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viernes, 21 de diciembre de 2012

Reaparecen los saqueos en la Argentina



Al finalizar 2012 la Argentina vive una crisis más política que económica. Desde el reestablecimiento de la democracia el 10 de diciembre de 1983, todas las crisis políticas tuvieron un fuerte ingrediente económico.
Así fue con las que afectaron la continuidad de los dos gobiernos radicales (Alfonsín y De la Rúa), las que tuvieron lugar con la renuncia del Presidente interino Rodríguez Saa y el acortamiento del mandato de Eduardo Duhalde. En todos estos casos los disturbios en las calles fueron un detonante de la crisis política.
En las dos derrotas que sufrió Cristina en su primer mandato, con el campo en 2008 y en las elecciones legislativas de 2009, en el primer caso el detonante fue un aumento de impuestos y en el segundo influyó la recesión provocada por los efectos de la crisis global. En cambio ahora, el conflicto con el grupo Clarín entorno a la ley de medios, el enfrentamiento con la justicia y el límite puesto por los partidos opositores en el Congreso al proyecto de reforma y reelección constituyen una crisis esencialmente política.
Pero cuando Moyano dice que hay gente que está sufriendo privaciones está en lo cierto. Una cosa es en Argentina 24% de inflación anual con la economía creciendo al 8%, como sucedió en 2011, y otra es la misma inflación con la economía creciendo al 1%. Los sectores de menores ingresos -más de uno de cada cinco argentinos está bajo el nivel de pobreza- son quienes más sufren la inflación. Además, la mitad de quienes trabajan lo hacen informalmente y ellos sufren mucho más el freno de la economía que los trabajadores formales. El desempleo ha comenzado a crecer al igual que el trabajo informal, como lo reconoce en ambos casos hasta el mismo INDEC.
El gobierno primero ha dicho que la motivación política de los saqueos es conmemorar el onceavo aniversario de los disturbios que en 2001 precipitaron la renuncia del Presidente De la Rúa. Puede ser que esto haya incidido en algún grupo que ha actuado en los saqueos, pero no es ni la explicación ni la motivación única.
La acusación al sindicalismo opositor de estar detrás de los saqueos no tiene fundamento ni demostración. Este sector acaba de hacer una movilización a la Plaza de Mayo el 19 de diciembre sin disturbios. Que algún militante de camioneros en forma aislada pueda aparecer en un disturbio no es justificación suficiente. No una comprobación de que haya habido una presencia del sindicalismo opositor simultánea en Bariloche, Rosario, Campana y Chaco y al día siguiente en San Fernando.
Once años atrás, la economía caía al 8% anual y el desempleo llegaba al 20%. Hoy la economía está mucho mejor en crecimiento y empleo, aunque peor en inflación. El país está sin duda mejor que entonces.En estos saqueos, además de una situación económica más dura que el año pasado -aunque no crítica-, inciden grupos radicalizados, bandas delincuenciales y articulaciones espontáneas, en un país cuya eficacia en materia de seguridad es baja, como se evidenció la semana pasada en los disturbios saqueos que tuvieron lugar en el mismo centro de la Ciudad de Buenos Aires.
En paralelo a la reaparición de los saqueos, cabe señalar que los cortes de ruta y vías públicas como expresión de protesta han aumentado 52% en 2012 respecto a 2011. El freno de al economía y sus efectos sociales podría ser una explicación suficiente, pero a ello se suman los conflictos políticos y sindicales y los problemas internos en el área de seguridad.
La decisión de enviar fuerzas federales (la Gendarmería) a Bariloche indica que el gobierno ha asumido que los costos políticos que generan los saqueos no se limitan a los gobiernos locales, sino que se proyectan al gobierno nacional, aunque inicialmente tratará de plantear lo contrario.
Por ROSENDO FRAGA
Copiado de http://www.lanacion.com.ar/1539275-reaparecen-los-saqueos-en-la-argentina

viernes, 16 de noviembre de 2012

1972 - 17 de Noviembre - 2012



 A 40 años del retorno del General Perón despues de 17 años de exilio…

La lluvia se precipitaba con una intensidad desusada sobre Buenos Aires ese viernes 17 de noviembre de 1972 que el gobierno de Lanusse había proclamado feriado. Una multitud, difícil de dimensionar, pugnaba por llegar al aeropuerto. Los tanques del ejército lo impedían.

