarde, el mismo diario título: "Un récord que duele: cada 5 horas asesinan a un argentino."

"La guerrilla" era la cuestión. No toda, pero sí en gran medida la excusa para lo que estaba por venir. "Cuanto peor mejor", sostenía el líder de la organización Montoneros. "A las armas", clamaba un jefe del Ejército Revolucionario del Pueblo. Todos empujaban al país hacia el vacío. Y las Fuerzas Armadas ya habían tomado la decisión de derrocar al gobierno constitucional unos meses antes.

Parecía difícil imaginar como Balbín ignoraba la génesis de la guerrilla. El fenómeno armado, en América Latina y la Argentina en particular, había comenzado varios años antes. Fue en Cuba cuando los nuevos dueños del poder decidieron exportar su revolución. Que no era una revolución liberadora de las dictaduras existentes, sino marxista-leninista. No son simples suposiciones. En este libro están varios de los documentos inéditos que lo demuestran. Son los que surgen del archivo del antiguo Ministerio del Interior de Checoslovaquia, con mas de 10.000 folios, de los cuales elegí algunos de los mas emblemáticos.

El comienzo de todo este proceso se remonta a tiempos anteriores a la llegada de Fidel Castro al poder, en la primera semana de enero de 1959. Hay un trabajo previo muy bien llevado entre el Kremlin, los comunistas cubanos enrolados en el Partido Socialista Popular y el cuartel del Movimiento 26 de Julio, de Fidel y Raúl Castro con Ernesto Guevara de la Serna. Con el paso de las semanas, una vez asidos al poder, establecieron un gobierno en las sombras que preparó la futura dictadura comunista. Contaban a su favor con el efecto sorpresa y la ignorancia de las capas directivas de la isla.

Esa fue la primera estafa. Luego llego el segundo engaño. Promocionar su movimiento "liberador" en los países de Hispanoamérica, con la ayuda de un gran aparato propagandístico y la complicidad de brillantes intelectuales. Vendedores de mercadería falsa. En mal estado.
En el plano general, la expansión castrista se desarrolló bajo la indolencia de las dirigencias de América Latina y, especialmente, de los Estados Unidos de América. En plena Guerra Fría, en un clima de pachanga, se estacionó un portaviones soviético a 90 millas de sus costas y cuando tomaron conciencia del error ya era tarde. En la Argentina la infiltración fue un éxito. Quizá el mayor logro político del gobierno castrista. Colarse entre las fisuras y los resquebrajamientos de su sociedad, cuya dirigencia no tenía respuestas, en especial, de que hacer con el peronismo después de 1955.

Aunque parezca exótico traerlo a colación, el general Eduardo Lonardi, el mismo jefe que echó a Juan Domingo Perón en septiembre de 1955, les previno a quienes lo sacaban del poder sesenta días más tarde, con la intención de disolver por la fuerza el Movimiento Peronista e intervenir la central sindical, que "sería un procedimiento muy poco hábil, desde el punto de vista democrático, poner al movimiento peronista en la clandestinidad y robustecerlo con la persecución". Pues bien, lo hicieron, y el vasto peronismo, con el tiempo, fue infectado.

Entraron a jugar "los simuladores", como los llamó el jefe del Movimiento, porque en nombre de Perón —a quien despreciaban— intentaron, con diferentes artilugios, terminar con el peronismo. Y años más tarde, en medio del incendio político, social y económico, los que lo echaron lo volvieron a traer para que apagara la hoguera.

América Latina no fue ajena a este fenómeno. También lo sufrió. Ahí están Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia, Chile y Uruguay, entre otros, para atestiguarlo. Como Balbín, el ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti reconoció que "sin guerrilla no hay una explicación al golpe de Estado de Uruguay".

Como ha sido mi estilo, todo lo que afirmo está respaldado por documentos desconocidos, buscados en Checoslovaquia, la Unión Soviética, Cuba, Alemania Oriental y la Argentina. A ellos se suman archivos particulares de personajes de la época, también inéditos. Eso no es todo: conté para este largo relato con la confianza y la sinceridad de viejos militantes de la izquierda radicalizada. Aquella que prefirió el lenguaje de las armas. En esos encuentros intentamos reconstruir el pasado, hacerlo comprensible, a pesar de las lógicas diferencias con cada uno los entrevistados. Nadie engañó a nadie: hicimos una reconstrucción en común de nuestra historia, de la peor parte que nos tocó vivir.

Muchos observarán que trato la situación interna cubana. El papel de Fidel, en primer lugar. Luego, el Che Guevara con su fracasada formula: guerrilla-revolución-triunfo-socialismo, sembrando de muerte por donde pasaba. En todos lados, lo mismo, sin reparar en los costos. Hablaba de principios morales mientras fusilaba sin desdén. De no intervencion, mientras se colaba donde podía. Llegó a privilegiar una invasión con extranjeros en su propio país. Ahí está, hoy reivindicado con su imagen en la Galería de Patriotas Latinoamericanos de la Casa de Gobierno. Un mensaje tétrico para las futuras generaciones o una muestra de frivolidad suicida.

Con este libro, cierro una cuestión tratada, parcialmente, en mis anteriores trabajos. Es una deuda de varios años con los lectores: el papel de La Habana en la fratricida guerra argentina y latinoamericana. La que explica como, cuando y quienes la desataron abriendo las puertas a Lucifer. Algunos jefes terroristas dieron a la sociedad la explicación de sus conductas. Los militares también. Falta aun que los hermanos Castro se excusen con todos por tanto daño gratuito. No lo harán. No está en su ánimo. Los tiranos no aceptan errores.

Publicado en el grupo UNION TELEFONICA



martes, 24 de septiembre de 2013

José Ignacio RUCCI Presente!!!!!!!!!


José Ignacio Rucci (Alcorta, Santa Fe, 15 de marzo de 1924  Buenos Aires, 25 de septiembre de 1973) fue un dirigente sindical y político argentino.

El ASESINATO de José Ignacio RUCCI, 25 de septiembre de 1973 

En agosto de 1973 se reunieron por directivas de Mario Eduardo Firmenich (NG: “Pepe”) y Roberto Quieto (NG “Negro”) los integrantes de la Conducción Nacional de Montoneros y decidieron llevar a votación la muerte, el asesinato de un dirigente obrero peronista. Todos los jefes estuvieron de acuerdo: “Pepe”, el “Negro”, “Nicolás” (nombre legal: Fernando Vaca Narvaja), “Marquitos” (nombre legal: Marcos Osatinsky). Luego se sumarían los apoyos de Roberto Cirilo Perdía (NG: “Pelado Carlos”), Norberto Habbeger (NG: “Cabezón”), Norma Esther Arrostito (NG: “Gaby”), María Antonia Berger (NG: “Anita”, Horacio Mendizábal (NG: “Vasco”) y Rodolfo Galimberti (NG: “El Loco”).

El blanco elegido: el Secretario General de Confederación General del Trabajo de la República Argentina (CGT), José Ignacio Rucci.  El motivo: desafiar al general Perón y mostrarles que la banda armada existía y que de ahí en más debía ‘negociar’ con ellos.