Massa asegura que no se reúne con el Papa Francisco porque cree que la
clase política ha manoseado mucho la imagen del líder de la Iglesia. La verdad,
sin embargo, es que pidió varias audiencias y recibió un categórico rechazo
En noviembre del 2013 Sergio Massa fue recibido en Madrid
como el futuro presidente de la Argentina. El Partido Popular lo consideró un
verdadero estadista, pero también cosechó elogios del PSOE y de los matutinos
El País y ABC. A pesar de lo triunfante de su estadía, España era sólo una
escala. El verdadero objetivo consistía en llegar a Roma y obtener una foto con
el Papa Francisco. Para ello, el actual diputado José de Mendiguren había
seguido viaje a Italia para asegurar la audiencia. El deseo de Sergio Massa era
ser recibido en privado. Cuando De Mendiguren llegó al Vaticano, se encontró
con la amarga sorpresa de que su líder político ni siquiera figuraba en la
lista de las citas privadas del Papa. Cuando Massa fue notificado con la triste
noticia, solicitó al menos ser parte de los besamanos habituales de los
miércoles. Este pedido también fue rechazado de plano por Francisco. Fue así
que, al final de su visita por España, Massa tuvo que cancelar el resto de la
gira y volver cabizbajo a Buenos Aires.
La historia del desencanto del
Sumo Pontífice con el diputado se remonta al 2008, cuando Sergio Massa asumió
la jefatura de Gabinete. Al llegar, nombró a Jorge O’Reilly como asesor ad
honórem. Esta es una figura tan enigmática como importante en torno a la
relación entre Massa y el Papa. O’Reilly es un empresario multimillonario de 44
años, dueño de Emprendimientos Inmobiliarios de Interés Común, con unas quince
mil viviendas en unos cuarenta countries, especialmente en Barrio Norte.
Padre de cinco mujeres y de un
varón, O’Rielly es supernumerario del Opus Dei. Con un grupo de matrimonios
amigos formó una organización para dar respuesta al "declinamiento ético y
cultural del país", según lo expuso en un seminario en Washington, en
2007. Con ellos, estudia un sistema de educación alternativo para inculcar a los
chicos "valores culturales tradicionales"
Apenas comenzó su trabajo
junto al otrora jefe de Gabinete, O’Reilly se propuso la tarea de borrar del
mapa a Bergoglio. Su posición era firme: había que tratar con la Iglesia pero
no a través del Episcopado, sino a través de la Nunciatura. No sólo ello, sino
que había que desplazar a Bergoglio de toda la estructura directiva de la
Iglesia en el país. Para ello, propuso llevar a Bergoglio a Roma, para poder
entronar en Buenos Aires al entonces titular de la diócesis de Zárate-Campana,
su buen amigo Oscar Sarlinga. En aquella empresa, recibió el apoyo de los
sectores de ultraderecha de la Iglesia, entre los que se destacan el arzobispo
de La Plata, Héctor Aguer, y el de Rosario, José Luis Mollaghan.
Bergoglio logró esquivar
aquella maniobra y, para desesperación de los conspiradores, llegó a ser el
primer Papa argentino en la historia. Massa intentó desesperado dar marcha
atrás con todas sus estrategias y acercarse al ahora líder de la Iglesia
Católica en el mundo. Lamentablemente para él, los allegados al Papa Francisco
afirman que el Papa perdona, pero no olvida.