Vicepresidente, de casualidad / por Ricardo ROA (Editor del Diario CLARIN)
A Boudou, casualmente, lo persiguen las casualidades. Y las casualidades
le ocurren todo el tiempo en el caso Ciccone, que tiene ya más personajes que
la guía telefónica. Entre tanta gente, es lógico que ocurran algunas, nunca
tantas.
Por orden de aparición. Un cuentapropista, Vanderbroele, se hace cargo
de un fondo fantasma y ese fondo, del que no se conocen dueños, trabajos o
empleados es contratado por Formosa para que la ayude a renegociar una deuda
con el Gobierno nacional. Casualmente, el ministro con el que el fondo debe
negociar en nombre de la provincia es Boudou. The Old Fund embolsa por eso casi
dos millones de dólares.
La Casa de Moneda no tiene capacidad para imprimir todos los billetes
que se necesitan. Hay un plan para ampliar su producción y el plan es del
Ministerio de Economía. Pero el propio ministro lo bloquea. Casualmente, el
ministro es Boudou.
Ciccone, la imprenta privada que puede fabricar billetes, está quebrada
por una deuda con la AFIP aunque sigue funcionando por decisión del juez. De
pronto, la AFIP le otorga una moratoria excepcional. La empresa sale de la
convocatoria y pasa a manos de The Old Fund. ¿Quién consigue semejante perdón
fiscal? Casualmente, el ministro Boudou.
Todo pese a que el jefe jurídico del ministerio le dice a Boudou que esa
gestión no está entre sus atribuciones. Ese funcionario denuncia que es
amenazado y se va del país. Otro funcionario, que en ese momento es jefe de
asesores de la AFIP, le dijo ayer al juez de la causa Ciccone que Boudou envió
a Núñez Carmona a pedir por la imprenta. Casualmente, Núñez Carmona era y es
amigo íntimo y socio de Boudou. Es el mismo que antes de ser millonario vendía
publicidad y fue acusado por Martín Granovsky, presidente de Télam, de intentar
coimearlo.
Siguen las casualidades: el hermano de Boudou, Juan Bautista, viaja
varias veces al exterior con pasajes y gastos pagados por The Old Fund y
Vanderbroele le alquila a Boudou un departamento en Puerto Madero, dónde si no,
y corre con las facturas de expensas, el cable y el teléfono. Boudou dice todo
el tiempo que no lo conoce.
Ha sido un error mentir: ya no puede rectificar. Y en vez de desmentir
las mentiras debe intentar justificarlas como cuando dice que nunca se reunió
con la familia Ciccone y dice que sí se encontró con ellos en el Palacio Duhau,
dónde si no, fue de casualidad. Cuando escuchás una explicación suya es como
que has escuchado todas las explicaciones.
Nadie le pide que cuente todo. Pero ha traspasado
el punto en el que la insistencia en que su conexión con el escándalo es obra
de la casualidad se convierte en una ofensa a la inteligencia. Mejor sería
decir que en una tomadura de pelo. En realidad, la única casualidad que le pasó
en la vida fue llegar a vicepresidente.
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