Cuestión de peso es lo más visto en la CGT / por Jorge Lanata
Humphrey Bogart nunca dijo “Tócala de nuevo, Sam” en Casablanca, y tampoco dijo alguna vez Isabel Sarli “¿qué pretende usted de mí?”, abatida y desnuda en un camión de carne. La memoria colectiva coloca las frases hechas donde se le da la gana. El ejemplo también alcanza a Maquiavelo quien, en El Príncipe, no descubrió la máxima que hoy nos ocupa: “Dividir para reinar” (Divide ut regna). Diversos autores creen que el consejo –maquiavélico al fin– responde a los primeros tiempos del Imperio Romano, cuando los sueños expansionistas del César tropezaban con la resistencia de los pueblos sometidos. Los romanos recomendaban “divide et imperia” (dividir para gobernar): Gabinius dividió en cinco a la nación judía, y lo mismo sucedió bajo los romanos con Macedonia.Maquiavelo citó aquella vieja estrategia en el Libro VI de “Dell’arte della guerra” como parte de la táctica militar, y Napoleón también la llevó a la práctica, junto a Luis XI de los Habsburgo.La traición o el cinismo, como puede verse, tampoco son inventos argentinos. Cuando el lunes poco después de las 19 Cristina miró sonriente cada rincón de la mesa sintió que parte de su sueño se había cumplido: a su alrededor se disponía, sumisa, lo que la prensa ya llamaba “la CGT Balcarce”. Todos los que ese lunes hacían bromas de circunstancia, tosían nerviosos y calculaban cada gesto, habían estado antes, están ahora y se desvelan por seguir estando; tal vez eso sea el poder: sobreponerse a cualquier cambio de clima.
Sentado a la derecha de la Presidenta estaba Gerardo Martínez, hace 22 años titular de la UOCRA, con un salario de 56.500 pesos al mes, impulsor del cupo para trabajadores extranjeros, dado de alta en el Batallón 601 de Inteligencia del Ejército en 1983. Su nombre, con el DNI 11.934.882 figura en la lista que la ministro Garre recibió de manos del general César Milani, director de Inteligencia del Ejército.
Durante la dictadura desaparecieron 105 trabajadores de la UOCRA .
“El Negro por ahora no va a hablar del tema”, le dijeron en el gremio al periódico oficialista Miradas al Sur.
Andrés Esteban Rodríguez Larrea, o Andrés Rodríguez, titular de UPCN, era otro de los que sonreía satisfecho frente a Cristina. “El Centauro” –así lo llaman por su afición a los caballos– gana 92.200 pesos por mes, colecciona caballos de carrera y es miembro de la Comisión de Tradición de la Sociedad Rural. “Yo soy de UPCN”, le dijo alguna vez, en medio de un abrazo, Carlos Menem . También lleva 22 años a la cabeza de su gremio, y renovó su mandato en 2010 por lista única.
Rodríguez, Martínez y Antonio Caló (de la UOM, caballo del comisario y ausente en la reunión) forman parte de los autodenominados “independientes”, por oposición a los Gordos . Gordos e independientes, aunque unidos, se detestan. “Estos son más gordos que nosotros, estuvieron todos con Menem”, dice un Gordo anónimo a este diario.
Caló, a quien todos señalan como “un tipo gris”, fue asesor de Lorenzo Miguel desde 1972 y camina ahora por la Casa Rosada de la mano de Carlos Zannini y Julio De Vido . Su número dos, Juan Alberto Belén (secretario de seccional desde 1974, luego directivo de la UOM nacional, con un salario de $ 31.000 al mes), quien sí estaba en el encuentro, calificó alguna vez de “zurda loca” a las comisiones internas del gremio que reclamaban medidas de fuerza.
“Voy a defender a muerte a este gobierno”, le dijo Caló a Diego Genoud de La Nación , que lo define como “un hincha de San Lorenzo, vecino de Flores y que disfruta salir a caminar con su familia sin que nadie lo reconozca”.“No fue a la Rosada porque la mujer le dio manija para que descanse y se reponga del stress”, aseguró uno de los Gordos a Clarín .
El destino de Caló era parte de la comidilla de la reunión: algunos lo ubicaban en Suiza, otros en Puigari, en cualquier caso a kilómetros de quienes se peleaban por un café, que no alcanzó para toda la mesa y los del fondo tuvieron que conformarse con las sonrisas oficiales.
Víctima de su humanidad, el obeso Ricardo Pignanelli , de SMATA, sufría por un vaso de agua. Pero la única botella de agua mineral presente en la mesa era la de Cristina, que Pignanelli miraba como inalcanzable. Pignanelli, ex obrero de Mercedes Benz trabó allí relación con José Rodríguez, que pasó a la historia de aquellos años de la dictadura como “entregador” de la comisión interna. Hoy, mientras los trabajadores de la automotriz perdieron el doble aguinaldo, Pignanelli cobra 17.000 pesos del sindicato y 43.000 de la empresa alemana . Nadie se atrevió a mencionar en la reunión el proyecto del APA, que cayó en el olvido. El Auto Popular Argentino –remake nac&pop de El Justicialista, que quedó trunco por el golpe del ‘55– fue un sueño de Carlos Kunkel ; el intendente Julio Pereyra, de Florencio Varela, y el propio Pignanelli, que iba a crear 1.000 empleos directos y más de 23.000 indirectos, ocupando a un grupo de 400 empresarios pymes. Ahora se arrumba al lado del tren bala. La garganta de Pignanelli no sólo se seca por la sed: l a actividad en FIAT cayó 31% en el primer cuatrimestre , y las ventas de vehículos cayeron, según ANFAVEA, 13,8%, y 16.133 trabajadores fueron suspendidos en junio, de los cuales 1.300 son de FIAT y 2.000 de Renault.
“Vinieron los compañeros del Gobierno”, dijo Pignanelli mirando a Lorenzino y a Giorgi. “Pero faltó Moreno –agregó– que nos ayuda a traccionar puestos de trabajo y a tener más contenido nacional en las industrias”.
José Luis Lingeri , otro de los miembros de la CGT Balcarce, asentía. El ex titular de la ANSSAL (Administración Nacional de Seguros de Salud) durante el menemismo fue vinculado con Néstor Vázquez en la investigación de la mafia de los medicamentos y maneja AYSA a través de su socio político Carlos Ben, ex integrante del directorio de Suez. Lescano, Cavalieri, Viviani y Lobais también estaban en la parte de la mesa para la que alcanzó el café. Todos estaban felices, como adolescentes en su primera cita. El encuentro duró más de dos horas y no sólo hablaron de política, también de decoración y del estilo del ascensor. Todos se sentían como en casa.
Investigación: JL/ María Eugenia Duffard / Amelia Cole