lunes, 10 de diciembre de 2018

…Cómo fue el 10 de diciembre de 1983…

Hace 35 años, con la asunción de Raúl Alfonsín como presidente constitucional, la Argentina vivió un momento de fervor popular y de gran esperanza después de los oscuros años de la dictadura militar

Ese sábado todo empezó muy temprano. A las 7.45 ya había movimiento. Los cuatro canales de aire transmitían desde el Congreso. El presidente electo, Raúl Alfonsín ya había llegado. También lo iban haciendo legisladores, invitados y delegaciones extranjeras.

Lo de empezar temprano el día de su asunción no parece casual. No sólo porque iba a ser un día abigarrado, cargado de actividades. El libro Alfonsín, mitos y verdades del padre de la democracia, una excelente biografía escrita por Oscar Muiño, abre con una gran escena: "Era noctámbulo, trasnochaba, se levantaba tardísimo, fumaba mucho, llegaba tarde a las reuniones. Un radical típico. Un día, de repente, largó el cigarrillo, se inventó una rutina, comenzó a convocar gente temprano en las mañanas, dejó la noche. Cuando me enteré, supe que Raúl Alfonsín quería ser presidente". Ese madrugar, ese tener en actividad un sábado a todos desde muy temprano pretendía ser una nueva impronta.

Entre los invitados especiales los mayores honores se los llevaban los ex presidentes democráticos. Arturo Frondizi saludaba a cada legislador pero fue Isabel Perón quien tuvo que sacarse fotos con cada persona que se le acercaba simulando que los conocía. Desde su regreso al país había sido portada en todos los diarios. Se especulaba con que que encabezaría la oposición, que comandaría la reestructuración del peronismo derrotado. Los dos ex presidentes fueron los encargados de izar la bandera en la sala de sesiones.

Había una tensión alegre y ansiosa en el ambiente. Luego de siete años de silencio el Congreso se resignificaba. Su ausencia había hecho que los argentinos hubieran vuelto a valorar su actividad. Manteniendo un hábito legislativo de las décadas anteriores, las sesiones preparatorias, que tuvieron lugar desde 15 días antes, no habían sido del todo pacíficas.

Algunas provincias no habían terminado el recuento definitivo y no se podían aprobar los diplomas. Eso demoraba también la proclamación de la dupla presidencial a través del Colegio Electoral. Pero la gran disputa entre radicales y peronistas se daba por la conformación y manejo de las diferentes comisiones legislativas. Mientras el oficialismo reclamaba mayor poder por haber triunfado en las elecciones, el peronismo luchaba por mantenerse vivo y con influencia y no quería perder el manejo de comisiones clave.

Además la conformación de las Cámaras había quedaba bastante equilibrada con mayoría radical en Diputados pero con supremacía peronista en Senadores.

Luego del triunfo con el 52% de los votos del 30 de octubre, Alfonsín se dedicó a formar su gabinete y a reunirse con los distintos sectores políticos y sociales del país. Referentes peronistas, militares, Madres de Plaza de Mayo,intelectuales y otros fueron pasando por los encuentros, deseándole suerte y, por supuesto, dejándole pedidos y reclamos de antemano.

Los sindicatos se movían y empezaban con sus exigencias y procuraban imponer condiciones; no querían quedar relegados en la nueva repartija de poder. Antes de asumir empezaba una lucha que perseguiría y hostigaría al presidente radical a lo largo de todo su mandato. Alfonsín hablaba de sindicato único por actividad, elecciones claras y actividad sindical escindida de la políticaSaúl Ubaldini y el resto de la CGT marcaban la cancha desde temprano. Luego, vendrían las discusiones públicas, los enfrentamientos y un número que varios pueden repetir de memoria: los 13 paros generales en cinco años y medio.

El panorama tampoco era alentador desde el punto de vista económico. Recesión, inflación del 20 % mensual, deuda externa. El otro foco de tensión, naturalmente, estaba dado por los militares. Poco antes habían dictado la ley que se conoció como de Autoamnistía. Las tensiones estaban latentes y las heridas en carne viva. El 5 de diciembre se disolvía la Junta Militar. Luego de negociaciones encabezadas por Antonio Tróccoli, el futuro ministro del Interior, la asunción del mando se adelantó de principios de 1984 a diciembre de 1983.

Aquel 10 de diciembre, a las 8.30 en punto, comenzó la sesión. Alfonsín y Víctor Martínez juraron ante la Asamblea Legislativa. Años de dolor parecían quedar atrás, en esas voces fuertes, convencidas que juraban lealtad a la Constitución Nacional, auguraban un futuro mejor, abrían esperanzas. Fue el primer momento emotivo del día.

Luego Alfonsín se dirigió a la Asamblea. Abrió una carpeta, acomodó las hojas, se puso los anteojos y empezó su discurso. Sólo leyó 28 de las 74 páginas. El resto pidió que fuera incorporado al Diario de Sesiones. Eligió dar a conocer su ideario institucional y dejar para otro momento las medidas concretas. Es lo que necesitaba el país en ese momento. El discurso fue interrumpido por aplausos de todas las bancadas en varias ocasiones. Se puede resumir su alocución (medida y firme, acorde al lugar y al momento, dejando la espectacularidad para otra circunstancia) en la frase que provocó la primera ovación. Simple, contundente y necesaria: "Vamos a ser un gobierno decente".

