domingo, 31 de octubre de 2010

Libros de J. D. Perón y Evita






 

Libros de J. D. Perón y Evita


La hora de los pueblos, Conducción política, La Razón de mi vida, Historia del peronismo, Modelo Argentino, Porqué soy peronista, entre otros,,,


Libros PAYA




viernes, 29 de octubre de 2010

DELEGADOS ELECTOS EDIFICIO FLORES VOLTA:

DELEGADOS ELECTOS EDIFICIO FLORES VOLTA:

SALUDAMOS A LOS COMPAÑEROS ELECTOS DELEGADOS DEL PERSONAL DEL EDIFICIO FLORES VOLTA, POR EL SINDICATO SOEESIT BS AS; CROS. ZUCCARELLI SERGIO Y MIGUEL DE CORO, QUE JUNTO CON EL YA ELECTO CRO. ANTONIO BUDA, CONFORMAN LA COMISIÓN INTERNA COMPLETA DEL EDIFICIO; ESTO NOS MUESTRA UNA VEZ MAS QUIENES PONEN LA ESTRUCTURA OPERATIVA PARA TRABAJAR POR LA DEFENSA DE LOS TRABAJADORES, Y QUIENES NO DAN ELECCIONES DE DELEGADOS POR TEMOR A QUE COMPAÑEROS OPOSITORES GANEN ESAS ELECCIONES, TENIENDO EL 50% DE LOS EDIFICIOS CON MANDATOS VENCIDOS, ESTO DESCONOCIENDO EL DERECHO DE LOS TRABAJADORES POR TENER REPRESENTANTES GENUINOS DE LAS BASES, HOY EL SOEESIT BS AS CLARAMENTE SE PONE A LA CABEZA DE LAS LUCHA, COMO REZA EN SUS COMUNICADOS Y EN SUS ACCIONES COTIDIANAS; PRETENDIENDO REPRESENTAR CON TODAS SUS FUERZAS ESTAS DIGNAS CONSIGNAS.

 "POR LA ÚNICA Y VERDADERA UNIDAD; LA DE LOS TRABAJADORES TELEFÓNICOS"

 
 
UNIÓN _ TELEFÓNICA


jueves, 28 de octubre de 2010

Néstor Kirchner. Presidente argentino (1960-2010)

Miles de argentinos despiden a Néstor Kirchner y brindan apoyo a la Presidenta La mandataria está acompañada por sus hijos, visiblemente dolida; largas filas para llegar al lugar donde velan al líder justicialista; llantos y aplausos

Carta abierta por Néstor KIRCHNER [Por Alberto Fernández. Ex jefe de gabinete]

Carta abierta por Néstor Kirchner [1960-2010]

Cuando lo recuerdo, los momentos comunes me atoran. Las cenas compartidas en el Restaurante del Plata, el mismo en el que solíamos cruzarnos con Raúl Alfonsín. Las mañanas en su departamento de la calle Uruguay revisando cómo los diarios mostraban una realidad cambiante en las postrimerías de la Alianza. Las reuniones de trabajo en mis oficinas de la avenida Callao, la misma en donde escribimos con Cristina aquel discurso que pronunció cuando Carlos Menem renunció a protagonizar la segunda vuelta.

En mi vida personal, Néstor Kirchner ocupa un lugar de privilegio. Durante muchos años trabajamos juntos y desde entonces el cariño fue entre nosotros una suerte de común denominador. Tenía la obsesión de constituir un peronismo progresista cansado de ser el "ala revoltosa" de un partido casi conservador que hasta se había animado a ser parte de la "Internacional Liberal". Participamos del "Grupo Calafate", un intento por dar testimonio de otro peronismo que renegaba de los indultos y las amnistías y hasta de un plan de convertibilidad que había sumergido a nuestra economía en una increíble recesión.

Una mañana de agosto de 2000, desayunando frente a la Plaza Vicente López, me invitó a acompañarlo en la maravillosa aventura de alcanzar la Presidencia.

"Si me ayudás desde Buenos Aires, me largo", me dijo. Era tan grande la convicción que transmitía, que sólo pude decirle que sí. Nadie creía posible que pudiéramos coronar esa empresa.

Contra los pronósticos, se convirtió en Presidente. Con un apoyo inicial precario debido a un balotaje frustrado, fue construyendo su poder haciendo aquello que la gente esperaba que hiciera. Entonces promovió cambios en el máximo tribunal del país, sentó a los genocidas en el banquillo, sacó a la economía del default en el que estaba atrapada y hasta saldó íntegramente la deuda con el FMI.

La historia dirá que Néstor Kirchner fue ese presidente revulsivo que se animó a trastocar todas las lógicas de la democracia desde el instante de su recomposición. Fue esa osadía, determinada por convicciones muy férreas, la que lo impulsó a hacer lo que sonaba imposible para la cultura política de entonces.

Aprendí a su lado cómo debe administrarse racionalmente la cosa pública. Me enseñó que toda decisión es fácil de tomar cuando encuentra fundamentos sólidos basados en la convicción propia. Comprendí que es también parte de la mejor política intentar que lo imposible se vuelva viable y cuando alguna vez me pregunté si no estábamos jugando en exceso, me tranquilizó: "Para que queríamos gobernar si no era para cambiar esta realidad?".

Terminó protagonizando batallas que no llegué a entender y por eso mismo tomé distancia de esas decisiones. Cuando algunas diferencias habían asomado entre nosotros, me recriminó amargamente mis críticas. "Pero no me enseñaste que no debemos renunciar a nuestras convicciones?", le retruqué mientras su mirada me penetraba con resignación.

Cuando ayer, alguien me dijo del otro lado del teléfono que Néstor se había ido, u n enorme vacío acabó por atraparme.

Entendí entonces que un amigo se había marchado y que al dejarme me estaba transmitiendo una última enseñanza: si la muerte te alcanza cargando la mochila de tus convicciones, habrá tenido sentido tu vida.

Por Alberto Fernández. Ex jefe de gabinete

 

Fuente:

http://www.clarin.com/politica/gobierno/Carta-abierta-Nestor-Kirchner_0_361763881.html


 

NO VAMOS A PERMITIR EL ATROPELLO:[Al compañero BUDA le aplicaron 5 dias de suspensión]

NO VAMOS A PERMITIR EL ATROPELLO:

 

Buenos días compañeros, efectivamente, como dicen los últimos mails en este foro me aplicaron 5 días de suspensión, y cual fue la causa esgrimida ¿?, no vale la pena comentarla, en definitiva daba igual cual fuera la causa falsa que invocaran, aquí la realidad es simplemente mas discriminación, y mas persecución. El compañero pedro lanzani expreso parte de un plan de acción que el SOEESIT BS AS y la militancia llevara adelante, no solo por mi tema no compañeros, lo mío mas allá de que pueda existir un ensañamiento personal de algún ignorante, lo cierto es que aquí existe un plan sistemático de persecuciones, discriminación, aprietes y amedrentamiento practicado por TELEFONICA (Relaciones Laborales el cerebro – Inspección General el brazo ejecutor) desde hace años, hacia toda aquella militancia que no resigna derechos. Y reiteradamente lo denunciamos; pero ahora lo que si les digo, es que el vaso tiene una cierta capacidad de llenado, ya se revalso compañeros, porque también dije, NO ES GRATIS TANTO MANOSEO, ojo, los socios gremiales de estas políticas genocidas de los trabajadores, también se van a tener que bancar la embestida. Finalmente va a quedar más que claro quienes defienden a los trabajadores, y quienes les dan la espalda.

 

Compañero Carlos Artacho, no hace falta que te diga que coincido con vos, que en la defensa de nuestros Derechos no hay colores, no hay agrupaciones, no hay sindicatos ni federaciones, solo hay telefónicos llenos de gloriosa historia de lucha; y estaremos juntos como lo hemos estado para repeler cualquier agresión a los trabajadores, que nadie tenga la menor duda de ello.

 

"POR LA UNICA Y VERDADERA UNIDAD QUE NOS HARA LIBRES, QUE ES LA UNIDAD DE TODOS LOS TRABAJADORES TELEFONICOS"

 

Dr. Buda Antonio M.

Mesa de Agrupaciones en:

Unión _ telefónica

 

 

lunes, 25 de octubre de 2010

Mafia de los medicamentos citaron a un Proveedor de H.MOYANO

Medicamentos falsos: citaron a indagatoria a un proveedor del gremio de Hugo y Pablo Moyano
El juez federal Norberto Oyarbide convocó a declaración indagatoria a Marcos Hendler, dueño de la Droguería Urbana. Será el próximo 23 de noviembre, por la causa de remedios 'truchos'
El secretario general de la CGT, Hugo Moyano, sumó un nuevo dolor de cabeza en las últimas horas. Es que un hombre ligado al gremio de los Camioneros, Marcos Hendler, fue citado a declaración indagatoria para el próximo 23 de noviembre, según informó el Centro de Información Judicial.

Hendler fue citado en su calidad de titular de la Droguería Urbana, la única proveedora oficial del gremio de los Camioneros, actualmente a cargo de uno de los hijos del jefe de la CGT, Pablo Moyano.
El empresario está sospechado por Oyarbide en el marco de una megacausa que investiga a una red ilegal que se dedicaba a la comercialización de remedios adulterados a distintas obras sociales, entre ellas la de Camioneros.


El magistrado citó también a Oscar Guerrero, dueño de la Drogería del Plata, el próximo 2 de noviembre, por los mismos motivos por los cuales es sospechado Hendler. 
Aquí está la nota

La Agrup.18 de Marzo-Telefónicos en CTA, pone en conocimiento de todos!!

La Agrupación 18 de Marzo de Telefónicos en CTA, pone en conocimiento de todos los compañeros, la resolución final de las elecciones en la Central.

Desde ya agradecemos a quienes participaron en darnos la confianza para llevar adelante un proyecto de independencia y libertad sindical

Gracias compañeros

AGRUPACION GERMAN ABDALA -LISTA 1

                                                    Buenos Aires, 22 de octubre de 2010

Las resoluciones del Tribunal Arbitral ratifica la victoria de la Lista 1 Germán Abdala por 11.500 votos

En el día de hoy se notificaron las últimas resoluciones del Tribunal Arbitral de las elecciones nacionales de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) del pasado 23 de septiembre, de dicha información se consolida que la Lista 1 Germán Abdala mantiene una diferencia de votos favorables de 11.500, que ratifica el triunfo de Pablo Micheli.  
Según los dictaminado por el Tribunal no se modifica la tendencia favorable de votos de la Lista 1, permaneciendo vigente la resolución de la Junta Electoral Nacional del pasado 27 de septiembre que proclamo ganador a Pablo Micheli como Secretario General de la CTA Nacional.  
Ante lo actuado por el Tribunal, se desprende por un lado la transparencia y legitimidad de las elecciones donde 272.000 trabajadores/as participaron masivamente, y por otro lado quedaron descartado las supuestas acusaciones de fraude promovidas por la Lista 10.  
Entre los puntos más importantes a destacar de las resoluciones del Tribunal Arbitral se cuenta con: 
  • Sobre un total de 9 provincias impugnadas por la Lista 10, sólo se dio lugar a dicha presentación en 3 provincias con votos divididos en el Tribunal (3 a 2).   
  • Sobre las 7 provincias restantes, de un total de 1885 mesas impugnadas por la Lista 10 sólo el Tribunal dio lugar en 48 mesas.
  • El Tribunal resolvió dar lugar a las apelaciones de la lista 10 en las provincias de Tucumán y Mendoza. El voto fue por dictamen de mayoría compuesta por Beinuz Szmukler, Luis Ramírez y  Eduardo Tabani. Sin embargo, la minoría compuesta por el presidente del Tribunal Arbitral Ricardo Cornaglia, y Moisés Meik, votaron por la ratificación de la resolución de la Junta Electoral Nacional, es decir, por apoyar la validez de las elecciones en dichas jurisdicciones. 
  • En la provincia de San Juan, el mismo Tribunal dispuso hacer lugar a las impugnaciones de algunas mesas, aunque sin alterar el resultado final que da ganadora a la lista 1.
  • -En la provincia de Misiones, se encuentra todavía pendiente la resolución del Tribunal por un recurso de reconsideración presentado por la lista 1. 
  • En la Provincia de Santa Fe se dio lugar por unanimidad del Tribunal a la nulidad a seis mesas solicitadas por la lista 1. Esta impugnación tuvo origen en que los votantes de dichas mesas lo hacían a 30 segundo por voto. El ridículo de dicho dato llevo al Tribunal a declarar la nulidad del escrutinio en esas 6 mesas, que implican 7016 votos que pierde la Lista 10.  
En resumen, dado que las resoluciones del Tribunal Arbitral modifican los guarismos nacionales pero no modifica la ventaja de votos que mantiene la Lista 1 y asimismo también se mantiene vigente la proclamación de la Junta Electoral Nacional a favor de dicha Lista 1, en definitiva no quedan dudas que Pablo Micheli es el nuevo Secretario General de la CTA.
TOMADO DE


domingo, 24 de octubre de 2010

FAVALE : se entregó a la Justicia y reiteró que es inocente

"Me quieren dejar engarronado con un crimen que no cometí", escribió en su cuenta de Facebook. Despegó a los funcionarios del gobierno. Video. Cristian Favale, barrabrava del club Defensa y Justicia, está acusado del homicidio del militante de izquierda Mariano Ferreyra, y tiene un pedido de captura en su contra. Mientras su abogado anunció que se entregará este mediodía, el joven hizo su descargo, aseguró ser inocente, y desmintió tener relación con funcionarios del gobierno nacional. El abogado Sergio D'Amico afirmó que Favale "sostiene ser inocente" por lo cual se entregará este mediodía "ante la Policía Federal para ponerse a disposición de la justicia", informó la agencia DyN. El joven quedaría detenido "porque pesa sobre él la orden de detención de la jueza (Susana) López emanada el día viernes desde que se allanó su casa en Florencio Varela", según el letrado. Antes de entregarse, Favale aprovechó para defender su inocencia: "Soy totalmente inocente y me quieren dejar engarronado con un crimen que no cometí", escribió en su cuenta de Facebook, la misma donde aparecieron sus fotos con diveros funcionarios y periodistas afines al gobierno. "Como no pertenezco a la Unión Ferroviaria, es mas fácil encanar a un peregil que a un trabajador de la Unión Ferroviaria. Yo sé muy bien quien tiró y me voy a entregar hoy al mediodía", anunció el joven en su cuenta de Facebook. Consultado sobre las fotos con Amado Boudou y otros personajes oficialistas, Favale dijo en una entrevista al diario Clarín: "Yo estaba buscando un puesto de laburo e iba todos los miércoles a la peña ... Buscaba algo como chofer o cualquier cosa. Yo soy un busca de la vida". En el mismo tono, el acusado escribió en Facebook: "Con respecto a las fotos de Amado Boudou fue solamente de cholulo, yo no estoy ligado al gobierno, sino no estaría pidiendo un puesto de trabajo en la Unión Ferroviaria. Igualmente con las fotos de periodistas de Canal 7. No ensucien la carrera de los demás, que vienen haciendo las cosas correctamente". "Yo fui empleado tercerizado y luché con los conpañeros de Ecocred. Sé que Dios me estan acompañando. La verdad va a salir a la Luz. El peregil soy yo y Díaz, Pablo no tiene nada que ver", concluyó Favale, en referencia a Pablo Díaz, un dirigente de Unión Ferroviaria que también está acusado por el crimen. Algunos de los 356 amigos que Favale tiene en Facebook comenzaron a dejarle sus mensajes de apoyo: "Tenes las redes sociales para decir qué pasó, amigo", comentó uno. Otro reclamó: "Entregate y declará ya.. por favor..." Pasadas las 12:40, se entregó a la Justicia tras permanecer más de 24 horas prófugo. Fue llevado a la División Asuntos Internos de la Policía Federal, en avenida Rivadavia al 1700, para concretar su entrega a la justicia. D'Amico ratificó que Favale se va a proclamar "inocente" del crimen y destacó su "voluntad de declarar" en la causa. Favale dijo a la prensa, al arribar al edificio policial, "más vale que soy inocente" y fue ingresado rápidamente a las oficinas de Asuntos Internos. De este modo, ya son dos los detenidos a disposición de la jueza Susana Wilma López, quien anoche dispuso la detención del dirigente ferroviario Pablo Díaz en la localidad bonaerense de Adrogué.

sábado, 23 de octubre de 2010

CRISTIAN FAVALE (Foto): Prófugo acusado del asesinato de Mariano Ferreyra

El álbum del prófugo por el crimen: desde Boudou a Sandra Russo

Cristian Favale está acusado por la muerte Mariano Ferreyra.de Integra la barra brava de Defensa y Justicia. Sus fotos.

Sobre Cristian Favale pesa un pedido de captura nacional e internacional. Está acusado por la muerte del militante del Partido Obrero, Mariano Ferreyra, en las vías de Avellaneda.

Si bien durante las primeras horas la fiscal del caso no tenía testigos, se intentó ligar al ex presidente Eduardo Duhalde a los hechos y la causa no tenía carátula, luego del anuncio de Néstor Kirchner quien dijo que habría novedades del caso; aparecieron los primeros indicios.

Se realizaron dos allanamientos en busca de Favale, quien es casado y tiene una hija, pero no se pudo dar con su paradero. Sin embargo, trascendieron fotos en las que aparece nada menos que con el ministro de Economía Amado Boudou, con su par de Educación Alberto Sileoni y con la biógrafa de la Presidenta y panelista de 6,7,8; Sandra Russo.
 
 
23.10.2010 | 12:44

Criminales de Guerra (YANKEES)

Wikileaks: el 63% de los muertos en la guerra de Irak eran civiles 

 

Así lo revela el sitio web que publicó casi 400 mil documentos secretos sobre la guerra en Irak. De ellos sobresale la muerte de 109 mil personas y la negativa de las autoridades estadounidenses para investigar cientos de denuncias de abusos, torturas, violaciones y asesinatos.

Tal como lo había prometido, Wikileaks publicó 391.832 documentos secretos sobre la guerra de Irak, en desafío al Pentágono, que ha insistido en que esta clase de filtraciones pone en riesgo la vida de los soldados estadounidenses y de sus aliados.

Lo que podría considerarse como la mayor fuga de información secreta en la historia de Estados Unidos, comprende documentos que van desde principios de 2004 hasta el primero de enero de 2010.

Algunos de los datos que más sobresalen es que entre 2003 y 2009, la guerra en Irak provocó la muerte de 109.000 personas, el 63% de ellas, civiles.

Así mismo, la página de Wikileaks revela que las autoridades estadounidenses no investigaron cientos de informes que denunciaban abusos, torturas, violaciones y hasta asesinatos perpetrados por la Policía y el Ejército iraquí, aliados de las fuerzas internacionales que invadieron el país.

A diferencia del caso anterior en que WIKILEAKS divulgó unos 77.000 documentos sobre las guerras en Afganistán e Irak, esta vez el sitio publicó nombres. La fuerza de tareas informó al Comando Central de Estados Unidos cuáles son los nombres de iraquíes y otros que podrían causar riesgos de seguridad si se conocieran, dijeron funcionarios.

Aunque el Pentágono no ha confirmado la autenticidad de los documentos presentados por el sitio web, dispuso de más de un centenar de analistas de Estados Unidos para revisar el material. Claro esta que el gobierno estadounidense nunca ha desmentido los documentos filtrados por este sitio.

Wikileaks, el sitio de Internet dirigido por Julian Assange, describe tiroteos en retenes militares, contratistas que abren fuego contra iraquíes y abusos brutales contra prisioneros mediante agua hirviente, metales al rojo vivo, choques eléctricos y mangueras.

Un grupo que lleva el recuento de los muertos en la guerra señaló que los archivos documentan también 15.000 decesos que no se habían reportado.

Un detenido iraquí afirma que tuvo "los ojos vendados y fue golpeado con un cable por la policía iraquí dos noches consecutivas" cerca de Ramadi en 2008.

Otro cuenta su traslado a un cuartel general militar iraquí después de ser detenido en su domicilio el año pasado: "las manos atadas a la espalda, en posición forzada (...) y le golpearon las plantas de los pies con un objeto".

Los documentos se pueden consultar en la web de la organización http://warlogs.WIKILEAKS.org/. "Esto constituye el primer vistazo de verdad de la historia secreta de la guerra que el Gobierno norteamericano ha ocultado siempre", señala el sitio.

23/10/10 - 04:56

Publicado en

http://www.clarin.com/mundo/Guerra-Irak-WikiLeaks_0_358764398.html

viernes, 22 de octubre de 2010

Multitudinaria marcha a Plaza de Mayo en repudio por el crimen de Mariano Ferreyra

Sectores de izquierda y organizaciones sociales se hicieron presente, acompañados por políticos e intelectuales. Qué le pidieron a CFK

 

Una multitud de militantes de izquierda, centro izquierda, sindicales y de organizaciones sociales marchó hoy desde Corrientes y Callao hasta Plaza de Mayo en reclamo del esclarecimiento del asesinato de Mariano Ferreyra y al grito de "se va a acabar la burocracia sindical". Los dardos contra el titular de la Unión Ferroviaria, José Pedrazza, el gobierno y la "burocracia sindical" fueron constantes después del crimen del joven militante del Partido Obrero de 23 años, en un episodio donde también resultaron heridos Elsa Rodríguez (quien se encuentra grave en el hospital Argerich) y Nelson Aguirre (quien encabezó la marcha de hoy en silla de rueda, a raíz de las heridas sufridas en una pierna y en un glúteo).

Además, junto a los dirigentes del PO se pudo ver a una de las hijas de Rodríguez, en tanto que nadie de la familia de Pereyra estuvo en el recorrido. "Se va a acabar, se va a acabar la burocracia sindical", fue la consigna que más unificó a los manifestantes, así como la tradicional "sindicatos de los trabajadores, al que no le gusta, se jode, se jode".

 

Hubo columnas de un variado arco de partidos como el PO; MST; PTS, PC, PCR, Partido Socialista, Nuevo Encuentro, Proyecto Sur, Libres del Sur, que desplegaron sus banderas, y hasta de la Coalición Cívica que en realidad se formó detrás de un cartel del casi fenecido ARI. También, dijeron presente la CTA, ATE, el Sindicato de Subte (aún sin personería gremial), la Asociación Argentina de Actores, comisiones gremiales de distintas empresas como el cuerpo de delegados del ferrocarril Sarmiento, organizaciones sociales como el MTD -Aníbal Verón, la Corriente Clasista y Combativa, Barrios de Pie, las Asambleas del Pueblo, el Bloque Piquetero Nacional y el Polo Obrero (entre más de 200 organizaciones que participaron de a marcha).

Pasadas las 17.30, las columnas, encabezadas por un centenar de trabajadores ferroviarios "tercerizados" y cesanteados, quienes portaban un cartel que rezaba: "Trabajadores ferroviarios tercerizados. No más despidos. Todos a Planta Permanente", (la consigna que levantaron ayer mientras intentaban cortar las vías en la estación de Avellaneda, tras lo cual Pereyra fue asesinado).

Una columna del movimiento estudiantil, encabezada por la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) y la Federación Universitaria de La Plata (FULP) se unió a la formación en el cruce de Corrientes y Montevideo, mientras sus integrantes cantaban: "Olé, olé, olé, olá. Mirá, Cristina, qué popular, banca a Pedrazza que asesina por luchar". Hubo varios dirigentes políticos y legisladores, entre los manifestantes, como los diputados nacionales Fernando Solanas, Victoria Donda, Jorge Cardelli y Claudio Lozano (Proyecto Sur); los socialistas Mónica Fein, Oscar Cuccovillo y Roy Cortina; los cívicos Adrián Pérez, Elsa Quiroz, Fernanda Reyes y Héctor 'Toti' Flores; así como el ex diputado Mario Cafiero; el legislador porteño Marcelo Parrilli y su ex colega y actor Héctor Bidonde, así como el dirigente estatal Víctor De Gennaro.

Entre los dirigentes del PO se pudo ver a Néstor Pitrola (sentado en una silla de ruedas como consecuencia de un malestar lumbar), Marcelo Ramal y el histórico jefe partidario Jorge Altamira, quien se quejó, en el acto, de la negativa de la presidenta Cristina Fernández de recibir una delegación de las organizaciones para hablar del crimen de Pereyra. En el palco, improvisado sobre el remolque de un camión semi, que se instaló en delante de la Pirámide de Mayo, se colocaron los dirigentes y detrás de ellos otro cartel que pedía el esclarecimiento del asesinato de Mariano Pereyra.

Altamira fue el único orador, luego de que se leyera un documento alusivo, y lanzó una frase que quedó repicando en lo largo y ancho de la plaza: "Hoy no queremos una Casa Rosada fluorescente. Queremos verla de luto, porque ha muerto un joven argentino. No queremos un festival para turistas. Queremos una Casa de Rosada de luto porque hemos perdido un hijo nuestro, carajo". Luego, las columnas se dispersaron mientras por la avenida de Mayo, varios cantaban: "A vos te queda poco, Pedrazza botón. A vos te queda poco, Pedrazza botón. Sos un hijo de puta, sos peor que el patrón. Asesino de obreros, para vos paredón".

 

http://www.perfil.com/contenidos/2010/10/21/noticia_0027.html

 


 

La operación montada para incriminar a Duhalde...

A las 20.24 del miércoles, este portal publicó que el oficialismo buscaba salpicar a Duhalde mediante un “error”. El rol predictivo de las redes sociales y el papelón de Télam. Pocas horas después del asesinato del militante del Partido Obrero Mariano Ferreyra, el aparato mediático oficialista intentó, con un dato falso, salpicar al ex presidente Eduardo Duhalde. El operativo marchaba a la perfección hasta que Perfil.com publicó minutos antes de la 20.30 la intención oficial. A partir de entonces, las mismas redes sociales que permitieron descubrir la movida kirchnerista, reprodujeron una y otra vez la nota titulada: “La operación del Gobierno para salpicar a Duhalde”. La punta del ovillo. Alrededor de las 17 de ayer, el periodista ultraoficialista Dante López Foresi publicó en su portal que Duhalde había estado reunido pocas horas antes del crimen con José Pedraza, líder de la patota que mató al militante del Partido Obrero, Mariano Ferreyra. Pero Foresi se basaba en un artículo del diario El Cronista de un año atrás, un “error de apreciación” inducido por el sitio web del diario económico que no coloca la fecha original de sus notas. López Foresi, hermano de la periodista del mismo apellido, comenzó a agitar el tema no sólo en su sitio web (que recibió en lo que va del año 20.000 pesos de publicidad oficial), sino también en la red social Twitter. Varios tuiteros, incluso periodistas del diario en cuestión, le aclararon que la reunión de Duhalde-Pedraza había sido en 2009, e incluso circuló una copia escaneada de la versión papel de esa fecha. Pero Foresi insistió que desde El Cronista, propiedad de Francisco De Narváez, se quería proteger a Duhalde. El intercambio de datos a través de Twitter, con los protagonistas “desnudándose” en público, permitió observar cómo se gestaba la operación. Primero, fueron los blogueros y tuiteros K que se unificaron detrás del “error” de López Foresi. Pero todo se iba a agravar cuando entró en el juego de enchastre la agencia oficial de noticias. Silencio oficial. A esa altura, pasadas cuatro horas del crimen, ninguna voz oficial había hecho referencia al asesinato. Pero la agencia gubernamental Télam publicó que legisladores kirchneristas de la ciudad de Buenos Aires, entre los que se encontraba Juan Cabandié, Francisco Nenna, Gabriela Alegre y María José Lubertino, apuntaron al ex presidente con aquella información ya degradada. "Duhalde se reunió con José Pedraza ayer y hoy un grupo de matones cargó contra los trabajadores que participaban de una lucha gremial", citó el sitio de la agencia de noticias, reafirmando el “error” en el que insistía Foresi. A las 20.24, Perfil.com publicó que estaba en marcha la operación para salpicar a Duhalde, y previendo que la estrategia iniciada en un periodista ultraoficialista y tuitero k, y continuada por la estatal Télam, iba a desembocar en el fachoprogresista 6,7,8 de Canal 7, el programa televisivo que utiliza los métodos de Goebbels, al decir de Jorge Lanata, para intentar fijar algunas mentiras. Alrededor de las 21, Perfil.com incluso publicó la reacción del ex presidente cuando se enteró, en una entrevista con este sitio, de la operación que buscaba mancharlo. "Que salga en la agencia oficial habla de lo miserables que son desde el punto de vista espiritual", decía Duhalde. A los pocos minutos, en la red social Twitter se multiplicó la información surgida de este portal (ver pdf “Una operación fallida”), y durante la emisión del programa 6,7,8, tanto en Twitter como Facebook, debatían los usuarios que simpatizan con el Gobierno con aquellos que publicaban el link a la noticia de Perfil.com. Con la presencia de dos funcionarios, el secretario de Cultura y el secretario general de la Presidencia, en los estudios de 678 para avalar la “versión Duhalde”, repitieron una y otra vez los inicios de la operación, pero en las redes sociales corría con fuerza el título de “la operación del Gobierno para salpicar a Duhalde”. El plan oficial se desvanecía antes de llegar a las tapas de los diarios. El tiempo real de lo digital había matado la operación antes de que llegara al papel. A confesión de partes. Esta mañana, en otro programa de neto corte oficialista, Víctor Hugo Morales entrevistó al vicepresidente de la agencia oficial Télam, Sergio Fernández Novoa. El diálogo es imperdible porque muestra cómo el funcionario retrocede en lo que había publicado ayer, y echa las culpas al “bloguero”, según su propia definición del periodista ultraoficialista López Foresi. El diálogo Víctor Hugo Morales: Al parecer, Télam recogió la información de un bloguero en la cual se decía que este episodio tan doloroso, con la muerte de un trabajador ferroviario, tenía que ver con una reunión del ex presidente Duhalde con Pedraza. Y ustedes recogieron la información. Sergio Fernández Novoa: Se recogió la información, se mencionó la fuente, y se les dio todas las posibilidades a ambos, a Pedraza y a Duhalde, de confirmar o desmentir tal cuestión. Lo que me parece que desde el punto de vista periodístico corresponde. Un periodista debe chequear las fuentes, debe darle posibilidad a quienes se involucran en la noticia de poder manifestarse al respecto. VHM: ¿Qué es lo que saben ahora después de hechos los descargos, que no fue así, o hay alguna confirmación de lo que dijo el bloguero? SFN: No fue así, se niega que haya sido así, o al menos que haya sido hace poco tiempo atrás. VHM: El error del bloguero es haber tomado una información que tenía un año de atraso. SFN: Sí, el bloguero insiste en que no es así, en que no fue tanto tiempo. De todas maneras, nosotros hemos priorizado, luego de ese despacho, de poder poner en el aire todo aquello que vienen diciendo las autoridades gubernamentales y todos aquellos que de alguna manera u otra están involucrados: el Partido Obrero y los distintos protagonistas de lo que pasó el día de ayer. VHM: Los medios solemos ante un error pedir disculpas. ¿Una agencia de noticias también? SFN: Por supuesto. Es un deber de la agencia, porque puede equivocarse; porque, por más que uno chequee y rechequee las fuentes, uno puede comprobar después que hubo un error y está bien que públicamente así se diga. VHM: ¿Lo piensan hacer en este caso si efectivamente se constata que la información era erronea? SFN: Desde ya, no tengas ninguna duda de que va a ser así. Hasta el momento, la agencia no pidió disculpas, pero los políticos oficialistas usados para la operación frustada empiezan a quejarse. Es el caso de la legisladora María José Lubertino, quien esta mañana dijo que ella nunca habló con Télam, y que espera una rectificación. En diálogo con Perfil.com, Lubertino aclaró que más allá de la “distancia política” que la separa de Duhalde, no está de acuerdo con el uso político que pueda hacerse de estos sucesos. “Yo mandé un mail para desmentir lo que Télam había puesto y hablé con dos periodistas de la agencia para saber de dónde sacaron esa declaración”, contó Lubertino a Perfil.com y agregó: “Supongo que en algún momento lo tendrán que aclarar”. No es la primera vez que Télam queda en el medio de una operación de desprestigio. Ya lo hizo bajo el mandato de Martín Granovsky, cuando se montó una falsa denuncia contra el candidato opositor Enrique Olivera. Pero esta sí es la primera montada en la administración de Carlos Martín García, flamante presidente de la agencia estatal y reconocido publicista del peronismo. Esta tarde, en la marcha para reclamar el esclarecimiento, Luis D’Elía insistió en involucrar a un ex funcionario de Duhalde. Tal vez, caído el canal institucional, los marginales del Gobierno insisten ahora con otra versión, pero siempre apuntando al mismo enemigo. A D'Elía se sumó a última hora Hebe de Bonafini, quien también señaló con su habitual desenfado al ex presidente Duhalde, llamándolo "hijo de puta". ¿Por qué quedaron pegados en el papelón algunos legisladores oficialistas? Al parecer, el legislador Tito Nenna “envió” a Télam sumándole las firmas de su bloque, sin haber consensuado el contenido. A lo largo del día, el oficialismo trató de despegarse de la operación frustada. El jefe de Gabinete y ex duhaldista Aníbal Fernández, le dijo a Víctor Hugo Morales que creía que era una locura intentar vincular a Duhalde con el asesinato. Sin embargo, todo el aparato mediático que maneja el Gobierno se puso al servicio de la operación que empezó a correr a las pocas horas del asesinato. Pero esta vez, tuvo patas cortas. http://www.perfil.com/contenidos/2010/10/21/noticia_0032.html

jueves, 21 de octubre de 2010

KktrenKktren... José Pedraza, el rey de los trenes que sobrevivió a todos los gobiernos

 

De tener nada a tenerlo casi todo. Así podría resumirse la mejora material de José Pedraza (66), jefe de l a Unión Ferroviaria, el sindicato que habría participado en los violentos incidentes de ayer que terminaron con un muerto y dos heridos.

