El taxista Omar Viviani tomó distancia de la Casa Rosada tras la
derrota electoral. Y pidió al kirchnerismo no “hacerse el salame”.
El sindicalista Omar Viviani no apeló
a ninguna figura retórica para explicar la derrota del Frente para la Victoria en las
elecciones del domingo:“Que nos dieron, nos
dieron. No hay que hacerse el salame tampoco”, dijo ayer el titular del
Sindicato de Peones de Taxi. El dirigente es uno de los capos de la CGT alineada con la Casa Rosada y tiene
llegada a varios funcionarios de la administración K.
Pero más allá de su identificación
con la gestión de Cristina Kirchner, Viviani ya anticipó que en dos años se
encolumnará detrás del que gane las elecciones. “En 2015, cuando haya
elecciones presidenciales, si hay otros candidatos que proponen soluciones que
este Gobierno no les ha podido dar y la sociedad argentina los vota, acompañaremos
a los que ganen porque no tenemos por qué ser enemigos de nadie. Por eso
vivimos en democracia”, explicó en diálogo con Radio 10.
Igual, el sindicalista buscó quitarle
un mayor dramatismo a la derrota del oficialismo. “El Frente para la Victoria ha hecho
una buena elección, si se cuentan los diputados que pueda mantener. Lo
demás es
un mensaje del pueblo a algunas acciones que cree la sociedad que hay que hacer.
No es para ponerse nervioso, no es para suicidarse en masa”, interpretó el
taxista.
Otro miembro de la conducción de la CGT oficialista, el mecánico
Ricardo Pignanelli, intentó ayer demostrar que sigue totalmente alineado con la Casa Rosada.
“Hay que seguir
apoyando al Gobierno”, reclamó. Y convocó a
“caminar la provincia para que no aparezca una nueva Alianza que termine
tirando por la borda el sacrificio de los últimos 10 años de los laburantes”.
De los integrantes de la cúpula de esa CGT, el jefe de SMATA es uno de los más
entusiastas defensores de la
administración de Cristina Kirchner.
Pese a las declaraciones públicas de
sus dirigentes, la derrota del oficialismo en las elecciones del domingo
impacto fuerte puertas adentro de esa central sindical. Es más: la “mesa chica”
de su conducción acordó el lunes pasado, es decir 24 horas después de los
comicios, empezar
a tender puentes con las otras CGT (la
de Hugo Moyano y la de Luis Barrionuevo) para discutir una unificación de las
tres centrales sindicales. De ocurrir, recién sería después de las elecciones
de octubre, es decir cuando el escenario esté completamente claro.
Pero para una reunificación sus
rivales intentarán imponer como condición que Hugo Moyano se baje de la
conducción cegetista. De repetir en octubre el flojo desempeño que tuvo el
domingo pasado su alianza electoral con Francisco De Narváez, al camionero le
costaría zafar de esa imposición.
Igual, Moyano volvió ayer a dar
alguna señal clara de cuál podría ser su futuro después de la CGT. Consultado
ayer sobre si aspira a ser Presidente en 2015, respondió “Esos son temas que no
se dicen”. Pero enseguida agregó: “Si los muchachos lo piden, no me voy a poder negar”.
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