El calor intenso y la radiación solar son factores que pocos toman en serio, pero generan un gran peligro para la salud. Los ojos, la piel y el organismo sufren las consecuencias de la temperatura y los rayos ultra violetas.
No es lo mismo estar expuesto al sol durante las vacaciones de verano que trabajar bajo los rayos y las altas temperaturas que ponen en riesgo la salud de los trabajadores. Porque aunque la radiación solar tiene efectos beneficiosos sobre el organismo, como la producción de vitamina D, el exceso de radiación tiene a la vez efectos perjudiciales que afectan a la piel, los ojos y el organismo.
El problema son los rayos ultravioletas y las personas que trabajan al aire libre, como es el caso de un gran número de compañeros telefónicos, pueden recibir más radiación de la que su salud es capaz de soportar.
El exceso de radiación ultravioleta ocasiona efectos agudos en la piel, como ampollas y quemaduras e incluso enrojecimiento de la piel. Pero también efectos crónicos, como el envejecimiento prematuro de la piel y el incremento de la probabilidad de que se desarrolle cáncer de piel que puede darse en varios tipos.
La medida de protección más eficaz es la utilización de crema con filtro solar con factor de protección superior a quince. Además se recomienda no exponer la piel al sol, utilizando ropa de trabajo traspirable y no apretada en lo posible pantalón largo y camisas de manga larga, gorra o sombrero.
El sol también puede provocar afecciones a la vista, entre las que se encuentran la conjuntivitis y en dosis muy elevadas pueden producirse incluso cataratas, por lo que se recomienda la utilización de lentes oscuros de calidad.
De la misma manera, la exposición constante a las temperaturas de verano puede provocar una sensación de aturdimiento o fatiga física con síntomas como cefaleas, mareos, vómitos e incluso deshidratación por la pérdida de agua y sales minerales debido a la sudoración.
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