Nacido en 1944 en Deán Funes, un humilde pueblo de Córdoba

a la vera de las vías del ferrocarril. Su padre era un trabajador ferroviario y supo lo que era dormir con hambre. Al igual que su progenitor, en la década del 60 ingresó como obrero en la estación Saldías del Ferrocarril Belgrano. Al mismo tiempo estudiaba Derecho y militaba en el Movimiento Nacional de Derecho.

Su actividad sindical comenzó ni bien empezó a trabajar como ferroviario.

Por eso a nadie sorprendió que participe de la combativa CGT de los Argentinos. En 1966 perdió su trabajo por el activismo gremial pero en 1971 volvió a trabajar, en el Ferrocarril Mitre como changarín. Dos años más tarde volvió al sindicalismo y en el ´76 lo dejó de nuevo. Durante la dictadura mantuvo el perfil bajo y ni bien restituida la democracia -en 1983- los afiliados a la Unión Ferroviaria lo eligieron como secretario general, cargo que nunca más abandonó.

Son muchos los que aseguran que su cintura política lo hizo sobrevivir a las disputas sindicales. Durante la presidencia de Raúl Alfonsín fue uno de los principales aliados del gremialista Saúl Ubaldini, de clara oposición al radical. Si bien estaba en un primer momento del lado de Antonio Cafiero, no dudó en pasarse al lado de Carlos Saúl Menem cuando éste ganó las internas para competir por la presidencia. En el olvido quedó su ideología marxista y abrazó la causa peronista que lideró el riojano durante los '90.

Las sospechas de corrupción en su gremio se multiplicaron. Incluso en los noventa las investigaciones de la prensa lo señalaban como cercano a la gerenciadora Amirapi, empresa que administraba 14 millones de dólares que aportaban anualmente los afiliados de la Union Ferroviaria para pagar por adelantado sus gastos de sepelio. Cuantiosas sumas desaparecieron y los trabajadores fueron estafados. Si bien la causa duró décadas, él siempre desmintió su participación.

Privados

. Siempre recuerda con felicidad las épocas en las que los ferrocarriles eran patrimonio del Estado, aunque estuvo a favor de la privatizacion de los ferrocarriles y dio luz verde para la reducción de personal. Su forma de mutar políticamente puede resumirse en este diálogo que tuvo con la revista Noticias en 1993:

-¿Tiene buen diálogo con el ministro Cavallo?

-Excelente, sin su colaboración no hubiéramos logrado muchas de las cosas que logramos.

Lejos de su pasado humilde, por aquellos tiempos solía veranear en Pinamar al igual que muchos empresarios argentinos. Su alianza con Menem fue notoria. En 1993 el ahora senador le entregó a su gremio la concesión del Belgrano Cargas. La Unión Ferroviaria obtuvo el 99% de las acciones de esa línea.

Era K

.
Pedraza, como tantos otros sindicalistas que abrazaron la causa menemista, fue duhaldista a comienzos del siglo XXI y kirchnerista a partir de 2003. Durante 2006 participó de las reuniones en la Rosada para la reprivatización del Belgrano Cargas. Allí compartió mesa, entre otros, con el ex presidente Kirchner, Franco Macri, Aldo Roggio y Gabriel Benjamín Romero. La relación con el camionero Hugo Moyano es muy buena. Tanto que fue el único de los "gordos" que asistió al acto del camionero en el estadio de River Plate.

La buena vida. En febrero de 2009, la revista Noticias lo encontró de vacaciones en Río de Janeiro. Junto a su segunda esposa, Graciela Coria, se hospedó en una suite del Sheraton Río Hotel por la que pagó unos 400 dólares diarios. Hoy Pedraza vive en Morón, en el exclusivo barrio de Villa Sarmiento, en una casa que cuando la compró -en 1998- costaba 700 mil dólares. La muerte de Mariano Ferreyra, militante del Partido Obrero, lo pone en aprietos .

 

Posteado de http://eltrabajadortelefonico.blogspot.com/

Hay que investigar cómo hacen para que un dirigente sea rico y los trabajadores, pobres...

 "Pediremos abrir los libros de las obras sociales y sindicatos"

El vicepresidente Julio Cobos remarcó además que "hay que investigar cómo hacen para que un dirigente sea rico y los trabajadores, pobres". Y agregó: "Hay que someterlo a la Justicia. Pediremos la investigación de todos los hechos para evitar la corrupción"

Sobre los dichos del dirigente sindical Hugo Moyano
acerca de que si gana las elecciones él y su hijo Pablo tomarían las calles, el Vicepresidente aseguró que "es una falta de respeto no a Cobos sino a la sociedad".

Luego señaló que "parece que hay que pedirle permiso a él para ver a quien votar. Él está preocupado".

"Yo no le tengo miedo al poder de Moyano", enfatizó el vicepresidente al tiempo que insistió con que "hay que pedirle a la Justicia que actué".

En otro orden, Cobos señaló que en diciembre el radicalismo dará a conocer de forma oficial los detalles de su propuesta de Gobierno y, a partir de allí, "los que quieran adherir que adhieran".

Pero remarcó que, en caso de que él ganara los comicios "no tendría ningún problema de incluir en el Gabinete a un peronista".

También reiteró que seguirá como vicepresidente hasta diciembre de 2011 aunque seguramente pedirá licencia en cas de postularse oficialmente como Presidente.

Sobre la situación de país, Cobos destacó en declaraciones televisivas que "hay que ir haciendo grandes reformas de forma gradual. La situación no está todo mal. El gran problema es la inflación y se controlará si sinceramos los datos".

Señaló luego que "el país necesita inversión y producción. La inflación no es buena para nadie. Tenemos que recuperar la política a largo plazo. Ahora todo se confronta y no se habla de política de Estado. Acá hay que dar explicaciones de las cosas normales. Hay que hablar con todos y consensuar por el bien de la Argentina".

Consultado sobre la aprobación del 82% móvil, el Vicepresidente afirmó que "se puede cumplir" y aclaró "pero hay cosas que se dan del ANSES que no tiene que ver con los que aportan. Debe haber un sistema de seguridad social para atender la asignación universal por hijo, la computadora de los chicos, el financiamiento de infraestructura que es muy bueno pero la plata de los jubilados debemos cuidarla, pongámosle un cinturón de seguridad".

El vicepresidente ademá comentó que "seguramente" pedirá licencia en su cargo el próximo año, pero aseveró: "No voy a renunciar".
 

Plan sistemàtico de persecuciones y amedrentamiento......

Carlos y demás compañeros/as que me han brindado su apoyo gracias; sabemos bien que estas empresas han intentado e intentan en forma permanente, atropellar a los trabajadores, esto lo hacen de diversas formas, desde un pedido de informes por cuestiones infundadas hasta una cesantía persecución mediante, montones de ejemplos hay de ello. Los referentes gremiales, tenemos la obligación de mantenernos firmes y erguidos frente a estos avances, pues que le quedaría al común de nuestros compañeros, si nosotros que somos sus representantes, rehuyéramos a esta lucha¿?; pues déjenme decirles compañeros que estas empresas no han sabido medir la fuerza de los trabajadores telefónicos, cuando se determinan a hacerse respetar, vamos a sostener nuestros principios con inusitada dureza, no queremos un gremio ni débil ni acallado, queremos pluralidad y democracia para expresarnos, respeto a la libertad sindical que permanentemente censuran, y total respecto a la opinión política, que con este accionar las empresas pretenden cercenar; no vamos a descansar hasta que culmine esta, y todas las persecuciones que están en marcha, llevaremos el alerta y nuestras banderas hasta el rincón mas recóndito, porque claramente esta dejadez sindical de los últimos años, ha visto y permitido a la empresa avanzar con este plan que ya denunciamos muchas veces, un plan sistemático de persecución y amedrentamiento, que hasta a dejado compañeros en situación de riesgo de salud, BASTA SRES., sabemos quienes están detrás de estas maniobras, las persecuciones las materializan los mulos, pero el cerebro lo ponen otros, déjenme decirles que les vamos a sacar la careta uno a uno a estos inescrupulosos, los vamos a exponer frente a todos, para que NUNCA MAS queden impunes estas tropelías.

 

 

ACLARO QUE AUN SIGUE CESANTE EL COMPAÑERO VARELA DE UPJET DE OFICINA FLORES, OTRA CLARA MUESTRA DEL ACCIONAR MAFIOSO DE LOS QUE CONDUCEN LAS POLITICAS DE PERSONAL DE ESTA EMPRESA, NOS SOLIDARIZAMOS CON EL COMPAÑERO Y NOS PONEMOS A DISPOSICION TAMBIEN EN ESTA LUCHA.

 

Dr. Buda Antonio M.


 

miércoles, 20 de octubre de 2010

Mariano Ferreira, 23 años; ASESINADO

Se trata de un militante del Partido Obrero que participaba de una protesta de ferroviarios de la línea Roca; hay otros dos heridos de bala; apuntan a una "patota" de la Unión Ferroviaria; "No sabemos de dónde salieron los disparos", dijo Pedraza, jefe del sindicato, a lanacion.com; mapa; no hay detenidos

Un joven murió hoy de un disparo de bala y otras tres personas resultaron heridas durante un gravísimo enfrentamiento entre ferroviarios en el barrio porteño de Barracas.

Mariano Ferreira, de 23 años,

un militante del Partido Obrero, falleció producto de un disparo en el tórax, según confirmó a lanacion.com el titular del SAME, Alberto Crescenti, y voceros del PO.

Según relataron a los medios fuentes cercanas al joven fallecido, un grupo de empleados de empresas contratistas de la línea Roca acompañados por militantes del Partido Obrero, Quebracho y del MTR se enfrentaron este mediodía con gremialistas de la Unión Ferroviaria y la Policía.

Además, otras dos personas resultaron heridas de bala, un hombre y una mujer; esta última, Elsa Rodríguez, de 61 años, recibió un disparo en el cráneo y está grave. Otro joven de 27 años fue herido en la cara por un piedrazo.

El choque entre los trabajadores ocurrió cuando empleados que reclamaban ser reincorporados a la firma que controla la línea Roca, intentaron cortar las vías en la estación Avellaneda y se enfrentaron con gremialistas de la Unión Ferroviaria. Por los incidentes, no hay ningún detenido.

José Pedraza, secretario general del gremio, desvinculó al sindicato de los violentos incidentes. "No sabemos de dónde vinieron los disparos. Acá hubo piqueteros del MTR (Movimiento Teresa Rodríguez), el PO y el MST (Movimiento Socialista de los Trabajadores) que intentaron cortar las vías y un grupo de ferroviarios que trató de impedirlo", aseguró el dirigente, en diálogo telefónico con lanacion.com.

Cuando se le preguntó por las acusaciones de los piqueteros y trabajadores que participaron de la movilización contra la supuesta "patota" del sindicato, Pedraza se apuró a contestar: "Desmiento totalmente que la Unión Ferroviaria haya estado esperándolos con una patota. Nosotros no andamos con patotas. Lo único que se intentó fue impedir que se cortaran las vías, porque, si eso pasa, la gente se la agarra con nosotros. Pero nadie tenía armas". Y reforzó: "No tenemos idea de dónde salieron los disparos".

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1316776

Telefónicos perseguidos en Flores -Volta

Cros/as:


Me acabo de enterar que le hicieron un pedido de informe al compañero
Antonio Buda, por uso indebido del Mail. Esto, sabemos bien, responde
a una clara persecución política-sindical que existe en esta semana en
Flores Volta, ya que como sabemos hubo un despedido de UPJET, informes
para un compañero de Fospta y el intento de traslado de 10 compañeros,
al edificio Libertad.


Ante esta situación debemos rodear de solidaridad a los compañeros de
Flores volta y discutir alguna acción en la puerta si es necesario, No
permitiremos que sigan amedrentando a los telefónicos.
Si es necesario iremos a mostrar nuestro repudio al accionar de telefónica.


Nuestra más amplia solidaridad con los compañeros de Flores Volta y el
compañero Antonio Buda.


Carlos Artacho.
Delegado de FOETRA Bs. As. Congresal de la FATEL

La Comunidad Organizada / Juan D. Perón



Conferencia Excmo. Señor Presidente de la Nación,
General Juan D. Perón; 9
de abril de 1949

Señores Miembros extranjeros del Primer Congreso Nacional de Filosofía:

Deseo, señores, que al pisar esta tierra os hayáis sentido un poco argentinos y con ello nos habréis hecho un gran honor y brindado una inmensa satisfacción.
Para el corazón argentino, en nuestra tierra, nadie es extranjero, si viene animado del deseo de sentirse hermano nuestro. Ese corazón y esa hermandad es lo que os ofrecemos como más sincero y como más precioso.
Que os sintáis en vuestra casa será nuestro orgullo. En ella nadie os preguntará quién sois y os ofrecerá, con el pan y la sal de la amistad, esta heredad de nuestros mayores, que queremos honrar como la honraron ellos.
Señores Congresales:
Alejandro, el más grande general, tuvo por maestro a Aristóteles. Siempre he pensado entonces que mi oficio tenía algo que ver con la filosofía.
El destino me ha convertido en hombre público. En este nuevo oficio, agradezco cuanto nos ha sido posible incursionar en el campo de la filosofía.
Nuestra acción de gobierno no representa un partido político, sino un gran movimiento nacional, con una doctrina propia, nueva en el campo político mundial.
He querido entonces ofrecer a los señores que nos honran con su visita, una idea sintética de base filosófica, sobre lo que representa sociológicamente nuestra tercera posición.
No tendría jamás la pretensión de hacer filosofía pura, frente a los maestros del mundo en tal disciplina científica. Pero, cuanto he de [132] afirmar, se encuentra en la República en plena realización. La dificultad del hombre de Estado responsable, consiste casualmente en que está obligado a realizar cuanto afirma.
Por eso, señores, en mi disertación no ataco a otros sistemas, señalo solamente opiniones propias hoy compartidas por una inmensa mayoría de nuestro pueblo e incorporadas a la Constitución de la Nación Argentina.
El movimiento nacional argentino, que llamamos justicialismo en su concepción integral, tiene una doctrina nacional que encarna los grandes principios teóricos de que os hablaré en seguida y constituye a la vez la escala de realizaciones, hoy ya felizmente cumplidas en la comunidad argentina.
He querido exponer personalmente ante los señores congresales tales concepciones, en la seguridad de que las interpretarán como un esfuerzo personal de contribución a este Congreso, y en el deseo de expresar personalmente también a nuestros gratos huéspedes toda nuestra consideración y todo nuestro afecto. [133]


La Comunidad Organizada

Índice sumario

I. El hombre y la sociedad se enfrentan con la más profunda crisis de valores que registra su evolución II. El hombre puede desafiar cualquier mudanza si se halla armado de una sólida verdad III. Si la crisis medieval condujo al Renacimiento, la de hoy, con el hombre más libre y la conciencia más capaz, puede llevar a un renacer más esplendoroso IV. La preocupación teológica V. La formación del espíritu americano y las bases de la evolución ideológica universal VI. El reconocimiento de las esencias de la persona humana como base de la dignificación y del bienestar del hombre VII. La realización perfecta de la vida VIII. Los valores morales han de compensar las euforias de las luchas y las conquistas y oponer un muro infranqueable al desorden IX. El amor entre los hombres habría conseguido mejores frutos en menos tiempo del que ha costado a la humanidad la siembra del rencor X. El grado ético alcanzado por un pueblo imprime rumbo al progreso, crea el orden y asegura el uso feliz de la libertad XI. El sentido último de la ética consiste en la corrección del egoísmo XII. La humanidad y el yo. Las inquietudes de la masa XIII. Superación de la lucha de clases por la colaboración social y la dignificación humana XIV. Revisión de las jerarquías XV. Espíritu y materia: dos polos de la filosofía XVI. Cuerpo y alma: el «cosmos» del «hombre» [134] XVII. ¿La felicidad que el hombre anhela pertenecerá al reino de lo material o lograrán las aspiraciones anímicas del hombre el camino de perfección? XVIII. El hombre como portador de valores máximos y célula del «bien general» XIX. Hay que devolver al hombre la fe en su misión XX. La comunidad organizada, sentido de la norma XXI. La terrible anulación del hombre por el Estado y el problema del pensamiento democrático del futuro XXII. Sentido de proporción. Anhelo de armonía. Necesidad de equilibrio [135]

I
El hombre y la sociedad se enfrentan con la más profunda
crisis de valores que registra su evolución

Está en nuestro ánimo la absoluta conciencia del momento trascendental que vivimos. Si la Historia de la humanidad es una limitada serie de instantes decisivos, no cabe duda de que, gran parte de lo que en el futuro se decida a ser, dependerá de los hechos que estamos presenciando. No puede existir a este respecto divorcio alguno entre el pensamiento y la acción, mientras la sociedad y el hombre se enfrentan con la crisis de valores más profunda acaso de cuantas su evolución ha registrado.
Las conclusiones de los congresos últimamente celebrados en el mundo prueban en cierto modo la universalidad de esta persuasión. El Congreso Internacional de Roma de 1946, el III Congreso de las Sociedades de Filosofía de Lengua Francesa de Bruselas en 1947, el de Edimburgo de 1948 y el de Amsterdam, evidencian que la inquietud intelectual ha llegado a un momento activo.
Es posible que la acción del pensamiento haya perdido en los últimos tiempos contacto directo con las realidades de la vida de los pueblos. También es posible que el cultivo de las grandes verdades, la persecución infatigable de las razones últimas, hayan convertido a una ciencia abstracta y docente por su naturaleza en un virtuosismo técnico, con el consiguiente distanciamiento de las perspectivas en que el hombre suele desenvolverse.
Acaso sobre el gran fondo filosófico que es la verdad, haya prevalecido una cuestión de tendencias, ajenas al ansia de conocimiento a cuya satisfacción debería consagrarse toda fuerza creadora. En ausencia de tesis fundamentales defendidas con la perseverancia debida, surgen las pequeñas tesis, muy capaces de sembrar el desconcierto. [136]

II
El hombre puede desafiar cualquier mudanza
si se halla armado de una sólida verdad

Los problemas sustantivos no han sido resueltos en el tiempo, tal vez porque existe un problema y una verdad demostrable para cada generación. Quizá, para cada generación sean siempre los mismos tal problema y tal verdad.
Los griegos de Sócrates se formulaban grandes preguntas: el ser, el principio, la virtud, la belleza, la finalidad, y trataron de formular debidamente sus tablas de Moral y sus principios de Etica. No es lícito dar tales problemas por juzgados para permitirnos después extraviar al hombre –que ignora las viejas verdades centrales– con nuevas verdades superficiales o con simples sofismas. El hombre está hoy tan necesitado de una explicación como aquellos para quienes Sócrates, tantos siglos atrás, forzaba sus problemas.
A los pueblos han sido descubiertos hechos de asimilación no enteramente sencilla. Se ha persuadido al hombre de la conveniencia de saltar sin gradaciones de un idealismo riguroso a un materialismo utilitario; de la fe a la opinión, de la obediencia a la incondición.
La libertad, conquista máxima de las modernas edades, no se produjo acompañada de una previa reestructuración de sus corolarios. Es posible que hubiese cierta improvisación en tal victoria, porque siempre resulta difícil establecer el orden entre las tropas que se apoderan de una ciudad largamente asediada.
La edad del materialismo práctico, por otra parte, ha correspondido con un gigantesco progreso económico. Una de sus características ha sido la de reducir las perspectivas íntimas del hombre. Este no posee la misma medida de su personalidad a la sombra del olmo bucólico que junto al poderío estruendoso de la máquina. Debemos preguntarnos si, al sobrevenir las radicales modificaciones de la vida moderna, se produjeron las oportunas orientaciones llamadas a equilibrar al hombre conmovido por la violenta transición al espíritu colectivo.
Preclaros cerebros han intentado advertir al mundo del peligro que supone que el hecho no haya tenido un prólogo ni una preparación; de que no se haya adaptado previamente el espíritu humano [137] a lo que había de sobrevenir. El hombre puede desafiar cualquier contingencia, cualquier mudanza, favorable o adversa, si se halla armado de una verdad sólida para toda la vida. Pero si ésta no le ha sido descubierta al compás de los avances materiales, es de temer que no consiga establecer la debida relación entre su yo, medida de todas las cosas, y el mundo circundante, objeto de cambios fundamentales.
En tal coyuntura la filosofía recupera el claro sentido de sus orígenes. Como misión pedagógica halla su nobleza en la síntesis de la verdad, y su proyección consiste en un «iluminar», en un llevar al campo visible formas y objetos antes inadvertidos; y, sobre todo, relaciones. Relaciones directas del hombre con su principio, con sus fines, con sus semejantes y con sus realidades mediatas.
De los elevados espacios donde las razones últimas resplandecen, procede la norma que articula al cuerpo social y corrige sus desviaciones.

III
Si la crisis medieval condujo al Renacimiento, la de hoy, con el hombre más libre y la conciencia más capaz, puede llevar a un renacer más esplendoroso

Entra en lo posible que las tradiciones muertas no resuciten. Si el pensamiento humano, considerado como tesoro de conceptos, se mira a través del ritmo vertiginoso y febril de la vida actual, puede que aparezca como un campo desolado, escenario de patéticas batallas. Es posible también que muchas tradiciones caídas no sean adaptables al signo de la presente evolución y que otras hayan perdido incluso su objeto. En cierto modo era éste el panorama de la humanidad en los albores de la Edad Media: se consideraban suficientemente definidas algunas verdades, pero aun éstas aparecían cerradas y custodiadas, y el pueblo se alimentaba sólo de fe. La verdad socrática, la platónica y la aristotélica, no fueron textos prácticos para el Medievo, que habían perdido, en el fragor de una terrible crisis, todo contacto con la continuidad intelectual del pasado. Es cierto que no resucitaron entonces muchas tradiciones, pero con los restos del naufragio, el pensamiento humano elaboró, a la luz de la fe, que es indeclinable, una nueva mística, con un nuevo contenido. [138]
El Renacimiento prueba que el camino es un factor asequible al hombre en todo momento. No es el rigor de nuestra crisis el que debieron arrostrar las islas pensantes de la Edad Media: el nuestro es, simplemente, un rigor de otra clase. No tiene ante sí, o no cree tenerlo, un infinito. No da la sensación de producirse para el tiempo, sino para el momento.
Se diría de algunos, que les preocupan menos las verdades que las apariencias, y menos la visión de lo último y lo general que lo inmediato y personal. La marcha fatigosa y rápida de la evolución social, como de la económica, han trastornado los habituales paisajes de la conciencia.
No es frecuente hallar seres que posean una perspectiva completa de su jerarquía. La conquista de derechos colectivos ha producido un resultado ciertamente inesperado: no ha mejorado en el hombre la persuasión de su propio valer. Esa miopía para la nobleza de los valores procede, posiblemente, de una deficiente pedagogía.
Caracteriza a las grandes crisis la enorme trascendencia de su opción. Si la actual es comparable con la del Medievo, es presumible que dependa de nosotros un Renacimiento más luminoso todavía que el anterior, porque el nuestro, contando con la misma fe en los destinos, cuenta con un hombre más libre y, por lo tanto, con una conciencia más capaz.
El gran menester del pensamiento filosófico puede consistir, por consiguiente, en desbrozar ese camino, en acompasar ante la expectación del hombre el progreso material con el espiritual.

IV
La preocupación teológica

La primera preocupación fue necesariamente la teológica. El conocimiento precisaba luz con que enfocar los objetivos, o un espacio iluminado donde situarlos para su examen posterior. El Origen era el factor supremo y natural de este proceso previo. Las inquietudes teológicas satisfacían en parte una necesidad primaria y, después, condicionaban categóricamente toda otra traslación de juicio sobre el existir. [139]
La cultura condujo a distinguir con mayor claridad las relaciones existentes entre lo sobrenatural y el conocimiento; pero el carácter de aquella necesidad era consustancial al alma humana, como vocación de explicaciones últimas o como una conciencia de hallarse encuadrada en un orden superior. Las comunidades más avanzadas razonaban sobre el problema y, a su modo, llegaron a humanizar en una mitología su presentimiento, mientras que las atrasadas, necesitadas igualmente de una explicación, adoraron al Ser Supremo en las cosas y objetos inanimados. Respecto a la explicación de ese estado de necesidad, unido a la razón teológica por impalpables vínculos, y por lo que toca a señalar su vigencia, es indiferente la visión especificada de las razas o grupos superiores o la tendencia primitiva y panteísta de las tribus; ambas prueban, por igual, el carácter de esa necesidad.
Lo inexplicado residía sobre objetos distintos, porque antes de que otras tradiciones estableciesen conceptos terminantes sobre una inquietud universal, se optaba sólo sobre el objeto de veneración. Así los eleatas ensayaban un principio de adoración en torno a su ser sustancial e inmutable y, en el mecanismo de Demócrito, opera en la teoría sobre el movimiento de los átomos actuantes lo que él creía una explicación material plausible a un problema formulado de un modo general. Para Parménides hay ya un solo Dios, el mayor entre los dioses y los hombres, que ni en su figura ni en su pensar se parece a los mortales.
La humanidad empezaba a escrutar ambiciosamente el silencio de los cielos. El pensamiento no se conformó con la alegre orgía de los dioses mitológicos. Lo que el hombre no podía hallar en la corte de Zeus, ejemplaridad y principios absolutos, debía buscarlo por otros caminos. Platón, en el Eutifrón, concretará más tarde ese «estar alerta» de Sócrates ante la máxima virtud, considerada como resplandor de un Ser fuente del orden cósmico. El abismo de la Teogonía de Hesíodo y el apeiron, lo ilimitado, de Anaximandro, empezaban a poblarse de luz ante la inquieta pupila humana. La fuerza que genera en lo infinito será al principio el Amor, símbolo inmediato de la acción de crear asequible a nuestros sentidos, y más tarde su representación última en la Omnipotencia.
¿Quién es Dios para que le ofrezcamos sacrificios?, pregunta el Rig-Veda. Padre del Universo, Prajapati llama a este ser, al que todo parece subordinado. Idéntica preocupación se nos formula en el lógoV [140] griego, la palabra primera, la primera voz, fuerza que encabeza posteriormente el Antiguo Testamento. Era necesario ese «verbo» para diferenciar a su luz el bien del mal, como era necesario Prajapati para reconocer luego en su poder el atman hindú, el alma, el «yo mismo».
Cuando Platón afirma que Dios es la medida de todas las cosas, cobra altura el hombre medida de todas las cosas de Protágoras, porque entre ellas se hallan muchas a las que el hombre no halla en la Naturaleza una explicación razonable. Muchos siglos después, un ilustre cerebro había de explicar con admirable sencillez el proceso de esa inquietud. No tenía necesidad por cierto de apoyarse Víctor Hugo en la teoría de los druidas, dos mil años antes de Jesucristo, según los cuales «las almas pasan la eternidad recorriendo la inmensidad» para preguntar, sobre la necesidad de un orden supremo, lo siguiente: ¿Y no hay Dios? ¿Cómo el hombre, perecedero, enfermo y vil, tendría lo que le falta al universo? ¡La criatura llena de miserias tendría más ventajas que la creación llena de soles! ¡Tendríamos un alma y el mundo no! El hombre sería un ojo abierto en medio del universo ciego. ¡El único ojo abierto! ¿Y para ver qué? ¡La nada!
No es imposible distinguir en esas frases la enunciación feliz del problema del pensamiento antiguo.

V
La formación del espíritu americano
y las bases de la evolución ideológica universal

Cuando el Renacimiento lucha por levantar de las ruinas los valores sustantivos, no se apoya sólo en la Revelación ni en la disposición religiosa congénita del hombre. El camino abierto por los griegos será método para los escolásticos y punto de referencia para la reacción posterior. El credo ut intelligam de Santo Tomás informa toda una Edad humana.
Centra sobre un fin la esencia y el existir; condiciona una ética y una moral y, acaso, por primera vez, se relacione con ésta, en jerarquía de necesidad, el libre albedrío, la libertad de la voluntad, como requisito de la Moral. La tomística, cualquiera sea el curso ulterior del pensamiento, centró al hombre en un momento decisivo ante un [141] panorama hasta entonces confuso. Lo centró con poder suficiente para negar los propios principios de que esta situación procedía. En cierto modo, los adversarios del tomismo, por lo que a la definición de los valores humanos respecta, son fruto suyo. Cuando el romanticismo de Spinoza califica a lo Supremo de sustancia del Universo, se halla estructurado ya un mundo de valores, que servirá a la humanidad para lanzarse a uno de sus más tremendos y eficaces esfuerzos. Lo planteado habrá sido la crisis del espíritu europeo, la formación del espíritu americano y la evolución ideológica universal posterior. A través de las ideas religiosas del Renacimiento y de principios de la Edad Moderna el hombre recibe del pensamiento helénico, como Israel desde el Sinaí, una tabla de valores. Pero observemos que el resultado indirecto de tales valores, al situar al ser humano ante Dios, fue definir la jerarquía del hombre.
Poco después, Descartes habrá desviado el ancho y ambicioso cauce con sentido vertical, para ofrendar a una ciencia naciente y progresista la preocupación inicial del mundo antiguo. El «pienso, luego existo», dará como supuesto previo un orden, una naturaleza establecida, un hombre. Y será indiferente a esta enunciación la pertinaz pregunta última del hombre.
La filosofía empezará a fragmentarse; aparecerá una alta especulación científica, consumada en especialidades, dorada por los profundos intentos del racionalismo kantiano, y otra de matices más prácticos, más directos, pero de contenido inferior. En adelante, las preocupaciones serán inmediatas o específicas.
No existe punto ninguno de contacto entre los problemas de Sócrates y los de Voltaire. La tendencia ha cambiado de dirección. Lo que era movimiento vertical es ahora traslación horizontal.
Comte verifica un hábil escamoteo de objetivos: sustituye el culto de Dios por el culto de la humanidad. Será, rigurosamente, el principio de una edad distinta, pero, entendámonos, de una mutación históricamente necesaria y útil.
Se opera una revolución total, grandiosa en sus aspectos materiales, pero tal vez mal acompañada de una visión correcta de las perspectivas de fondo. Estas empiezan a esfumarse de las operaciones intelectuales y con ellas se esfuma insensible y progresivamente también la medida del hombre; la que éste poseía de su situación y de las cosas, a través de sí, como reflejo de fuerzas superiores. El progreso se acentúa en la [142] técnica y en el movimiento social, pero no se puede decir que vigorice por sí solo parcelas íntimas antaño regadas por la intuición de las magnitudes cósmicas.

VI
El reconocimiento de las esencias de la persona humana como base de la dignificación y del bienestar del hombre

Cuando llegamos a Darwin y a sus conexiones con la filosofía,
advertimos de pronto que estamos ya muy lejos del mundo de Sócrates y sus figuras pensantes. La evolución se nos ofrece como una teoría biológica que no desease sostener trato de ninguna especie con otro linaje de cuestiones. Y por debajo del mundo científico, se plantea el problema de si el alma humana puede digerir la sustitución de su culto elemental y tradicional, por una exégesis puramente científica.
En último término esta orientación no nos produce resultados positivos en orden a la organización de la vida común. No podemos deducir de ella el clima de una nueva Etica y mucho menos el de una nueva Moral. Es un problema biológico lo preferido; un suceso de orden físico, del que es más difícil extraer consecuencias para la vida espiritual de los pueblos. No es posible fundar sobre una ley técnica, desconectada de las razones últimas, una ley positiva, ni siquiera un tratado de buenas costumbres.
Elevada una explicación semejante a lo general, el hombre, la sociedad o el Estado, se ven obligados a inventar de pronto una escala nueva de valores, una nueva Moral. En el apogeo de una edad de ambiciones materiales, después de un largo espacio, casi siglo y medio, de desechar todo razonamiento metafísico, el pensamiento no sabe permanecer indefinidamente refugiado en criterios marginales, ni gusta de trasladar sus cultos para proveerse de los mismos resultados.
Desde una esfera rectora, al considerar la posibilidad de proveer a los pueblos de buenas condiciones materiales de vida, el problema deja de ser abstracto para convertirse en una necesidad apremiante. El hombre que ha de ser dignificado y puesto en camino de obtener su bienestar, debe ser ante todo calificado y reconocido en sus esencias. [143]

VII
La realización perfecta de la vida

Entendemos en la virtud socrática la realización perfecta de la vida. Esto es: comprensión de la propia personalidad y del medio circundante que define sus relaciones y sus obligaciones privadas y públicas.
Cuando Leibniz nos dice: Quien lo hubiera contemplado todo, lo lejano y lo cercano, lo propio y lo extraño, lo pasado y lo futuro, con la misma claridad y distinción, con lo cual por supuesto desaparecería la diferencia de cercano y lejano, propio y extraño, pasado y futuro, ese tal, libre de pecado, sólo querría y realizaría el bien, alude al arquetipo de virtud que puede producir el desdén ante lo perecedero.
No sería una actitud, sino una escéptica o una apostólica inhibición. La virtud socrática era actuante, tan batalladora como había de ser después la cristiana; contemplaba el mundo práctico y lo sabía lleno de tentaciones y dificultades.
Virtuoso para Sócrates era el obrero que entiende en su trabajo, por oposición al demagogo o a la masa inconsciente. Virtuoso era el sabedor de que el trabajo jamás deshonra, frente al ocioso y al politiquero.
En el Eutifrón nos dice Platón que no hay una virtud específica, un ideal específico para cada cual, sino un ideal del hombre que no es acaso más que una disposición para resolver las ecuaciones vitales con arreglo a una estimativa ética.

