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En el día de la fecha nuestro Delegado Normalizador, Cro. Marcelo Iribarren, participo en representación del SOEESIT Salta de la Asamblea General Ordinaria del Fondo Compensador Telefónico que se llevo a cabo en forma virtual bajo la reglamentación emanada por el MTEySS bajo Resolución 12020 que da legalidad a este formato asambleario.
De la misma participaron 22 organizaciones gremiales necesarias que dieron el quórum necesario.
La Asamblea se dio aprobación por amplia mayoría a lo actuado por el Consejo de Administración para los periodos 2019 - 2020. Como así también fue de aprobación la votación sobre los Balances 2019 - 2020.-
Iribarren nos comentaba, "Fue una experiencia interesante. Vuelve a relacionar a nuestro Sindicato con el quehacer diario del Fondo Compensador. He tomado el compromiso de trabajar en esa dirección para acercar los servicios que brinda el fondo a los beneficiarios que representamos. En tal sentido estoy trabajando para organizar una próxima reunión virtual informativa con un miembro del Consejo para que las compañeras y compañeros puedan saber con profundidad sobre su funcionamiento y evacuar las dudas que tengan".
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El objetivo de la misma fue brindar un pormenorizado informe del acuerdo paritario del primer semestre 21/22. El mismo estuvo a cargo del Sec. General de la FOEESITRA Cro. Daniel Rodriguez.
Tras escuchar las opiniones de distintos Sindicatos,
se presento Moción Concreta para votar o rechazar el acuerdo siendo el
resultado de VOTACIÓN UNÁNIME DEL MISMO EN FORMA FAVORABLE.
Más allá de la pauta salarial alcanzada es importante
destacar que esta rápida resolución del acuerdo permite abrir una ventana de
tiempo importante para el tratamiento de cuestiones tales como Acta de
Teletrabajo, Recategorizaciones, Obra Social, etc.
"LAS COSAS HAN EMPEORADO". El diagnóstico que marca Cecilia Nicolini en su carta y la presión por el COMPONENTE 2 DE LA VACUNA SPUTNIK V
En tono de reclamo, la asesora presidencial le planteó al Fondo Ruso de Inversión la necesidad "urgente" de la Argentina de recibir las unidades acordadas; "Ni siquiera pudimos tener el mínimo", cuestionó apenas días atrás en una misiva a la que tuvo acceso LA NACION
"Como mencioné hoy, nuevamente nos encontramos en una situación muy crítica. Esperábamos que las cosas fueran más sencillas, pero han empeorado". Ese fue el diagnóstico con el que Cecilia Nicolini, asesora clave de Alberto Fernández en materia de vacunas contra el Covid-19, abrió hace apenas dos semanas la carta que le envió a Anatoly Braverman, la mano derecha de Kirill Dmitriev, el CEO del Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF, por sus siglas en inglés), institución que financia el desarrollo del fármaco Sputnik V.
La misiva, a la que tuvo acceso LA NACION, plantea la "urgente" necesidad que tiene la Argentina por recibir el componente 2 de la vacuna rusa, indispensable para completar los esquemas de inoculación en aquellas personas que recibieron la primera dosis hace más de 90 días. En tono de reclamo, exige el cumplimiento del contrato firmado para la adquisición del inmunizante producido por el Instituto Gamaleya, al que acusa de no haber entregado ni siquiera el mínimo de las unidades pautadas.
"Todavía estamos esperando una cantidad mínima del componente 2 para completar los tratamientos para las personas con más de 90 días de intervalo mínimo. Fuimos muy proactivos para encontrar una solución a las dificultades que tenían con esto, pero ni siquiera pudimos tener el mínimo", se queja Nicolini en la carta dirigida al RDIF, y exige: "Necesitamos urgentemente al menos 1 millón para vacunar a las personas mayores este fin de semana. Compartimos con usted este requerimiento varias veces".
La asesora presidencial también reclama el faltante de dosis del componente 1, y advierte que el contrato corre el riesgo de ser cancelado públicamente.
El 1 de septiembre comenzarán a correr los tiempos para la realización
de comicios en más de mil gremios con sus jefaturas vencidas.