Luego del Congreso llegó el primer momento épico del día. A contramano, bajó por Avenida de Mayo hacia la Casa de Gobierno. En el Cadillac descapotable, escoltado por decenas de granaderos a caballo, con su esposa María Lorenza Barreneche de pie al lado suyo, Alfonsín saludaba a las miles de personas que esperaban verlo pasar a los costados de la avenida. El sol de diciembre, el entusiasmo de la gente, los papelitos que caían sin cesar de los edificios y la esperanza convertirían a ese paseo en inolvidable.

En la Casa Rosada fue el momento de la entrega de atributos. En una ceremonia sobria, formal y breve, sin demasiadas sonrisas, Reynaldo Bignone, el último dictador, entregó el bastón y la faja presidencial. Luego, Alfonsín tomó juramento a sus primeros ocho ministros: Antonio Tróccoli (Interior), Bernardo Grinspun (Economía), Dante Caputo (Relaciones Exteriores), Roque Carranza (Obras y Servicios Públicos), Raúl Borrás (Defensa), Antonio Mucci (Trabajo), Aldo Neri (Salud y Acción Social) y Carlos Alconada Aramburú (Educación).

Grinspun tomaría notoriedad por su pelea por enderezar la economía; sus momentos de mayor fama los consiguió en verano: jugando al truco en las madrugadas marplatenses con Gerardo Sofovich y Susana Giménez, y en una célebre respuesta con mohín incluido ante un representante del FMI, cuando se bajó los pantalones y mostrándole la cola le dijo: "¿Querés que me baje los pantalones? Me los bajo".

Caputo tenía apenas 40 años, era el más joven del gabinete y el de mayor preparación intelectual. Borrás tenía la tarea más ímproba que era lidiar con los militares, con su repliegue, con la necesidad de depurar las tres armas, con sus exigencias por impunidad y con la urgencia por ajustar sus conductas a los nuevos tiempos democráticos. Luego de ellos ocho, un buen elenco, juraron todos los secretarios de Estado.

De allí, Alfonsín se dirigió al Cabildo. En los días previos, los radicales más influyentes sentaron su posición al respecto y alimentaron la discusión. ¿Desde dónde debía dirigir Alfonsín su primer mensaje como presidente al pueblo? Muchos sostenían que desde los balcones de la Casa Rosada. Otros insistían en evitar ese escenario. No querían asociar el nuevo gobierno a imágenes del pasado, deseaban obviar situaciones que los asimilaran al peronismo. Ese balcón tenía dueño. Simbólicamente, comenzar desde el Cabildo era unir los primeros pasos del nuevo gobierno a los albores de la Nación.

El balcón principal del Cabildo desbordaba de gente. Entre ellos se abrieron paso el flamante presidente y Víctor Martínez. La multitud bramó. La plaza y las calles aledañas estaban repletas. Había vinchas celestes y blancas, gorros y banderas argentinas, boinas blancas y banderas y estandartes del Partido Radical. También algunas enseñas de otros partidos. Pasaron un par de minutos hasta que Alfonsín pudiese hablar. La gente, abajo, coreaba su nombre, gritaba "Argentina, Argentina" y saltaba. Alfonsín, entonces, habló en primera persona del plural. Incluyó, se refirió a "todos". En su primera frase advirtió que vendría una etapa dura, difícil pero que el deber de todos era trabajar por asegurar la libertad y las condiciones de vida dignas en el país.

Mientras hablaba (y mientras la gente bramaba) fue adquiriendo cada vez más convicción y energía. El brazo se agitaba con firmeza y apuntalaba cada palabra, el exacto tono enfático. "No tengo dudas de que saldremos adelante, que tendremos el país que nos merecemos". Una nueva ovación.

El cierre de esos ocho minutos fue con lo que ya a esa altura era un clásico. El hit de Alfonsín, como lo llama Martín Zariello en su reciente libro 1988, el fin de la ilusión: el recitado del preámbulo de la Constitución Nacional. Fue, como lo bautizó el mismo Alfonsín en el cierre de campaña en la 9 de julio, un rezo laico. El brazo cayendo con el índice levantado, como golpeando cada frase, la voz grave, y la gente que se va sumando y repitiendo cada una de las consignas. Los que estaban en el balcón movían los labios acompañando, se entusiasmaban, afirmaban con cortos movimientos de cabeza.

Las últimas palabras las dijeron juntos, las gritaron decenas de miles de personas. Un momento estremecedor. El preámbulo de la Constitución Nacional con el que Alfonsín, cuando era candidato, cerraba todos sus discursos, se había convertido en una carta de fe de sus votantes.

Sin embargo, seis años después, al final de su mandato, las mismas palabras dichas con la misma cadencia expositiva no lograban similar efecto. Su resonancia, su sentido se había invertido. En el '83 representaban la esperanza, el futuro. En el '89 se habían convertido en un tango, eran pura nostalgia, eran la muestra cabal de todo lo que no pudo ser, de un fracaso.

Todavía quedaban más emociones en ese 10 de diciembre. En el Palacio San Martín, Alfonsín recibió a los representantes extranjeros que habían venido para su asunción. Felipe González, Bettino Craxi, George Bush (padre), el premier francés Pierre Mauroy, Belaúnde Terry, Siles Suazo y Daniel Ortega entre otros. Para la noche quedó la gala en el Teatro Colón. Programa previsible y emotivo: Alberto Ginastera, Astor Piazzolla y el Himno de la Alegría.

