Mientras
la sangría de dirigentes no se detiene, en el entorno de la ex mandataria creen
que aún mide bien en los sectores populares y el año próximo podría recuperar
adherentes
El 12 de diciembre de 2015, 48 horas después
de que Cristina Kirchner dejara el poder, Alejandro
Granados fue el primero en darse de baja del kirchnerismo: al asumir
en Ezeiza, afirmó que era "un intendente del Partido Justicialista",
"un intendente peronista" y que nada tenía que ver con el Frente
para la Victoria.
Aquella tarde, esa declaración hizo
vibrar los teléfonos del grupo de comensales que casualmente estaba en el
primer piso del restaurante que Granados tiene en Ciudad Evita: Verónica
Magario y Fernando Espinoza almorzaban en "El
Mangrullo", luego de la ceremonia de traspaso de mando junto con
parte del gabinete de ex funcionarios kirchneristas que
encontraron refugio en La Matanza, además de legisladores y ex
intendentes. Las palabras de Granados fueron repudiadas por los
presentes, aunque ya entonces hubo un conato de distanciamiento al momento de
los brindis, en boca del ex intendente de San Vicente Daniel Di
Sabattino.
Nueve meses después de ese episodio,
Magario asestó al kirchnerismo una puñalada de la que le será difícil
recuperarse: la gobernante del mayor distrito en manos del peronismo fue
taxativa al sostener que "la etapa de Cristina cerró en diciembre de
2015" y que ahora viene "la etapa de los peronistas".
Entre la actitud de Granados y la de Magario
hay diferencias: si el primero no tardó en negar su pertenencia al espacio donde
había reportado en los últimos años -luego de haber sido, a su turno, menemista
y duhaldista-, la segunda se tomó su tiempo y, cuando lo
hizo, "rescató" la "construcción" de Néstor y Cristina
Kirchner -"Yo vi cómo se recuperó la Argentina, y La Matanza", dijo-.
Pero también hay un denominador común, que se extiende incluso más allá de las
fronteras del FpV e incluye a muchos peronistas que hoy reportan en
el Frente Renovador de Sergio Massa y que el martes estuvieron en el acto de
homenaje a Antonio Cafiero: la voluntad de poner punto final al liderazgo
de la ex presidente dentro del peronismo.
Sea por estampida -las rupturas del Bloque
Peronista y el Movimiento Evita- o por goteo, lo cierto es que desde el 10 de
diciembre hasta la fecha el kirchnerismo, entendido el reconocimiento de
Cristina Kirchner como la conductora que ella misma ha negado ser, se ha
reducido. Pero ¿cuánto?
Entre la provocación, el chiste y la aguda
observación del gran analista político que es, el escritor Jorge Asís
solía decir, allá por 2009, que "el kirchnerismo entero entra en una van,
en un avioncito como el que trajo a Antonini Wilson": el núcleo duro,
decía, "son 12". Su argumento era, en parte, que el peronismo era
"rehén" del kirchnerismo, a fuerza de látigo y billetera.
Un repaso por la actualidad del kirchnerismo
obliga a recalcular: al "avioncito" de 2009 habría que sumarle La
Cámpora, un par de "Miles" y algunos otros leales que resisten con
aguante, siempre unidos y organizados… Digamos, alcanzaría con un Embraer
E-190 de los que usa Aerolíneas Argentinas para vuelos de cabotaje, que cuenta
con 96 plazas.
Como "La Jefa" viaja en turista,
los 8 asientos de la clase ejecutiva podrían ser ocupados por la única
gobernadora que hoy le responde, Alicia Kirchner (Santa Cruz),
el ex jefe de los espías Oscar Parrilli -acompaña a la ex
mandataria a sol y sombra-, los diputados Máximo Kirchner, Axel
Kicillof, Julio de Vido y Eduardo "Wado de Pedro",
las titulares de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, y
de Abuelas, Estela de Carlotto, si es que desea usar su ticket
después de haber declarado que no es "amiga" de Cristina Kircher y
acusar a Bonafini de ser "la preferida" de la ex presidente.
Primera en la clase económica –primus
inter pares– viajaría la propia Cristina Kirchner, acompañada
por el ex candidato a vicepresidente Carlos Zannini, las
cuatro senadoras y los otros 20 diputados camporistas, junto a sus
compañeros de militancia José Ottavis y Mariano Recalde. En
la cola para el check-in estarían los intendentes Juan Patricio
Mussi (Berazategui), Jorge Ferraresi
(Avellaneda) y Mario Secco (Ensenada), el ex jefe de
Gabinete Aníbal Fernández, el ex secretario de Comercio Guillermo
Moreno, el piquetero Luis D'Elía, el ex
vicepresidente Amado Boudou, los ex radicales Leopoldo
Moreau y Leandro Santoro, el líder de Quebracho Fernando
Esteche, el ex titular del Afsca Martín Sabbatella, el
legislador del Mercosur Gabriel Mariotto, el ex ministro
de Defensa Agustín Rossi y su hija Agostina,
ex directora del Banco Nación, el ex embajador en Bolivia Ariel
Basteiro, el ex diputado Carlos Raimundi, el ex
ministro de Trabajo Carlos Tomada, el ex titular de la
AFIP Ricardo Echegaray, el sindicalista Hugo Yasky,
los diputados Héctor Recalde, Edgardo Depetri, Carlos Heller, Nilda
Garré, Juliana Di Tullio y Diana Conti, el ex titular de Radio y
Televisión Argentina Tristán Bauer y la ex ministra
de Cultura Teresa Parodi. Si bien el vuelo está limitado
a dirigentes políticos, el periodista Diego Brancatelli tiene
un lugar reservado en su carácter de preprecandidato en el partido de
Ituzaingó. En la lista de pasajeros se encuentra el titular del
gremio de los porteros Víctor Santa María, pero aún no
confirmó su reserva luego de romper con el bloque del FpV en la
Legislatura porteña. ¿El ex gobernador de Buenos Aires Daniel
Scioli? Él quiere, pero el kirchnerismo siempre lo mira con
desconfianza. En cualquier caso, podría utilizar la butaca que
algún desprevenido reservó para Milagro Sala.
El mismo desprevenido podría llegar a afirmar
que son pocos, pero conviene no exagerar, pues es cierto lo
que afirman en el entorno de la ex mandataria: si el año próximo Kirchner
mide bien en las encuestas, muchos volverán a abrazar el creo kirchnerista con
la misma intensidad con que hoy la gambetean. Es lo que explica, por
ejemplo, que algunos intendentes del segundo y tercer cordón del conurbano
que el año pasado recibieron el apoyo de la Rosada y hoy respiran aires
renovadores eludan pronunciarse contra ella.
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