El Gobierno
resolvió no prorrogar la extensión de mandatos sindicales que rige desde que
arrancó la pandemia y que vencerá en agosto. De ese modo se calcula que no
menos de un millar de organizaciones gremiales, incluida la propia CGT, deberán
ir a elecciones en los próximos meses para renovar sus conducciones. Como
anticipó este diario en exclusiva, en el caso de la central obrera se mantiene
el 20 de octubre como fecha tentativa para llevar a cabo un congreso para la
designación de autoridades ejecutivas de un nuevo Consejo Directivo.
El año
pasado, poco después de declarada a nivel internacional la pandemia y junto con
las primeras normas de restricción de la circulación firmadas por la
administración de Alberto Fernández el Ministerio de Trabajo dispuso la
suspensión de los actos electorales así como asambleas y otros episodios de la
vida interna de las organizaciones sindicales que requiriesen la presencia de
sus afiliados para evitar aglomeraciones y al mismo tiempo prorrogó los
mandatos. En febrero pasado la resolución 133/21 de la cartera laboral extendió
los alcances de la norma hasta el 31 de agosto.
En el
Ministerio que encabeza Claudio Moroni revelaron que se decidió no dar una
nueva extensión de la medida, con lo que desde el primer día de septiembre
volverán a correr los tiempos de vencimiento de los cargos electivos en los
gremios y, por lo tanto, los plazos para la realización de elecciones. Cerca
del ministro explicaron que la norma general hará obligatoria la concreción de
los comicios en los casos de conducciones con sus mandatos vencidos pero
aclararon que ese criterio regirá plenamente sólo si en la jurisdicción donde
debería realizarse el acto de votación o una asamblea habilita ese tipo de
encuentros presenciales.
En los
distritos donde estuviesen en vigencia restricciones de circulación o de
reuniones la realización de elecciones dependerá de una autorización puntual de
la autoridad local o bien el gremio tendrá que solicitarle dejar por escrito la
imposibilidad para presentarla ante el Ministerio de Trabajo. Así se buscará evitar
confrontaciones en sindicatos donde hubiese oposición con aspiraciones de
disputarle al oficialismo en elecciones.
El mapa
sindical argentino está compuesto por unas 2400 organizaciones. La mitad de
ellas con personería gremial, es decir el reconocimiento pleno que establece la
ley 23.551 de Asociaciones Sindicales, y el resto con la denominada “simple
inscripción” un estatus administrativo de menor jerarquía pero que la
Constitución les garantiza a todas las agrupaciones de trabajadores constituidas
con ánimo de representar a un colectivo puntual. Con casi un año de pandemia y
restricciones se calcula que no menos de la mitad de los dirigentes de esas
entidades tienen sus mandatos vencidos y a los cuales les comenzarán a correr
los tiempos administrativos para renovarlos desde el 1 de septiembre.
Esa fecha
será la campana de largada para los procesos electorales que podrán extenderse
como máximo hasta el 22 de mayo de 2022, día en que los laboralistas calculan
que se habrá cumplido el último plazo para la asunción de nuevas autoridades en
cualquier gremio con mandatos vencidos. Entre las organizaciones sindicales más reconocidas
están con sus jefaturas prorrogadas la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Sanidad,
Alimentación, La Fraternidad, Unión Ferroviaria, personal de peajes (Sutpa),
encargados de edificios (Suterh), Petroleros y Textiles (AOT). También están
pendientes las elecciones en organizaciones de segundo nivel como la
Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT).
La resolución del Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) fue publicada
este miércoles en el Boletín Oficial
El Ente Nacional de
Comunicaciones (ENACOM), a través de la Resolución 862/2021 publicada este
miércoles en el Boletín Oficial, estableció que “las licenciatarias de
Servicios de Telefonía Fija (STF), podrán aplicar un aumento, retroactivo al 1°
de julio de 2021 y de hasta un 5%, en el valor de los precios minoristas de
cualquiera de sus planes en las modalidades pospagas y mixtas”
Además el organismo
gubernamental estableció en $25, con impuestos incluidos, el valor máximo del
precio de recarga de 50 MB de datos móviles por día; en $0,38, con impuestos
incluidos, el valor máximo del precio del segundo de voz; y en $5 con impuestos
incluidos, el valor máximo del precio del SMS, para servicios móviles en la
modalidad “prepaga pura”. Dichos incrementos podrán ser aplicados por las
empresas tras la publicación de la presente resolución. No obstante, el ENACOM
definirá los próximos valores máximos de los precios minoristas de los
servicios en la modalidad “prepaga pura”.
En el Artículo 3 se
determinó que los licenciatarios de servicios de acceso a internet (SVA-I), de
servicios de telefonía fija, de radiodifusión por suscripción mediante vínculo
físico y radioeléctrico y de servicios de comunicación audiovisual de
radiodifusión por suscripción mediante vínculo satelital, también podrán
incrementar el valor de todos sus precios minoristas hasta un 5% retroactivo al
1° de julio de 2021.
El año pasado, en medio
de la estricta cuarentena, el Gobierno congeló el precio de los servicios de
telecomunicaciones y prohibió hasta fin de 2020 el corte de los mismos por
falta de pago. Ya en 2021, permitió un aumento general del 5% para enero, y
otro de hasta el 7% en febrero para aquellas empresas que posean menos de cien
mil accesos totales. A fines de dicho mes, el ENACOM permitió a las compañías
de telefonía celular aumentar un 7,5% y un 2,5% en febrero y marzo; y a las de
TV por cable, internet y telefonía fija, entre el 5% y el 7,5% a partir de
marzo. Puso como condición que las empresas del mercado devuelvan aumentos que se
hubieran realizado de manera indebida en los dos primeros meses de 2021.
https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/246868/20210714
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Ya lo relatado, en otras
ocasiones, Perón –quien nunca dejó de imaginar que iba a volver a la Casa
Rosada—llegó a decirle a Benito Llambí que no quería hablar más con Cámpora.
Las razones eran varias y, en especial, el caos en que Cámpora había sumergido
al país con su “primavera camporista”, que no era
otra cosa que el asalto del “entrismo montonero” en los estamentos del Estado. Desde que llegó definitivamente a la Argentina,
Perón se vio envuelto en el caos en que habían convertido a su Patria y, desde
el primer minuto inició su ofensiva final para terminar con el estado de cosas.
El 20 de junio de 1973,
cuando aterrizó en la Base Aérea de Morón, el viejo líder palpó la situación.
En ese momento, el entonces comodoro Jesús Orlando Capellini hacía escasos
meses que se desempeñaba como comandante de la VII Brigada con asiento en
Morón. En esas horas escuchó, de uno de los choferes de los tantos funcionarios
que estaban en la base, que Perón bajaría en Morón. Según me contó en 2010,
sorprendido, tomó un helicóptero para recorrer la zona del acto y al sobrevolar
la marea humana, cercana al Puente 12, observó que abajo reinaba el caos. Perón
y unos muy pocos más entraron en el despacho del jefe de la base y Capellini
entraba sólo para atender los llamados urgentes que recibía. El embajador
Benito Llambí recordó que “ingresamos a una sala en la que de inmediato se le
expuso a Perón el problema de Ezeiza. Sin disimular para nada su fastidio, hizo
responsable de toda la situación al ministro del Interior Esteban Righi, a
quien retó en términos durísimos delante de todo el mundo”. La visión del
embajador Llambí es coincidente con la de un alto jefe del Ejército (Llamil
Reston, llegó a general de división) que en esos días estaba cerca del teniente
general Raúl Carcagno y escuchó su relato: “Vicente Solano Lima nos llamó a los
tres comandantes para pedir asesoramiento de qué hacer frente a lo que sucedía
en Ezeiza. Todos coincidimos que Perón y su comitiva debían descender en Morón.
Cuando bajó del avión, tras los cortos saludos protocolares, Perón se reunió con
los tres comandantes y nos pidió un cuadro de situación. La reunión se realizó
en una oficina que tenía un amplio ventanal y en un momento Perón, observando a
Righi detrás de los cristales me dijo: ‘Sólo
Cámpora pudo nombrar a este pelotudo de Ministro del Interior’”. Carcagno
tampoco la sacó gratis, porque con una gran muestra de malestar, comentó con
sorna: “Haría falta Lanusse.” A Perón e Isabel los subieron a un helicóptero
UH-1H para trasladarlos a la residencia presidencial de Olivos. A Perón se lo
vio cansado y preocupado.
El jueves 21 de junio de
En términos similares recordó
ese momento, en su libro El último Perón, el entonces Ministro de Educación,
Jorge A. Taiana, cuando Perón, ostensiblemente nervioso y de mal humor,
arremetió contra Cámpora. También contó que Perón realizó una muy ácida alusión
a la inoperancia gubernamental, incluida la de los hijos y amigos del
presidente Cámpora, mientras, de pie, contra la pared, el edecán militar Carlos
Corral escuchaba atentamente.
Esa noche del 21, Perón habló
por televisión, flanqueado por el presidente Cámpora y el vice Vicente Solano
Lima. Atrás, parados, José López Rega y Raúl Lastiri, completaban la escena. En
la ocasión, envió un claro y enérgico mensaje a todas las “organizaciones
armadas”, en especial a Montoneros:
“Nosotros somos justicialistas, no hay
rótulos que califiquen a nuestra doctrina y a nuestra ideología”. “Ninguna
simulación o encubrimiento por ingeniosos que sean podrán engañar. Por eso
deseo advertir a los que tratan de infiltrarse que, por ese camino, van mal… a
los enemigos embozados, encubiertos o disimulados les aconsejo que cesen en sus
intentos, porque cuando los pueblos agotan su paciencia suelen hacer tronar el
escarmiento.”
El domingo 24 de junio de
1973, inexplicablemente, Cámpora y sus acólitos expresaron en reiteradas
ocasiones que una vez establecido el gobierno constitucional, las
organizaciones armadas perderían la razón de su existencia y dejarían de
operar. Lo afirmaban, mientras los cuadros principales de todas las
organizaciones terroristas sostenían lo contrario. Para el gobierno de Héctor
Cámpora, sin violencia de arriba no habría violencia de abajo y se viviría en
un clima de paz. ¿Paz? Regía un gobierno constitucional pero seguían actuando
las organizaciones armadas. Ese domingo 24 de junio, “La Opinión” informaba que
no habían novedades de los paraderos de cuatro empresarios secuestrados: John
Thomson, presidente de Firestone Argentina por quien pedían 1.500 millones de
pesos y se pagó 1.000.000 de dólares; Charles A. Lockwood, un empresario
británico que llevaba más de tres semanas de desaparecido (se abonaron
2.300.000 dólares al PRT-ERP por su liberación); Kart Gerbhart, un alemán,
gerente general de Silvana S.A. y en Córdoba había sido secuestrado por grupos
armados en plena calle Manuel Ciriaco Barrado, un empresario de una fábrica de
papel. Todo esto mientras el gobierno preparaba una ley de inversiones
extranjeras.
En esas horas, la historia
comenzaba a trazarse en otro lado, durante el encuentro que mantuvo Perón con
el líder del radicalismo, Ricardo Balbín, en el ámbito del Congreso de la
Nación. La cumbre se iba a realizar en la casa de Balbín en La Plata, como
devolución a la visita que el jefe radical hizo a la casa de Gaspar Campos el
19 de noviembre de 1972, pero por razones de seguridad se concretó en las
oficinas de Antonio Tróccoli, jefe del bloque de diputados de la Unión Cívica
Radical. “Mi casa en Buenos Aires es el bloque legislativo”, había opinado
Balbín. Oficiaron de mediadores el propio Tróccoli y el presidente de la Cámara
Baja, Raúl Lastiri.
Al día siguiente, la embajada
de los Estados Unidos de Norteamérica informó a la Secretaría de Estado que se
habían reunido en “privado” y que se discutieron “medios y formas de
cooperación”. Lodge comentó en el punto 4º del cable reservado Nº 4459: “Además
de problemas tales como el control del terrorismo y las divisiones dentro del
Movimiento, uno de los temas que más está presionando a Perón, es el de
mantener la cooperación de otros partidos políticos especialmente la UCR. El
hecho de que Perón haya visitado a Balbín poco después de su regreso, muestra a
las claras que Perón tiene la intención de moverse rápidamente, en lo que hace
a controlar este problema”. Mientras, Tróccoli me dejó constancia escrita: ”Yo
estuve con los dos y yo lo escuché decir a Perón: Los dos hagamos de
copresidentes. Los dos apuntalando un gobierno para poner en orden al país.”
Ricardo Balbín quedó sorprendido por la forma de hablar de Perón sobre el
gobierno de Cámpora. La feroz censura se abatió sobre el propio Cámpora y
algunos de sus ministros, en especial Esteban Righi y el canciller Juan Carlos
Puig. Perón fue directamente al grano: no estaba de acuerdo las ocupaciones a
las oficinas públicas y de los excesos que se cometían a diario, y le dijo que
se intimaría a los grupos armados para que se desarmen “y si no actuará la
Policía que para eso está”. Balbín nunca imaginó la profundidad y la vecindad
de la crisis. Perón le adelantó que se habrían de producir cambios en el
gobierno. “Claro, respondió Balbín, es de suponer que cuando se sancionen las
modificaciones a la ley de ministerios, todos ofrecerán sus renuncias y
entonces se producirán los cambios”. La respuesta de Perón no se hizo esperar:
“No, no podemos esperar tanto; tendrán que producirse ya mismo”.
El lunes 25 de junio de 1973,
Cámpora dirigió un mensaje al país, sosteniendo que el marco político de la
reconstrucción y liberación no admitía ni la anarquía ni la intolerancia y que
el gobierno ejercería su autoridad con plenitud. A su vez el ministro Righi
firmaba un comunicado recordando el “máximo cuidado por el cumplimiento de las
disposiciones que prohíben la tenencia de armas y explosivos”. Pocas horas
antes, en Campana, provincia de Buenos Aires, había caído muerto a escopetazos
el ex diputado nacional Alberto Armesto, un peronista ortodoxo, ex colaborador
del sindicalista Augusto Timoteo Vandor (asesinado por proto montoneros en
junio de 1969) y que se había opuesto a la candidatura a gobernador de Oscar
Bidegain (respaldado por Montoneros).
el martes 26 de junio de 1973
ocurrió lo inesperado: cerca de la 01.30 de la madrugada, Perón tuvo fuertes
dolores de pecho. Mucho más intensos y duraderos a los que ya había sufrido a
bordo del avión que lo trajo a la Argentina unos días antes. Llamado el doctor
Pedro Cossio a media mañana, observó que había padecido un infarto agudo de
miocardio. Hasta ese momento lo había atendido de urgencia el doctor Osvaldo
Carena. Cossio recetó reposo absoluto dentro de Gaspar Campos, pero el 28
registró “un episodio que, por sus características, se diagnostica y trata con
éxito como pleuropericarditis aguda, con agitación y fiebre”. A partir de ese
instante, Pedro Ramón Cossio es integrado al equipo de su padre, para atender a
Perón y, sin proponérselo, pasó a convertirse en un testigo privilegiado,
porque estuvo durante doce días de 10 de la mañana a las 22 sin separarse del
enfermo. Fue testigo de las vejaciones a Cámpora: en uno de esos días de junio
en los noticieros se observa cómo el presidente de la Nación entraba a Gaspar
Campos, mientras Cossio permanecía con Perón en la habitación del primer piso.
Héctor Cámpora permanecía un rato en la planta baja, sin ser recibido, y al
salir relataba al periodismo que había conversado con Perón y lo había encontrado
muy bien. “Allí intuí -razonó el médico- que Cámpora dejaría pronto su
investidura”.
“Pocos días después del 20 de
junio -relató años más tarde Benito Llambí en sus Memorias de medio siglo de
política y diplomacia- recibí un llamado de Raúl Lastiri (presidente de la
Cámara de Diputados), quien quería verme con cierta urgencia. Al día siguiente
me visitó, acompañado por (el Ministro de Economía, José Ber) Gelbard, tal como
habíamos combinado”. A continuación Llambí relató que Lastiri le dijo que venía
a concretar “un cometido solicitado por Perón”. Era inminente la caída de
Cámpora y había que organizar una transición que permitiera llamar a elecciones
presidenciales donde pudiera ser candidato el general Perón. El vicepresidente
de la Nación, Vicente Solano Lima, estaba de acuerdo y ofrecería su renuncia.
“De lo que se trataba era de asegurar un gobierno provisional que se limitara a
dos cosas: por un lado depurar los cuadros de la administración pública de
aquellos elementos adscriptos a la ‘Tendencia’, y por el otro, convocar de
inmediato a elecciones y garantizar su realización con absoluta limpieza”. El
plan general lo trató Gelbard al explicar que Lastiri asumiría como presidente
interino, previa maniobra para ausentar de su cargo a Alejandro Díaz Bialet,
presidente provisional del Senado y tercero en la línea sucesoria.
Seguidamente, Lastiri le comunicó que Perón había pensado en él para ocupar la
cartera de Interior. Llambí se sorprendió y le dijo que se sentiría más cómodo
en la Cancillería, porque estaba preparado para ser el jefe del Palacio San
Martín.
El coordinador de los
detalles del “golpe blanco” como queda claro fué José Ber Gelbard, el hombre
fuerte del gabinete, con quien el matrimonio Llambí había cultivado una
importante relación personal. Llambí cuenta en su libro que “en un momento
pidió un paréntesis para ordenar sus ideas”, sin decirlo, le hizo un homenaje a
su esposa porque consultó el ofrecimiento con ella:
Benito: Me han ofrecido
Interior.
Beatriz: ¿Exteriores?
Benito: No, no, Interior. Les
dije que yo no soy para reprimir y me contestaron diciendo que el General me
necesita porque allí debe ir un hombre de diálogo. Beatriz, notó la desazón de
su marido, y recordó un consejo de su padre: “Nunca hay que dejar pasar la
oportunidad”. Después se verá… Luego, Llambí volvió a la reunión, aceptó el
ofrecimiento y escuchó la estrategia que desarrolló Gelbard.
El miércoles 4 de julio de
1973, por la mañana, Cámpora presidió una reunión de gabinete, a la que se
sumaron Isabel Perón, Raúl Lastiri y el vicepresidente Vicente Solano Lima,
donde se trataron algunos temas personales del general Perón. Su enfermedad y
el reposo que debía guardar; la restitución de su grado militar y sus haberes
devengados. En la ocasión, tanto López Rega como su yerno Raúl Lastiri
ensayaron una crítica frente a la situación general del país. El mismo grupo,
sin la inclusión de los ministros del Interior y Relaciones Exteriores, fueron
citados a trasladarse a la residencia de Gaspar Campos por la tarde. Perón
recibió a los asistentes en el living, departió un rato, invitó con café, y
luego se retiró a la planta alta. Estaba todo planeado: Los asistentes pasaron
al amplio comedor e Isabel tomó la cabecera, dejando a Cámpora a la derecha y
López Rega a su izquierda. La otra punta de la mesa la ocupo Vicente Solano
Lima, con Gelbard y Ángel Federico Robledo a sus flancos. Luego tomó la palabra
López Rega para reiterarle a Cámpora las mismas críticas que había expresado a
la mañana a las que se sumó Isabel, llegando a amenazar a todos con llevárselo
a Perón de vuelta a Madrid. En ese momento, Cámpora rompió el silencio:
“Señora, todo lo que soy, la misma investidura de Presidente, se la debo al
General Perón. Por lo tanto usted lo sabe, el cargo está a disposición del
general Perón, como siempre lo estuvo”. Le tocó a Vicente Solano Lima dar el
golpe de gracia al reconocer que estando Perón en la Argentina y como respuesta
al anhelo de la gente él presentaba su renuncia indeclinable de vicepresidente.
Siete años más tarde reiteraría en un reportaje las mismas palabras que
pronunció: “Como lo ha señalado el señor Presidente de la Nación, el pueblo
argentino quiere ser gobernado por el general Juan Domingo Perón. Pero para que
ello sea posible presento en este mismo acto mi renuncia indeclinable de
vicepresidente”. Luego, el viejo dirigente conservador popular agregaría que
“los ministros sabían ya de qué se trataba porque para eso habían estado en la
reunión del 21 de junio”.
Terminada la sesión en el
comedor, Isabel, López Rega, Cámpora, Solano Lima y Taiana subieron al primer
piso donde Perón estaba sentado en una mecedora. El Presidente en ejercicio
volvió a reiterar su gesto de reconocimiento y generosidad y Perón, como
desentendido, dijo que “habría que pensarlo”. López Rega exclamo que no había
nada que pensar y que no había que demorar las cosas.
-“¿Y los militares?”,
preguntó Perón.
-“No hay ninguna
preocupación”.
-“Bien”.
Taiana cerró la escena
relatando en El último Perón que todos se confundieron en un abrazo; Perón se
emocionó y después “lo acostamos. Le tomamos el pulso, la presión y le
proporcionamos un medicamento en los minutos más importantes de los últimos
años. De allí, Perón a la Presidencia”. Las renuncias que salieron publicadas
en los diarios nueve días más tarde, en realidad, se produjeron en la reunión
de ese día.
La tradicional comida de las
Fuerzas Armadas, para conmemorar el 9 de Julio, no se realizó en el Edificio
Libertador sino en el Teatro San Martín de la avenida Corrientes. Hacía de
anfitrión la Armada, por lo tanto el discurso debía ofrecerlo el almirante
Alberto P. Vago en su calidad de presidente del Centro Naval. Habló Cámpora
–quien discurseó sobre la unión del pueblo con las Fuerzas Armadas- y se
produjo un cambio de último momento: el Ministro de Defensa, Ángel F. Robledo,
el 6 de julio, a las 16 horas, le comunicó al almirante Vago que debían
suprimirse los párrafos del 1 al 5. “No tengo inconveniente en suprimir el 1º y
abreviar el 4º, pero manteniendo el resto”, anoto Vago en una minuta. Después de
varias discusiones “decido no hablar y como consecuencia no concurrir a la
cena.” El polémico párrafo 5º expresaba: “Las Fuerzas Armadas confían en la
decidida acción del Gobierno Constitucional y de los legítimos poderes del
Estado, para anular la conjura antinacional que se proyecta y planifica en
otras latitudes, y es ejecutada por un minúsculo sector de argentinos,
poseedores de inmensos recursos de desconocido origen, que se mueven y
extienden su prédica con el uso de casi todos los medios de comunicación
masiva, envenenando las mentes del pueblo y sembrando la destrucción y la
muerte entre los que quieren vivir en paz, para construir y trabajar en
libertad.”
El martes 10 de julio de
Carcagno, dada la sinceridad
con la que habló Perón, se atrevió a relatarle “la irritación” que había
motivado Cámpora con algunas partes de su discurso en el Teatro San Martín,
porque resultaba “inútilmente recordatorio de hechos que sólo pueden superarse
con el silencio mutuo”. Perón estaba avisado de ésta situación por boca de
Jorge Osinde y José López Rega. Según dicho medio “le llevaron ‘el dato’ de que
el texto había sido escrito por Esteban Righi, el Dr. Mercante (subsecretario
del Interior), el hijo de Cámpora, Héctor Pedro; el Dr. Enrique Bacigalupo
(luego miembro del Tribunal Supremo de España) y otros miembros del ‘entourage’
presidencial”.
El miércoles 11 de julio de
La noticia de las renuncias
de Cámpora, Solano Lima y el gabinete de ministros, una vez ultimados todos los
detalles, debía ser conocida el sábado 14 de julio, día de la toma de la
Bastilla, fiesta nacional de Francia. Pero se adelantó en un día porque Clarín
publicó unas declaraciones del vicegobernador de la provincia de Buenos Aires,
Victorio Calabró en las que sostenía que “estando el General Perón en el país
nadie puede ser presidente de los argentinos más que él”. Luego de las palabras
del vicegobernador bonaerense, Cámpora y sus allegados estimaron que era
preferible adelantarse antes que ser empujados fuera de la Casa Rosada por la
“pandilla” (termino con el que se referían a los que rodeaban a Perón).
El viernes 13 de julio de