La actividad de los primeros días fue frenética. El programa de gobierno trató de cubrir todos los puntos de acción. En la economía hubo un rápido congelamiento de precios, búsqueda de créditos e intentos por estabilizar las distintas variables. La democratización de los sindicatos fracasó. A los cinco días de gobierno se ordenó el juzgamiento a las cúpulas militares y la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep). En política exterior se comenzó con la reinserción del país en el mundo.

Todavía quedaban más emociones en ese 10 de diciembre. En el Palacio San Martín, Alfonsín recibió a los representantes extranjeros que habían venido para su asunción. Felipe González, Bettino Craxi, George Bush (padre), el premier francés Pierre Mauroy, Belaúnde Terry, Siles Suazo y Daniel Ortega entre otros. Para la noche quedó la gala en el Teatro Colón. Programa previsible y emotivo: Alberto Ginastera, Astor Piazzolla y el Himno de la Alegría.

La actividad de los primeros días fue frenética. El programa de gobierno trató de cubrir todos los puntos de acción. En la economía hubo un rápido congelamiento de precios, búsqueda de créditos e intentos por estabilizar las distintas variables. La democratización de los sindicatos fracasó. A los cinco días de gobierno se ordenó el juzgamiento a las cúpulas militares y la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep). En política exterior se comenzó con la reinserción del país en el mundo.

La censura se había levantado, la gente volvía con entusiasmo al país, otras voces se escuchaban. Soplaban nuevos vientos. Había alegría y esperanzas en las calles. Comenzaba lo que se llamó la Primavera Alfonsinista que duraría hasta algún momento de 1987 (¿el primer levantamiento carapintada, la derrota en las segundas elecciones legislativas, el fracaso del Plan Austral?).

Pero ese 10 de diciembre un país tuvo expectativa, se llenó de fe y creyó en el futuro. Ese día el país salió de su época más atroz, de un tiempo de anomia, muerte y abyección. Ese 10 de diciembre fue un día largo. Pero también ese 10 de diciembre, quizá, haya sido el día más feliz en mucho tiempo.

https://www.youtube.com/watch?v=9motNyWXMKw


https://www.infobae.com/sociedad/2018/12/10/el-dia-mas-feliz-en-mucho-tiempo-como-fue-el-10-de-diciembre-de-1983/

sábado, 8 de diciembre de 2018

Quiénes son los "CHALECOS AMARILLOS", el movimiento sin líderes ni ideología que hace temblar a Francia



Emmanuel Macron atraviesa una profunda crisis que amenaza el futuro de su gobierno por una rebelión callejera. Aunque anuló el impuesto a los combustibles que había desatado las protestas, los manifestantes no parecen dispuestos a ceder y nadie sabe hasta dónde pueden llegar

