domingo, 5 de mayo de 2013

Cómo prevenir trastornos mentales debidos a un mal ambiente laboral

Infobae dialogó con el psicoanalista francés Christophe Dejours, fundador de la psicodinámica del trabajo, que de visita por Buenos Aires explicó por qué el estrés profesional puede incluso llevar al suicidio

Dejours dedicó gran parte de su vida al estudio de las relaciones laborales y a su impacto en la subjetividad humana, centrándose especialmente en el efecto nocivo que a su juicio tuvieron los nuevos métodos de trabajo implementados en las últimas décadas.

Su principal preocupación es que las organizaciones son cada vez más individuales, lo que disminuye la solidaridad y potencia la competencia entre compañeros, y entre jefes y subalternos. Esto puede generar mucha angustia.

El ejemplo más extremo se vio algunos años atrás en France Telecom, donde se produjo una sucesión de suicidios que no parecía posible detener.

Dejours fue convocado por esta empresa para aconsejar sobre las modificaciones que había que hacer en la organización para evitar que este tipo de patologías.

Entre las distintas conferencias que dio en Buenos Aires, el especialista en salud mental asistió a la Alianza Francesa, donde dialogó con Infobae durante un encuentro de prensa.

Cuando el trabajo enferma

"Algunas organizaciones del trabajo son particularmente nocivas para la salud mental. En un período reciente, nuevos métodos de organización han llegado a provocar suicidios en el lugar del trabajo", sostiene Dejours.

"Los métodos más nocivos están relacionados con las ciencias de la gestión, que implican la evaluación individual del rendimiento laboral, demandando la calidad total e introduciendo la precarización. Estas prácticas llevan a los trabajadores a un proceso de competencia creciente, porque la evaluación pone en juego la continuidad en el puesto. Por eso, si a un compañero le va bien es malo para mí, lo que va destruyendo la solidaridad en el lugar del trabajo, dejando a cada uno sólo en un contexto hostil", agrega.

Estos fenómenos, como los suicidios en el trabajo, son una novedad histórica. Durante gran parte del siglo XX las relaciones laborales eran muy diferentes. Por ejemplo, los empleados tenían gran estabilidad, ya que sus contratos eran por tiempo indeterminado.

En esos ambientes, donde las personas compartían muchos años de su vida en una misma empresa, se creaban fuertes lazos de solidaridad, dando lugar a lo que Dejours llama el "vivir juntos". El concepto podría definirse como el compromiso que tiene cada uno hacia sus pares al comprender que ellos dependen de uno, y la tranquilidad que genera saber que, pase lo que pase, no se está sólo y se puede contar con los otros.

"En un contexto así, nunca se hubiera dejado a un colega caer en la depresión. Le habrían hablado para contenerlo", explica el profesor.

"Pero hoy -continúa-, los trabajadores que más se comprometen con su trabajo son los que más arriesgan su salud mental, ya que las mismas empresas que les exigen que se comprometan al máximo, y que los amenazan con los métodos de evaluación permanente, pueden años más tarde deshacerse de ellos como de un pañuelo descartable. Para un empleado demasiado compenetrado, ese cambio de actitud de la empresa puede ser muy peligroso. En cambio, los que mantienen más distancia no se suicidan cuando la compañía se vuelve injusta".

¿Pero cómo se revierte ese proceso? ¿Cómo se puede volver "saludables" los ambientes laborales más hostiles?

"Hay que dejar de lado la evaluación individualizada y centrarse en el trabajo colectivo. Para eso es necesario que la gente se hable, que cada uno escuche al otro, acepte el debate y busque acuerdos. Esa dinámica, necesaria para la cooperación, hace posible el 'vivir juntos' y la solidaridad. La verdadera prevención de la salud mental en el trabajo no corresponde a los médicos ni a los psicólogos. La verdadera prevención es que el principio de producción sea la cooperación entre compañeros, y entre jefes y subordinados", responde Dejours.

La crisis europea, una crisis del trabajo

La situación actual que atraviesa Europa, que es una de las más críticas de las últimas décadas en términos económicos, potenció el sufrimiento de miles de personas por haber perdido el trabajo o por la angustia que genera no saber si se lo podrá conservar.

Sin embargo, el psicoanalista francés tiene una interpretación diferente de esa relación causa-efecto. "No estoy tan seguro de que la crisis sea causa del agravamiento de las patologías mentales. Siendo un poco provocativo, creo que es al revés. Es la transformación en el trabajo la que provocó la crisis. Los nuevos métodos, con la ciencia de la gerencia a la cabeza, haciendo contratos individualizados y por objetivos, terminaron avalando procesos de reducción de personal".

"Esto se produjo con el apoyo de los sindicatos y de los científicos, que creyeron que todo podía ser medido y evaluado. Pero en realidad no se puede medir el trabajo, porque no se puede medir más que aquello que se ve, y en el trabajo intervienen una serie de procesos subjetivos que escapan a la vista. En todo caso, se pueden estimar los resultados, pero no hay relación necesaria entre el trabajo mismo y sus resultados", dice.

Dejours destaca la idea del "fin del trabajo" como una de las concepciones más nocivas y erradas que se impusieron, legitimando los cambios en las formas de organización laboral. La creencia era que el trabajo humano iba a ser reemplazado por el de las máquinas, lo cual es visto como un absurdo por el pensador, ya que sólo el esfuerzo y la inteligencia humana pueden generar riqueza.

Pero esas ideas prosperaron y las transformaciones pasaron de las empresas al estado, y de ambos a la sociedad, dando lugar a muchos de los problemas que se evidenciaron con la actual crisis europea.

"Cuando en el ámbito laboral la desconfianza ocupa el lugar de la confianza, el problema no se queda en la empresa -dice Dejours. Al salir del trabajo, las personas no se hablan, no se ayudan ni se respetan, y la solidaridad termina deshaciéndose en el seno de la sociedad. El sentido mismo de la justicia se destruye".

"Hubo un desplazamiento desde el vivir juntos hacia la mera búsqueda del beneficio económico. Si se quiere recuperar la solidaridad hay que reconquistar las zonas de cooperación en el trabajo y en la comunidad", concluye.

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario