Hugo Moyano y Gerónimo Venegas están dentro del reducido grupo de sindicalistas que pudo festejar
Tenían ya la mesa tendida y el champagne bien frapé que reclaman los dulces festejos, pero la decepcionante performance electoral de Daniel Scioli significó al final un baño de realidad para la enorme mayoría de los dirigentes gremiales, que se quedaron sin fiesta y con ubicación asegurada en el casillero de los grandes derrotados.
De las figuras estelares de la constelación sindical, los únicos que pudieron cantar victoria son el camionero Hugo Moyano y el ruralista Gerónimo Momo Venegas. Con sus más y sus menos, ambos apostaron por la candidatura presidencial de Mauricio Macri, a la que ahora, se supone, deberán apuntalar en el reto del ballotage.
En cualquier caso, ninguno de los dos podrá proclamarse parte sustancial del suceso macrista. Moyano eligió apostar por el ex presidente de Boca con el idioma de la gestualidad, sin explicitar nunca que era su favorito. Ni siquiera lo hizo cuando "coincidió" con Macri en actos de campaña, como el de la reciente inauguración del monumento a Perón a doscientos metros de la Casa Rosada. ¿Lo hará ahora?
Tampoco hubo cartón lleno para Venegas, que se quedó con las ganas de redondear un domingo perfecto con un triunfo en Necochea, su pago chico. En esa localidad balnearia, se proclamó intendente el concejal Facundo López, del massismo, por encima de las postulaciones del macrista Pablo Aued y el peronista Osvaldo Goicochea. Como sea, Moyano y Venegas descorcharon.
Unos que podrá decirse salvaron la ropa, apenas eso, fueron los jefes gremiales que declararon su prescindencia de la contienda electoral. En ese rubro figuran casi todas las organizaciones del transporte. Una excepción fue la del colectivero Roberto Fernández, que después de coquetear públicamente con Macri, al decir que era más peronista que varios que declaraban su pertenencia a esa fuerza, jugó todas sus fichas a la escudería naranja.
El resto, agrupado mayormente en ese elefante blanco que es la Mesa Sindical SCIOLI presidente, no se salvó del naufragio, empezando por el titular de la CGT oficialista, el kirchnerista Antonio Caló. El metalúrgico es una de las caras más visibles del traspié de Scioli. Y no quedó más expuesto todavía porque el último tramo de la campaña lo encontró forzosamente rezagado, a raíz de haber sido imputado en una causa de lavado de dinero que involucra a toda la plana mayor de la UOM.
Para el gremio de los metalúrgicos, precisamente, el día de ayer quedará como uno de los más negros de su historia. Porque a la derrota de Scioli debieron sumar las estruendosas derrotas de Francisco Barba Gutiérrez y de Hugo Curto, en las intendencias de Quilmes y de Tres de Febrero, respectivamente; dos bastiones donde el peronismo creía tener todo atado y bien atado, según el decir del Generalísimo de la España franquista.
Barba Gutiérrez mordió el polvo de la derrota a manos del cocinero Martiniano Molina, el de los asados con queso untable. Curto, señor todopoderoso de Tres de Febrero durante 24 años, fue desalojado por la cosecha electoral del candidato de Cambiemos, el ex periodista Diego Valenzuela.
Todo peor que mal también para los sindicalistas que se abrazaron con igual fuerza, desde las mismas PASO, a las nominaciones de Scioli y de Aníbal Fernández, como el grupo de los "independientes", integrado por Gerardo Martínez (Uocra), Andrés Rodríguez (Upcn) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias).
"Aníbal es el mejor candidato de la oposición", había vaticinado a Infobae el subsecretario de Trabajo de Macri en la Ciudad, Ezequiel Sabor, cuando Cristina se empeñó en que el jefe de Gabinete compitiera contra el binomio de Julián Domínguez y Fernando Espinosa en el corte electoral de agosto. Tuvo razón, parece.
Pero en el colectivo sindical perdieron todos: los que fueron ultra K, los "gordos" (grandes gremios de servicio), los sindicatos industriales, los más moderados, los menos, la candidatura del taxista Omar Viviani en la Ciudad...
El inesperado resultado de ayer cayó como una bomba que desparrama como esquilas un sinfín de interrogantes. Para más no tienen mucho tiempo de articular respuestas (por ahora todos están fuera del área de cobertura) si acaso quieren sostener a Scioli de acá al 22 de noviembre para el mano a mano final con Macri.
¿Qué apoyatura darán los gremios ahora a Scioli, que hasta acá los llenó de promesas y de ministros puestos a medida? ¿Habrá un cambio de manos en la estructura sindical de apoyo al candidato peronista? ¿Empezará alguno a negociar con Macri, como Moyano? También las gestiones para hacer una sola CGT entran en zona de encrucijada.
Por Ricardo Ríos
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