Por un momento, mientras todos sostenían el aliento conmovido, tenso el ánimo, suspendidos en el aire de sus almas, envueltos los espíritus en fe y esperanza, punzado el ser por la emoción, el mítico avión de Alitalia carreteó finalmente sobre una de las pistas de Ezeiza. Si bien no era negro como lo había imaginado la fantasía popular, se estaba concretando el sueño añorado por millones: después de dieciocho largos años el general Perón volvía a su patria, y pronto al poder, desmintiendo el destino inexorable que lo condenaba -como a San Martín, a Artigas y a Rosas entre tantos- a morir en el exilio. Los peronistas que llegaban empapados al río Matanza no iban solos: los acompañaba la historia, los ausentes, la Providencia.

La lluvia no amainaba...sin embargo, el cielo plomizo podía ocultar el sol, pero no la luminosa alegría popular. Ese día culminaba una larga pulseada protagonizada por Perón y Lanusse, una apasionante partida de ajedrez. El presidente militar, un gorila de la primera hora que había pasado cuatro años con traje a rayas en la cárcel patagónica de Rawson, era un hombre inteligente y audaz. La agitación social que conmovía al país no podía solucionarse con la proscripción, había que negociar con el exiliado en Madrid, devolverle los salarios caídos, la condición militar y el cuerpo embalsamado y ultrajado de Evita. Entonces propuso el GAN (Gran Acuerdo Nacional), con la idea que ambos –Perón y Lanusse– renunciaran a sus aspiraciones presidenciales. Perón le respondió con ironía: "que Lanusse renuncie a la presidencia, es lo mismo que yo renuncie al trono de Inglaterra". Lanusse a su vez lo provocó con aquella frase histórica: "Perón no vuelve porque no le da el cuero". Cuando El Cano tenía que conjurar las críticas de su propio frente interno totalmente antiperonista, afirmaba con pedantería: "nosotros no llevamos la espada de adorno". Perón le respondía: "tiene razón el general Lanusse, no es la espada lo que tienen de adorno, es la cabeza"… Y así hasta el furcio del homenaje del Día del Maestro en San Juan a Juan Domingo Sarmiento.

Pero todo eso ya era historia pequeña ese 17 de noviembre en que soplaban aires de victoria y la lluvia se confundía con infinidad de lágrimas emocionadas. La foto de Rucci, el secretario general de la CGT, con el paraguas protegiendo al líder, formará parte para siempre de la galería de imágenes paradigmáticas del peronismo. Luego vendrían la reclusión en el hotel Internacional, las ametralladoras montadas para impedir la salida, el traslado a la casa de la calle Gaspar Campos en Olivos, el desfile incesante, el encuentro con Balbín, las reuniones en la confitería Nino de Vicente López y su viaje a Asunción donde se proclamó orgullosamente "general del glorioso ejército paraguayo" para irritación escandalizada de sus pares argentinos.

Sí. El milagro se había consumado. Perón había regresado en la plenitud de la primavera. En esos días de un optimismo inexpugnable, la historia parecía abrazar el futuro.

Por esa incomparable movilización de lealtad, forjada voluntaria y colectivamente desde la conciencia y sentimiento popular  de cada compañero-a se conmemora cada 17 de noviembre el dia del militante


sábado, 15 de septiembre de 2012

Los militantes virtuales reemplazan las anquilosadas estructuras partidarias?


El anonimato ciudadano como forma de protesta

Los dirigentes de algunos partidos políticos argentinos, casi todos  sin representación parlamentaria han analizado las marchas realizadas el 13, organizadas por militantes virtuales de las redes sociales. Han declarado que las movilizaciones en casi todas las ciudades del pais no representan sino intereses de clase, de clase acomodada etc. Es decir los portadores del bastón blanco ideológico no se pararon a oír que esa gente, como cualquier hijo de vecino pobre,  padece de los mismos males de los que no asistieron a las marchas.

Suenan lógicos y circunstanciales los argumentos de los funcionarios funcionales del gobierno que salieron a descalificar, a quien entre  ellos mas jala bola, a la impresionante manifestación de bronca del jueves 13, pero patéticos en boca de quienes se dicen los representantes de quienes mas padecen ciertas políticas, al margen de las que prebendariamente amontonan pobres sobre pobres, cual rehenes electorales.

Seguramente a los  políticos les arrebataron las banderas y eso duele…porque? como aceparían que esa espontánea muchedumbre denuncie en las calles que con 6$ no se puede comer ;que el indec es una gran estafa, que la inseguridad se lleva puesto a cualquiera en donde sea, que la corrupción es un habitante casi desapercibido por su impudicia; que  gobiernos de provincia o municipios se ven compelidos a doblegarse ante el poder para evitar represalias económicas…digo se puede ser tan necio….
Porque no fue es cierto, una marcha de trabajadores organizados o  convocada por algún partido que dice representarlos  y en verdad ni los votan y mucho menos por la plutarquia sindical cría panza alineada en CGT Balcarce.

De la inseguridad cada día mas violenta y criminal ni hablar, porque ese es un tema –dicen- de la  derecha y no es más que una sensación y etc. etc.…Entre los dichos de Aval mentira y los de los reboludones literales hay una realidad….que algunos no quieren ver y se mancan al relato oficial y a otros les pasa la historia y siempre terminan poniendo fichas en la ruleta de no se donde ni cuando y ayudan involuntariamente a que nos sigan follando.

Lo cierto es que las redes sociales fueron mas efectivas que cualquier verso estereotipado, y repitieron movilizaciones de rompe y raja como en el magreb o en España…y esa mecha no se apaga así porque si…

Alguien puede decir racionalmente quien es quien, pueblo o no pueblo …si vivo en La Tablada  si;  sin Belgrano no….si tengo propiedades en Uruguay.. ¿? O en Marbella….o un patrimonio indemostrable…?  O los funcionarios visten con harapos…para ser pueblo…o lucen armani y joyas invalorables…y nadie se raja las vestiduras quien le pone el cascabel al gato..!
Quien puede poner etiquetas ciudadanas y quien no…. 
Los ciudadanos se cansaron de los políticos y ahora los prefieren virtuales…? No lo sabemos pero lo que esta muy claro es que la realidad, es decir el dia a dia de la gente pudo más que la inacción de los políticos argentinos…

"Para un argentino no puede haber nada mejor que otro argentino", ese legado  de Perón debería ser la consigna de la hora  para reencausar a nuestra patria por la senda de la constitución nacional y la democracia!

martes, 28 de agosto de 2012

La Rerre, esputo alto / Caparrós Martin *


Cada vez se habla más de la Rerre. Aunque decir que cada vez se habla más de la Rerre es caer en la trampa de creer que "se habla" –que millones de personas hablan– de lo que parloteamos políticos y periodistas. Entonces, va de nuevo: los políticos y los periodistas hablan cada vez más de la Rerrelección, entendida como la reforma constitucional que le permitiría a la doctora Fernández atornillarse a su sillón y a su cadena por unos años más.

La operación, que supo ser rumor durante meses, se va clamorizando. Ya salieron a defenderla gobernadores e intendentes –soldados de quien sea que sea el jefe– que arguyen, a la peronista descarnada, que "si el pueblo lo quiere el pueblo debe tenerlo" y que "no permitir que la presidenta se presente es proscribirla". Son argumentos conocidos: ya los sostenía un tal Carlos Saúl. Y el segundo es patético por bobo, pero es un corolario del primero. El primero, eso de que el pueblo debe poder decidir si quiere Rerre, tiene un problema: esta república –tan mejorable– está basada en un principio más o menos filosófico: que hay reglas básicas consensuadas que se mantienen por encima de la voluntad mayoritaria de cada momento. ¿Eso está bien o mal? Yo creo que está bien: que esos principios existen para prevenir momentos de ceguera populista.

