A mitad de año se conocieron los datos del mercado de trabajo referidos al período enero-marzo 2020. A raíz de los sucesos posteriores, hablar de ese trimestre parece prehistoria. Sin embargo, no está mal saber en qué posición se estaba al comienzo de la pandemia para saber en cuál se puede terminar
Previo a la cuarentena, los datos de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec mostraron una situación en el mercado de trabajo no muy diferente a la del primer trimestre del año anterior. La tasa de desocupación había crecido de 10,1% en el período enero-marzo de 2019 a 10,4% para este año, la tasa de actividad -que mide la proporción de la población que trabaja o quiere trabajar- pasó de 47,0% a 47,1%, mientras que la tasa de empleo cayó de 42,3% a 42,2 por ciento.
Si bien la pandemia no se inicia, entonces, con grandes diferencias con respecto al período previo, el statu quo no parece una buena noticia. La tasa de desocupación de comienzos de año fue la más alta en de la última década, pero además lo que se observa es que en los últimos años el desempleo se movió en una banda que, tomando los promedios anuales, estuvo entre 8,2% y el nivel actual, señalando las restricciones existentes para crear empleo.
El crecimiento de la tasa de desempleo ha estado vinculado al aumento de la participación laboral que, a comienzos del año, se ubicaba 2,6 puntos por encima del promedio de los 10 años anteriores, mientras que la tasa de empleo solamente se encontraba 1 punto por encima de esa media.
¿Quiénes eran los desocupados al comienzo y qué se espera para después?
Como es de esperar, las mujeres y los jóvenes enfrentan mayores problemas al momento de encontrar empleo. La tasa de desocupación promedio de las mujeres se ubicaba, en el primer trimestre del año, 0,8 puntos por encima del promedio, mientras que la de los hombres era inferior en 0,7 puntos porcentuales.
Desagregando por edad, la tasa de desocupación de las mujeres más jóvenes (hasta 29 años) llega al 23,9%, mientras que la de los hombres jóvenes es del 18,5%. De modo contrario, la desocupación entre los adultos mayores es la más baja: 1,6% entre las mujeres y 5,4% entre los hombres, aunque representan, en conjunto, menos del 2% del total de desempleados.
Mirando el rol que tiene cada individuo en el hogar, los jefes de hogar presentan las tasas de desempleo más bajas (6,1%) con una diferencia de 1,4 puntos respecto a los cónyuges (7,5%). Los hijos, como es de esperar dada la menor edad, enfrentan una tasa de desempleo tres veces superior a la del jefe.
Desagregando por nivel educativo, las tasas más elevadas se encuentran entre quienes tienen secundaria incompleta o superior y universitario incompleto. Para quienes tienen el tercer ciclo completo, la tasa se reduce a menos de la mitad del promedio.
Esta foto sólo es el inicio de una película que ya da miedo mirar. Hasta mayo, de acuerdo con datos de la AFIP, se habían perdido 280 mil puestos de trabajo registrados, es decir el 3,4% del total. A esto falta agregar lo que ha pasado en el sector informal. La evidencia muestra que el sector informal ajusta más rápido en épocas de crisis por lo que se podría esperar que el total de empleos perdidos haya alcanzado ya los 600 mil, con lo cual -de mantenerse la oferta de trabajo en los niveles actuales (47% de la población)-, la tasa de desempleo se estaría ubicando en 14 por ciento.
De todos modos, dado que la cuarentena ha dificultado la búsqueda de empleo, es probable que la oferta, tal como se mide habitualmente, haya sido menor y por lo tanto el resultado sean menos desempleados. Es evidente que esto no puede interpretarse como un buen indicador de la situación de empleo.
La recuperación económica va a ser un proceso largo con lo cual el desempleo alto va a ser una constante con la que habrá que acostumbrarse a convivir.
© Nuria Susmel -Economista de FIEL. Esta nota es un anticipo de la publicación Indicadores de Coyuntura del mes de Agosto que elabora la Fundación FIEL.
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