Espacio en el que se halla depositado el preciado bien del saber y que, por ello mismo, encierra una prolija simbología en la que asoman conceptos como la concepción del mundo, el aliento creativo del universo o la infinitud […]. Se cuenta que tras la caída del imperio de Alejandro, Ptolomeo I fundó su poderoso reino en el valle del Nilo y se afanó en lograr para la nueva capital, Alejandría, la hegemonía política, económica y cultural. Él y sobre todo su hijo Ptolomeo II, se rodearon de una corte de sabios griegos y les ofrecieron una desahogada posición como miembros de una academia radicada en el nuevo templo de las Musas, el Museion (que debe su nombre a la célebre escuela peripatética de Atenas fundada por Aristóteles). El Museion estaba dedicado a la enseñanza y a la investigación y la gran biblioteca formada allí a lo largo del siglo III A. de C. era sumamente completa y comprendía también traducciones de las literaturas egipcia y babilonia. Esta biblioteca contenía la mayor de las dos colecciones que comprendía la biblioteca de Alejandría, la más vasta y esplendorosa del mundo antiguo; la segunda, más reducida, se hallaba adscrita al templo de la divinidad oficial Serapis y se llamaba Serapeion. La finalidad principal de la biblioteca de Alejandría era la recopilación total de la literatura griega en las mejoras copias posibles […]. No se conoce con seguridad el tamaño de la biblioteca de Alejandría, pero se cree que la colección principal alcanzó los 700 000 rollos, y la menor, los 45 000 (Albert de Paco, 2003: 193-195).
Albert de Paco, José María (2003). Diccionario de símbolos. Barcelona
España: Editorial Óptima
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