1845 - 20 de noviembre - 2020, batalla de Vuelta de Obligado
El 20 de
noviembre de 1845, en la batalla de Vuelta de Obligado, algo más de un millar
de argentinos con decisión y coraje los intereses de la Nación, enfrentó a la Armada
más poderosa profundo amor por su Patria, encuadrados y conducidos por
dirigentes que supieron defender del mundo, en una gesta histórica que permitió
consolidar definitivamente nuestra Soberanía Nacional, un proceso inspirado en
la Revolución de Mayo de 1810, y en el ideario de Mariano Moreno, que sin una
descripción lineal conforman una parte destacada de nuestra historia Argentina.
Ocurrió en 1845, en un contexto
político interno muy complejo y con profundas divisiones, que propiciaron un
nuevo intento de dos potencias europeas -Francia e Inglaterra- por colonizar
algunas regiones de nuestro País.
Gobernaba don Juan Manuel de Rosas, San Martín ya
anciano lo apoyaba desde su exilio, y en todo el País se oyó el deseo de seguir
siendo una Nación libre y no una colonia extranjera, aun a costa del enorme
sacrificio que ello significaría. Hasta el autor del Himno Nacional, Vicente
López y Planes, arengaba a nuestro pueblo ante el avance de las fuerzas
anglo-francesas por el Río de la Plata.
El propósito de los invasores era ingresar
por el Paraná, a lo que el Gobierno Argentino se anticipó preparando la
resistencia al mando del General Lucio Norberto Mansilla, quien era el Jefe del
Departamento Norte de las tropas argentinas, en un lugar cercano a San Pedro
denominado “Vuelta de Obligado”. Las fuerzas enemigas que contaban
con armas de alta tecnología para la época, como los nuevos “barcos de
guerra a vapor” y los “cañones estriados de carga posterior”,
superaban ampliamente en número y en modernidad de su armamento a las nuestras,
que tras 7 horas de lucha fueron desplazadas.
Sin embargo, aunque pudo franquear el paso
hacia el Paraná, el enemigo no pudo ocupar las costas de vital necesidad
estratégica para su plan, por lo cual su victoria no fue completa. En
cambio, se vigorizó el espíritu nacional y desde todo el mundo los mensajes
favorecían la defensa de nuestra Soberanía, que finalmente resultó reforzada.
Para darnos una idea de cuánto significaba la defensa de nuestro suelo para
quienes lucharon en aquella emblemática Batalla, vale mencionar algunas de las
emocionantes palabras de la arenga del General Mansilla a su gente antes del
combate:
“¡Valientes soldados federales, defensores denodados de la Independencia de
la República y de la América!; ahí vienen nuestros enemigos, sostenidos por los
codiciosos marinos de Francia e Inglaterra, navegando las aguas del gran
Paraná, sobre cuyas costas estamos para privar su navegación bajo de otra
bandera que no sea la Nacional. ¡Vedlos camaradas, allí los tenéis! Considerad
el tamaño del insulto que vienen haciendo a la Soberanía de nuestra Patria, al
navegar un río que corre por el territorio de nuestra República, sin más título
que la fuerza con que se creen poderosos. ¡Pero se engañan esos miserables,
aquí no lo serán! ¿No es verdad camaradas? ¡Vamos a probarlo! Tremole en el río
Paraná y en sus costas el pabellón azul y blanco, y muramos todos antes de
verlo bajar de donde flamea.”
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