Se sabía que, tarde o temprano, el gobierno de Emmanuel Macron iba a enfrentar una fuerte resistencia. Su arriesgado programa de reformas fiscales y laborales tiene perdedores muy claros, que no iban a aceptar pasivos los cambios. Por eso, el enfrentamiento con los sindicatos era inevitable.
Los primeros apuntados fueron los ferroviarios, que tienen un régimen de trabajo privilegiado. Hicieron tres meses de huelga, pero no lograron torcerle el brazo al presidente más joven de la democracia francesa. Ganar esa batalla le hizo pensar que las cosas iban a ser más fáciles de lo que terminaron siendo.
No fueron trabajadores organizados los que le provocaron la primera gran derrota a Macron y hundieron a su gobierno en una crisis que se profundiza cada día más. Fue un grupo inorgánico y heterogéneo, sin referentes claros ni una ideología precisa, que asaltó las calles de París —y de muchas otras ciudades—, desatando un caos que hacía varias décadas que no se veía en la capital francesa.
"Se movilizan a través de las redes sociales, Facebook principalmente. No tienen líderes, ni una dirección definida. Pero allí radica su éxito, porque muchas de esas personas miran con recelo a todos los aparatos y a las instituciones, incluyendo los sindicatos. Su heterogeneidad posibilita que todos lleven su propio reclamo, incluso aunque tenga fundamentos diferentes y hasta contradictorios con los de sus vecinos. Es un límite para el movimiento, pero también una fortaleza", explicó el politólogo Jean-Marie Pernot, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, consultado por Infobae.
El disparador fue la suba de los impuestos a la gasolina y al diésel, una medida aconsejada por los expertos en medio ambiente para desincentivar el consumo de combustibles fósiles. Pero una parte de la clase media baja, que desde hace muchos años enfrenta restricciones por el elevado desempleo y los bajos salarios, lo sintió como una gran injusticia. Sobre todo, por parte de un gobierno que redujo impuestos patrimoniales a los ricos para evitar que se lleven al extranjero sus fortunas.
Más 280 mil personas salieron a protestar el 17 de noviembre, el primer gran día de la marcha. Muchos de ellos tenían puestos los chalecos amarillos que obligatoriamente tienen que llevar los automovilistas. Rápidamente, ese pasó a ser el emblema del movimiento
Con el correr de las semanas, las movilizaciones perdieron concurrencia, pero aumentaron su visibilidad por el estallido de episodios de violencia. El extremo se vivió el pasado sábado. Mientras Macron estaba en Buenos Aires participando de la cumbre del G20, París ardió. Autos y edificios fueron incendiados, se registraron saqueos en tiendas y un grupo de personas vandalizó el Arco del Triunfo.
Los enfrentamientos entre manifestantes y policías se repitieron en distintos puntos de la ciudad, que parecía una zona de guerra. Las autoridades informaron que 263 personas resultaron heridas y 412 fueron arrestadas. Además, desde el 17 de noviembre se produjeron cuatro muertes relacionadas a los incidentes.
Con el correr de las semanas, las movilizaciones perdieron concurrencia, pero aumentaron su visibilidad por el estallido de episodios de violencia. El extremo se vivió el pasado sábado. Mientras Macron estaba en Buenos Aires participando de la cumbre del G20, París ardió. Autos y edificios fueron incendiados, se registraron saqueos en tiendas y un grupo de personas vandalizó el Arco del Triunfo.
Los enfrentamientos entre manifestantes y policías se repitieron en distintos puntos de la ciudad, que parecía una zona de guerra. Las autoridades informaron que 263 personas resultaron heridas y 412 fueron arrestadas. Además, desde el 17 de noviembre se produjeron cuatro muertes relacionadas a los incidentes.
Con el correr de las semanas, las movilizaciones perdieron concurrencia, pero aumentaron su visibilidad por el estallido de episodios de violencia. El extremo se vivió el pasado sábado. Mientras Macron estaba en Buenos Aires participando de la cumbre del G20, París ardió. Autos y edificios fueron incendiados, se registraron saqueos en tiendas y un grupo de personas vandalizó el Arco del Triunfo.
Los enfrentamientos entre manifestantes y policías se repitieron en distintos puntos de la ciudad, que parecía una zona de guerra. Las autoridades informaron que 263 personas resultaron heridas y 412 fueron arrestadas. Además, desde el 17 de noviembre se produjeron cuatro muertes relacionadas a los incidentes.
Pero lo más preocupante para Macron es que, a pesar de haber dado marcho atrás con la suba de impuestos, la crisis está lejos de terminar. Los Gilets Jaunes (chalecos amarillos) no se sienten satisfechos con los anuncios y sienten que llegaron demasiado tarde. Nada fortalece más a un movimiento de protesta que obtener victorias, especialmente cuando se hacen esperar.
"Los franceses no quieren migajas, quieren la baguette entera", dijo días atrás Benjamin Cauchy, uno de los tantos organizadores de las protestas. La Policía teme nuevos incidentes y muchos comercios van a permanecer cerrados.
"Las medidas del gobierno podrían haber tenido efecto al comienzo, pero ahora quedaron por detrás de la magnitud del movimiento. Lo único seguro es que habrá movilizaciones el fin de semana y que nuevos actores se sumarán, como los estudiantes secundarios y los agricultores", dijo a Infobae  Danielle Tartakowsky, investigadora del Centro de Historia Social del Siglo XX.
Un movimiento que sintetiza el malestar
"Durante muchos años hubo en Francia intentos sociales o individuales de resistencia al trabajo que parecían no llevar a nada. Pero después de 2010, cuando se produjeron grandes protestas contra la suba de la edad jubilatoria, pensé que probablemente iba a surgir un movimiento social, aunque no sabía cuándo ni de qué manera. El descontento se cristalizó y comenzó alrededor de una demanda muy específica, pero agrupa a muchos descontentos y reclamos relacionados con la desigualdad social y la arrogancia de los ricos", dijo a Infobae Christian Chevandier, profesor de historia contemporánea en la Universidad de Le Havre.
El malestar no es nuevo en Francia. Desde hace tiempo hay en el país grandes porciones de la población que padecen el estancamiento económico, una desocupación crónica cercana al 10% y la ineficiencia de un estado que era demasiado grande y que ahora está en retirada.
"Muchas de esas personas no ven una contraprestación a sus impuestos, lo cual le da una impronta muy antiimpositiva al movimiento —dijo Pernot—. El fenómeno de los trabajadores pobres está creciendo. El Gobierno apunta a los desempleados y dice que la única solución es tener trabajo, cualquiera sea. Pero los chalecos amarillos son individuos con empleo que no pueden vivir dignamente".
Uno de los grandes problemas que enfrentan los franceses es que las reformas necesarias para revitalizar la economía son impopulares y difíciles de implementar en un país con sindicatos y estructuras burocráticas muy fuertes, capaces de bloquear muchas iniciativas. Por eso, a pesar de que los últimos gobiernos coincidieron en la necesidad de hacer cambios en la misma dirección, ninguno pudo avanzar demasiado.
Macron es sin dudas el presidente que asumió con mayor firmeza el mandato de reforma. Así que no sorprende que durante su gobierno se hayan producido las reacciones más fuertes.
"Es un movimiento que no está estructurado —dijo Tartakowsky—. Los llamados a marchar no respetaron la exigencia de registrarse preliminarmente, lo cual creó una dificultad para las fuerzas de seguridad. Al principio la violencia estuvo relacionada a grupos de extrema derecha y a alborotadores, pero muchos jóvenes de los chalecos también se sumaron. Hay una dimensión de ira y hay un elemento nuevo: algunos manifestantes reivindicaron la necesidad de la violencia, algo que es bastante excepcional en la historia de las protestas francesas".
Buena parte de la rabia con Macron no pasa por las políticas que quiere implementar, sino por su estilo y por lo que él mismo representa. Es un miembro de la elite económica y cultural francesa, formado en la exclusiva Escuela Nacional de Administración y con experiencia en el sector financiero. Por más que se esfuerce en explicar que los beneficios impositivos para los sectores de mayor poder adquisitivo pueden tener un impacto positivo sobre la economía, no tiene manera de evitar que lo acusen de ser "el presidente de los ricos".
"Hay tres elementos que convergen. El primero es la soberbia de Macron. Fue pobremente elegido, con una muy alta tasa de abstención, pero se comporta como si fuera el rey de Francia y parece mostrar un gran desprecio por la gente que tiene dificultades para vivir. El segundo es un conjunto de políticas públicas y privadas que volvieron a muchas personas dependientes del auto. Francia es un país disperso, en el que los precios de la tierra forzaron a mucha gente pobre a mudarse fuera de los centros urbanos. Los gastos relacionados al mantenimiento del vehículo crecieron en los últimos años, así que el aumento en la gasolina fue visto como demasiado. El tercero es la contracción de los servicios públicos y de las políticas sociales en general", sostuvo Pernot
Qué sigue para los Gilets Jaunes
La respuesta gubernamental a la crisis fue torpe y errática. Primero se limitó a condenar la violencia. Luego trató de negociar, pero no encontró interlocutores claros. Finalmente, en un hecho inédito desde que está en el poder, revirtió una medida. El primer ministro Édouard Philippe anunció el martes la suspensión por seis meses del aumento.
"El Gobierno responde con retardo a la movilización —dijo Pernot—. Si los anuncios se hacían después de la primera marcha, podrían haber funcionado. Pero hoy seguro que no. Al contrario, anunciar una simple suspensión dio la impresión de que sólo pretendía ganar tiempo y de que se estaba burlando de la gente. Los chalecos amarillos no confían en la política, sienten un odio increíble que se expresa. Es un sentir compartido: las encuestas muestran que el 70% de la población comprende y apoya la protesta, incluso después de la violencia".
Al ver que no alcanzaba para calmar los ánimos, Philippe comunicó que el tributo quedaba anulado y además congeló las tarifas de los servicios públicos. Pero tampoco fue suficiente.
Dos cosas resultan muy llamativas. Una es lo rápido que pasó el gobierno de no ceder en nada a entregar todo después de semanas de mantenerse firme. Otra es la estrategia de Macron: a pesar de la profunda gravedad de la crisis, mantiene un silencio casi absoluto. Sólo respondió una pregunta desde Buenos Aires. "Los culpables de esta violencia no quieren ninguna reforma, sólo quieren el caos", afirmó. Al regresar a Francia, se limitó a recorrer el Arco del Triunfo.
A nadie le llama la atención que su imagen haya caído al mínimo desde que se mudó al Elíseo. Sólo el 23% de las personas lo apoyan, según el último sondeo de Ifop-Fiducial.
Aprovechando la debilidad, los partidos de izquierda acordaron impulsar un voto de confianza en el Parlamento contra Philippe y su gabinete la semana que viene. Difícilmente prospere porque el oficialismo tiene mayoría, pero es una luz de alerta para el gobierno, y le da incentivos a los manifestantes para seguir en la calle.
"Es difícil predecir el futuro cuando uno es historiador, pero puedo decir que algo va a suceder. En el pequeño pueblo del sur de Francia en el que vivo el movimiento es más profundo que la discusión sobre el precio de los combustibles. Hay un resentimiento acumulado durante muchos años que se está expresando. Lo único seguro es que, como se dijo en 1968, nada volverá a ser como antes", concluyó Chevandier.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

