En
27 de abril de 1979 se produjo la primera huelga general contra la última
dictadura. La organización de la protesta estuvo a cargo
del grupo de “los 25” ,
una de las dos fracciones en que se dividía el sindicalismo argentino. Entre
sus principales actores se encontraba el dirigente sindical cervecero, Saúl
Ubaldini. El gobierno de facto impulsó un duro ataque contra el movimiento
obrero. La abrupta caída del salario real
pudo implementarse gracias a la intervención de la CGT, la disolución de las 62
Organizaciones, el encarcelamiento de los principales dirigentes, y la
persecución, asesinato y desaparición de miles delegados y activistas.
En
ese contexto la resistencia fue inmediata, pero inconexa, y sin una conducción
unificada. Desde 1978 existían dos agrupamientos con enfoques distintos sobre
cómo encarar la lucha contra la dictadura. Por un lado estaba la CNT, que
manifestaba algunas críticas, pero ante todo buscaba tener un canal de diálogo
formal y permanente con el gobierno. Los 25, en cambio, impulsaban un
enfrentamiento más frontal. A fines de ese año, en una cena de dirigentes
peronistas, Ubaldini leyó un duro comunicado contra la dictadura. En el
documento se reclamaba la libertad de los presos políticos y gremiales y se
planteaba que la independencia económica no se consigue bajando los salarios a
niveles infrahumanos para lograr que los monopolios se instalen y produzcan a
bajas costos para el mercado externo. La intervención de la CGT citó a Saúl
Ubaldini para apercibirlo severamente.
Estaba
todo dado para una medida de envergadura. El 21 de abril de 1979 los 25
decidieron convocar a una jornada de protesta entre las 0 y las 24 horas del
día 27. El gobierno reaccionó rápidamente e intimó a los dirigentes a
comparecer a la Dirección Nacional de Relaciones Laborales para responder un
cuestionario. Les preguntaban si integraban el grupo de los 25 y si estaban al
tanto del paro y de la violación de disposiciones vigentes que esa medida
significaba. Se les requirió también la opinión sobre la huelga y qué actitud
tomarían frente a la misma. Ninguno de los interrogados respondió.
El
gobierno arrestó de inmediato a todos los sindicalistas.
Algunos fueron interceptados cuando se retiraban, otros en un bar cercano y los
últimos en operativos ulteriores. Se los llevó al Departamento de Policía y
posteriormente fueron alojados en la cárcel de Caseros. Además del dirigente
cervecero quedaron detenidos Roberto García (taxista), Carlos Cabrera
(mineros), Gerónimo Izzeta (municipales), Fernando Donaires (papeleros), Raúl
Crespo (SUPE), Roberto Digón (tabaco) Rodolfo Soberano (molineros), Raúl
Ravitti (ferroviario), José Rodríguez (Smata), Enrique Micó (vestido), Jorge
Luján (vidrio), Demetrio Lorenzo (alimentación), Natividad Serpa (Obras
Sanitarias), Delmidio Moret (Luz y Fuerza), Víctor Marchese (calzado), Alberto
Campos (UOM) y Benjamín Caetani (aceiteros). El día 24 un comité de huelga
clandestino ratificó la huelga.
Al
reclamo general le sumaron la libertad de los detenidos. Ante los hábeas corpus
presentados, el gobierno respondió que los sindicalistas habían infringido la
ley 21.400 que prohibía las huelgas. Con todo, tres días después la medida fue
llevada a cabo. Los reclamos fueron varios. Se
convocaba a los trabajadores a realizar una protesta en todo el territorio
nacional en demanda de la restitución del poder adquisitivo del salario, la
plena vigencia de la ley 14.250 de Convenciones Colectivas de Trabajo, en
oposición a la reforma de la ley de Asociaciones Profesionales y de Obras
Sociales y en favor de la normalización sindical. El acatamiento no fue
total pero tuvo importantes repercusiones. Afectó principalmente al cinturón
industrial del Gran Buenos Aires, a las ciudades más importantes del interior
del país y a fábricas como Celulosa Argentina, Chrysler, Santa Rosa, Mercedes
Benz, Aguila Saint, Peugeot, Citroën, y La Cantábrica. Las líneas Roca, Mitre y
Sarmiento quedaron completamente paralizadas.El gobierno acusó el golpe. La dictadura duró algunos años más pero ya
mostraba fisuras en su aparente poder omnímodo. Varios días después, y
luego de intensos reclamos en el país y en el exterior, los dirigentes fueron
liberados. Una vez en la calle, Ubaldini proseguiría su carrera de resistencia
que lo llevaría a secretario general de la CGT.
Fuente: AgenciaPacoUrondo
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