La crisis tomó por sorpresa al equipo de Alberto
Fernández, que se presumía había tomado distancia de las internas del
sindicalismo.
La toma por la fuerza de la Unión Tranviarios
Automotor (UTA) desnudó ayer una
interna sindical de años que se proyecta sobre la CGT y hasta el Gabinete de
Alberto Fernández. Y pone en primer plano las diferencias insalvables entre el
sindicalismo tradicional de la central obrera y los aliados de HugoMoyano, a quienes sin embargo los
une, por ahora, el apoyo al nuevo Gobierno.La disputa se basa en el control de la UTA y se resume en dos pesos
pesados: Roberto Fernández, el actual secretario general y un orgánico de la CGT , y el opositor Miguel Ángel Bustinduy, exsecretario de
Organización del gremio y referente de la poderosa empresa DOTA, con más de un centenar de líneas de colectivos en la Capital Federal y
el Gran Buenos Aires. Bustinduy, además, cuenta con el apoyo de Moyano.
Se trata de un llamado de
atención para Alberto Fernández ante el alegado propósito del mandatario de
poner en marcha un Consejo Económico y Social y un acuerdo de precios y
salarios que demandarán del aval en bloque del sindicalismo, además de las cámaras
empresarias. Hasta anoche el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, tenía
resuelto no intervenir de manera directa para evitar enfrascarse en una disputa
que considera intrasindical.
La crisis tomó al Ejecutivo
por sorpresa y en buena medida encuentra su explicación en la limitada
respuesta del Presidente a las demandas sindicales por espacios en el Gabinete.
Como relevó este diario, con excepción de Nicolás Trotta, ministro de Educación
alineado con Víctor Santa María (jefe del gremio de encargados de edificios),
ningún titular de las carteras nacionales le debe su cargo a la CGT.
Tampoco las segundas líneas fueron integradas con dirigentes
o técnicos propuestos por los gremios.
La única concesión de valor
estratégico determinante que hizo Alberto Fernández a la central fue la Superintendencia
de Servicios de Salud, el organismo encargado de la distribución de recursos y
el control de las obras sociales sindicales. Allí nombró como superintendente
al médico David Aruachan, surgido del consenso de la mesa chica de la CGT , tal como había adelantado
este diario.Por lo demás se debe bucear en los escalafones intermedios de los
ministerios para encontrar funcionarios con pertenencia sindical: en Trabajo,
por caso, fueron nombrados como asesor de Moroni el abogado Alberto Tomassone,
proveniente de Comercio, y como directora de Asociaciones Sindicales Mónica
Risotto (del gremio de taxistas).
Mientras que en Transporte se
produjeron nombramientos de relieve y también los más irritantes para un sector
del sindicalismo. Allí Moyano había reclamado que Mario Meoni pusiera como
secretario a Guillermo López del Punta, un abogado que había ocupado el mismo
cargo en la gestión de Eduardo Duhalde. Meoni no sólo desoyó ese pedido, que el
camionero le había hecho en persona a Alberto Fernández durante un almuerzo
días atrás, sino que nombró como su jefe de Gabinete al abogado Abel “Chavo” De
Manuele, histórico asesor de la
UTA.
Con pocos días de diferencia
Moyano hizo saber su malestar en declaraciones públicas; su hijo mayor, Pablo,
avisó que el gremio de Camioneros no se allanará al eventual pedido de la
conducción de la CGT
de posponer paritarias a cambio de un aumento por decreto, en el marco del
acuerdo de precios y salarios, y terminó de estallar la crisis en la UTA a partir de un reclamo no
del todo claro respecto de los pagos de haberes de DOTA. Los trabajadores de
esa empresa, referenciados en Bustinduy, optaron por realizar una marcha hacia la UTA en lugar de focalizar su
protesta en la sede de la empresa.
En la CGT y en la UTA atribuían la manifestación
a una acción coordinada entre la compañía de la familia Faijá y el propio
Bustinduy para presionar al nuevo Gobierno por la restitución de subsidios. En
ese sentido, Roberto Fernández se
hizo fuerte en el gremio en los últimos años a instancias de la constante
negociación con los gobiernos, tanto de Néstor y Cristina de Kirchner como de
Mauricio Macri, de los multimillonarios subsidios destinados al transporte
público de pasajeros. El jefe del sindicato pasó en un abrir y cerrar de ojos
de un apoyo lineal a Macri y reuniones constantes con el exministro de
Transporte, Guillermo Dietrich, a abrazarse a la gestión de Alberto Fernández
apenas anunciado el resultado electoral.
Fuente: lanacion.com
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