Se podría discutir. Y, para no usar los clásicos ejemplos de Hitler o de Mussolini, podríamos usar el clásico ejemplo de la pena de muerte. En la Argentina, desde hace décadas –y más en los momentos, como éste, de furia segurista–, las encuestas muestran una mayoría cómoda de ciudadanos a favor de la pena de muerte. Y, aún así, no se instituye el asesinato de Estado porque se supone que el principio del respeto a la vida está por encima de esa voluntad popular. ¿Está bien o está mal? Yo creo que está bien. La idea de que una misma persona no debe gobernar durante décadas es otro de esos principios fundadores. ¿Está bien o está mal? Yo creo que está bien. La Argentina no solo rechazó una de las formas de la monarquía, el gobierno de un rey: se supone que las rechaza todas. Monarquía quiere decir gobierno de uno. Que a ese uno o una lo legitimen un dios o una diosa o un pueblo o una puebla no cambia el hecho de que el gobierno de uno o una es un fracaso de cualquier idea o ideo de pluralidad social, de construcción política, de capacidad de autogestión de una sociedad.

Otros no están de acuerdo. Por eso salieron ahora los intelectuales comprometidos –e incluso casados– de la Carta Abierta que postulan, empecinados, que el mantenimiento de la presidenta en el poder es la única forma de continuar este proceso –que, parece, no resulta del esfuerzo de un partido o un movimiento sino de una señora: que no es nada sin esa señora. Debe ser triste aceptar que, tras diez años mandando, un grupo no ha sido capaz de crear las estructuras y energías necesarias para no necesitar desesperadamente a una persona. Debe ser triste tener que reconocer que, si no pudieron hacer eso, es difícil que puedan hacer cualquier otra cosa. Debe ser triste obligarse a olvidar que la famosa política, tan de vuelta, tan en el centro –de la nada– últimamente, consiste al fin y al cabo en formar conjuntos de personas que pretenden lo mismo: conjuntos, no rebaños; grupos de hombres y mujeres unidos por sus ideas, no seguidores que se desharían sino tuvieran a papá o mamá delante; ciudadanos, no súbditos.

Pero ése no es el tema. El tema es que, con distintos slogans, el gobierno impulsa su Rerre, y a mí me intriga que así sea. Porque, más allá de ciertas discusiones, proponerla sería el favor más grande que le podría hacer a esta oposición aturullada, embobecida que tan bien lo sirve.
Si la Rerre está realmente en juego, las elecciones legislativas de 2013 se volverán un campeonato interesante. Si esa votación –que, si no, sería casi banal– debe decidir si Rerre o no Rerre, los partidos opositores tendrían un foco común, esa prenda de unión que no tienen ni tienen por qué tener –porque son sectores distintos con proyectos distintos. Pero contra la Rerre sí: todos podrían unirse en ese punto solo, firmar un compromiso de que sus elegidos se opondrán a cualquier proyecto reeleccionario. Entonces, sin perder sus particularidades, todos esos partidos representarían al mismo tiempo el No de un plebiscito sobre la perpetuación de una persona en el poder. Y, así, transformarían una pinche elección de medio término en barricada contra una forma moderna de la monarquía.

Si el gobierno quería mejorar en el noble arte del esputo ascendente –vulgo, escupir para arriba– no podría haber imaginado nada mucho mejor. Digo: nada aceleraría tanto su descomposición como la propuesta de la Rerre. Porque, insisto, entrega en bandeja una causa a sus timoratos adversarios: "la República –con erre mayúscula, por supuesto– está en peligro", empezarán a decir los que siempre la pusieron en peligro, y también los que alguna vez incluso intentaron defenderla, y se sentirán intrépidos cruzados.

Y porque, al mismo tiempo, la propuesta obliga a sus aliados y seguidores y entenados a tragar otra píldora dura, a abundar en su abundante sapofagia, o a rebelarse de una vez y abandonarla: los pone entre la nada y la pared.

Unir y justificar a los enemigos, dividir y apretar a los amigos: hay que estar muy asustado, muy sin otros recursos para lanzarse en tal pendiente. Es preocupante: después de todo, manejan el país.Lo cual no significa que no haya que cambiar cosas de esta Constitución. La Constitución argentina de 1994 está llena de errores que merecen ser cambiados –aunque antes, también, está llena de aciertos que merecen ser cumplidos. Pero si quieren mejorarla, muchachos, toquen todo menos lo que no se toca: no habiliten otra vez la jefatura sin límites, la sumisión a una persona. No estamos bien, pero con un monarca siempre estaremos un poquito peor. Eso, creo, lo sabemos muchos.

Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) es escritor y periodista, premios Planeta y Rey de España. Su libro más reciente es Los Living, premio Herralde de Novela 2011.