El personaje es el ex secretario de Transporte Ricardo Jaime, al que un Tribunal de Córdoba encontró culpable de haber sustraído pruebas. Durante una requisa a una de sus casas, Jaime intentó evitar que la Policía incautase tarjetas personales en las que aparecía como socio de una empresa vinculada a uno de los hijos del ministro De Vido.
Fue un recurso desesperado que, en parte, era un favor a su ex jefe pero mucho más un favor a sí mismo: quería borrar las huellas de una relación comercial que lo comprometía. Lo agarraron con las manos en la masa. Ayer, antes de ingresar al juzgado, dijo creer “que va a salir todo bien”. El entusiasmo le duró apenas una hora.
PARA LOS EX FUNCIONARIOS, LOS TRIBUNALES HAN DEJADO DE SER UN PASEO. POR LO MENOS, ALGUNOS TRIBUNALES.
Es la primera condena que recibe el ex secretario de las pulseras y relojes de oro y de la barba candado. Al salir de la audiencia, un hombre le gritó: “¡Corrupto!. ¡Ladrón! A la cárcel!”. Jaime lo miró desafiante y lo amenazó como si aún conservara su poder o una parte de su poder: “Ya voy a averiguar quién sos”. El hombre es un ex fiscal que lo investigó en Santa Cruz. Seguramente sabe de lo que habla.
La indignación y las acusaciones no ocurren porque sí. Mal que le pese al Gobierno, Jaime ya es para el kirchnerismo lo que María Julia fue para el menemismo: el símbolo de una época de corrupción. Compite mano a mano con De Vido y, desde más acá, con Lázaro Báez, LOS TRES DEL CÍRCULO ÍNTIMO DE LOS KIRCHNER. Pero acumula más causas judiciales que ninguno. Veinte, sin contar la de ayer.
También como ellos, Jaime arrancó su carrera en Santa Cruz y, como ellos, tuvo UN PROGRESO ECONÓMICO METEÓRICO. Cobraba un sueldo de funcionario y se desplazaba en un avión privado de cuatro millones de dólares. Una ostentación que no muchos se permitían y que hablaba de su vanidad, pero sobre todo de que se sentía a cubierto, impune.
Kirchner lo sostuvo todo lo que pudo. Recién le soltó la mano después de la derrota electoral del 2009 y cuando se supo que estaba insalvablemente a tiro de la Justicia. En aquellos días, a Jaime se le terminaron de quemar los papeles con los archivos de WikiLeaks y el intercambio de mails con Manuel Vázquez, su principal operador. Un entramado de coimas salió a la luz, aunque jueces amigos del Gobierno finalmente no los aceptaron como pruebas y lo rescataron del pantano.
LOS TIEMPOS POLÍTICOS HAN CAMBIADO Y LOS DE LA JUSTICIA TAMBIÉN. Jaime llegó ayer al tribunal en un viejo remís Fiat Uno, como quien dice que no tiene plata para más. La sociedad ya no se engaña. Falta que tampoco se engañen los jueces.
RICARDO ROA – DIARIO CLARIN
http://www.clarin.com/opinion/rostros-corrupcion_0_986901301.html
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