VIII
Los valores morales han de compensar las euforias de las luchas
y las conquistas y oponer un muro infranqueable al desorden

El bien y el mal obran sobre el hombre como sobre la sociedad. De lo individual a lo colectivo sus momentos oscilan entre arrebatos místicos y paroxismos pavorosos. Una postura moral procedente de un fondo religioso sólido o de una refinada educación ética intenta [144] estipular los límites entre posibles y tentadores extremos. El hombre, en la desgracia, tiende a la introversión como tiende la extraversión en la prepotencia. La duda y la soberbia, son los extremos máximos de esa oscilación, producida en ausencia de medidas suficientes.
La ciencia puede resolver en la abstracción los problemas, partiendo de premisas igualmente abstractas, pero en la vida de las comunidades los efectos de esas oscilaciones suelen ser muy otros. Cuando un pueblo se aproxima a un momento grave, sus cerebros de primera fila se preguntan si el ánimo estará debidamente preparado para las horas que se avecinan.
Pues bien; es forzoso plantearse la misma pregunta cuando se trata de llevar a la humanidad a una edad mejor. Incumbe a la política ganar derechos, ganar justicia y elevar los niveles de la existencia, pero es menester de otras fuerzas. Es preciso que los valores morales creen un clima de virtud humana apto para compensar en todo momento, junto a lo conquistado, lo debido. En ese aspecto la virtud reafirma su sentido de eficacia. No será sólo el heroísmo continuo de las prescripciones litúrgicas; es un estilo de vida que nos permite decir de un hombre que ha cumplido virilmente los imperativos personales y públicos: dio quien estaba obligado a dar y podía hacerlo, y cumplió el que estaba obligado a cumplir.
Esa virtud no ciega los caminos de la lucha, no obstaculiza el avance del progreso, no condena las sagradas rebeldías, pero opone un muro infranqueable al desorden.

IX
El amor entre los hombres habría conseguido mejores frutos en menos tiempo del que ha costado a la humanidad la siembra del rencor

Necesariamente ha debido ser larga la época de la revolución social, a la que caracterizó un adusto ceño. Todavía no puede considerársela realizada, pero es preciso que aquella interpretación de la virtud socrática esparza, junto a la conciencia de la dignidad humana, otra clase de valores. Junto al imperativo categórico kantiano se ofrece al mundo un campo ilimitado. Obra en todo momento como si las [145] máximas de tu conducta particular debieran convertirse en leyes generales. Kant proclamó ante la expectación de la humanidad un credo que sólo podría hallar precedentes en los principios cristianos del amor mutuo, con la diferencia de que en este caso la enunciación afecta el rigor de la disciplina.
El trasladar a lo colectivo lo que se desea en lo íntimo, es insinuar la superación de cuanto hubo de aislamiento y desdén en una época de gloriosos intentos.
Leemos en Empédocles que las alternativas en el predominio del amor y del odio engendran los diversos períodos en el mundo. Puede muy bien ser cierto, aunque Empédocles no buscase la misma conclusión, porque la humanidad ha conocido entre épocas de odio otras de un vivir con los brazos abiertos hacia todas las posibilidades de la humana naturaleza. Bajo ese imperio de místicos frutos se vislumbran mundos nuevos, se educan nacientes nacionalidades, se destruyen las barreras.
Pero es sintomático que tales resultados se hayan obtenido sólo ante la presencia de un enemigo común y de un modo poco duradero: una desolada experiencia armó la tesis del pesimismo.
Algo falla en la naturaleza cuando es posible concebir, como Hobbes en el Leviathan, al homo hominis lupus, el estado del hombre contra el hombre, todos contra todos, y la existencia como un palenque donde la hombría puede identificarse con las proezas del ave rapaz. Hobbes pertenece a ese momento en que las luces socráticas y la esperanza evangélica empiezan a desvanecerse ante los fríos resplandores de la Razón, que a su vez no tardará en abrazar al materialismo. Cuando Marx nos dice que de las relaciones económicas depende la estructura social y su división en clases y que por consiguiente la Historia de la humanidad es tan sólo historia de las luchas de clases, empezamos a divisar con claridad, en sus efectos, el panorama del Leviathan.
No existe probabilidad de virtud, ni siquiera asomo de dignidad individual, donde se proclama el estado de necesidad de esa lucha que, es por esencia, abierta disociación de los elementos naturales de la comunidad. Al pensamiento le toca definir que existe, eso sí, diferencia de intereses y diferencia de necesidades, que corresponde al hombre disminuirlas gradualmente, persuadiendo a ceder a quienes pueden hacerlo y estimulando el progreso de los rezagados. [146]
Pero esa operación –en la que la sociedad lleva ocupada con dolorosas vicisitudes más de un siglo– no necesita del grito ronco y de la amenaza y mucho menos de la sangre, para rendir los apetecidos resultados. El amor entre los hombres habría conseguido mejores frutos en menos tiempo, y si halló cerradas las puertas del egoísmo, se debió a que no fue tan intensa la educación moral para desvanecer estos defectos, cuanto lo fue la siembra de rencores.

X
El grado ético alcanzado por un pueblo imprime rumbo al progreso,
crea el orden y asegura el uso feliz de la libertad

Esa virtud nos sitúa de plano en el campo de lo ético. La actitud se enfrenta con el mundo exterior. Se trata de ver hasta qué punto es susceptible de perfeccionar los módulos de la propia existencia.
Aristóteles nos dice: El hombre es un ser ordenado para la convivencia social; el bien supremo no se realiza, por consiguiente, en la vida individual humana, sino en el organismo super-individual del Estado; la ética culmina en la política. El proceso aristotélico nos lleva un punto más lejos del proyectado. Deseamos referirnos sólo a la imposición de la convivencia sobre las proyecciones de la actitud individual. Nuestra virtud no será perfecta hasta ser completada por esa ética, que mide los valores personales.
La vida de relación aparece como una eficaz medida para la honestidad con que cada hombre acepta su propio papel. De ese sentido ante la vida, que en parte muy importante procederá de la educación recibida y del clima imperante en la comunidad, depende la suerte de la comunidad misma.
Habrá pueblos con sentido ético y pueblos desprovistos de él; políticas civilizadas y salvajes; proyección de progreso ordenado o delirantes irrupciones de masas. La diferencia que media entre extraer provechosos resultados de una victoria social o anegarla en el desorden, corresponde a las dosis de ética poseídas.
Tales dosis caracterizan los diversos períodos de la Historia. Hacen glorioso el triunfo y soportable el fracaso; atenúan las calamidades; prestan fuerzas de reserva. [147]
El progreso está, por lo demás, en absoluta relación de dependencia con el grado ético alcanzado: establece la moral de las leyes y puede interpretarlas sabiamente. Para la vida pública esto significa el orden, la acción y el uso feliz de la libertad.
Permítaseme decir que la libertad posee carta de naturaleza en los pueblos que poseen una ética, y es transeúnte ocasional donde esa ética falta. Santo Tomás dice: La libertad de la voluntad es un supuesto de toda moral; solamente las acciones libres, derivadas de una reflexión racional, son morales. Es cierto que sólo esas acciones pueden alcanzar el calificativo de morales cuando se han producido con arreglo a ciertos requisitos.
La libertad fue primariamente sustancia del contenido ético de la vida. Pero, por lo mismo, nos es imposible imaginar una vida libre sin principios éticos, como tampoco pueden darse por supuestas acciones morales en un régimen de irreflexión o de inconsciencia.

XI
El sentido último de la ética consiste en la corrección del egoísmo

Spencer nos dice que el sentido último de la Etica consiste en la corrección del egoísmo.
El egoísmo, que forjó la lucha de clases e inspiró los más encendidos anatemas del materialismo, es al mismo tiempo sujeto último del proceder ético. Corresponde seguramente una actitud ante esa disposición cerrada que produce la sobrestimación de los intereses propios. La enunciación de tal cosa corresponde en la Historia a una sangrienta y dura evolución, cuyo fin no podemos decir que se haya alcanzado aún.
Si la felicidad es el objetivo máximo, y su maximación una de las finalidades centrales del afán general, se hace visible que unos han hallado medios y recursos para procurársela y que otros no la han poseído nunca. Aquéllos han tratado de retener indefinidamente esa condición privilegiada, y ello ha conducido al desquiciamiento motivado por la acción reivindicativa, no siempre pacífica, de los peor dotados. El egoísmo estaba destinado, acaso por designio providencial, [148] a transformarse en motor de una agitada edad humana. Pero el egoísmo es, antes que otra cosa, un valor-negación, es la ausencia de otros valores; es como el frío, que nada significa sino ausencia de todo calor. Combatir el egoísmo no supone una actitud armada frente al vicio, sino más bien una actitud positiva destinada a fortalecer las virtudes contrarias; a sustituirlo por una amplia y generosa visión ética.
Difundir la virtud inherente a la justicia y alcanzar el placer, no sobre el disfrute privado del bienestar, sino por la difusión de ese disfrute, abriendo sus posibilidades a sectores cada vez mayores de la humanidad: he aquí el camino.

XII
La humanidad y el yo. Las inquietudes de la masa

Cuando Eurípides pone junto al yo clamante la masa que, desde el coro, expone las inquietudes y pareceres colectivos, extiende junto al yo la dilatada llanura de la humanidad. Descubre en ella un elemento perfecto de medición. El ser individual halla su proporción vertical y horizontalmente.
Al exponer Humboldt el ideal de humanidad, se gesta, en el campo histórico, el ideal del hombre universal, erigido en representante supremo de la civilización. Comte lo cimentó al afirmar que la Sociología es la base necesaria de la Política. Hegel llevó a sus últimas consecuencias filosóficas esa certera intuición. Afirmó del espíritu, que existe por sí mismo, que sólo podrá llegar el pleno ser en sí en la medida en que el yo se eleve al nosotros o, con sus palabras, al yo de la humanidad. El racionalismo postkantiano había trasladado asimismo su campo visual desde el individuo a la sociedad, desde el hombre a la humanidad.
Los chispazos de una revolución político-económica, con la erección del industrialismo y el capitalismo, generados por el Progreso en las entrañas de la Revolución liberal, provocaron la expansión de los valores individuales hacia los contornos públicos, o mejor dicho, el contorno filosófico del ser empezó a apreciarse mejor en su dintorno.
El individuo se hace interesante en función de su participación en el movimiento social, y son las características evolutivas de éste las [149] que reclaman atención preferente. Para derribar las defectuosas concepciones de la etapa de los privilegios fue necesario un implacable desdoblamiento de la fortaleza-unidad del individuo. Pero apresurémonos a reconocer que tal mutación debe considerarse precedida de una larga etapa teórica. La práctica corresponde a nuestro siglo y está en sus comienzos.
Ello tiene una explicación hasta cierto punto sencilla. Cuando decimos que el tránsito efectuado derivó del viejo estado histórico de necesidad al moderno de libertad, pensando mejor en el individuo que en la comunidad, enunciamos una visión oblicua de la evolución. La etapa preparatoria, o teórica de realización del yo en el nosotros, fue, cabalmente, una fase apta para permitir la cesión de los principios rectores que, sin caer todavía sobre la masa, facilitaba a los nuevos grupos dirigentes al suspirado desplazamiento del poder.
La libertad entonces proclamada precisa un esclarecimiento si ha de considerarse su vigencia. Si por sentido de libertad entendemos el acervo palpitante de la humanidad, frente al estado de necesidad dictado por el imperio indiscutido de una fracción electoral, deberemos plantearnos inmediatamente su problema máximo: su incondición, y, sobre todo, su posibilidad de opción.
Libre no es un obrar según la propia gana, sino una elección entre varias posibilidades profundamente conocidas. Y tal vez, en consecuencia, observaremos que la promulgación jubilosa de ese estado de libertad no fue precedida por el dispositivo social, que no disminuyó las desigualdades sociales en los medios de lucha y defensa ni, mucho menos, por la acción cultural necesaria para que las posibilidades selectivas inherentes a todo acto verdaderamente libre pudiesen ser objeto de conciencia. El fondo consciente que presta contenido a la libertad, la autodeterminación popular, sobreviene a muy larga distancia en el tiempo del prólogo político de la cuestión. Cuando el ideal de humanidad empieza a abrirse paso, cuando las crisis de los hechos produce la revolución de las ideas, advertimos que los antiguos enunciados no ensamblan de un modo perfecto con el signo de la evolución. Son esbozos, o reflejos imperfectísimos, de un ideal mucho más antiguo: el griego. [150]

XIII
Superación de la lucha de clases por la colaboración social
y la dignificación humana

La lucha de clases no puede ser considerada hoy en ese aspecto que ensombrece toda esperanza de fraternidad humana. En el mundo, sin llegar a soluciones de violencia, gana terreno la persuasión de que la colaboración social y la dignificación de la humanidad constituyen hechos, no tanto deseables cuanto inexorables. La llamada lucha de clases, como tal, se encuentra en trance de superación. Esto en parte era un hecho presumible. La situación de lucha es inestable, vive de su propio calor, consumiéndose hasta obtener una decisión. Las llamadas clases dirigentes de épocas anteriores no podían sustraerse al hecho poco dudoso de sus crisis. La humanidad tenía que evolucionar forzosamente hacia nuevas convenciones vitales y lo ha hecho. La subsistencia de móviles de violenta inducción ofrece el espectáculo de un avance hacia la descomposición por el desgaste o hacia la adopción de fórmulas estériles. La aspiración de progreso social ni tiene que ver con su bulliciosa explotación proselitista, ni puede producirse rebajando o envileciendo los tipos humanos. La humanidad necesita fe en sus destinos y acción, y posee la clarividencia suficiente para entrever que el tránsito del yo al nosotros, no se opera meteóricamente como un exterminio de las individualidades, sino como una reafirmación de éstas en su función colectiva. El fenómeno, así, es ordenado y lo sitúa en el tiempo una evolución necesaria que tiene más fisonomía de Edad que de Motín. La confirmación hegeliana del yo en la humanidad es, a este respecto, de una aplastante evidencia.

XIV
Revisión de las jerarquías

Importa, seguramente, no perder de vista al hombre en esta nueva contemplación revisionista de las jerarquías. No es perfectamente imposible disociar el todo de las partes o acentuar exclusivamente sobre [151] lo colectivo, como si fuese por entero diferente a la condición de los elementos formativos. La sublimización de la humanidad no depende de su consideración preferente como del hecho de que el individuo que la integra alcance un grado que la justifique. La senda hegeliana condujo a ciertos grupos al desvarío de subordinar tan por entero la individualidad a la organización ideal, que automáticamente el concepto de humanidad quedaba reducido a una palabra vacía: la omnipotencia del Estado sobre una infinita suma de ceros.
Como podemos entender al hombre, o divisarle mejor, en el marco de esa humanidad que lo realiza, será, en su jerarquía propia, atento a sus propios fines y consciente de su participación en lo general.
Sólo así podremos hablar del problema de la redención como de una perfección realizable por elevación, en la vida en común.
Puede que D'Alembert acertase al pronosticar la subordinación del pensamiento-luz a la técnica y hemos visto que los problemas inmediatos, sociales, políticos y económicos, produjeron un grado de obnubilación suficiente para desvanecer en la zozobra colectiva los sagrados fines del individuo.
En el seno de la humanidad que soñamos, el hombre es una dignidad en continuo forcejeo y una vocación indeclinable hacia formas superiores de vida. Tales factores no operan, por cierto, en una consideración simplemente masiva de la biología social. De su ignorancia o de su sojuzgamiento depende precisamente el éxito de nuestra época.
Sólo en ese punto podemos examinar con mejores garantías de acierto la gran posibilidad de ese ideal de humanidad. Si no lo buscamos a través de esta misma, como una expresión de bloque con necesidades de bloque, sino a través del individuo, hallaremos enseguida sus dos características esenciales: humanidad como crisol de la dignidad y como atmósfera de libertad.
Si recordamos a Antístenes, veremos que su ideal de libertad no era en absoluto compatible con ningún ideal razonado de humanidad. Hay una libertad irrespetuosa ante el interés común, enemiga natural del bien social. No vigoriza al yo sino en la medida que niega al nosotros, y ni siquiera se es útil a sí misma para proyectar sobre su actividad una noble calificación. Kant insinúa cuál podrá ser el alto sentido de la libertad al situarla en el campo de la ley moral y en el espacio del destino. Nada nos impide considerar como destino no sólo [152] la finalidad individual, o la suma de sus probabilidades, sino la suma de las probabilidades generales. La misma ley moral no será considerada como ente aislado, como principio personal, sino como visión máxima del ideal de conducta universal. Con arreglo a ambas fuerzas presupone Kant la capacidad de autodeterminación y la llama casualidad libre. La existencia de esa personalidad es un postulado de la razón práctica. Pero Fichte va más lejos todavía: El grado supremo sólo llega a lograrse –nos dice– cuando sobre ese ciego deseo de poder y sobre la arbitrariedad del individuo se sobrepone en uno la voluntad de libertad, de soberanía del hombre, la voluntad racional. El hombre no es una personalidad libre hasta que aprende a respetar al prójimo.
La conclusión de que sólo en el dilatado marco de la convivencia puede producirse la personalidad libre, y no en el aislamiento, puede ser el agregado indispensable al ideal filosófico de sociología, cuya expresión más simple sería la de que nos es grato llegar a la humanidad por el individuo y a éste por la dignificación y acentuación de sus valores permanentes.

XV
Espíritu y materia: dos polos de la filosofía

Desde los primeros tiempos el tema magno de las tareas filosóficas fue una cuestión de acentuación. Su campo ofrecía las distintas y aun opuestas probabilidades según que el acento, la visión preferente, recayese sobre el espíritu o sobre la materia. La disociación se caracterizó por un conflicto con la esencia religiosa, paladín de la inmortalidad del alma y consecuentemente de su primacía. El problema de los valores individuales y de los sociales dependió en todo momento de esa acentuación, no debida, por cierto, a caprichosas veleidades.
En la larga y laboriosa investigación en que el pensamiento mundial ha consumido sus mejores energías, se han producido, como chispazos inesperados, revelaciones que sostienen hoy el eterno templo del saber. Pero en el orden de sus consecuencias importa sobremanera comprender que del hecho de subrayar, quiero decir, del lado en que decidamos situarnos para contemplar las cuestiones propuestas, depende nuestra calificación ulterior de lo vital. [153]
Inclinarse hacia lo espiritual o hacia lo material pudo ser una actividad selectiva de índole pensante o de génesis científica cuando aparecía pura en un grado anterior de la evolución. No es ésa la situación del mundo actual, ciertamente. Los problemas presentes, la superpoblación, la presencia de las masas en la vida pública, la traducción política de las doctrinas, confieren aguda responsabilidad al hecho, en apariencia intrascendente, de tomar partido en la suprema disputa.

XVI
Cuerpo y alma: el «cosmos» del «hombre»

Acaso corresponda el mérito de su iniciación al pensamiento oriental. Cuando hallamos en los Vedas la severa afirmación de que, con carácter sustancial, se hallan en abierta oposición alma y cuerpo o, dicho con propiedad, espíritu y naturaleza, experimentamos la sensación de haber chocado con una duda larvada desde el Génesis. La pugna por reprimir la rebeldía de la materia y subordinarla por entero al espíritu que supone la práctica del Yoga, y su tendencia por liberar el alma de la apetencias y dolores del cuerpo, nos advierte que la cuestión había sido enérgicamente planteada en los albores mismos de la civilización.
Para Aristóteles el universo constituye una serie, en uno de cuyos extremos se encuentra la pura materia y en otro la pura forma. Claro está que en su pensamiento la forma, la causa formal del ser, su contenido, no era otro que el alma. Pero esa polaridad enuncia con la necesaria evidencia el carácter distinto de ambas fuerzas. Importa no perder de vista la visión aristotélica, sobre la que descansa en lo sucesivo la visión espiritualista mundial que ha de sucederle.
Para Platón, el problema consiste en el vencimiento por el alma de las potencias inferiores. El cristianismo agrega a la visión helénica la fe. El temor a la disociación, en el supuesto de la inmortalidad, desaparece en él por la purificación.
En la escuela tomista se opera la fusión del pensamiento cristiano con la dualidad aristotélica. Descartes, primero en encaminar a la filosofía por una senda nueva, ignorada hasta entonces, parte también de las bases tradicionales. Su exposición del proceso partiendo de la [154] existencia de Dios, el cuerpo y el alma, constituye el prólogo de una posterior explicación mecánica del universo. Fue ésta y no su prólogo lo que la disputa general recogió. Sólo en Pitágoras podríamos hallar una preocupación, o una tendencia, de parecido carácter, pero la influencia cartesiana gravitó con enormes fuerzas en el desarrollo de las investigaciones.
Berkeley y D'Alembert parecen situados, aunque la imagen no sea perfecta, en los dos extremos de esa serie aristotélica. La vigorosa acentuación se convertirá en un hecho de hondas repercusiones. Descartes dejó abandonada, como al azar sobre el tapete, su teoría de la casualidad y ésta, en otras manos, proliferó la conversión de las jerarquías espirituales en extrañas opacidades.
Parece incomprensible que la indiferencia de un hombre dotado de tan grave desprecio hacia la masa como Voltaire, ejerciese tan demoledora influencia sobre los principios en que aquélla podría sustentar su línea de valores.
La disciplina científica nos aleja ya de la visión de las esencias centrales. Kant nos situará ante los conceptos, el espacio y el tiempo, que Bergson convertirá en materia y memoria. Para el romanticismo de Schelling la serie aristotélica se sostiene en el dualismo, pero sobre el pensamiento alemán gravita ya la época. Esas fuerzas, además, se hallan en permanente tensión. El marxismo convertirá en materia política la discusión filosófica y hará de ella una bandera para la interpretación materialista de la Historia.
Hemos pasado de la comunión de materia y espíritu al imperio pleno del alma, a su disociación y a su anulación final. Ciertamente, pese al flujo y reflujo de las teorías, el hombre, compuesto de alma y cuerpo, de vocaciones, esperanzas, necesidades y tendencias, sigue siendo el mismo. Lo que ha variado es el sentido de su existencia, sujeta a corrientes superiores.
Esa acentuación oscilante lo mismo puede someterle como ente explotable al despotismo de individualidades egoístas, que condenarle a la extinción progresiva de su personalidad en una masa gobernada en bloque.
En los hegelianos existió una derecha y una izquierda. Tan pronto como esa escuela se reflejó en el poder asistimos a la formación de sociedades de índole diversa: el hombre apareció anulado en unas, frente a los imperativos estatales, o con vagas posibilidades de redención [155] en otras, condicionadas por el equilibrio entre el interés común y la jerarquía individual. En ambos casos no nos está permitido dudar de la trascendencia de Hegel en la liquidación de la disputa. Si la derecha hegeliana puede derivar hacia un teísmo conservador, la izquierda se desliza necesariamente a un materialismo no filosófico y, me atrevería a sostenerlo, no humano. Por distintos caminos, se alcanza la pendiente marxista.
Cuando este forcejeo por la interpretación de la verdad produjo un estado de hecho, ocasionando la crisis de los valores sociales, surge una nueva explicación. Acaso resulte prudente considerarla. En Heidegger y en Kierkegaard observamos un cierto esfuerzo por retomar la vía de la antigua comunión. Obligados a sacrificar algunos principios para caracterizarla, intentan sin embargo la rectificación. Cuando Heidegger expone la necesidad de que éste llegue a realizarse, a lograr una plenitud, establece su divorcio con la corriente que bajo la arquitectura del bloque amenazaba aniquilar al hombre. Kierkegaard proporcionó un sentido igualmente elevado a la exposición de tales ideas restituyendo a la controversia su sentido vertical, al relacionar nuevamente espíritu y alma con su causa y su finalidad.
Keyserling había observado el fondo del problema atentamente al decir que el esfuerzo de los siglos XVIII y XIX fue unilateral, pues habían dejado el alma al margen del progreso. Klages llegó a decir que bajo la influencia destructora del espíritu llegara a su ocaso, en un día no lejano, la vida terrenal oponiéndole en su esencia el alma. En semejantes tiempos ya no resultaba popular el hombre de Vico, un conocer, un querer y un poder que tiende al infinito. Víctor Hugo, otra vez, el genial pensador francés, lanzará en la plaza pública, frente al monumento de Setiembre unas frases imperecederas: «...Si no hay en el hombre algo más que en la bestia pronunciad sin reír estas palabras: Derechos del hombre y del ciudadano, derecho del buey, derecho del asno, derecho de la ostra: producirán el mismo sonido. Reducir el hombre al tamaño de la bestia, disminuirle en toda la altura del alma que se le ha quitado, hacer de él una cosa como otra cualquiera; eso suprime de un golpe muchas declaraciones acerca de la dignidad humana, de la libertad humana, de la inviolabilidad humana, del espíritu humano y convierte todo ese montón de materia en cosa manejable. La autoridad de abajo, la falsa, gana todo cuanto pierde la autoridad de arriba, la verdadera. Sin infinito no hay ideal, sin ideal no hay [156] progreso; sin progreso no hay movimiento; inmovilidad, pues, statu quo, estancamiento: Este es el orden. Hay putrefacción en ese orden. Preguntad a la jaula lo que piensa del ala. Os contestará: el ala es la rebelión...»
Semejante desafío no está dirigido a la conciencia filosófica, sino al mundo político, pero estamos lejos de permitirnos afirmar que en estos momentos, de tan fina sensibilidad, resulta factible una sólida disciplina intelectual sin repercusiones en el desarrollo de la vida social... ¿No debemos, acaso, formularnos el problema, con ambición de eficacia, de si esa acentuación no deberá ser objeto de una cuidadosa definición antes de referirla a los fines comunes? Un pensador moderno ha escrito lo siguiente: Hay un trabajo sin alegría, un placer sin risa, una virtud sin gracia, una juventud sin suavidad, un amor sin misterio, un arte sin irradiación... ¿por qué?...
Esa pregunta terrible acaso está todavía pendiente sobre la vida actual. Pero puede gravitar sobre nuestro futuro si no llegamos a relacionar y defender debidamente las categorías y valores de ese sujeto de la vida toda, de nuestras preocupaciones y nuestros desvelos, que es el Hombre.
Sin el Hombre no podemos comprender en modo alguno los fines de la naturaleza, el concepto de la humanidad ni la eficacia del pensamiento...

XVII
¿La felicidad que el hombre anhela pertenecerá al reino de lo material o lograrán las aspiraciones anímicas del hombre el camino de perfección?

De que importa activar la génesis de un pensamiento susceptible de contemplar la futura evolución humana da pruebas el sentido de la vida actual.
Existe una laboriosa tarea en pleno desarrollo, encaminada a modificar sustancialmente las condiciones de vida en pro de la felicidad general. Es importante saber si esta felicidad pertenece al reino de lo material, o si cabe pensar que se trata de realizar las aspiraciones anímicas del hombre y el camino de perfección para el cuerpo social. Pero cuando volvemos a preguntarnos si la dirección de ese pensamiento [157] ha de ser ejercida en un sentido horizontal, o si cabrá imprimirle al mismo tiempo verticalidad, debemos antes examinar, siquiera en busca de indicios, el panorama que se ofrece a nuestros ojos.
Advertimos en seguida un síntoma inquietante en el campo universal. Voces de alerta señalan con frecuencia el peligro de que el progreso técnico no vaya seguido por un proporcional adelanto en la educación de los pueblos. La complejidad del avance técnico requiere pupilas sensibles y recio temperamento. Si tomamos como símbolo de la vida moderna el rascacielos o el transatlántico, deberemos enseguida prefigurarnos la estatura espiritual del ser que ha de morar o viajar en ellos. Ante esta cuestión no caben retóricas de fuga, porque lo que en ella se ventila es, ni más ni menos, la escala de magnitudes con arreglo a la cual puede el hombre rectificar adecuadamente su propia proporción ante el bullicio creciente de lo circundante.
La vida que se acumula en las grandes ciudades nos ofrece con desoladora frecuencia el espectáculo de ese peligro al que unos cerebros despiertos han dado el terrorífico nombre de «insectificación». Es cierto que lo físico no mengua ni aumenta la proporción intima, porque ésta consiste justamente en la estimación de sí mismo que el hombre posee; pero puede suceder que, en ausencia de categorías morales, acontezca en su ánimo una progresiva pérdida de confianza y un progreso paulatino del sentimiento de inferioridad ante el gigante exterior.
Frente a un complejo semejante –que en último término es un problema de cultura y de espíritu–, son contados los medios de autodefensa. La civilización tiende a complicarse y no parece que por el camino de lo exterior pueda resolverse esta incógnita íntima.
El materialismo intransigente contaba sin duda con el signo mecánico e implacable del progreso, sospechando que privado de su sombra cósmica el hombre acabaría por sentirse minúsculo y víctima de la monstruosa trepidación vital. Seguro de ello, proveyó a su individuo de un sustitutivo de la proporción espiritual: el resentimiento. Previamente había sustituido también las tendencias supremas por fuerzas inferiores, por es «gana» que ayer integraba el cuerpo de una teoría sumamente interesante y que hoy, defraudada y desencantada, han convertido sus discípulos en la «nausea». Nausea ante la moral, ante la herencia de la vida en común, nausea ante las leyes y los procesos inexorables de la Historia, nausea biológica. [158]
Es hasta cierto punto poco comprensible que hayamos pasado con tan peligrosa brevedad intelectual de la decepción del ser insectificado a esa náusea con que, a espaldas de sagradas leyes, se pretende orientar la comprensión de la existencia colectiva. Lo sintomático de ese modo de pensar está en que no es una abstracción, como tampoco lo era, pongo por ejemplo, el marxismo. Este operaba sobre un descontento social. La náusea –como entelequia– opera sobre el desencanto individual. Es la «angustia» abstracta de Heidegger en el terreno práctico: corresponde a una sociedad desmoralizada que ni siquiera busca una certidumbre para reclinar la cabeza. No es por tanto la teoría lo deplorable, sino la realidad, la deformación postrera de aquella «insectificación», sólo que esta vez el individuo insectificado ha querido aislarse de la catástrofe con una mueca cínica.
Reconozcamos que ésta era la consecuencia necesaria y obligada del doloroso extravío de la escala de magnitudes. Armado con ella podía el hombre enfrentarse no sólo con la áspera y poco piadosa vicisitud de su existencia sino con la crisis que una evolución tan terminante había de suscitar en su intimidad. Saberse ligado a reinos superiores a las leyes materiales del contorno, le facilitaban una generosa concentración de fuerzas para entrar con biológica alegría en un ciclo en que todos los fenómenos parecen desbordarse. En una célebre fábula de Goethe le acontece a un hombre desdichado verse compelido a una elección extraordinaria. Melusina, reina de país de los enanos, le invita a reducir su tamaño y compartir con ella su elevada jerarquía. Le ofrece amor, poder, riquezas, sólo que en un grado inferior: será rey, pero entre enanos. Trasladado al país donde las briznas de hierbas son árboles gigantescos, este hombre, el más mísero de los mortales, añora su forma anterior. Y la añora, supongamos, porque su escala de magnitudes le advierte que en la prosperidad o en el infortunio su estado anterior era inimitable. En el hecho complejo del existir el hombre es, sin más, una entidad superior.
La fábula de Melusina puede ser igualmente trasladada a otros paisajes, y preferentemente a esos donde la desintegración y la heterogeneidad de la vida moderna han reducido principios absolutos e ideales en provecho del esplendor material. Se ha producido el milagro de la fábula, pero a la inversa: al hombre no le ha sido dado elegir con arreglo a su proporción, y aquel que no poseía un grado de fe en sus valores espirituales, sustituyó la altiva reacción por la [159] resignación o por el descontento, la difuminación gradual de las perspectivas que padece quien no posee una conciencia justa de su jerarquía, la «insectificación».
Pero semejante desviación no es consecuencia del auge de los ideales colectivos. Que el individuo acepte pacíficamente su eliminación como un sacrificio en aras de la comunidad, no redunda en beneficio de ésta. Una suma de ceros es cero siempre; una jerarquización estructurada sobre la abdicación personal es productiva sólo para aquellas formas de vida en que se producen asociados el materialismo más intolerante, la deificación del Estado, el Estado Mito y una secreta e inconfesada vocación de despotismo.
Lo que caracteriza a las comunidades sanas y vigorosas es el grado de sus individualidades y el sentido con que se disponen a engendrar en lo colectivo. A este sentido de comunidad se llega desde abajo, no desde arriba; se alcanza por el equilibrio, no por la imposición. Su diferencia es que así como una comunidad saludable, formada por el ascenso de las individualidades conscientes, posee hondas razones de supervivencia, las otras llevan en sí el estigma de la provisionalidad, no son formas naturales de la evolución, sino paréntesis cuyo valor histórico es, justamente, su cancelación.
En la consideración de los supremos valores que dan forma a nuestra contemplación del ideal, advertimos dos grandes posibilidades de adulteración: una es el individualismo amoral, predispuesto a la subversión, al egoísmo, al retorno a estados inferiores de la evolución de la especie; otra reside en esa interpretación de la vida que intenta despersonalizar al hombre en un colectivismo atomizador.
En realidad operan las dos un escamoteo. Los factores negativos de la primera, han sido derivados, en la segunda, a una organización superior. El desdén aparatoso ante la razón ajena, la intolerancia, ha pasado solamente de unas manos a otras. Bajo una libertad no universal en sus medios ni en sus fines, sin ética ni moral, le es imposible al individuo realizar sus valores últimos, por la presión de los egoísmos potenciados de unas minorías. Del mismo modo, bajo el colectivismo materialista llevado a sus últimas consecuencias, le es arrebatada esa probabilidad –la gran probabilidad del existir–, por una imposición mecánica en continua expansión y siempre hipócritamente razonada.
El idealismo hegeliano y el materialismo marxista, operando sobre [160] necesidades y calamidades universales que han influido profundamente en el ánimo general, constituyen direcciones cuya resultante será prudente establecer. De la Historia, y aun de sus excesos, extraeremos preciosas enseñanzas ante las que en modo alguno podemos ni debemos permanecer insensibles. Mientras el pensamiento creía poder sostenerse en lo fundamental, en espacios puramente teóricos, el mundo obraba por su cuenta; pero, si lo fundamental declinó, la fijación práctica de lo abstracto puede ejercer una influencia perniciosa en la existencia común. Resulta entonces necesario detenernos de nuevo a examinar nuestros absolutos y a limpiar de excrecencias y añadiduras superfluas un ideal apto para servir de polo al sentido lógico de la vida.

XVIII
El hombre como portador de valores máximos y célula del «bien general»

En esta labor se nos antoja primordial la recuperación de la escala de magnitudes, esto es, devolver al hombre su proporción, para que posea plena conciencia de que, ante las formas tumultuosas del progreso, sigue siendo portador de valores máximos; pero para que sea humanamente, es decir: sin ignorancia.
Sólo así podremos partir de ese «yo» vertical, a un ideal de humanidad mejor, suma de individualidades con tendencia un continuo perfeccionamiento.
Sugerir que la humanidad es imperfecta, que el individuo es un experimento fracasado, que la vida que nosotros comprendemos y tratamos de encauzar es, en sí y en sus formas presentes, algo irremediablemente condenado a la frustración, nos hace experimentar la dolorosa sensación de que se ha perdido todo contacto con la realidad. Lo mismo tememos cuando se fía a la abdicación de las individualidades en poderes extremos una imposible realización social.
Si hay algo que ilumine nuestro pensamiento, que haga perseverar en nuestra alma la alegría de vivir y de actuar, es nuestra fe en los valores individuales como base de redención y, al mismo tiempo, nuestra confianza de que no está lejano el día en que sea una persuasión vital el principio filosófico de que la plena realización del «yo», [161] el cumplimiento de sus fines más sustantivos, se halla en el bien general.

XIX
Hay que devolver al hombre la fe en su misión

Hoy, cuando la «angustia» de Heidegger ha sido llevada al extremo de fundar la teoría sobre la «náusea» y se ha llegado a situar al hombre en actitud de defenderse de la cosa, puede hacerse de ello polémica simple, pero es conveniente repetir que no han sido teorías fundadas en sugestiones sino en un parcial relajamiento biológico. Del desastre brota el heroísmo, pero brota también la desesperación, cuando se han perdido dos cosas: la finalidad y la norma. Lo que produce la náusea es el desencanto, y lo que puede devolver al hombre la actitud combativa es la fe en su misión, en lo individual, en lo familiar y en lo colectivo.
Ahora bien: va anexo al sentido de norma el sentido de cultura. Nuestra norma, la que tratamos de insinuar aquí, no es un cuadro de imposiciones jurídicas, sino una visión individual de la perfección propia, de la propia vida ideal... En ese aspecto no cabe duda de que su eficacia depende enormemente de nuestra comprensión del mundo circundante como de nuestra aceptación de las obligaciones propias. El solo intento de trazar un cuadro comparativo entre las posibilidades culturales de la antigüedad y las actuales resultaría descabellado. El progreso, el incremento de relaciones, la complejidad de las costumbres, han ampliado el paisaje en términos indescriptibles.
Es lógico pensar, por consiguiente, que la dilatación del panorama haya redundado en limitación proporcional de la conciencia de situación. Cuando nuestro tiempo se plantea cuestiones de Moral o de Etica –acaso las más sustantivas e inaplazables que debemos formularnos hoy–, no ignora que en la confusión de muchos valores desempeña un activo papel el signo vertiginoso de progreso. La evolución humana se ha caracterizado, entre otras cosas, por lanzar al hombre fuera de sí sin proveerle previamente de una conciencia plena de sí mismo. A ese estar fuera de sí puede atender mediante leyes la comunidad organizada políticamente, y tendremos entonces un aspecto de la norma ética. Pero para su reino interior y para el [162] gobierno de su personalidad, no existe otra norma que aquella que se puede alcanzar por el conocimiento, por la educación, que afirma en nosotros una actitud conforme a moral.
De que esta norma llegue a constituir un sistema ordenado de límites e inducciones depende absolutamente el porvenir de la sociedad. Ni siquiera nos es posible comprender ese porvenir como suma de libertad y de seguridad si no podemos prefigurar en él la existencia de normas. Y no somos de los que pensamos que es preferible resolver quirúrgicamente el problema encomendando la libertad irresponsable al imperio vigilante de la ley. Las colectividades que hoy deseen presentir el futuro, en las que la autodeterminación y la plena conciencia de ser y de existir integren una vocación de progreso, precisan, como requisito sustancial, el hallazgo de ese camino, de esa «teoría», que iluminen ante las pupilas humanas los parajes oscuros de su geografía.

XX
La comunidad organizada, sentido de la norma

Así como en el examen que nos está permitido aparece la voluntad transfigurada en su posibilidad de libertad, aparece el «nosotros» en su ordenación suprema, la comunidad organizada. El pensamiento puesto al servicio de la Verdad, esparce una radiante luz, de la que, como en un manantial, beben las disciplinas de carácter práctico. Pero por otra parte nos es imposible comprender los motivos fundamentales de la evolución filosófica prescindiendo de su circunstancia.
Desde Platón a Hegel la civilización ha consumado su azarosa marcha por todos los caminos. Las circunstancias han variado sin tregua y, en ciertos dilatados plazos se diría que volvían y vuelven a producirse con desconcertante semejanza. La sustitución de las viejas formas de vida por otras nuevas son factores sustanciales de las mutaciones, pero debemos preguntarnos si, en el fondo, la tendencia, el objetivo último, no seguirán siendo los mismos, al menos en aquello que constituye nuestro objeto necesario: el Hombre y su Verdad.
Cuando advertimos en Platón el Estado ideal, un Estado abstracto, comprendemos que su mundo, en relación con el nuestro y en su apariencia política, era infinitamente apto para una abstracción semejante. [163] Las ideas puras y los absolutos podían fijarse en el panorama, aprehender y configurar éste, cuando menos en su eficacia intelectual. Podía crearse un mundo en que valores ideales y representaciones prácticas eran susceptibles de producirse con cierta familiaridad. Platón afirmaba: el Bien es orden, armonía, proporción; de aquí que la virtud suprema sea la justicia. En tal virtud advertimos la primera norma de la antigüedad convertida en disciplina política. Sócrates había tratado de definir al hombre, en quien Aristóteles subrayaría una terminante vocación política, es decir, según el lenguaje de entonces, un sentido de orden en la vida común. La idea platoniana de que el hombre y la colectividad a que pertenece se hallan en una integración recíproca irresistible se nos antoja fundamental. La ciudad griega, llevada en sus esencias al imperio por Roma, contenía en fenómeno de larvación todos los caminos evolutivos.
Cuando los hechos se producían en fases simples y en estadios relativamente reducidos, era factible representarse la sociedad política como un cuerpo humano regido por las leyes inalterables de la armonía: corazón, aparato digestivo, músculo, voluntad, cerebro, son en el símil de Platón, órganos felizmente trasladados por sus funciones y sus fines a la biología colectiva: un Estado de justicia, en donde cada clase ejercita sus funciones en servicio del todo, se aplique a su virtud especial, sea educada de conformidad con su destino y sirva a la armonía del todo. El Todo, con una proposición central de justicia, con una ley de armonía, la del cuerpo humano, predominando sobre las singularidades, aparece en el horizonte político helénico, que es también el primer horizonte político de nuestra civilización.
Todavía en el crepúsculo de la mitología pagana, no aparecen claros los fines últimos del hombre. Se le concibe adscripto a la ciudad, y más interesante quizá que su persona, es la virtud abstracta que es susceptible de representar. No existe, por cierto, un ideal de humanidad, aun para la clara visión de los filósofos.
El Cefiso y el Eurotas no son límites geográficos o militares, sino también intelectuales. Al otro lado del Ponto existen la barbarie y las sombras que Alejandro rasgará años después. El sol es un globo de fuego un poco mayor que el Peloponeso.
La certera inteligencia de Aristóteles, que proporcionará el método cuando los espacios nos hayan revelado gran parte de sus misterios, se desenvuelve también en esa concepción de la jerarquía humana. [164] Hay hombres libres y esclavos y no parece que todos se rijan por leyes idénticas. Hay mundos en luz y mundos en sombra.
Nada de particular tiene que en tal situación, la ciudad, objetivada y armónica, predomine con carácter irreductible sobre las desigualdades humanas, que son desigualdades sin vocación reivindicativa. Ello nos permitirá observar que cuando al hombre se le priva de su rango supremo, o desconoce sus altos fines, el sacrificio se realiza siempre en beneficio de entidades superiores petrificadas. El hombre es un ser ordenado para la convivencia social –leemos en Aristóteles–; el bien supremo no se realiza, por consiguiente, en la vida individual humana, sino en el organismo superindividual del Estado; la Ética culmina en la Política.
Los pensamientos citados definen con carácter suficiente la fisonomía del mundo helénico, y es preciso tener en cuenta que eran filósofos idealistas los que la habían trazado. Sócrates intuyó la inmortalidad, pero sobre ella no pudo fundar un sistema. Platón y Aristóteles debían encargarse de situar a ese hombre, que divisaba con angustiada preocupación el problema último, ante la vida en común.
Nacía el Estado, aunque la comunidad cuya vida trataba de organizar adolecía de una insuficiente revelación de la trascendencia de los valores individuales. La idea griega necesitaba para ser completada una nueva contemplación de la unidad humana desde un punto de vista más elevado. Estaba reservada al cristianismo esa aportación. El Estado griego alcanzó en Roma su cúspide. La ciudad, hecha imperio, convertida en mundo, transfigurada en forma de civilización, pudo cumplir históricamente todas las premisas filosóficas. Se basaba en el principio de clases, en el servicio de un «todo» y, lógicamente, en la indiferencia o el desconocimiento helénicos de las razones últimas del individuo.
Una fuerza que clavase en la plaza pública como una lanza de bronce las máximas de que no existe la desigualdad innata entre los seres humanos, que la esclavitud es una institución oprobiosa y que emancipase a la mujer; una fuerza capaz de atribuir al hombre la posesión de un alma sujeta al cumplimiento de fines específicos superiores a la vida material, estaba llamada a revolucionar la existencia de la humanidad. El Cristianismo, que constituyó la primera gran revolución, la primera liberación humana, podría rectificar felizmente [165] las concepciones griegas. Pero esa rectificación se parecía mejor a una aportación.
Enriqueció la personalidad del hombre e hizo de la libertad, teórica y limitada hasta entonces, una posibilidad universal. En evolución ordenada, el pensamiento cristiano, que perfeccionó la visión genial de los griegos, podría más tarde apoyar sus empresas filosóficas en el método de éstos, y aceptar como propias muchas de sus disciplinas. Lo que le faltó a Grecia para la definición perfecta de la comunidad y del Estado fue precisamente lo aportado por el Cristianismo: su hombre vertical, eterno, imagen de Dios. De él pasa ya a la familia, al hogar; su unidad se convierte en plasma que a través de los municipios integrará los estados, y sobre la que descansarán las modernas colectividades.
Roma no era la Grecia cerrada, atenta sólo al fenómeno exterior de la barbarie persa. Ha integrado en su existencia la de otros pueblos de costumbres, pensamientos y creencias distintas. Las necesidades de su comunidad fueron muy superiores también. Le fue sumamente difícil proporcionarse una idea abstracta sobre la concepción del Estado, porque éste se había tornado proporcionalmente complejo. Su historia es un continuo proceso de crecimiento y asimilación que, cuando alcanza la cúspide, se interrumpe por la violencia. Lega al mundo sus instituciones, su gloria, su civilización. Antes del ocaso, añade a esta herencia colosal la confirmación de la dignidad humana.
La libertad, expropiable por la fuerza antes de saberse el hombre poseedor de un alma libre e inmortal, no será nunca más susceptible de completa extinción. Los tiranos podrán reducirla o apagarla momentáneamente, pero nunca más se podrá prescindir de ella: será en el hombre una «conciencia» de la relación profunda de su espíritu con lo sobrehumano. Lo que fue privilegio de la República servida por los esclavos, será más adelante un carácter para la humanidad, poseedora de una feliz revelación.
Al sobrevenir la crisis la civilización conoció siglos amargos. El derrumbamiento del imperio, sin parangón en la historia, devuelve el mundo a la oscuridad. Pero ésta habría sido espantosa si el crepúsculo romano no hubiese prendido en la noche siguiente la llama inextinguible de aquella revelación. Lo que permitirá que el hilo de oro del pensamiento continúe a través del abismo de hogueras y sangre, es el milagro magnífico de que el puente de las ideas religiosas no [166] sucumbiese al chocar el hierro de los bárbaros con el agrietado mármol de Roma.
Las nuevas monarquías aparecidas al galope poseían ciertamente una notable capacidad de asimilación, pero su proyección cultural era sumamente reducida y el imperio de la fuerza en que debían apoyarse hizo todavía más limitada esa posibilidad. Europa se convirtió en una necesidad armada: así como las zonas habitadas se polarizaban en torno a los puntos estratégicos y a los fosos de los castillos, la humanidad se distribuyó en torno a jefes militares, caudillos y señores. Poco o nada subsistirá de cuanto había impreso su fisonomía a la existencia general. El principio de autoridad cae en manos de la fuerza, en razón de ese estado de necesidad aludido. Los mismos reyes ven menguar sus atribuciones y privilegios a medida que se ven obligados a recurrir al poder de sus ricos señores y a solicitar su alianza para sus empresas militares.
El saber se refugia junto a los altares. En las abadías y en los conventos se conserva inextinguible la llama que más tarde volverá a iluminar al mundo. Y lo que preserva de la gigantesca crisis el acervo de los valores espirituales humanos es, con precisión, un sentido místico: la dirección vertical, hacia las alturas, que unos hombres de fe habían atribuido a todas las cosas, empezando por la naturaleza humana.
La Edad Media es de Dios, se ha dicho, y en este hecho, en este paciente y laborioso mantenerse al margen de sus tinieblas, debemos ver la lenta y difícil gestación del Renacimiento. Fue una Edad caracterizada por la violencia desmedida. No nos es posible hallar en ella las formas del Estado ni contemplar al hombre. Gracias sólo al hecho de acentuar sus desgracias, y aun su brutalidad a veces, sobre fines e ideales remotos, pudo resultar factible la evolución resolutiva. En el individuo, no es fácil diferenciar la conciencia de su proporción en el ideal religioso de cuanto fue simplemente ignorancia o superstición.
La Edad Media produjo santos y demonios, pero en su desolación, en su pobreza, con el horizonte teñido siempre por los resplandores de los incendios, no le quedaban al hombre otro escape que poner sus ojos y su esperanza en mundos superiores y lejanos. La fe se vio fortalecida por la desgracia.
El Renacimiento halló diseminados los restos de una cultura y trató de reconstruir con ellos un nuevo clasicismo. Sobre las ruinas [167] de los castillos feudales edificaron su trono las nuevas monarquías. A la idea de aventura sucedió la empresa. Cuando los primeros concejos acuden al servicio del rey con pendón al frente, y se distinguen en las batallas, se consuma en la práctica el final de un largo período histórico. El Estado tardará todavía en sobrevenir, pero en torno a los monarcas, depositarios de un mandato ideal, representantes de lo que siglos después será el concepto de nacionalidad, empieza a gestarse la vida de los pueblos modernos. Los nobles ingleses arrancarán a un Juan Sin Tierra la Carta Magna, los castellanos harán jurar al trono en Santa Gadea, y los aragoneses arrancarán a su rey los «Usajes», demostrativos de que la constitución del Estado está en trance de ensayarse. Habrá Cámaras, rudimentarias al principio, y los estamentos harán oír en los concejos la voz de los gremios y de los municipios.
Esta evolución se produce bajo un signo idealista, cualquiera que sea su realización práctica o su signo político, y en la elevada temperatura de la Fe popular. El hombre tenía fe en sí, en sus destinos, y una fe inmarcesible en su subordinación a lo Providencial. Tal fe justifica en parte las titánicas andanzas de la época. Era necesaria para lanzarse a las sombras atlánticas y sacar las Américas a la luz del sol romano, para detener la invasión tártara en las puertas de Europa y para levantar un mundo nuevo de la desolación. Lo conquistado y descubierto en esa edad constituye un himno sonoro a la vocación por el ideal. Pero es importante no perder de vista que, prescindiendo del rigor práctico de la organización política, el clima intelectual de la época conservó el acento sobre los valores supremos del individuo. Cuando la escuela tomista nos dice que el fin del Estado es la educación del hombre para una vida virtuosa, presentimos la enorme importancia que tuvo ese puente tendido sobre las sombras de la Edad Media. Ese hombre a cuyo servicio, el de su perfeccionamiento, estaba dedicado el Estado, no era por cierto el germen de un individualismo anárquico. Para que degenerase había que trasladar el acento de sus valores espirituales a los materiales. El hombre era sólo algo que debía perfeccionarse, para Dios y para la comunidad. La virtud a que Santo Tomás se refería no será enteramente indiferente a la «virtud» griega, el patrón de valores ideales para la realización de la vida propia.
Frente al humanismo, la inteligencia humana intenta divisar nuevos caminos y orientaciones. Maquiavelo cubrirá la vida con el [168] imperativo político, y sacrificará al poder real o a las necesidades del mundo cualquier otra ley, principio o valor.
Grocio llamará al Estado a erigirse en administrador supremo de la felicidad del hombre y abrirá nuevos cauces al principio de autoridad.
Los pueblos han vivido décadas y siglos intensos, han proyectado sus fuerzas hacia espacios desconocidos, se han desdoblado, difundido en mundos nuevos, en empresas fantásticas y costosas. Para que esto fuese posible se precisaba un poder enorme de los recursos espirituales. El apogeo de los absolutos iba a despertar, como consecuencia necesaria, el desprecio a los absolutos. La intensa espiritualidad de la obra gestaba, por reacción, el desencanto y el materialismo que iban a producirse después. En la evolución, por primera vez acaso, se derivaría de un extremo a otro, de un polo al opuesto, y el objetivo a suprimir era, inevitablemente, la temperatura ideal.
Hobbes predica el absolutismo del Estado en la corriente armada de la época, pero predica ya a un hombre desalentado. La unidad social no parece imaginada por él como el indestructible depósito de valores, sino como víctima. Fue el primero en definir al Estado como un contrato entre los individuos, pero importa observar que esos individuos eran lobos entre sí, eran seres desprovistos de virtud y, seguramente, de esperanzas supremas; la larga cabalgada les había rendido.
En la crisis de las monarquías absolutas, vierte su mordacidad el genio de Voltaire. Ciertamente no necesitaba ya la sociedad su corrosivo para fragmentarse bajo el trono. Montesquieu advirtió a la monarquía que sería heredada en la República y Rousseau coronó el pórtico de la naciente época. Se caracterizó por el cambio radical del acento. Acentuó sobre lo material, y esto se produjo indistintamente, lo mismo si el sujeto del pensamiento era el individuo, en cuyo caso se insinuaba la democracia liberal, que si lo era la comunidad, en cuyo caso se avistaba el marxismo.
Es muy posible que las edades Media y Moderna hayan verificado su elección con un exclusivismo parcial en beneficio del espíritu, pero es innegable que el siglo XVIII y el XIX lo hicieron, con mayor parcialidad, a favor de la materia. El estado de la cultura en esos siglos pudo prever las consecuencias, pero debemos estimar necesario en toda evolución lo mismo lo que nos parece dudoso que lo acertado. Rousseau cree en el individuo, hace de él una capacidad de virtud, [169] lo integra en una comunidad y suma su poder en el poder de todos para organizar, por la voluntad general, la existencia de las naciones. Para Kant, lo vital en lo político era el principio de «libertad como hombre», el de «dependencia como súbditos» y el de «igualdad como ciudadanos». Rousseau llamará pueblo al conjunto de hombres que mediante la conciencia de su condición de ciudadanos y mediante las obligaciones derivadas de esta conciencia, y provistos de las virtudes del verdadero ciudadano, acepten congregarse en una comunidad para cumplir sus fines.
La Revolución Francesa fue un estruendoso prólogo al libro, entonces en blanco, de la evolución contemporánea. Hallamos en Rousseau una evolución constructiva de la comunidad y la identificación del individuo en su seno, como base de la nueva estructuración democrática. Esta concepción servirá de punto de partida para la interpretación práctica de los ideales en las nuevas democracias. Pero resulta hasta cierto punto conveniente examinar si en la concepción originaria no se produjo, por la dinámica misma de la reacción, la supresión innecesaria de toda una escala de valores. Podemos preguntarnos, por ejemplo, si fue decididamente imprescindible para derivar el poder absoluto a la voluntad del ciudadano, cegar antes en ésta toda posibilidad espiritual. En segundo lugar es preciso tener en cuenta el largo paréntesis que el Imperio abrió entre el prólogo y la continuación del libro de la evolución política.

XXI
La terrible anulación del hombre por el Estado
y el problema del pensamiento democrático del futuro

En ese paréntesis, el ideal que el pensamiento había abandonado a la intemperie, es rescatado del arroyo por fuerzas opuestas, que combatirán con extremada violencia en el futuro. No tratarán de fijar sus absolutos en la jerarquía del hombre, en sus valores ni en sus posibilidades de virtud; los fijaran en el Estado, o en organizaciones de un característico materialismo.
Todavía Fichte crea un amplio espacio donde el individuo, subordinado al todo social, puede realizarse. Hegel convertirá en Dios al [170] Estado. La vida ideal y el mundo espiritual que halló abandonados los recogió para sacrificarlos a la Providencia estatal, convertida en serie de absolutos. De esta concepción filosófica derivará la traslación posterior: el materialismo conducirá al marxismo, y el idealismo, que ya no acentúa sobre el hombre, será en los sucesores y en los intérpretes de Hegel, la deificación del Estado ideal con su consecuencia necesaria, la insectificación del individuo.
El individuo está sometido en éstos a un destino histórico a través del Estado, al que pertenece. Los marxistas lo convertirán a su vez en una pieza, sin paisajes ni techo celeste, de una comunidad tiranizada donde todo ha desaparecido bajo la mampostería. Lo que en ambas formas se hace patente es la anulación del hombre como tal, su desaparición progresiva frente al aparato externo del progreso, el Estado fáustico o la comunidad mecanizada.
El individuo hegeliano, que cree poseer fines propios, vive en estado de ilusión, pues sólo sirve los fines del Estado. En los seguidores de Marx esos fines son más oscuros todavía, pues sólo se vive para una esencia privilegiada de la comunidad y no en ella ni con ella. El individuo marxista es, por necesidad, una abdicación.
En medio se alza la fidelidad a los principios democráticos liberales que llena el siglo pasado y parte del presente. Pero con defectos sustanciales, porque no ha sido posible hermanar puntos de vista distintos, que condujeron a dos guerras mundiales y que aún hoy someten la conciencia civilizada a durísimas presiones. El problema del pensamiento democrático futuro está en resolvernos a dar cabida en su paisaje a la comunidad, sin distraer la atención de los valores supremos del individuo; acentuando sobre sus esencias espirituales, pero con las esperanzas puestas en el bien común.
En lo político parte muy importante de tal crisis de las ideas democráticas se debe al tiempo de su aparición. La democracia como hecho trascendental estaba llamado a suceder ipso facto a los absolutismos. Sin embargo, sufrió un largo compás de espera impuesto por la persistencia de monarquías templadas y repúblicas estacionarias que, para subsistir, creyeron necesario aplicar en leves dosis principios propios de la democracia pura, preferentemente aquellos que podían ser adaptados sin peligro. Tal operación dulcificó la evolución, pero sustrajo partes muy importantes de personalidad al nuevo orden de ideas, que a su advenimiento pleno halló, frente a colosales enemigos, [171] muy disminuida su novedad. Sucedió así que los pueblos que pudieron establecerla en su momento han alcanzado con ella los caminos de perfección necesarios, y los que no lo consiguieron, han optado por el empleo de sustitutivos, los extremismos, con tal de hacer efectivo por cualquier vía, el carácter trascendental.
Y sin embargo lo trascendental del pensamiento democrático, tal como nosotros lo entendemos, está todavía en pie, como una enorme posibilidad en orden al perfeccionamiento de la vida.
En varias ocasiones ha sido comparado el hombre al centauro, medio hombre, medio bruto, víctima de deseos opuestos y enemigos; mirando al cielo y galopando a la vez entre nubes de polvo.
La evolución del pensamiento humano recuerda también la imagen del centauro: sometido a altísimas tensiones ideales en largos períodos de su historia, condenado a profundas oscuridades en otros, esclavo de sordos apetitos materiales a menudo. La crisis de nuestro tiempo es materialista. Hay demasiados deseos insatisfechos, porque la primera luz de la cultura moderna se ha esparcido sobre los derechos y no sobre las obligaciones; ha descubierto lo que es bueno poseer mejor que el buen uso que se ha de dar a lo poseído o a las propias facultades.
El fenómeno era necesario, de una necesidad histórica, porque el mundo debía salir de una etapa egoísta y pensar más en las necesidades y las esperanzas de la comunidad. Lo que importa hoy es persistir en ese principio de justicia, pero recuperar el sentido de la vida, para devolver al hombre su absoluto.
Ni la justicia social ni la libertad, motores de nuestro tiempo, son comprensibles en una comunidad montada sobre seres insectificados, a menos que a modo de dolorosa solución el ideal se concentre en el mecanismo omnipotente del Estado. Nuestra comunidad, a la que debemos aspirar, es aquella donde la libertad y la responsabilidad son causa y efecto, en que exista una alegría de ser, fundada en la persuasión de la dignidad propia. Una comunidad donde el individuo tenga realmente algo que ofrecer al bien general, algo que integrar y no sólo su presencia muda y temerosa.
En cierto modo, siguiendo el símil, equivale a liberar al centauro restableciendo el equilibrio entre sus dos tendencias naturales. Si hubo épocas de exclusiva acentuación ideal y otras de acentuación material, la nuestra debe realizar sus ambiciosos fines nobles por la [172] armonía. No podemos restablecer una Edad-centauro sólo sobre el músculo bestial ni sobre su sólo cerebro, sino una «edad-suma-de-valores», por la armonía de aquellas fuerzas simplemente físicas y aquellas que obran el milagro de que los cielos nos resulten familiares.
Los monjes de la Edad Media borraron el contenido de los libros paganos para cubrirlos con los salmos. La Edad Contemporánea trató de borrar los salmos, pero no añadió nada más que la promesa de una vaga libertad a la sed de verdades del hombre. En 1500 la humanidad concentró sus dispersas energías para empresas gigantescas y nos dio nuevos mundos y formas de civilización. En 1800 reprodujo el intento y creó febrilmente, generosamente, una época. ¿No será el nuestro, acaso, el momento de hacer acopio de las energías humanas para conformar el período supremo de la evolución? Cuando pensamos en el hombre, en el yo y en el nosotros, aparece claro ante nuestra vista que nuestra elección debe ser objeto de profundas meditaciones.
La sociedad tendrá que ser una armonía en la que no se produzca disonancia ninguna, ni predominio de la materia ni estado de fantasía. En esa armonía que preside la norma puede hablarse de un colectivismo logrado por la superación, por la cultura, por el equilibrio. En tal régimen no es la libertad una palabra vacía, porque viene determinada su incondición por la suma de libertades y por el estado ético y la moral.
La justicia no es un término insinuador de violencia, sino una persuasión general; y existe entonces un régimen de alegría, porque donde lo democrático puede robustecerse en la comprensión universal de la libertad y el bien general, es donde, con precisión, puede el individuo realizarse a sí mismo, hallar de un modo pleno su euforia espiritual y la justificación de su existencia.

XXII
Sentido de proporción. Anhelo de armonía. Necesidad de equilibrio

Para el mundo existe todavía, y existirá mientras al hombre le sea dado elegir, la posibilidad de alcanzar lo que la filosofía hindú llama la mansión de la paz. En ella posee el hombre, frente a su [173] Creador, la escala de magnitudes, es decir, su proporción. Desde esa mansión es factible realizar el mundo de la cultura, el camino de perfección.
De Rabindranath Tagore son estas frases: el mundo moderno empuja incesantemente a sus víctimas, pero sin conducirlas a ninguna parte. Que la medida de la grandeza humana esté en sus recursos materiales es un insulto al hombre.
No nos está permitido dudar de la trascendencia de los momentos que aguardan a la humanidad. El pensamiento noble, espoleado por su vocación de verdad, trata de ajustar un nuevo paisaje. Las incógnitas históricas son ciertamente considerables, pero no retrasarán un solo día la marcha de los pueblos por grande que su incertidumbre nos parezca.
Importa, por tanto, conciliar nuestro sentido de la perfección con la naturaleza de los hechos, restablecer la armonía entre el progreso material y los valores espirituales y proporcionar nuevamente al hombre una visión certera de su realidad. Nosotros somos colectivistas, pero la base de ese colectivismo es de signo individualista, y su raíz es una suprema fe en el tesoro que el hombre, por el hecho de existir, representa.
En esta fase de la evolución lo colectivo, el «nosotros», está cegando en sus fuentes al individualismo egoísta. Es justo que tratemos de resolver si ha de acentuarse la vida de la comunidad sobre la materia solamente o si será prudente que impere la libertad del individuo solo, ciega para los intereses y las necesidades comunes, provista de una irrefrenable ambición, material también.
No creemos que ninguna de esas formas posea condiciones de redención. Están ausentes de ellas el milagro del amor, el estímulo de la esperanza y la perfección de la justicia.
Son atentatorios por igual al desmedido derecho de uno o la pasiva impersonalidad de todos a la razonable y elevada idea del hombre y de la humanidad.
En los cataclismos la pupila del hombre ha vuelto a ver a Dios y, de reflejo, ha vuelto a divisarse a sí mismo. Si debemos predicar y realizar un evangelio de justicia y de progreso, es preciso que fundemos su verificación en la superación individual como premisa de la superación colectiva. Los rencores y los odios que hoy soplan en el mundo, desatados entre los pueblos y entre los hermanos, son el [174] resultado lógico, no de un itinerario cósmico de carácter fatal, sino de una larga prédica contra el amor. Ese amor que procede del conocimiento de sí mismo e, inmediatamente, de la comprensión y la aceptación de los motivos ajenos.
Lo que nuestra filosofía intenta restablecer al emplear el término armonía es, cabalmente, el sentido de plenitud de la existencia. Al principio hegeliano de realización del yo en el nosotros, apuntamos la necesidad de que ese «nosotros» se realice y perfeccione por el yo.
Nuestra comunidad tenderá a ser de hombres y no de bestias. Nuestra disciplina tiende a ser conocimiento, buscar ser cultura. Nuestra libertad, coexistencia de las libertades que procede de una ética para la que el bien general se halla siempre vivo, presente indeclinable. El progreso social no debe mendigar ni asesinar, sino realizarse por la conciencia plena de su inexorabilidad. La náusea está desterrada de este mundo, que podrá parecer ideal, pero que es en nosotros un convencimiento de cosa realizable. Esta comunidad que persigue fines espirituales y materiales, que tiende a superarse, que anhela mejorar y ser más justa, más buena y más feliz, en la que el individuo puede realizarse y realizarla simultáneamente, dará al hombre futuro la bienvenida desde su alta torre con la noble convicción de Spinoza: «Sentimos, experimentamos, que somos eternos.»