UNICEF : El 48% de los niños argentinos son pobres...

 

El 48% de los niños argentinos son pobres, según UNICEF

 

De acuerdo al estudio, la cifra empeora en hogares monoparentales que cuentan con una única proveedora de ingresos que, además, debe asumir las tareas domésticas y de cuidado.

 

Casi la mitad de los menores de edad en Argentina son pobres.

 El dato se desprende de un informe difundido por UNICEF este martes que arroja que el 48% de las niñas, niños y adolescentes está bajo la línea de pobreza, y que casi la mitad de ese total afronta "privaciones severas" vinculadas con cuestiones como vivienda y educación. Los datos del estudio indicaron, además, que 6,3 millones de niñas y niños ven vulnerado el ejercicio efectivo de sus derechos e identifica como "privaciones severas" el vivir en una zona inundable inundable y cerca de un basural o no haber ido nunca a la escuela entre los siete y los 17 años.

El sondeo utiliza una metodología que toma en cuenta diferentes dimensiones de pobreza, desde el acceso a una vivienda adecuada de los niños hasta la escolaridad. "Estos valores son aún más altos en aquellos hogares donde el jefe o jefa tienen bajos niveles educativos y empleos informales, o se encuentra desempleado", puntualizó. Aclaró que, en particular, la pobreza infantil es mucho más elevada "en los hogares monoparentales que cuentan con una única proveedora de ingresos que, además, debe asumir las tareas domésticas y de cuidado".

El informe revela que el 27% del total de la población vive en situación de pobreza monetaria, mientras que el 4,9% vive en la pobreza extrema y que "el 16,3% de la población es pobre por insuficiencia de ingresos y privaciones no monetarias"; en tanto, el 26,9% de los niños, niñas y adolescentes son pobres por ingresos y por privaciones no monetarias. Un especialista en inclusión social de UNICEF Argentina, Sebastián Waisgrais, sostuvo: "La metodología multidimensional permite identificar un conjunto de niños, niñas y adolescentes que no son pobres por ingresos, pero experimentan al menos una privación en aspectos no monetarios y que representan casi 3 millones de chicos que, si no se midiera de esta manera, quedarían invisibilidades".

El informe remarcó la necesidad de "definir una metodología oficial que capture el carácter multifacético de la pobreza sobre la base de estadísticas periódicas, consensuadas y avaladas por académicos, organismos internacionales, centros de investigación y actores de gobierno".  

Fuentes:

https://www.infobae.com/sociedad/2018/12/04/el-48-de-los-chicos-en-la-argentina-vive-en-la-pobreza-segun-un-informe-de-unicef/

https://www.ambito.com/grave-el-48-los-ninos-argentinos-son-pobres-segun-unicef-n5003348

http://diariocronica.com.ar/544903-unicef-el-48-de-los-ninos-ninas-y-adolescentes-en-argentina-es-pobre.html

https://www.lagaceta.com.ar/nota/791702/actualidad/48porciento-ninos-argentina-son-pobres-segun-revelo-unicef.html

domingo, 2 de diciembre de 2018

Mandatos de Base....



Mandatos: de que hablamos cuando hablamos…

En la previa a cada plenario de delegados en el Sindicato Buenos Aires, los delegados de la  “oposición”, realizan asambleas para llevar “mandatos de base” al plenario; cuestión esta no prevista en el estatuto vigente

En este sentido es dable recodar  que los plenarios son resolutivos, es decir los delegados debaten en su seno las ponencias, propuestas  e informes  que la comisión administrativa ( la Mesa) expone.

La conducción del sindicato aplica de pleno derecho el estatuto de la organización; algunos delegados creen que las cuestiones del plenario deben ser consensuadas previamente en cada lugar de trabajo. O sea hay una cuestión estatutaria y otra conceptual, la cual es diríamos la más democrática.

En el  mientras tanto  como es tratar apriorísticamente en asamblea de oficina el temario de un plenario, sin contar con los elementos de juicio  respaldatorios? Puede un delegado tomar decisiones in situ, sin tener que consensuar a cada paso las mismas? Se puede tomar como valido un mandato en esas circunstancias, hay debate?  se vota una sola moción…inducida u objetiva? En todo caso  es  una manera de manifestar el rechazo al estatuto, el cual   pudo haber sido aggiornado en la no tan lejana reforma.

Modificaron hace un par de años la superestructura y el chupetín para que  la “oposición” forme parte de la directiva en minoría,  una suerte de gran bedroom sin que nadie se ruborice…

Las pantomimas pretenden justificarse asimismo… La pregunta es tiene salida este atolladero?

A principios de 2009 estuvimos trabajando en un anteproyecto de estatuto, el cual por obvias razones quedo trunco, en el se modificaban entre otros  el tema mandatos, motivo este de cotidianas escaramuzas. No obstante nunca se trato de resolver ni de parte de los que dirigen ni de los otros…

El art.  26 del estatuto de Foetra, no deja lugar a dudas, empero una simple addenda le daría un contexto acorde a las exigencias de estos tiempos; adjunto copia del Art. 26.d) anteproyecto modificatorio.
Art. 26 d) Las resoluciones  mencionadas en los ítems precedentes  serán ad- referéndum de un plenario de delegados a efectuarse dentro de  las 24 hs


El art. 93,  versa sobre el  tratamiento de la memoria y balance también iba a ser modificado, adjto copia.
Art. 93 bis) Durante (10) días previos al inicio de la Asamblea General Ordinaria de Afiliados, se publicaran en la pagina Web del Sindicato Los estados contables referidos al Ejercicio Económico Financiero anual el cual deberá incluir: La Memoria, Inventario,  Balance General,  Estado de Recursos y Gastos, Estado  de Evolución del Patrimonio Neto, y el Estado de Origen y Aplicación de fondos.

Si  existe voluntad política.sindical  en una asamblea extraordinaria se pueden  adecuar las instancias objetadas. Parafraseando el titulo, de que escribo cuando escribo…? apenas un esbozo marginal.

                                                                                                          © Daniel Diaz. nov2018



Fuente: https://www.facebook.com/groups/TELEFONICOS/

viernes, 30 de noviembre de 2018

FOETRA: Sin oposiciones quedó aprobada la Memoria y Balance




El plenario de delegados mostró una conformidad amplísima con los números de nuestro gremio que en el último ejercicio arrojaron superávit. La votación que tuvo presente a 203 compañeros representantes delos trabajadores telefónicos, cerró con 190 votos a favor y 13 abstenciones, no hubo objeciones, ni oposiciones al documento.
Ahora la Memoria y Balance espera que su aprobación en el plenario de delegados, sea refrendada por la Asamblea General que se llevará a cabo el próximo 12 de diciembre a las 16 horas, en nuestro Polideportivo Calfucurá.

lunes, 26 de noviembre de 2018

El SOEESITER frente a la REFORMA LABORAL en MARCHA




El  SOEESITER FRENTE a la REFORMA LABORAL en MARCHA

 Los integrantes de la Comisión Directiva y Cuerpo de Delegados de SOEESITER (Sindicato Telefónicos de Entre Ríos) declaramos nuestro:

RECHAZO a la Reforma Laboral porque -en los términos en que la impulsa el gobierno nacional- es una flexibilización lisa y llana y un ataque a los derechos del trabajador y su familia. El proyecto de ley no nos propone –como pide el presidente- ceder algo, sino que retrotrae nuestra relación con la patronal a condiciones de sometimiento propias del siglo XIX.

Como Gremio entendemos necesario rediscutir específicamente el Convenio de los Trabajadores Telefónicos, porque el mismo está atravesado por el avance de las tecnologías y por el cambio que representa la Convergencia de sistemas tecnológicos en la práctica laboral cotidiana de nuestros afiliados.
Sin embargo nuestro límite son los derechos
Es decir que cualquier cambio en nuestro Convenio deberá preservar conquistas elementales que a la clase trabajadora le llevó un siglo conseguir.

En el siglo 21 es inaceptable que sean de nuevo el trabajador y su familia los que retrocedan y pierdan derechos que los humanizan.

Que se dañe el bienestar de millones de personas para que lo que nunca pierden ganen más; para que aumenten sus beneficios intentando borrar el valor del trabajo en la ecuación económica.
Como entidad gremial entendemos las adecuaciones que requieren la Convergencia y los avances tecnológicos. Lo que rechazamos es que -una vez más- sea el trabajador el único que paga el precio de esos cambios.

En nuestro rubro la flexibilización laboral es un hecho que ya acontece, y hay intentos concretos de vulnerar derechos genuinos de nuestros afiliados. Como Sindicato venimos haciendo el seguimiento, accionando y fijando postura frente a las acciones empresarias que –en la práctica- implican retrocesos y pérdidas de derechos; daños a conquistas laborales obtenidas en el siglo XX.
Por todas las razones expuestas, SOEESITER dice NO a esta Reforma Laboral y está dispuesto a avanzar en aquello que no lesione derechos genuinos de la clase trabajadora.

Comisión Directiva / Cuerpo de Delegados


lunes, 19 de noviembre de 2018

19 de noviembre de 1972: cuando Balbín saltó la tapia para encontrarse con Perón / Por Adrián Pignatelli

 

El 10 de noviembre de 1972, en el Club Atenas de La Plata, fue ungida la fórmula Ricardo Balbín–Eduardo Gamond, y el 13, Renovación y Cambio, en el Teatro Ateneo, consagró al binomio Raúl Alfonsín–Conrado Storani. Debía definirse la fórmula radical que participaría de las elecciones presidenciales del 11 de marzo de 1973.

Al día siguiente, Balbín fue agasajado en el Luna Park por el radicalismo capitalino y transmitido por Canal 9. Las dos mil personas que asistieron, atendidas por 90 mozos, 33 cocineros y 50 peones de cocina, escucharon la promesa del líder radical: "Haremos cualquier cosa para dialogar sobre la base de hacer una contribución al país. Iremos a todos los ámbitos, porque yo ya sé pasar el puente del amor propio".

Dos días después, al término de la reunión de la mesa directiva del comité nacional y de la comisión de acción política, confirmó que había recibido de Héctor Cámpora, el delegado de Perón, una invitación verbal para entrevistarse con el líder justicialista. "La aceptaré solo de partido a partido. Si hemos dialogado con su mandatario, ¿por qué no hacerlo con el mandante?".

Décadas de desencuentros

Durante el primer gobierno peronista, el choque entre peronistas y radicales había sido feroz. En la Cámara de Diputados, 44 legisladores radicales, cuyo jefe de bancada era Balbín, debieron enfrentarse con 109 pares peronistas. No tardaron en venir los enfrentamientos, las expulsiones y los desafueros de varios radicales. El turno de Balbín fue en la última sesión de 1949, celebrada el 29 de septiembre. Le habían iniciado 11 procesos por desacato contra la figura del Presidente y su esposa. Alcanzó a escapar para votar en las elecciones de marzo de 1950. Al salir del cuarto oscuro, fue detenido. Estuvo 11 meses preso antes de ser indultado. Después vendrían años de una dura oposición, el papel de la UCR en la Revolución Libertadora, el inmenso caudal de votos en blanco en la Constituyente de 1957 que Arturo Frondizi —pacto mediante con Perón— supo capitalizar para ser presidente; la oposición de Balbín a ese gobierno, hasta el ensañamiento de sindicalistas, empresarios y militares contra la gestión de Arturo Illia que devino en el golpe del 28 de junio de 1966.

Al día siguiente del derrocamiento de Illia, el jefe del radicalismo expresó a los suyos: "No más antiperonismo". Había tomado conciencia que sin el peronismo no habría institucionalidad en el país. Fue cuando comenzaron los contactos reservados de enviados de ambas partes y los intercambios epistolares entre los dos líderes.

Cuando Perón recibió a Facundo Suárez, en Puerta de Hierro, le pidió transmitir el siguiente mensaje: "Dígale a Balbín que me indulte como yo ya lo indulté a él".

En 1970, Perón le escribió a Balbín: "Tanto la Unión Cívica Radical del Pueblo como el Movimiento Nacional Justicialista son fuerzas populares en acción política. Sus ideologías y doctrinas son similares y debían haber actuado solidariamente en sus comunes objetivos. Nosotros, los dirigentes, somos probablemente los culpables de que no haya sido así. No cometamos el error de hacer persistir un desencuentro injustificado".

¿Fórmula compartida?

En junio de 1972 Cámpora viajaba a Madrid. Y deseaba llevar una definición del radicalismo sobre la posibilidad de que el partido participase de una candidatura unificada. Así se lo hizo saber a Vanoli, quien le respondió que la UCR no era proclive a los frentes electorales y le aconsejó que no tocase el tema de candidaturas con Balbín, porque se excluiría. Quince días más tarde, Cámpora, de regreso en Buenos Aires y con el acuerdo de Perón, le solicitó a Vanoli que tantease la posibilidad de una fórmula peronista radical o viceversa. El secretario de Balbín le advirtió que una alianza de esas características sería difícil de materializar para el partido. Cuando Balbín se enteró, preguntó: "¿Y qué hacemos con Alfonsín?".

Cuando en octubre algunos balbinistas le pidieron a Vanoli que no cerrase en diálogo con Cámpora, este contestó: "Ya es tarde, no obstante voy a hablar con Perón".

"Somos el 80% del país"

Volvamos al 18 de noviembre de 1972, 10.30 horas. Balbín arribó al Aeroparque Metropolitano en un avión privado, propiedad de un correligionario, acompañado por su esposa. Estaban esperándolo su hermano Armando, su hijo Enrique, su secretario Jorge Vanoli, además de Rodolfo García Puente y Pedro Cardoso para darle la noticia: a las seis de la tarde de ese día se entrevistaría con Perón. Debió suspender una gira por el sur bonaerense.

Cuando Cámpora estaba por partir a Europa para volver junto al anciano dirigente, el jefe radical le comentó que tenía interés en hablar a solas con él. Balbín desconfiaba de las informaciones que le transmitían al exiliado y en particular señalaba como principal responsable de esas maniobras al oscuro secretario José López Rega, ya que siempre se había manifestado contrario a un encuentro entre los dos políticos.

Balbín deseaba aclarar con Perón un tema que al radicalismo le había pegado fuerte, y que había sido la designación del radical Arturo Mor Roig como ministro del Interior del gobierno de Lanusse. Mor Roig, un catalán que creció en San Nicolás, estaba convencido de que, reforma constitucional mediante, era posible ganarle al peronismo en las urnas. Para la UCR fue cimbronazo enterarse que aceptaba la cartera de Interior de un gobierno de facto. Aún no se ponen de acuerdo en el partido sobre si se lo desafilió o el propio Mor Roig renunció. Pero, en definitiva, muchos peronistas querían hacer aparecer a Balbín en connivencia con el ministro del Interior para obtener ventajas frente al justicialismo en la elección presidencial.

Los encargados de finiquitar los detalles del encuentro fueron Vanoli y Alejandro Díaz Bialet, del Consejo Superior del Movimiento Justicialista. A las 17.15 de ese día, Balbín partió de Tucumán 1660 junto con su hijo Enrique y Vanoli, y 20 minutos después, recogieron a Cámpora, cuyo auto estaba inutilizado. Lo había estacionado frente a la residencia de Gaspar Campos y la multitud, en su afán por ver a su líder, lo había usado como una suerte de tarima, hundiéndole el techo.

La entrevista había sido programada para las 18, porque una hora después se realizaría una reunión con políticos de La Hora del Pueblo, nucleamiento integrado por la UCRP, PJ, Socialista Argentino, Conservador Popular y el bloquismo sanjuanino, surgido en 1970 para presionar a la dictadura para lograr una apertura democrática.

Mientras a estos dirigentes les indicaron que fueran a Vicente López por la avenida Maipú, Cámpora aconsejó tomar por avenida del Libertador. Un descomunal embotellamiento, ya que por una misteriosa orden operativos del Ejército obstaculizaban el tránsito e incluían cierre de barreras, provocó que el automóvil color borravino del jefe radical recién arribara a las ocho de la noche.

La numerosa cantidad de periodistas apostados en la entrada de la residencia, más los simpatizantes que pugnaban por ver a su líder, decidieron a la comitiva entrar a la finca por la otra calle. Casi de incógnito Balbín, Cámpora y sus acompañantes ingresaron por Madero 1665, cuyos fondos lindaban con la casa que ocupaba Perón. Cuando llegaron, se encontraron con la reunión de La Hora del Pueblo. Allí, delante de todos, el líder justicialista, sin más preámbulos, le dijo: "Doctor Balbín, usted y yo nos tenemos que poner de acuerdo porque somos el 80% del país".

Evocando el encuentro, el radical recordó: "En noviembre de 1972 fue como si siempre nos hubiésemos hablado, ¡cosa curiosa! ¡Fue como dejar de lado todo lo de ayer para empezar un camino nuevo! Así todo resultó fluido, fácil, cordial".

Balbín había saltado la tapia.