Uno de los trabajadores de ENTel y hoy de Telecom relata el proceso previo y posterior de la venta de la compañía estatal. Destaca la importancia que tenía esa empresa en el desarrollo tecnológico nacional. Describe los drásticos cambios en la relación laboral.
Hace veinte años, el 9 de noviembre de 1990, el gobierno de Carlos Menem concretó la primera gran privatización de una empresa de servicio público. ENTel, que prestaba el servicio al 95 por ciento de la población del país, fue transferida a Telefónica Argentina y Telecom Argentina. Desde entonces, el plantel de empleados cayó casi a la mitad: eran 45 mil telefónicos en 1989, hoy rondan los 10 mil en Telefónica y otro tanto en Telecom. Los "ex ENTel" no llegan a 3000. Se implementaron mecanismos de flexibilización laboral, revertidos modestamente desde el 2003. Cash entrevistó a Fernando Montero, quien ingresó a la telefónica estatal en 1972, estuvo cesante durante la dictadura y resistió los retiros voluntarios promovidos a partir de la privatización. Trabaja en el sector de atención al cliente de Telecom. Después de casi 40 años, se jubilará en agosto de 2011.
–Siempre concebimos el servicio como factor de desarrollo autónomo de industrialización, investigación y acaparamiento de la tecnología en manos argentinas. Tener teléfonos independientemente de esta voluntad era hacer una transferencia de ingresos al exterior. Es el desarrollo histórico de un gremio independiente, que en la primera etapa del gobierno peronista no se subordinó al esquema planteado.
–Aquí hubo una pelea entre los sectores de la burguesía ligados al peronismo –que rompieron en el '52– y los sectores dentro del peronismo que concebían el desarrollo de la independencia, la autonomía y la integración nacional de insumos. A partir del '55 se dio una cooptación de los gremios con el "participacionismo", lo que implicó la subordinación de los sindicatos mediante prebendas institucionales, relacionadas con el turismo, la asistencia social.
–Resistimos. Fuimos parte de la CGT de los Argentinos, que captó a los gremios más humildes y con menos capacidad de negociación. Fuimos el único gremio con un nivel importante de ingresos que se sumó a la CGT de los Argentinos, por una decisión ideológica.
–Porque quedamos solos, respecto de todos los gremios ligados a los servicios, fundamentalmente los ferroviarios. (José) Pedraza era responsable de la comisión de movilización en la CGT. Ese compañero fue cooptado por el menemismo, que desarrolló la política de la resignación.
–Guillán se quebró en la cárcel, la mujer pasó un momento muy difícil. Nosotros juntamos mucha plata para (la mujer de) Guillán mientras pudimos, después cada uno tuvo que sobrevivir como pudo: yo estuve seis años afuera, marcado, laburando en changas. El salió de la cárcel con un profundo resentimiento, diciendo: "¿Para qué carajo? La pelea que tuve no sirvió para una mierda". Guillán fue el fundamental predicador de la resignación. Nosotros, al contrario, planteábamos que retroceder era entregarse. Que del shock –con 500 cesantes que tuvimos con María Julia Alsogaray, interventora de ENTel–, se podía volver, y que aceptar la privatización era un desangramiento paulatino, que fue lo que pasó.
–Pusieron más plata para desmantelar el sindicato que para invertir en equipos. Eso posibilitó que Guillén nos ganara. Con el gremio en manos de los "amigos de la privatización", la situación fue terrible.
–A los compañeros de plantel que siempre habían estado entre los cables los encerraban en habitaciones con computadoras. Los tenían horas en cuartos separados, inclusive sin ventanas. Las consultoras estaban puestas al servicio del desmantelamiento del aparato sindical. En las elecciones del '93 volvimos a armar un cuerpo de delegados y eso nos posibilitó rescatar muchos compañeros. En el '94 fuimos parte de los fundadores de la CTA.
–Hay alrededor de 7000 que están afiliados al gremio. Un 40 por ciento viene de ENTel. Somos los que tenemos entre 45 y 65 años.
–La nueva contratación no significó reducción de los costos laborales. El tema es la tercerización, que ahora está de moda con la Unión Ferroviaria. Es una de las formas más larvadas y ladinas de la complicidad sindical.
–Con la tercerización el compañero que trabaja cobra menos de la mitad de lo que cobra uno en actividad.
–En el '99 dimos la pelea. Los pasantes se dieron cuenta de que eran mano de obra barata. Les costó mucho porque su cultura gremial era cero. Un año después saltó en Telefónica la resistencia. Con el quiebre del 2001/2002, el Ministerio de Trabajo obligó a las empresas a no generar más pasantías.
¿Qué cambió con el gobierno de Néstor Kirchner, en materia laboral en el sector telefónico?
¿Cómo lograron eliminar las pasantías, que tuvieron su auge en la segunda mitad de los noventa?
¿Cuál es el beneficio de la tercerización para las empresas?
¿Las nuevas formas de contratación significaron una reducción de costos para los dueños privados?
Hoy los planteles de las telefónicas son aproximadamente la mitad que cuando se privatizó ENTel. ¿Cuántos ex ENTel permanecen en las telefónicas?
¿Por qué?
En el marco de la reingeniería de la fuerza de trabajo, ¿cuál fue la actitud de las empresas privadas hacia el gremio telefónico?
Julio Guillán, el principal referente de los telefónicos, ¿por qué apoyó la privatización?
¿Por qué con la privatización de 1990 se quebró la resistencia sindical?
¿Y el sindicato telefónico cómo se posicionó en ese escenario?
¿En qué consistía ese esquema?
¿Por qué Foetra Sindicato Buenos Aires se opuso a la privatización de ENTel en 1990?